La sociedad civil y el futuro democrático

Posted on: abril 21st, 2022 by Laura Espinoza No Comments

Es muy fácil hacer política para ofrecer a la gente lo que quiere y necesita, aun consiente que no se va a poder. Resulta cómodo, muy cómodo si detrás de ese comportamiento ligero e irresponsable —porque generalmente no se acompaña de una propuesta inteligente, sensata y viable–está el aumento de la simpatía, la popularidad y la conquista de un cargo de representación que le servirá de plataforma para seguir vegetando o escalando en la vida pública.

 

 

Difícil, muy difícil, ser un ciudadano que con integridad y pedagogía, le ayude a comprender al prójimo hasta donde está obligado el Estado y hasta donde él, a asumir con responsabilidad individual el oficio de hombre libre que le gane la ciudadanía.

 

 

Es mentira, mentira con M mayúscula que a la mayoría de los venezolanos les cuesta poco humillarse por una dadiva, un subsidio o una limosna, que ellos con su propio esfuerzo no puedan ganar en nombre de su dignidad y su honor por sí mismo con el sudor de su frente.

Este es el drama, la tragedia de Venezuela, que nuestros políticos, de tanto ofrecer, facilitar y regalar, inspirados en el Estado de Bienestar y en el puro rentismo, terminaron por evidenciar su desprecio a las facultades creativas de la sociedad civil, y especialmente de los sectores más necesitados.  Ellos en representación del Estado propietario del petróleo, terminaron transformando en parásitos al grueso de la sociedad y, en consecuencia, castrando todo su potencial creativo y productivo. Ellos ayudaron a sostener y a profundizar la dependencia del rentismo y con ello convirtieron a la democracia también en una democracia rentista.

 

 

En esa diferencia entre quienes han encarnado el populismo más empobrecedor y los muy pocos que se han propuesto derrotarlo, está la diferencia también entre un político y un hombre de Estado. El político, en su mayoría no piensa — y si lo piensa no le importa– las consecuencias de lo que dice, ofrece y hace. Al hombre de Estado, por el contrario, sufre y le duelen las consecuencias de todo lo que dice y hace. Su actuación y su discurso, como bien decía el General De Gaulle, no son para hoy ni para mañana sino para pasado mañana.

 

 

Allí también está, en parte, la explicación real del porque a base de mentiras, estímulos al odio y la envidia, y especialmente una política clientelar sin límites para comprar conciencias, represión y silencio, han logrado que el chavismo se mantenga en el poder. El discurso procaz y desafiante, acompañado de una actuación guiada por la insolencia, el machismo militarista y el resentimiento, logro que el mensaje de la violencia calara en los grupos propensos al delito, y que en algunos sectores populares se asentara el desprecio por la vida de los que más tienen.

 

 

No ha habido, por parte de las fuerzas democráticas, un discurso inteligente, frontal y sostenido, pero principalmente inspirado en la verdad de la realidad económica y social, que tenga efectos multiplicadores, más allá de las consignas cruzadas, a las que induce el gobierno en cada campaña electoral. Los debates son insultos de esquina a esquina, donde no llega ningún mensaje ni hay ningún feedback.

 

 

Tampoco un liderazgo que defienda con la fuerza, el rigor y entereza, el libre intercambio, a los empresarios de la ciudad y del campo, a la propiedad, a la clase media y en términos generales a la Republica Liberal Democrática, y a los valores que reafirmo mayoritariamente la sociedad civil, cuando dijo no a las reformas que pretendían instaurar la República Socialista en el Referéndum Constitucional del 2007.

 

 

Ninguno de los tres candidatos que han representado a la oposición en las elecciones presidenciales del 2000, 2006 y 2012, han sido expresión genuina de un liderazgo forjado al calor de las luchas de la sociedad civil, y con la visión de conjunto que demanda la guerra que tienen planteado los enemigos de la Republica Liberal Democrática, para liquidarla.

