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¡Hasta siempre al CABALLERO de la política!

Posted on: noviembre 4th, 2013 by Laura Espinoza No Comments

Cuando me notificaron hoy, aquí en México, el fallecimiento del Dr Reinaldo Leandro Mora, o «Leandro Mora», como solíamos decirle todos con gran cariño, inevitable fue, a la distancia, estallar en llanto, con profunda tristeza, porque partía alguien realmente muy querido, alguien excepcional en tiempos pasados….y también ahora. Pocos, muy pocos, como él. Pero aunque esto es una reacción humana natural, después, tuve mucha paz.

 

No soy, ni fui adeca, no tuve nunca un puesto público por la intervención de su mano generosa,no tuve ninguna prebenda derivada de su influencia política, pero si tuve y tengo para siempre -y de lo suyo, lo mejor- la fortuna de haber contado con su amistad y afecto, que en el caso particular de Leandro Mora y por eso era tan especial, para el amigo, esta dupla era algo inseparable y para todos por igual.

 

Lo conocí como reportera cuando cubría la fuente parlamentaria para un canal de televisión venezolano. Él era Presidente del Congreso en ese entonces- por constitución, el segundo hombre con más poder en la República de la época- se mencionaba constantemente como el «outsider» o candidato presidencial por conciliación del partido de gobierno en ese entonces, pero siempre, favoreció a otro a serlo.

 

A su oficina llegaba el Presidente de la República repentina y frecuentemente para buscarle consejo. Todos los políticos influyentes de su época, nacionales o extranjeros alguna vez desfilaron más de una vez por allí y si usted cree por ello, que al conocerle vería todos estos cargos o ascendencia aflorarle en su trato, no es así. Lo primero que vería en él, SIEMPRE, sería una mano extendida, una amplia y característica sonrisa y un ¿Cómo está mija? Cómo está la familia? Como está la «coincidencia»?- como llamaba jocosa y cariñosamente a mí y al novio que yo tenía en esa época. Primero siempre: El ser humano. Sabía los nombres de todos. Comprobado. Pero prefería siempre dentro del más absoluto respeto, ser más afectuoso.

 

Accesible, conversador nato, contador humilde de la historia, pero de esa vivida en primera persona. ¡¡Eso lo apreciaba tanto!! No solo yo, todos los periodistas. Podíamos estar horas en su oficina enriqueciéndonos del extraordinario ser humano, de su cultura, de sus análisis, de su experiencia, siempre desde el respeto mutuo, la opinión y el interés también en escuchar al otro. Clases magistrales obtuvimos allí, privilegiados por su amplia formación y don de gente.

 

Pero si piensa que esta deferencia estaba reservada solo para los periodistas o amigos cercanos, no es así tampoco.

 

Ud podía ir un domingo al Congreso, muy visitado antes por los turistas y la posibilidad de encontrar a Leandro Mora fuera de su oficina, sentado en las gradas del patio central frente a la emblemática fuente, como uno más de allí, contarle historia y detalles del salón elíptico, la importancia del triplico, por que un Presidente siempre tenía que pasar antes por allí, pero sobre todo, el oírle destacar con pasión, cuál es el valor fundamental del parlamento como institución para la democracia, eso, podía llegar a sucederle y con frecuencia a cualquiera que pasara por las instalaciones ese día. Algún foráneo espontáneo quizá se maravilló de él y nunca se llego a enterar, por su sencillez, que fue atendido en su visita por el propio presidente del Congreso venezolano. Pero así, exactamente así, fue él.

 

Siempre con discreción, le vi ayudar a muuuuchos DE SU PROPIO BOLSILLO; por asuntos de enfermedad, una necesidad material, familiar, no importaba quien fuera, bastaba que alguien necesitado lo requiriera, él estaba siempre allí viendo como ayudarle, sin buscar a cambio voto, inscripción en organización política alguna, menos aún, intentar hipotecar un pensamiento! Eso era algo totalmente opuesto a su razón de vida, porque si algo aprendí de este político ejemplar, fue su amor y convicción por la libertad, la democracia que contribuyó a forjar no de palabra, sino a precio de vida  y el consecuente respeto al otro. Vi expresarle siempre igual importancia a comunistas o miembros de su partido. La misma deferencia a unos y otros. Y de ellos, obtenerlo con igual reciprocidad.

 

Leandro Mora, tuvo siempre la grandeza de reconocer errores de la historia y los propios, nunca se declaró infalible. Por esa humildad que lo acrecienta, lo estimo y admiro aún más.

 

Me animó escribir hoy sobre él, el gran cariño y respeto que siempre le tuve. El contar lo que conocí de él. El honrar, con verdad, una amistad que valoré y valoró.

 

Es muy justo en tiempos tan confusos, de valores diluidos y mucha ingratitud, exponer- y no diría reivindicar porque siempre tuvo su digno puesto- al buen político.

 

Con sus atributos y vocación por la conciliación, Leandro Mora ayudo a evitar muchos conflictos internos y externos en nuestro país. Mucho de los tiempos de paz vividos en el pasado, tenemos que agradecerle los venezolanos a este hombre que hoy partió, segura estoy, a lugares más elevados, porque también fue un hombre de fe y temor a Dios.

 

Una vez un excelente profesional me dijo: «No se es mejor gerente de lo que se es como persona». Y cuánta razón tiene. Si hay alguien para probar que es así, hoy despedimos con reconocimiento a Leandro Mora, un venezolano ejemplar. Caballero en todas sus acepciones.

 

A su familia, en nombre de mi familia y el mío propio, toda mi amistad, solidaridad y mucho ánimo. Pido a Dios derrame muchas bendiciones sobre ustedes. Sé, que él estará bien. Se cosecha lo que se siembra y él plantó buena semilla en muchos y aún da sus frutos.

 

En este caso, en el caso de Reinaldo Leandro Mora, despedirlo, es distinto.

Hoy es un hasta siempre al gran amigo. Es un hasta siempre al CABALLERO de la política.

 

Estructuras democráticas que aún sobreviven, nunca podrán borrar su nombre y su legado.

Descansa en paz.

 

Por Lysber Ramos Sol (Lichi)

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