Coraje contagioso

La revista Time eligió a Volodimiry el espíritu de Ucrania como la Persona del Año 2022.

 

 

La revista estadounidense, que viene haciendo este reconocimiento desde 1927, indicó que nunca lo tuvo tan claro como este año porque el presidente de Ucrania “ha galvanizado al mundo de una manera que no habíamos visto en décadas”.

 

 

Y añadió: “Por demostrar –Zelenski y todo su país– que el valor puede ser tan contagioso como el miedo, por inspirar a pueblos y naciones a unirse en la defensa de la libertad, por recordar al mundo la fragilidad de la democracia y de la paz”.

 

 

En la muy extensa nota de la edición de Time que acompaña el reconocimiento –firmada por Simon Shuster, su corresponsal en Berlín y de origen ruso– se apunta que nada en la vida de Zelenski podía predecir su voluntad de resistir y luchar contra la invasión ordenada por Vladimir Putin.

 

 

Antes de incursionar en la política en 2018 y ser electo presidente en 2019, el mandatario había hecho carrera en los escenarios, en la actuación y en la producción de cine, y se hizo famoso con la serie televisiva Servidor del pueblo: un presidente de ficción que denuncia a las élites y la corrupción.

 

 

Sin embargo, desde el inicio de la invasión, a finales de febrero, la decisión de Zelenski de permanecer en Kiev resultó decisiva para el curso de la guerra. También su capacidad –desde un iPhone último modelo– para conectarse con el mundo: el Foro Económico Mundial en Davos, la cumbre de la OTAN en Madrid, presencia en programas de entrevistas, chats con estudiantes de Stanford, Harvard y Yale, así como sacar provecho de figuras del cine para difundir los pedidos de ayuda a su país.

 

 

Una ración de coraje, inteligencia y omnipresencia, que junto con el apoyo de suministros, armas y asesoramiento proporcionado por Estados Unidos y Reino Unido, y desde hace también unos meses por Alemania, han hecho fracasar las estrategias de Putin: primero, de tomar Kiev en unos días y acabar la guerra; después de conservar las regiones ocupadas, de algunas de las cuales ya se han retirado; y, en tercer lugar, la de vender la idea de que la guerra es contra Occidente y no contra Ucrania para mantener una unidad rusa en tensión.

 

 

Zelenski le dice a Shuster en el artículo de Time mientras cruzan a mediados de noviembre Ucrania de norte a sur en un tren para llegar a la recién liberada ciudad de Jersón, que la única forma de derrotar a un enemigo tan poderoso como el ruso es persuadir al mundo libre de que empuje a su país hacia la soberanía, la independencia y la paz.

 

 

Quizás el coraje –de lo que también saben los venezolanos durante este último par de décadas– no baste para derrotar a un ejército invasor o a un Estado opresor que conculca las libertades, pero es imprescindible, porque es de lo que carecen los tanques y la bota militar.

 

 

 

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