 

 

Los tres han sido expresiones coyunturales de una dirigencia que la sociedad civil tolera y acepta, más por inercia e interese unitarios, que por aptitudes y acciones que expresen las aspiraciones de una sociedad civil, o lo poco que queda de ella, que hace mucho tiempo supero a las vanguardias de los partidos y con más razón a las cúpulas militares, en preparación y en el manejo eficaz y eficiente de las políticas públicas.

 

 

No habrá superación del estatismo, de la dependencia del petróleo, por lo tanto, del atraso y el subdesarrollo si la sociedad civil en Venezuela no encara la responsabilidad de hacerse cargo junto con la dirección de los partidos y las ONG, de la conducción de la oposición y luego del gobierno cuando sea derrotado el oficialismo.

 

 

¿Quién será su representación o su vanguardia? Esta no es un interrogante insoluble, ella tiene eco en todos los sitios del mundo donde un venezolano pueda leer estas líneas y recuerde todas las ilusiones que dejo atrás y quiera como un rompecabezas del alma comenzar a recomponer. Ellos, los que vendrán y los que aquí ya estamos, haremos posible crear los equipos de trabajo para llevar adelante los cambios que el país ha reclamado por más de cuatro décadas. Esto solo se logrará en una gran alianza fruto del debate con los partidos políticos, los emergentes hoy y los petrificados de ayer, sobre el rumbo político, económico y social que debe tomar el país.

 

 

Los partidos han sido después de su catástrofe definitiva con la llegada de Chávez al poder, simples agrupaciones electorales que le garantizan movilización y supervisión a la oposición, pero que desde hace muchas décadas no le aportan sustancia ni corazón al debate público en Venezuela.  Si en el país el CNE fuera electo de manera decente y ecuánime, con personajes de sobrada solvencia política y moral, que los hay de sobra, los partidos ni siquiera electoralmente serían necesarios.

 

 

Sera una parte de la sociedad civil, la que ha ganado la ciudadanía, la encargada de impulsar a la que desea ganar la condición de ciudadano para construir una sociedad responsable de hombres y mujeres libres, que no dependan de las migajas del Estado, sino que puedan labrar su propio destino. Ningún venezolano, estoy seguro, se mostraría renuente a recibir un trabajo productivo, la educación que elija para sus hijos, y la protección de seguridad social lograda con su propio esfuerzo.

 

 

En esta tarea de ayudar a convertir a la ciudadanía a toda la población venezolana, será vital el concurso de las universidades, los liceos, los tecnológicos, los colegios profesionales, los organismos económicos, los sindicatos, las ONG, los grupos cristianos voluntarios por la base, las empresas, los trabajadores bancarios, las Fuerzas Armada, y especialmente todo el personal calificado que tuvo que emigrar fuera de Venezuela, por razones económicas o políticas. Este personal será básico como soporte técnico, asesoramiento y entrenamiento, en todos los planes que llevará adelante el nuevo gobierno para llevar adelante la transformación del país.

 

 

En este sentido la Alianza Nacional Constituyente Originaria (ANCO), constituye una herramienta fundamental en la lucha por el rescate y relanzamiento de la democracia, y sus voceros en el caso de la presentación en el Zulia, este 19 de abril en el teatro Baralt: Oswaldo Álvarez Paz, Blanca Rosa Mármol y Enrique Colmenares Finol, insignes venezolanos resteados con los valores democráticos. De allí la importancia y el papel protagónico que cobra la sociedad civil en este momento trágico de la historia de Venezuela, según Colmenares Finol:

 

 

Es imposible salir de la situación que tenemos en Venezuela con la única participación de los partidos políticos. Los partidos políticos han cumplido con gente que lo ha dado todo. Pero por complejas circunstancias, los partidos políticos tienen hoy un reducido apoyo a nivel nacional. Es por ello que creemos que el retorno a la democracia solo será posible con todos unidos, la fuerza de los partidos y de la sociedad civil… sumado al apoyo internacional.

 

 

El camino para juntar esfuerzos esta abierto, que nadie se sienta marginado, pero que nadie crea que la conducción de las fuerzas democráticas depende solo de un líder, de una agrupación política, o de varias seleccionadas por ella. Ni que por otro lado crean los partidos, que ellos pueden seguir seleccionando a la sociedad civil, empática y sometida a sus intereses.

