Como una novela

Como una novela

Es como una telenovela… No es difícil imaginarse cómo en la mañana llega el ayudante con un cafecito y una carpeta con el guión del día. ¿Qué tendrá el capítulo de hoy? ¿Una nueva conspiración con espías gringos? ¿Más quemas de centros médicos? Ojalá no se les ocurra el cuento del magnicidio porque ya nadie lo cree. El chico les está robando el show..

 

Sí, él es sólo el intérprete de un personaje creado, ¿en La Habana? No sería de extrañar. Los cubanos son los artífices del género. Ya desde el siglo XIX en las fábricas de tabacos alguien leía los folletines en voz alta para distraer a los trabajadores, con la aparición de la radio vinieron las radionovelas y luego con la TV grandes guionistas como Delia Fiallo deleitaron a los televidentes.

 

No sabemos si el guión llega intacto de la isla o es una suerte de «creación colectiva» con aportes criollos de otros escritores nacionales, pero lo cierto es que la cotidianidad está llena de capítulos «teleculebréricos» en los que nuestra nación siempre es «atacada» por las fuerzas de inteligencia del Imperio expresadas en distintos agentes como los estudiantes, la canalla mediática, la oposición y, por supuesto, el líder al cual apuntan todos los cañones. Parafraseando una cancioncita que hace algunos años se entonaba desde las filas rojas: Capriles los tiene locos.

 

Pero, a pesar de la historia que le llega todos los días para ser interpretada hay varias cosas que tiene en contra. El rating no sube. Tanta truculencia y mentira tiene muy molesta a la audiencia que se siente engañada. La Mesa de la Unidad Democrática tiene su energía en desmontar los guiones de la falsedad que se imponen a punta de cadenas y hay tanto miedo que a cada alocución, rueda de prensa o entrevista de Capriles, acto seguido viene el gráfico del Sibci y la cancioncita del «Patria, patria, patria querida» con un capítulo flash de la novela tipo pildorita venenosa o la versión más larga con una alocución llena de insultos y epítetos ácidamente «amorosos».

 

Como toda novela que se precie, el tema del amor no puede faltar. Con amor se despide a los trabajadores por solo «sospechar» su filiación política, con «amor» se reprimen a los manifestantes llegando hasta el punto no solo del maltrato físico sino a la humillación de tener que gritar consignas de algo que no comparten, por amor se irrespeta a la colectividad, tanto a los propios como a los ajenos, diciendo que van a hacer una auditoría para luego presentar una versión chucuta; con amor se «borra» a los parlamentarios de la oposición en la AN, por amor quizás se llega a la aberración de violentar la voluntad popular.

 

Sin embargo, si nos apegamos a la ortodoxia del género, las novelas suelen tener un final feliz y los malvados siempre reciben su merecido… Cuestión de paciencia y mucho trabajo.

 

mariaisabelparraga@gmail.com

 

 

Fuente: EU

Por María Isabel Párraga

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