|

El periplo de Guaidó

Posted on: febrero 8th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

El diputado Juan Guaidó, quien hoy preside una de las dos asambleas nacionales existentes, acaba de realizar un viaje en el que visitó distintos países y organismos europeos y americanos, comenzando con Colombia, nuestro conflictivo vecino. Desde ya se discute si el viaje fue o no exitoso, aunque la gente lo hace en función de sus deseos e intereses, lo cual da una visión un poco sesgada del juicio. Por supuesto que se podría preguntar previamente: ¿Exitoso para quiénes? ¿Exitoso para qué? Y a lo mejor es por ahí por dónde deberíamos comenzar. Pero no, no lo haremos así, sin que nuestra decisión obedezca a algo diferente del gusto a hacerlo en otra forma. No es éste un trabajo científico sino un simple artículo periodístico.

 

 

Guaidó de nuevo sale del país haciendo caso omiso a la prohibición que tiene de hacerlo. ¿Fue en secreto o lo acordó con el gobierno? No sabemos, aunque nos parece muy difícil que Maduro no se haya enterado con anterioridad del viaje. Lo cierto es que tuvo como hacerlo, lo que habla del apoyo que tiene para sus actividades. Por la milésima parte de lo que el diputado guaireño ha hecho, muchos otros han sido detenidos, incomunicados, escondidos, sin abogados y sin presentación en tribunales, para no hablar de las denuncias de maltratos y otros vejámenes. Guaidó no ha sufrido estos atropellos y personalmente no creo esa explicación del gobierno que dice que “es mejor que esté libre para que siga metiendo la pata”.

 

 

Guaidó es una piedra en el zapato del gobierno. Lo es para Maduro, para Diosdado. De qué tamaño y cuánta molestia produce no lo sé, pero de que es una piedra, lo es. Y la conducta del gobierno hacia Guaidó nos demuestra que no es todopoderoso, como pretende aparentar. No puede hacer lo que le venga en gana. Alguna negociación se ha dado, en contactos directos o indirectos, o por alguna razón o información desconocida el gobierno se ha limitado e inhibido, lo que ha llevado a mantener esta situación de ambigüedad por más de un año. Al momento de escribir esta nota, no se ha producido el regreso de Guaidó a Venezuela, por lo que no podemos ir más allá en nuestras conjeturas.

 

 

Para los intereses de quienes apoyan el paralelismo gubernamental existente, la gira de Guaidó fue un éxito. Además de la disminución habida del respaldo popular al diputado, se percibía en el ambiente una disminución del apoyo internacional. Éste aspecto fue reforzado por la gira, sin lugar a dudas. Sus entrevistas con mandatarios de países importantes, su presencia en el Foro Mundial de Davos y en Bruselas, la concentración en la Puerta del Sol de Madrid, fueron hechos relevantes para la política de la oposición, que se ha puesto como meta la salida de Maduro como requisito a cualquier cambio político en el país. ¿Que el viaje no va a reducir la crisis existente? Es verdad. ¿Qué significa una interferencia en lograr una salida nacional, pacífica, democrática y electoral? También es verdad. ¿Qué su impacto será efímero? Puede ser. Pero eso no le reduce el éxito en este momento.

 

 

Es claro que todo el periplo estuvo a cargo de especialistas estadounidenses, quienes incluso remataron la gira con un suspenso de telenovela. Guaidó en Miami esperando conversar con Trump y éste jugando golf como si nada. Luego aquello de que Guaidó asistiría al mensaje de Trump como parte del público. ¿Mencionará Trump a Venezuela? ¿Se referirá a Guaidó? ¿Lo seguirá ignorando? Toda una campaña mediática en este sentido. Y al final: el desenlace. El muchacho de la película es aceptado, bienvenido y abrazado por su mentor y protector. La mano de la democracia del “Mundo libre” le es extendida de nuevo, para regocijo de quienes tienen corazón y bolsillo fuera de nuestro territorio.

 

 

Es claro que Trump también actuó en función de su reelección y quizás hasta sacó mucho mayor provecho que Guaidó. Pero hay otros movimientos a los que hay que atender. EEUU ha prometido reforzar las acciones contra Maduro para terminarlo de aplastar. Ya hay quien solicitó que nuestro país sea declarado como terrorista por el Departamento de Estado. La tragicomedia no ha llegado a su final.

 

 

Luis Fuenmayor Toro

¿Dónde estamos?