 

 

Leon Sarcos, abril 20 de 2022

Tenemos que descongelar el futuro

Posted on: enero 14th, 2022 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Que finalice un año y llegue uno nuevo no le dice nada a la gente si la libertad está estrangulada y el futuro congelado. El venezolano de a pie que somos casi todos sabe que por el camino que vamos la esperanza está muerta y Las Ilusiones perdidas, como el título de uno de los libros de La Comedia Humana.

 

Terminará, según los epidemiólogos, este año la pandemia, pero la enfermedad nuestra, una tiranía ciega, sorda e insensible, seguirá avanzando como un cáncer terminal hasta hacer metástasis. Es decir, cuando no quede ninguna institución sana y en pie, el país termine de ser repartido en toletes a mafias y grupos terroristas y la gente empiece a morir por enfermedades desconocidas a causa de la falta de higiene, el hambre y la desesperación. Somos un país que dejó de vivir y sentir; parecemos autómatas en un tiempo detenido. Cuando la opresión se hace muy larga, vamos asumiendo casi naturalmente pasivas conductas olvidadas de un pasado donde también fuimos humillados y ofendidos.

 

No exagero para nada si digo que el venezolano hace muchos años perdió totalmente la fe en el gobierno, y lo más alarmante es que también ha comenzado a perderla en la oposición. Y no me vengan a decir que el triunfo de Barinas puede leerse como una gran victoria; simplemente es un gesto más de la arrechera y el fastidio de una población saturada de infamias y de dobleces donde no se percibe, aparte de la coherencia de la política exterior estadounidense, a alguien sensato o a un conjunto de ciudadanos con una política sistemática, creativa e ingeniosa, que anuncie o dibuje cuál es el camino para devolverle a la gente su país, sus instituciones, su libertad, sus elecciones, su progreso y su paz.

 

Todo es sórdido, borroso, feo; parece parte de un teatro bufo, sin argumento sin coherencia. No hay nadie que levante la voz y les diga a los pensionados cómo vamos a hacer para que sus últimos años no sean de calamidades y dolores, ganando menos de dos dólares, que nos diga qué vamos a hacer con las universidades, qué va a quedar de la famosa autonomía y cómo vamos a hacer eficiente la ejecución del presupuesto, qué tipo de educación vamos a impartir, si será absolutamente publica o tendrá un peso específico la privada; qué pasara con el sector salud, y cuáles serán los sueldos aproximados de una enfermera y un profesor universitario.

 

Se supone que si vamos a una transición, hay políticas publicas que habrán de ser implementadas; pues es hora de anunciárselas a la gente, ¿no les parece? Cuán lejos o cerca estará esa transición nadie lo sabe, pero el acompañamiento de la gente a sus dirigentes depende de lo afianzado que esté su espíritu de lucha para lo que se quiere cambiar.

 

Esa será la única manera de incentivarle el ánimo y la vocación de pelea a una ciudadanía que muere de inercia, entre el cretinismo de un gobierno demoníaco y delincuente, sostenido por una cúpula militar que apesta y una oposición dividida, atemorizada, fatigada y aburrida de tanto mirarse el ombligo.

 

Creo que hay mucho menosprecio a la capacidad y a la iniciativa ciudadana, que es la que estamos obligados a incentivar; se cree más en las redes y en algunos dirigentes de partido que en el esfuerzo y la creatividad de la gente. El secreto de los grandes movimientos de masas que terminan arrollando las dictaduras más feroces es que el ciudadano se transforma en el dirigente de su urbanización y de su barrio a partir de ideas que el caso nuestro no se pueden dejar solo a las redes, sino que deben ser parte del trabajo personal y encadenado boca a boca de muchos. Hay que darle al país un cuerpo doctrinario de no más de diez ideas básicas por las cuales la gente esté dispuesta a dejarse matar.

