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Debate presidencial

Posted on: julio 1st, 2024 by Super Confirmado No Comments

Getty Images

 

Llevo meses diciendo y escribiendo que cuando lleguemos al día de las elecciones, el 5 de noviembre, ni Joe Biden ni Donald Trump serán los candidatos en la boleta electoral.

La primera parte de ese vaticinio se aceleró con la más que lamentable actuación del presidente Biden el jueves en la noche. No fueron errores de estilo o contenido, fue la irrefutable evidencia de que está muy viejo y cognitivamente demasiado endeble. Biden confirmó, sin lugar a dudas, que su pretensión de ser reelegido es temeraria e irresponsable. Sin haber terminado el debate, figuras importantes del Partido Demócrata reconocieron que su candidatura es inviable y que habrá que buscar un reemplazo antes o durante la convención del partido (Chicago, 19 al 22 de agosto).

 

El expresidente Trump se beneficia -temporalmente- del descalabro fatal e irreversible de su rival. Pero un análisis objetivo de lo que dijo, y no dijo, tampoco es halagador. El cúmulo de mentiras no deja de sorprender y sus malas respuestas a preguntas duras le hubiesen costado mucho frente a un rival con algo en la bola. El futuro de Trump está en manos del Partido Demócrata. De hecho, el futuro de Estados Unidos y del mundo lo está. Según quien escojan para reemplazar a Biden veremos si Trump continúa viable como alternativa.

 

La inmensa mayoría de norteamericanos no está contenta con la opción que los partidos han puesto frente a ellos. Ahora hay la oportunidad de actuar responsablemente y adecuar las candidaturas a las exigencias de tan crucial responsabilidad, en tan crucial coyuntura global. En 2020, Joe Biden fue la solución apresurada de un partido que sabía que con los senadores Elizabeth Warren o Bernie Sanders no tenían chance de impedir la reelección de Trump. Aún cuando la jugada les funcionó, ya para entonces Biden estaba viejo. En 2020 se vendía como centrista, pero ha gobernado a la izquierda, como un «progresista» más, contribuyendo a polarizar más a la ya muy polarizada política norteamericana. Ha sido un gobierno gris de un hombre no particularmente sagaz o visionario, rodeado de «staffers«, asistentes leales más que estadistas u hombres y mujeres de Estado.

 

Biden jamás debió haber buscado la reelección. Haberlo hecho será siempre recordado como un grave error de él, de su familia y de sus acólitos. Estados Unidos lleva años demostrando que aún el sistema democrático más longevo y exitoso del mundo necesita reformas que le permitan no solo sobrevivir, sino adecuarse a los retos internos y externos que se multiplican y complican. El costo absurdo de las campañas políticas lo distorsiona todo. Levantar el dinero que se requiere para entrar o permanecer en el Congreso y en la Casa Blanca obliga a polarizar el debate. Nada abre billeteras más fácilmente que el miedo. “Si no contribuyes a mi campaña ganará un monstruo que se comerá a tus hijos”… y todas sus variantes. Esto destruye el centro político y el discurso moderado. Si estamos en «guerra» o enfrentando «demonios» no vale la moderación. Lo que hizo a Estados Unidos fuerte y admirable, de hecho excepcional, fueron los grandes consensos, el bipartidismo en lo trascendente. Eso lleva años deshilachándose con consecuencias que casi todos entienden, pero a casi nadie del estamento político parece importar lo suficiente para hacer algo fundamental al respecto.

 

Vienen días duros para el Partido Demócrata. Estoy seguro de que Biden dará el paso clave en los días por venir. Pero quien viene después será lo que determine qué viene después para Estados Unidos y el mundo. El debate fue más que patético, ojalá sea el punto de inflexión que muchos deseamos para una democracia tan excepcional e indispensable.

 

Pedro Mario Burelli

X @pburelli

Adiós, Juan González

Posted on: febrero 19th, 2024 by Super Confirmado No Comments

Artículo sobre salida (¿forzada?) de Juan Sebastián González Román del cargo de director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Cargo que le quedó grande y desde el cual hizo mucho daño a la región y en particular a Venezuela. A la detallada nota de David Alandete, agregaría varias cosas:

 

 

1. El viaje a Caracas en marzo de 2022 se vendió como una misión para separar a Nicolás Maduro de Vladimir Putin. Así lo filtró la Casa Blanca al New York Times. En esa fábula jugó un gran rol un consentido de Joe Biden de nombre Amos Hochstein, pero González y el defenestrado Jimmy Story se creyeron el cuento. ¿Cómo les salió esa jugada? Ya veremos el 20 de febrero cuando aterrice el canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, en Caracas. Me huele que fallaron… por un largo trecho.

 

 

2. El de Cartagena siempre dijo que la crisis de Venezuela era un tema que “los venezolanos teníamos que resolver entre nosotros”. Pero cuando se metió a negociar directamente con Jorge Rodríguez hizo lo que le dio la gana, informaba muy poco o nada a la oposición venezolana, y, como anticipamos algunos, el régimen se burló de él y de su gobierno sin esfuerzo o costo. Ahora los venezolanos tenemos que pagar los platos que él rompió viajando por medio mundo creyéndose Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga (los negociadores de Barack Obama con Alejandro Castro Espín, el hijo de Raúl Castro). González soñaba con pasar a la historia como un gran negociador y será recordado como un irresponsable.