Posted on: enero 18th, 2020 by Laura Espinoza No Comments

 

Finalizado 2019 y ocurridos los sucesos alrededor de las juramentaciones de dos directivas de la Asamblea Nacional (AN), es el momento propicio para analizar y alcanzar determinadas conclusiones, que de alguna manera nos digan dónde estamos y orienten el quehacer político venezolano. Esto sólo será posible si se abandonan las visceralidades infantiles y se actúa muy cerebralmente. Es el momento de terminar de entender que sin un liderazgo político claro y unido va a ser muy difícil, por no decir imposible, salir de la crisis total que nos afecta, re institucionalizar el país, iniciar su recuperación y pensar en cómo avanzar hacia el desarrollo, tal y como lo han hecho otros pueblos, incluso en peores circunstancias aunque no se crea.

 

Haré sólo un breve repaso de lo ocurrido, para reafirmar la tesis ya expresada en muchos artículos previos de que los protagonistas de la polarización, gobierno y Asamblea Nacional, actúan casi exactamente en la misma forma y motivados simplemente por sus más bajos intereses, dejando de lado los intereses de la nación venezolana. Los primeros quieren mantenerse como sea en el poder, sin importarles la destrucción causada a Venezuela ni el inmenso sufrimiento de los venezolanos. Han gobernado por más de 20 años, con recursos gigantescos en buena parte de ese período, pero no son responsables de nada de lo que ocurre; las culpas están siempre en otra parte: en sus adversarios, en el pasado adecocopeyano, en el imperio.

 

Los otros, sus adversarios de siempre, tampoco son aficionados a la autocrítica, y no reconocen los gravísimos errores cometidos en estos más de 20 años y su clara influencia en la consolidación de la mafia delictiva gobernante. Pretenden ignorar, además, sus componendas, negocios y corruptelas con quienes supuestamente enfrentan, así como sus prácticas antinacionales, sus acciones violentas, sus actividades al margen de la Constitución y las leyes y la corrupción desatada a su interior. Ambos despliegan una actividad política carente totalmente de ética, abiertamente inmoral y profundamente mentirosa, calumniadora y manipuladora. Los ejemplos sobran, tanto de personas como de ejecutorias.
El gobierno se reincorpora a la AN para socavar la fuerza numérica de la mayoritaria fracción opositora y acabar con el reinado de Guaidó. No escatima recursos ni se frena en los métodos. Asume como labor central la compra de voluntades, facilitada por la falta de ética y moral de sus rivales, elegidos por cierto con la tarjeta de la manito. Todos los designados en la elección del Palacio Federal fueron, hasta hace poco, líderes de los partidos opositores extremistas. Gente de este tipo se convierte en los mejores servidores del gobierno que decían enfrentar. Es el mismo caso de Wills Rangel, sirviente de Carlos Ortega, hoy jefe de la Central Socialista de Trabajadores y de la Federación Única de Trabajadores Petroleros.

 

La utilización de este tipo de seres también nos da idea de la estatura ética y moral del liderazgo gubernamental. Por algo Diosdado Cabello trata de reducir lo sucedido en la Asamblea a un enfrentamiento entre factores de la oposición, haciéndose el loco con el apoyo que la fracción del PSUV les dio a los llamados “diputados CLAP” por sus excompañeros. Sin duda ninguna que la podredumbre es total y que Venezuela nada puede esperar de ninguno de ellos. De hecho, la sesión efectuada en el Palacio Federal tuvo quorum para instalarse y elegir la directiva, pues los diputados opositores del G4 estuvieron presentes y permitieron la realización de la misma. Han podido romper el quorum, pero no lo hicieron. Alguna sórdida razón tendrían.

 

Mientras esto ocurría, Guaidó realizaba su espectáculo para hacer creer que se le impedía el ingreso a la sesión, cuando el ilegal impedimento era sólo a dos o tres diputados sancionados que le acompañaban. No quiso entrar a la sesión dónde sus compañeros le esperaban. Prefirió la salida fácil e irse a sesionar en El Nacional, donde casi había más diputados que todos los que integran la AN, gracias a un manejo írrito de la figura de los suplentes. Todas estas grotescas acciones, incluyendo las de la GNB, sólo podrían enmendarse con una nueva convocatoria efectuada por consenso de todos los diputados involucrados, en la que la AN calificara previamente a sus integrantes principales y a los suplentes reglamentariamente incorporados.