 

¿Qué podemos perder que nos impida a todos echar el resto, si vivimos ya una vida de perros? ¿Hasta cuándo soportamos callados e inmóviles los abusos, los atropellos y las arbitrariedades desde que amanece, cuando tomamos un autobús al precio que a los transportistas les dé la gana, con alcabalas que te importunan, te humillan y te exprimen cada vez que pueden?¿A qué institución educativa van a asistir nuestros hijos si la infraestructura educativa está en el suelo con los maestros muriendo de hambre y los alumnos de mengua, sin servicios públicos ni atención médica y hospitalaria? ¿Qué vida es esta que hemos venido tolerando los venezolanos y hasta dónde permitimos que diez personajes en el ejercicio de una política miserable, ahora dueños de lo que queda de país, hagan y deshagan con el futuro de todos los venezolanos? No es posible; es el momento de decir basta a una sola voz. Para ello es imprescindible organizarse, y para organizarse hay que tener claridad de propósitos.

 

Esos propósitos tendrán un fin último, que son unas elecciones generales de todos los cargos públicos, con un Consejo Nacional Electoral independiente y el acompañamiento internacional. Para que esto se produzca, es indispensable activar políticamente a la ciudadanía, y para activar políticamente a la ciudadanía tiene que haber una causa que la acompañe y la conduzca a lograr ese fin.

 

 

Esa causa que nos active tiene que estar impregnada de los supuestos básicos mínimos de las políticas macroeconómicas, el tratamiento de la industria petrolera y devolución de la confianza al sector privado y a los inversionistas extranjeros. Debe tener grandes lineamientos de una política educativa y de salud; una política proactiva y estimulante para el servidor público, hoy arrinconado en la miseria burocrática sin incentivos, y principios básicos de la orientación social y los subsidios en las primeras de cambio para los sectores mayoritarios más empobrecidos, desasistidos y los pensionados, y, especialmente, debe estar claro de dónde saldrán los fondos de financiamiento para la transición.

 

Si la gente no tiene motivación para luchar ni el entusiasmo o la voluntad que transformen sus ideas de justica y de libertad en aspiraciones concretas que le transmitan la vitalidad y la esperanza necesarias para trascender más allá del deseo de sobrevivencia diaria, nuestro propósito final se hará inalcanzable. Es el momento de despertar y hacer causa común con el presidente interino, Juan Guaidó, pero no contemplativamente, sino con acciones que hagan sentir que estamos dispuestos a dar lo mejor de cada uno por la causa de la libertad y por el descongelamiento del futuro.

 

León Sarcos, enero 2022

Liderazgo y Unidad

Posted on: noviembre 25th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

 

 

A María del Carmen Vásquez

 

El primer atributo de un gran líder consiste en saber articular mágicamente ideas de diversas fuentes y voluntades de diferentes niveles de inteligencia, de carácter y de ego. Su atributo segundo: mimetizarse y desprenderse de su yo mientras lo logra. Y, en tercer lugar, conciliar con todos y entre todos la visión y la misión de lo que se proponen para la institución o el país. El líder pasa a ser tal cuando la mayoría de la gente de manera natural voltea a mirarlo con atención y a escuchar como enamorada lo que le propone quien la corteja.

 

 

Para llevar a buen puerto su proyecto, debería tener por lo menos muy claras las ideas — depuradas y haberlas expresado verbalmente o por escrito— que conforman las grandes líneas estratégicas que definen los alcances de su propuesta. Debe lograr el consenso mínimo mayoritario entre sus seguidores. Y debe tener operadores calificados tan silenciosos como él en sus comienzos, para que sus ideas fluyan hacia abajo y hacia los lados como el caudal transparente de la canción del rio, sin distorsiones ni ruidos.

 

Es imprescindible que el dirigente aspirante a líder tenga prestigio personal, profesional y socio cultural. Es igualmente indispensable que sea percibido como íntegro, y que su vida, sus carencias y sus padecimientos corran en paralelo a los de la gran mayoría. Lincoln sentía una parte de su alma esclavizada. Betancourt padecía persecución y estrecheces económicas en el exilo, las mismas tensiones y carencias de casi todos los venezolanos de los tiempos del gomecismo.