 

 

3. González le creyó a Jorge Rodríguez cuando este le dijo que si Estados Unidos dejaba de reconocer a Juan Guaidó, Maduro negociaría de “buena fe”. Crédulo, repudió y humilló a Guaidó en contra de la opinión de los timoratos del Departamento de Estado y, más grave aún, de aliados claves de Estados Unidos (Canadá, Reino Unido y Alemania). A los dos meses, el secretario Antony Blinken no tuvo más remedio que informar a Dinorah Figuera, presidenta de la Asamblea Nacional 2015, que Estados Unidos la reconocía como jefa del gobierno interino de Venezuela en virtud del artículo 233 de nuestra Constitución. Algo insólito en los anales de la diplomacia e ilustrativo de la ingenuidad criminal que define al equipo Biden (antes de que me acusen de tomar lado, dejo claro que fui crítico de algunas de las torpezas del equipo Trump con relación a Venezuela). [Nota: Aprovecho para honrar a la Dra. Figuera por la labor digna y ecuánime que ha hecho evitando que Maduro sea reconocido como legítimo por países claves, y a la vez por la forma en que ha enfrentado las embestidas demenciales de algunos en Primero Justicia].

 

 

4. González apostó a que la opción electoral que lo ayudaría a normalizar a la dictadura de Maduro era Henrique Capriles. Se montó en esa narrativa y el 22 de octubre de 2023 fue sorprendido por el abrumador triunfo de la “radical” María Corina Machado. Su rol como negociador creíble se terminó de esfumar ese día. (Por cierto, igual le ocurrió en Argentina donde apostó a Sergio Massa, el continuista de la peste K, para encontrarse con Javier Milei de presidente). Dicho todo esto, González no se designó y mantuvo solo en su puesto. El presidente Biden ignoró las críticas que le llegaban sobre la gestión de González. Biden tiene mala fama de no saber despedir a gente que no sirve. Pero tampoco ayudó su Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, a quien Latinoamérica parece importarle poco o nada. Estados Unidos tendrá muy difícil mantener su influencia en el hemisferio si siguen errando los presidentes y secretarios de Estado en los nombramientos claves para la región. En la era Reagan se decía “personnel is policy”, o, dime a quien nombras y sabremos cuál es la política. Deseo a Daniel Erikson, sucesor designado de Juan González, todo el éxito en el poco tiempo que queda de esta administración. Siguiendo de cerca la evaluación de la región que se hace desde el Departamento de Defensa y desde el Comando Sur, creo que Erikson llega a la Casa Blanca con experiencia relevante y sin margen para equivocarse o ser ingenuo. Suerte.

Artículo de Alandete en el diario ABC

 

Originalmente publicado en la cuenta de X del autor @pburelli

 

 

Pedro Mario Burelli

 

 

El Gran Bus Rojo | La triste imagen de una gran tragedia

Posted on: agosto 7th, 2016 by Laura Espinoza No Comments

Un autobús con 28 millones de pasajeros como metáfora de la crisis en Venezuela

 

 

Explicar a extranjeros – y a muchos venezolanos- lo complejo de la crisis venezolana siempre ha sido un reto. Además de elementos recientes y perversos, la crisis tiene, por supuesto, causas y explicaciones históricas. La crisis es sistémica en el sentido que abarca y disloca de forma inexorable a toda una sociedad. Es dramática por el sufrimiento inenarrable que padecen quienes viven en Venezuela y también quienes se han visto forzados a emigrar en búsqueda de nuevas oportunidades o como forma de evadir la violencia endémica y la represión de un Estado con crecientes visos criminales. En sus fauces han caído también centenares de inversores y empresas extranjeras que una vez tuvieron gran éxito y fe en el país.

 

 

 

 

Intentando simplificar la explicación, y sobretodo explicar por dónde y hacia dónde vamos, comencé a utilizar en el 2009 la metáfora del país como un gran bus rojo; muy grande, mal pintado de rojo-revolución, con 28 millones y tanto de almas a bordo, con todo tipo de desperfectos mecánicos y un sinfín de malos hábitos y prácticas a bordo.

 

 

 

 

Este bus estuvo conducido hasta hace poco por un carismático chofer; ensimismado y ebrio de poder. Fue sustituido a su muerte por un inculto hombre cuya profesión no podría haber sido otra que la de chofer de bus. Trágico y destructivo traspaso de mando que validó y reforzó la metáfora.

 

 

El resultado de tal cúmulo de mala circunstancias no puede ser otra que terminar como amasijo de metal y víctimas en el fondo del abismo. Fondo que no terminamos de tocar a pesar de todas las proyecciones. Pasajeros y espectadores comparten una gran y definitiva incógnita: ¿qué tan profundo puede ser este barranco? Si unos u otros lo supiéramos, podríamos predecir el momento preciso del impacto y las consecuencias finales de esta agotadora crisis.

 

 

 

 

Este bus estuvo conducido por un carismático chofer y fue sustituido a su muerte por un inculto hombre cuya profesión no podría haber sido otra

 

 

 
Le he pedido a Roberto Weil, gran artista y caricaturista venezolano, exiliado como consecuencia de la censura que hoy impera en Venezuela, ayuda para plasmar esta fatal metáfora en una imagen. Aquí el resultado. El conductor que pisotea la Constitución que fue obra magna de su predecesor, los militares que han sido una suerte de cómplices bajo lo que se denomina unión cívico-militar, la corrupción, el narcotráfico, la represión, la violencia, la resitencia de unos pasajeros que no abandonan la ruta democrática, las colas que definen hoy el diario vivir, las muertes por falta de medicamentos y cómo omitir la tortura y las mazmorras. No podía faltar PDVSA, la empresa que permitió financiar lo bueno y lo malo ayer y hasta hace poco; en fin un mosaico que hoy brindamos a modo de explicación y sobretodo a modo de alerta. No basta con cambiar el chofer de este bus, hay que entender porque es que terminamos como país en el fondo de tan profundo barranco.

 

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Pedro Mario Burelli

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