Hay determinados «trapos rojos» que hay que embestir y atajar cuando se presentan

Tan asqueante, repetitivo y absurdo en materia política es decir que «El tiempo de Dios es perfecto» y «Nunca está más oscura la noche que cuando está a punto de amanecer», es señalar a todo como «trapo rojo». Suena a esas frasecitas comodines que no dicen nada pero que suenan bonito y sirven para salir de una situación a la que realmente no se le quiere meter el pecho. Sean trapos rojos o no, las acciones que está tomando el gobierno (recientemente las denuncias contra Julio Borges y Ramón Muchacho, o las palabras apartadas de lo que dice la Constitución Nacional del general Padrino López amparadas en una sentencia del TSJ) son claras muestras del tono en el cual se presentan las relaciones entre gobernantes y gobernados.

Si bien es cierto que el alto costo de la vida, la pésima prestación de servicios públicos, la inseguridad desbordada, la incertidumbre por un futuro incierto son temas de urgente atención, estas maneras de minar el ánimo colectivo (como, por ejemplo, la destitución de dos alcaldes democráticamente electos, la prisión para un líder político carismático como Leopoldo López, la defenestración de la diputada María Corina Machado, la persecución criminal contra jóvenes estudiantes) no pueden minimizarse con el calificativo de «trapo rojo» por el simple hecho de que no sepamos o no convenga en un momento determinado hacerle frente por el riesgo o el costo político que pueda traer en un momento determinado.

Hay determinados «trapos rojos» que hay que embestir y atajar cuando se presentan porque si no se corre el riesgo de quedar como cobardes, o indolentes, y hasta como cómplices de un gobierno que está en su peor momento de popularidad y fractura, y que da la sensación, para el ciudadano común, que desde la oposición se está apuntalando por algún interés inconfesable. Si a ver vamos todo podría calificarse de «trapo rojo». También el pésimo manejo de la economía o los convenios internacionales que ceden nuestra soberanía. Sean «trapos rojos» o no, enfréntenlos para que mantengan algo de respaldo cuando lo requieran desde el punto de vista electoral.

unaiamenabar@gmail.com

…llegan a justificar todo su esfuerzo «para ver si consiguen unos dolaritos baratos»

En estos días me reencontré con unos amigos que hace varios años, y a propósito de la situación política, social y económica del país, resolvieron reiniciar sus vidas en el extranjero.

Cambio de trabajos, de escuelas para los hijos, nuevas amistades… ¡cambio total! Sin embargo hay algo que se les quedó pegado a la piel. El gusto por aprovechar las «golillas» que ofrece el Estado venezolano a través de Cadivi y ahora también a propósito del Sicad para que los venezolanos tengamos acceso a las riquezas de son de todos pero que nos hacen creer que son de unos pocos.

Llama la atención como personas que decidieron montar tienda aparte, no pagan impuestos en Venezuela, entregan sus talentos para desarrollar las economías de otros países, ganan sus sueldos en dólares, y hasta llegan a cuestionar a quienes todavía seguimos luchando para que las condiciones generales de los venezolanos mejoren, pretendiendo hacernos sentir irresponsables o idiotas («¡porque, chico, en este país no se puede vivir!»), andan en estos días todos apuraditos para lograr arreglar los papeles para ver si les salen los dólares que subastaron.

Han perdido toda capacidad de ver a los lados y están tan concentrados en sus propios ombligos que hasta están convencidos de que lo que hacen es lo correcto. ¡La viveza criolla! … ¡El ingenio de los venezolanos! … así llegan a justificar todo su esfuerzo «para ver si consiguen unos dolaritos baratos» y que lo que logran es cercenar la obtención de divisas a quienes sí las necesitan para mantener sus negocios a flote, cancelar deudas con proveedores, pagar un curso y traer repuestos o medicinas del exterior, o simplemente para no ver cómo día a día se desmorona su esfuerzo.

Son verdaderos depredadores, incapaces de aportar más allá del lamento por la situación venezolana pero que a la vez se aprovechan para su beneficio personal de las permanentes equivocaciones que en la mayoría de las áreas comete este gobierno… y lo más grave… son de los que más duro gritan y critican a los «enchufados chavistas».

@unaiamenabar

En estos días de luto nacional, que se solaparon con el inicio no formal de la campaña electoral, tuve la oportunidad de ver repetidas veces la nueva cuña de TV del CNE invitando a votar. Me llamaron la atención un par de aspectos que se los quiero comentar. Por una parte destaca la seriedad (casi tristeza) de todos los actores-extras que aparecen en la pieza publicitaria en representación de un pueblo que debería estar feliz por estar preparándose para participar en una fiesta democrática como lo es el proceso electoral. Por otra parte resalta el grupo humano, la representación demográfica, que aparece reflejado allí. En un porcentaje altísimo, son personas que podrían ubicarse en los sectores D y E de la población que si bien es cierto son la mayoría en estos momentos, no son los únicos.

En Venezuela, además de existir personas que viven en los barrios y pueblos, además de ser obreros, campesinos o pescadores, existe un porcentaje importante de ciudadanos que conforman la clase media y alta que habitan en las ciudades, en las urbanizaciones, que tienen empresas, que son estudiantes universitarios, o profesionales que aportan lo mejor de su talento y su trabajo a la construcción de una mejor Venezuela para todos, que buscan la superación económica de ellos y su familia más allá de mera supervivencia y, sobre todo, que hace lo necesario por llevar una vida de autogestión e independencia del Estado porque se niega a ser un parásito esclavizado al gobierno de turno, con sus dádivas, regalos o misiones.

Ese grupo no se ve reflejado entre los llamados a votar el próximo 14-A. Eso sin entrar en la consideración de que el nombre de la cuña «Soy… «, para muchos hace alusión directa al último slogan de campaña del gobierno «Yo soy Chávez». Creo que si el CNE quiere realmente ser reconocido como un órgano de inclusión y reconocidos por todos los venezolanos, debe dejar de lado los mensajes de exclusión donde plantea que la soberanía y el futuro del país es sólo responsabilidad de un grupo.

unaiamenabar@hotmail.com

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Fuente: EU

Por Unai Amenábar