 

 

Un aspirante a líder jamás debe manejar dinero público directamente, ni aun ostentando un cargo burocrático. Menos aún, en un país en condiciones críticas, hacer gala de una vida plena mientras la gente muere de hambre en las calles y no hay desayuno en las escuelas. Debe tener una vida muy modesta, en correspondencia con su discurso, debe ser una figura solvente, sin mácula, que sobresalga por su altruismo y su ética.

 

 

El liderazgo no se anuncia, no se regodea en palabrería sin sentido; sabe cuándo sentencia y sabe cómo se habla con el silencio. No hay que decirle: ya lo sabe. Ha aprendido a leer las miradas, a decodificar las intenciones ocultas en las palabras y las simulaciones. Tiene el don de la oportunidad y el alma de un pulpo para sentir el palpitar de las necesidades espirituales y materiales de su gente. Cuando declara es consistente y agudo; por eso piensa muy bien lo que dice y lo filtra varias veces dentro de sí mismo.

 

 

Entre el grupo de venezolanos que aspiran a conducir la oposición democrática, ninguno ha demostrado que tiene la condición de líder indiscutible, porque de no ser así, ya hubiese sido aceptado plenamente por el resto sin discusión alguna. Hasta ahora todos cojean en una u otra o muchas direcciones y eso hace que ninguno pueda imponerse con el respeto y la grandeza que debe tener para los otros. Todos son malas caricaturas quijotescas que caminan sin rumbo y sin destino a ninguna parte. Todos exigen de los otros lo que individualmente ninguno de ellos tiene.

 

 

El liderazgo del régimen es un liderazgo chinchurria, atornillado en la fuerza y en los peores hábitos y defectos del venezolano, hecho de lo último de la res, las vísceras; pero el liderazgo de la oposición luce chucuto, como un perro sin cola o un toro de lidia de cachos afeitados, como algo que no está completo, terminado, le falta forma, consistencia y madurez. Es como un texto crudo, una pizza a medio cocinar o una paella sin mariscos. Siempre le falta cuando los otros vienen de vuelta satisfechos con sus menjurjes y sus cruzados de chanfaina.

 

 

Unidad no equivale a unanimidad; siempre habrá disidentes sin fuerza para fraccionar notoriamente, alacranes y traidores que muestren lo endeble de nuestra cultura política, y francotiradores de oficio, pero es innegable que la unidad de los factores democráticos de más arraigo en la cultura política venezolana es no solo posible, sino de vida o muerte para las instituciones que conforman la república y para todos los amantes de la democracia y la libertad.

 

 

Los liderazgos y la armazón de los intereses vitales de una sociedad no se construyen jugando con Legos en el piso a la política. Es necesario un paciente trabajo de cultivo y enamoramiento de la gente de los barrios y urbanizaciones a base de creatividad, ideas, voluntad e imaginación. Que no vengan con el cuento de que todo está diagnosticado y de excelente manera. Necedades, el mundo ha cambiado de manera tan vertiginosa en los últimos veinte años que lo que necesitaba reformarse cuando llegó la dictadura hoy necesita cambiarse y lo que necesitaba cambiarse hoy necesita inventarse.

 

 

Todos son útiles en esta crisis, que ya es una tortura demasiado cruel para los que menos tienen y un ambiente desquiciante para una clase media arruinada que ha visto perdidas dos décadas de lo mejor de su vida. Esta dirigencia será corresponsable de esta catástrofe si sigue cada uno de sus dirigentes con sus problemas de vedetismo, sus deseos egoístas de primacía, y su exacerbado cretinismo heurístico. Ya es hora de poner fin a tanta frivolidad política y a tanta miopía de horizonte.

 

 

Cuando se compara a estos dirigentes del presente con Rómulo Betancourt y la generación de los fundadores, uno se da cuenta, tristemente, de que aquel era un gigante, cuando logró que dos figuras tan descollantes, soberbias, inteligentes y con muchas mejores dotes oratorias que él, como Caldera y Villalba, sucumbieran ante la inmensa majestad de su liderazgo. Porque a su inconfundible don de mando, capacidad de articulación y organización, su integral visión de país, su talento para comunicar, su carácter, su ética y su grandeza, se sumaba un coraje legendario, una solidaridad y fraternidad enorme con su gente y una entrega de cristiano primitivo que lo distinguió como el impulsor principal del modelo democrático.

