Si una nación es oprimida por un despotismo depredador, la primera necesidad de la justicia es la liberación del pueblo. Justicia y libertad se convierten en dos caras de la misma moneda. Del mismo símbolo democrático.
Los presos políticos, los perseguidos y exiliados por motivos políticos, son una prioridad para hacer valer una justicia verdadera que acabe con semejante aberración y ofrezca respeto por el conjunto de los derechos humanos.
Nada de lo cual es posible realizar bajo el poder de una hegemonía ilegítima, que perpetra fraudes colosales y que sólo le interesa perpetuar su imposición y su impunidad. De nuevo, la justicia se coloca en primer plano.
Cuando no existe poder institucional, sino el «yo mando porque mando yo», a punta de represión y corrupción, entonces sólo habrá remedo de justicia, es decir injusticia sin límites.
Justicia no es venganza. La venganza degrada y destruye la justicia. Pero la justicia deberá ser firme y resuelta. La justicia de instituciones internacionales es de gran importancia para establecer responsabilidades por las atrocidades que asolan el panorama nacional.
El clamor por la justicia es un grito de denuncia que se escucha por doquier. La lucha que nos compromete es que el clamor por la justicia se haga grito de esperanza y senda de cambio integral.
Fernando Luis Egaña