Fue sembrada muy honda la idea de que el venezolano es el propietario de una riqueza que brota fácil, pero a la cual poco se accede; que nos hizo pedigüeños y parasitarios
El Centro de Divulgación del Conocimiento Económica, Cedice Libertad, cumple tres décadas de existencia mostrando “a los venezolanos lo que realmente constituye la otra cara de la moneda frente a las alternativas solapadas socialistas”. Arribar a treinta años de existencia institucional en Venezuela es una proeza.
Hace mucho tiempo leí en uno de los discursos de Rómulo Betancourt que si bien alejado del pensamiento liberal, sus palabras más allá de sus posturas, nos sirven de muletas para destacar la importancia de este aniversario, que “ya es algo, fundamental haber “vivido”, haber durado, haber persistido, en un país tan desasistido de preclaros ejemplos de continuidad en la empeñosa obra.
El tiempo es ácido en el cual resultan fácilmente solubles los entusiasmos generosos suscitados en el país. Y la virtud de perseverar en las empresas limpias de apetitos personal y egoísta no es de las que se puedan exhibir como caracterizadoras de la psicología colectiva”.
Lo expresado por el expresidente se da con meridiana claridad en el caso de Cedice. Resulta más encomiable, aun cuando el objetivo de la institución celebrante y celebrada es la de pensar, servir de escenario abierto para el debate de la ideas, cuya esencia parte de la noción misma de la libertad individual y su proyección inherente al desarrollo de la dignidad a través de la defensa al derecho de propiedad y la iniciativa privada como forma de expresión trascedente del ciudadano en la sociedad y su actuación frente al Estado.
El perfil propio y definido de think tank que viene dibujando desde 1984 Cedice, de manera clara y sin descanso, sorteando un serie de cortapisas de la más variada naturaleza y de distinta intensidad en sus aplicaciones e implicaciones, le ha llevado a un reconocimiento internacional creciente por haberse convertido en un escenario para la discusión abierta en el desierto de ideas en que se ha transformado el país, en un gran reservorio de talento y pensadores en pro de la libertad económica.
No es fácil divulgar el pensamiento y luchar por la libertad ciudadana, en un país que durante varios años ha vivido bajo la concepción que el Estado debe ser el gran tutor de la actividad económica, el gran orientador cultural, el gran docente, distribuidor de una renta que ha llevado a una gran rapiña social entre los gestores de esa gran asignación y quienes desean resultar beneficiados. Un Estado cuyos ciudadanos fuimos formados bajo el influjo de su necesaria intervención y, en esa misma medida, en la cesión del derecho a exigir limites a su actuación.
Esa actitud irresponsable, por la omisión de todos y la acción de muchos, conformó la cultura ciudadana del facilísimo del propietario de la riqueza petrolera.
Nos sembraron muy hondo la idea de que el venezolano es el propietario de una riqueza que brota fácil, pero a la cual poco se accede; que nos hizo pedigüeños y parasitarios, pues nos acostumbraron a pedir, cola por delante, y a esperar todo del Estado sin trabajo creador y compromiso creativo.
La acción de la dirigencia política y su influencia devastadora en el ciudadano partió de la idea que un Estado con recursos fiscales en un país absolutamente atrasado no puede cruzarse de brazos, lo cual llevó a Manuel Pérez Guerrero a afirmar que “en Venezuela la amplitud de los recursos en manos del Estado, obliga a este intervenir en grado diverso en la mayor parte de las gestiones económicas”.
El tamaño de los detractores y la intensidad de sus ataques revela la importancia de la acción de Cedice, su reconocimiento dentro y allende nuestras fronteras, tal como quedo demostrado con la gran convocatoria y repercusión del encuentro internacional celebrado entre el 24 y 25 de abril denominado “América Latina: la libertad es el futuro. El papel de las ideas en la transformación económica, política y social para crear riqueza y reducir la pobreza”
No resulta pues fácil enfrentar a quienes desde las entrañas manejan las riendas del “caballo de Troya” del intervencionismo populista, que ha salido del potrero local, comenzado a relinchar y cabalgar por la América Latina, incentivado por la zanahoria guindada de la vara de la limitada y cada mas exangüe riqueza petrolera para propagar, ahora revestido del nuevo impulso que ha tomado el radicalismo bajo el ropaje del “socialismo del siglo XXI”, los postulados de un régimen comunista anquilosado, renuente a morir a pesar de sus comprobados fracasados, la inocultable generación de pobreza, los traumatismos sociales generalizados y la carbonización de generaciones.
El país se encuentra a merced de una suerte de dorado panfletario que promete el “bienestar de todos”, “la igualdad ciudadana” que no son más que una lidocaína engañosa para inocularnos el antídoto doloroso que nos conduzca mansamente a un “camino de servidumbre” y “al mar de la felicidad del modelo cubano”.
Esa es, sin duda, el valor existencial e institucional de Cedice: desmotar, a través del estudio, el análisis y la divulgación del pensamiento, del mundo real de las ideas “en” y “desde” Venezuela para toda la región, la mentira sistemática que el único camino de transformación, abandono de la pobreza, conquistas de mayores estadios de bienestar e igualdad, la paz social y política es la asfixiante intervención del Estado bajo la hueca égida del socialismo, bajo el disfraz de la nueva centuria.
Los valores esenciales de la democracia bajo las banderas de la defensa de libertad en todos sus ámbitos, la iniciativa del Estado para la generación de riqueza, trabajo y la verificación de condiciones generales de desarrollo que implica formas de responsabilidad y el establecimiento de limitaciones efectivas e inhibitorias de abuso del Estado a través del control cruzado e interdependiente de los órganos del Poder Público en ejercicio de su autonomía e independencia deben ser los postulados que orienten la lucha por el restablecimiento de la democracia y la definición institucional de esta nueva etapa.
Estamos seguros que Cedice estará en esa vanguardia. Nuestro reconocimiento y congratulación a toda la junta directiva de este respetable think tank, a todos sus miembros y, en especial, a nuestra amiga Rocío Guijarro su gran motor e inspiración para que sigan con este lucha libertaria, preservando espacios para el dialogo, la discusión, la divulgación y el debate, para que continúen empapando el campo fértil de la ideas, que atraviesa esta gran sequía y alumbrando este eclipse de libertad de Venezuela y la América Latina para lograr “una sociedad libre y responsable”.
Leonardo Palacios