 

Pero esto necesitaría un acuerdo gobierno/oposición que ninguno de los dos quiere, pues les haría cambiar radicalmente lo que han sido sus políticas hasta ahora.

 

Luis Fuenmayor Toro

La destrucción amazónica y la irracionalidad venezolana

Posted on: agosto 25th, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Así como las llamadas primarias argentinas se convirtieron en combustible de la lucha política venezolana, sobre todo por la sorpresa y los lamentos de la oposición extremista ante la victoria del peronismo, los incendios que devoran hectáreas de la selva amazónica brasileña también han entrado en el debate político nacional, ésta vez por las denuncias “ecológicas” y la gran “preocupación por el ambiente” del extremismo gubernamental, que ve en Bolsonaro a un capitalista irredento y depredador del pulmón vegetal del mundo. El ministro Arreaza fue el encargado de expresar diplomáticamente, la congoja del gobierno verde de Maduro por la gigantesca extensión selvática destruida ante la indolencia de Bolsonaro, quien no contento con su inacción pasó a acusar a las organizaciones no gubernamentales de Brasil, de ser responsables de generar los incendios señalado.

 

 

La posición del gobierno venezolano adolece de un cinismo de marca mayor, que provoca un rechazo de quienes se le oponen y de quienes han denunciado la depredación ambiental de la Amazonía venezolana, generada por la explotación inmisericorde y salvaje del oro hecha por el gobierno nacional. La devastación es extensa y se acompaña de contaminación de los ríos y de la desaparición de los mismos. Además, los incendios en principio no son generados en forma voluntaria por el gobierno brasileño, sino que se dan en forma casuística, por lo que Bolsonaro pudiera ser acusado de un delito de omisión y negligencia al no actuar diligentemente contra su propagación. En el caso venezolano, en cambio, se trata de la comisión de un delito ambiental al ser producto de acciones de explotación minera ilegales e irresponsables por parte del gobierno nacional dirigido por Maduro.

 

 

Bolsonaro ha recibido muchas críticas y presiones internacionales por su desatención de la selva amazónica. Se ha llegado incluso a negarle recursos financieros contractualmente pactados para la protección ambiental, pues para los países europeos otorgantes de los mismos, el gobierno actual brasileño ha sido indolente ante lo acontecido y no ha cumplido con los compromisos acordados. Las medidas de restricción financiera equivalentes a varias decenas de millones de dólares, llevaron incluso al Presidente de Brasil a dar una respuesta destemplada, en la cual prácticamente dijo, como lo hacía rutinariamente Chávez en casos de amenazas y presiones que consideraba indebidas, que no necesitaba de esos recursos y que se los podían meter por donde les cupieran.

 

Pero lo que queremos es llamar la atención hacia el hecho de que los opositores viscerales venezolanos han tomado partido a favor de Bolsonaro, no porque sea un defensor del ambiente sino por estar claramente enfrentado al gobierno de Nicolás Maduro. Ya eso es suficiente, para considerar que todo lo que hace está bien hecho y que quienes lo critican deben ser unos comunistas come niños, cooperadores de la dictadura de Maduro y cosas por el estilo. Es la misma actitud que han tenido en el caso de Macri y su pronosticada derrota electoral. La intención no es realmente defender a Bolsonaro y a Macri por ser buenos gobernantes, sino por ser enemigos de Maduro. Para el extremismo gubernamental, la situación es similar pero en dirección inversa. Bolsonaro es criticado y atacado no por ser indolente ante los incendios, sino por ser adversario de Maduro.
Analizar la política internacional y las gestiones de los gobiernos de los diferentes estados nacionales, en función de sus posiciones frente a la diatriba política venezolana y sus actores es una soberana insensatez.

 

 

Luis Fuenmayor Toro

El liderazgo de Guaidó

Posted on: abril 1st, 2019 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Desconocer la realidad no ayuda absolutamente a nadie, pero en el caso de un político la cosa es muchísimo peor. Cuando el gobierno habla de la situación eléctrica del país, cuyo deterioro nos ha llevado a los apagones nacionales actuales, y dice que todo es producto del sabotaje de Trump o de Guaidó, entiendo que está sacudiéndose sus claras responsabilidades para endosárselas a quienes lo adversan en forma peligrosa. No creo que la alta dirección gubernamental crea realmente el cuento que echan. Pretenden simplemente engañar a la gente, manipular a la población, crearle dudas en dos sentidos: uno: que el gobierno no tiene la culpa, con lo cual el culpable ya sale ganando. Otro: que los culpables son unos criminales capaces de todo en función de sus bastardos intereses. Ahora, si realmente están negando la realidad porque la desconocen, es decir que no saben de la existencia del gravísimo deterioro eléctrico, están muy mal y el país entero también.

