Hablemos de economía. No de la macro, de cómo no dan los números, del porqué China no le dio dinero fresco al Gobierno venezolano, de la realidad según la cual en estos momentos estamos importando más gasolina a Estados Unidos que la que le vendemos, de cómo se entiende que se hayan dilapidado los miles de millones de dólares que hemos tenido como ingreso petrolero en estos años de revolución, del «escondido» nivel de nuestras reservas internacionales, de nuestro oro no menos misterioso, del porqué se han guardado los dólares (hasta los de Cadivi), cosa que nos hace sospechar que el asunto está peor de lo que nos dicen; de balanza de pagos y de todas esas cosas que muchos no entendemos. Hablemos de economía. De esa que usted y yo sentimos cuando vamos al mercado. Hablemos de nuestra cartera y de cómo se nos va como si fuera agua los antiguos «fuertes» billetes de cien bolívares que en el pasado servían prácticamente para «comprarnos el mundo» y ahora no nos llegan ni para un cartón de huevos (como titulaba un diario en días pasados), de cómo un billete de veinte bolívares es el otrora de cinco y el de diez la monedita de un bolívar. Nuestro portamonedas en el mejor de los casos está lleno de billetes que no compran nada. ¡Qué paradoja!: las carteras gordas de «menudo de chichero» como decían las abuelas, que no sirve para mucho… Hablemos del «turismo alimentario», ese que realizamos por distintos mercados y automercados buscando los productos de la canasta básica de manera infructuosa o de cómo no se va a permitir el envío en «bultos» ni maletas de lo poco que se consigue en Caracas para nuestros amigos y familiares del interior, quienes están aún peor en materia de escasez. Hablemos de cómo el régimen prohíbe mencionar lo mal que estamos en relación a los suministros y costo de la vida amenazando a los medios de comunicación, mientras el director del Indepabis «megáfono en mano» pretende combatir las «realidades del mercado» que imponen los buhoneros diciéndoles: «muchachos, pórtense bien, recuerden que especular es malo y poco revolucionario».
Hablemos de cómo no nos alcanza lo que ganamos, del porqué no se está produciendo en el país, de cómo no hay dólares tampoco para importar y de cómo todo apunta para peor. Al gobierno de Maduro le llegó la «hora menguada» luego de tantos disparates en política económica. Incluso hay quien afirma que es el momento del FMI, al que tampoco acudirán… Recoger velas «revolucionarias» luce poco probable, más aún cuando tenemos cerca unas nuevas elecciones, pero también es cierto que esto no se aguanta mucho más. ¿Qué nos espera, más represión? Tratan de recoger agua en un puño y mientras más fuerte lo aprietan, ésta se les escapa entre los dedos… Ese es su sino.
Por María Isabel Párraga