Oremos y encomendemos la causa de Mons. Salas para edificación de todos
Una de las cosas que más cuesta a los humanos es reconocer lo bueno de los demás. Ya lo decía hace siglos, creo que el Crisóstomo, que es más fácil compadecerse con el que sufre que alegrarse con el que triunfa.
Esa especie de complejo acompaña a nuestra cultura. Todo el que llega a ejercer un poder, comienza por criticar al anterior y a afirmar que ahora sí se asoma la verdad y el bien. Mal compañera esta conseja pues nos lleva a pensar que el pasado hay que cubrirlo con el manto del olvido.
Juan Pablo II invitó con insistencia a que diéramos a conocer los testigos de la fe de nuestro tiempo. Es una manera de «tocar» la virtud que abunda más que el pesimismo de mostrar únicamente lo malo.
He recibido de varias instancias la solicitud de dar a conocer las virtudes de Mons. Miguel Antonio Salas. Últimamente estuvo de visita en Venezuela el Superior General de los Padres Eudistas manifestándome que aunque no lo había conocido, era tanto lo que había oído sobre él, que me encarecía me encargara del asunto.
En la asamblea episcopal de enero 2013, cumpliendo las formalidades canónicas, se aprobó por unanimidad el que se hiciera la solicitud a Roma para iniciar el proceso de beatificación. Hemos enviado a la Congregación para la Causa de los Santos el pliego correspondiente.
El 24 de marzo se cumplen 70 años de la ordenación sacerdotal del P. Salas. Coincide este año con el Domingo de Ramos, buena fecha para que quienes lo conocieron, en el Táchira, Caracas, el Guárico y Mérida recojan su testimonio y oren para que el buen propósito que nos anima llegue a buen fin.
Sí hay testigos de la fe, de carne y hueso, cercanos a nosotros en el tiempo y el espacio, de quienes podemos aprender muchos. Mons. Salas es uno de ellos. Oremos y encomendemos esta causa para edificación de todos.
Mosn Baltazar Porras
faustih@hotmail.com