 

 

Y este desconocimiento de la realidad, de lo ocurrido en el pasado reciente, del inmediatismo político y de prometer lo que no sabe si puede cumplir, son las primeras críticas que le hago a Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional (AN). Debo antes decir que no conozco personalmente a Guaidó; fue muy recientemente que oí hablar de él, exactamente hacia diciembre de 2018, cuando se tuvo claro que el pacto parlamentario entre los partidos se respetaría, por lo que Voluntad Popular (VP) dirigiría el cuarto año de gestión de la AN actual. Ha debido ser Freddy Guevara, el dirigente que asumiría el compromiso por su partido VP, pero se encuentra refugiado en la Embajada de Chile, por lo que dio paso a Juan Guaidó para ejercer esa Presidencia. Es necesario recalcar entonces el carácter fortuito de la misma, que no obedeció a la realización de un trabajo político de años, que llevó a Guaidó a ser considerado como candidato a dicho cargo. Esto por sí sólo no lo descalifica, pero debe ser tomado en cuenta en los análisis.

 

 

 

Se me había dicho que Guaidó era un líder muy radical, más que Guevara, y por tanto conduciría a la AN a un enfrentamiento directo con el régimen de Maduro. Se trataba entonces de un dirigente peligroso para la paz y para la estabilidad de la propia AN. Tanto se avizoraba esta situación, que hubo grupos políticos dentro de la AN que, aunque terminaron votando por Guaidó, no estaban totalmente seguros de la conveniencia de apoyarlo. Que un dirigente sea frontal y combativo no es una desventaja en sí misma, pues si tiene suficiente respaldo, organización, claridad de ideas, aliados y recursos de todo tipo, para llevar adelante victoriosamente su política, pues el defecto sería no hacerlo. Ahora, si no existe nada de eso, llevar adelante una confrontación es simplemente un suicidio político, que además se convierte en frustración y desesperanza de la gente, todo lo cual predice una gran derrota.

 

 

Al no conocer a Guaidó, sólo puedo opinar por lo que le he visto hacer desde el 5 de enero de este año 2019 para acá. Es un líder joven, impetuoso aunque no luce acelerado, de discurso sencillo y directo, que se comprende en forma fácil; de clara extracción popular, muy similar físicamente al venezolano promedio, disciplinado, con experiencia organizativa, educado y que hasta ahora ha seguido una disciplina partidista estricta, lo que dificulta las gestiones unitarias que deberían ser su objetivo. Su liderazgo ha sido generado por la desesperación de la gente ante el desastre existente en Venezuela. Guaidó recoge y concentra el apoyo de la muy extendida y numerosa oposición al gobierno de Maduro, a veces muy virulenta, que ven en él en este momento la esperanza de terminar pronto con el sufrimiento intenso de una década.

 

 

Producto de lo que parece ser una actitud mesiánica de los venezolanos, que ya se demostró con Irene Sáez, primero, y luego con Hugo Chávez, a finales de los noventa, el liderazgo de Guaidó ha crecido vertiginosamente en tal magnitud, que no me queda duda que de haber elecciones presidenciales en este momento sería ganador indiscutible por aclamación. Esa hoy es una gran fortaleza que el joven líder tiene, pero es también su gran y mayor debilidad, además de convertirse en un peligro incluso dentro de su propio partido. En este sentido, Guaidó es un Chávez civil, más joven, mejor hablado, profesional, que ha levantado la esperanza de resolver a la brevedad lo que nos ocurre, promesa básica para el respaldo que tiene, pero que puede convertirse en el reclamo que lo deje sin ese respaldo. Los medios de comunicación opositores inmediatamente se han alineado con este nuevo liderazgo, como hace más de 20 años lo hicieron con Chávez. Guaidó ha tomado decisiones inconsultas con sus aliados: su juramentación callejera una de ellas. Guaidó no ha construido un liderazgo colectivo.

 

 

Se desprende claramente de lo dicho que el liderazgo de Guaidó tiene carácter aluvional, por lo que puede desaparecer tan rápidamente como apareció, si las expectativas creadas en la población no son satisfechas.

 

 

Luis Fuenmayor Toro

|