 

 

Nació, Punto Fijo, en un pacto de partidos y se consolidó, nacerá y germinará un modelo distinto de unidad fundamentado ya no en los partidos, sino en las organizaciones no gubernamentales, con líderes especializados en temas de sus angustias y dolores: los defensores de los parques, como hay defensores de los animales, de la igualdad sexual, de los panaderos, de los taxistas y del aborto. Muchos ciudadanos peleando por perfeccionar y crear nuevos derechos, para orientar sobre los nuevos deberes. Norberto Bobbio, eminente científico social italiano, habló alguna vez de lo que parecía una utopía, pero un día llegaremos al punto, con la era digital, en que cada quien podrá votar con suma facilidad, apretando un botón desde la cama de su casa.

 

 

El mundo es otro: todo requiere una nueva configuración, más en nuestro caso, que hace más de 20 años salimos del mundo global y saltamos de la modernidad hacia atrás, en busca de letrinas, lámparas a gas, curanderos y tobos de agua con totuma para lavar la mugre. Aprovechemos la reconstrucción de la democracia para forjar un nuevo país, una mejor democracia y un ser humano más libre, menos digital y arrogante, simplemente más enamorado de la ciencia, pero a su vez generoso e indulgente con el prójimo. Ello es posible hoy más que nunca. Nuestra pasta humana es de buena calidad intelectual y moral; ya lo hemos demostrado cuando se evalúa a nuestros profesionales que se marcharon temporalmente en la diáspora.

 

 

No visten uniformes, ni llevan pistolas al cinto, ni exhiben pertrechos y correajes como si fueran a la guerra, a confrontar y a matar. No, son civiles que saben y muestran distintos tipos de conocimiento, técnico, científico y humanista. Aprendieron la convivencia, el respeto, la tolerancia y la civilidad. No gritan, no taconean; sienten a donde van que las policías y los militares los tratan con dignidad y eso los hace honorables ciudadanos, en cualquier país del mundo. Nadie les pide papeles para quitarles dinero. Nadie revisa sus bolsillos para robarlos.

 

 

El militarismo tendrá vigencia en Venezuela hasta que los civiles lo decidan, y para eso no pasará mucho tiempo, si y solo si, somos capaces de consolidar un incorruptible liderazgo y una unidad invulnerable a todo chantaje, a toda mediación corrupta y a toda miseria humana.

 

 

León Sarcos

Justicia de perros

Posted on: noviembre 11th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

Donde hay poca justicia es un peligro tener razón, decía Francisco de Quevedo, escritor español del siglo de oro, y yo agregaría: donde los animales son tratados con más sentido de justicia que los humanos se ha perdido la sensibilidad social, la brújula de la razón y el respeto al prójimo.

 

 

Hace tiempo en Venezuela naufragó el estado de derecho y la justicia es aplicada bajo los códigos caprichosos de la tiranía con el sello de los procedimientos cubanos: detenciones arbitrarias sin ordenes judiciales, violación del debido proceso, aislamientos, procedimientos irregulares con los detenidos, maltratos psicológicos y físicos, muy bien documentados e ilustrados por decenas de organizaciones no gubernamentales, que han sido de mucha utilidad a los organismos internacionales de defensa de derechos humanos que siguen averiguaciones para aplicar sanciones a los responsables.

 

 

No tengo nada contra los animales de la fauna salvaje ni con los domesticados que hacen vida con la familia venezolana, unos como mascotas acompañantes, otros como guardianes y algunos como simples sobrevivientes que personas de alma piadosa recogen y protegen por especial sensibilidad humana.

 

 

Si, de verdad debo confesarlo, me preocupa hasta desvelarme la excesiva diligencia por penalizar los delitos de maltratos cometidos contra la fauna animal en contraposición a la indiferencia y negligencia que observamos —por parte del Ministerio Publico—, no solo por el irrespeto que se observa a la dignidad humana y a los derechos ciudadanos en general en la vida cotidiana, sino por la forma como se ejemplariza el castigo arbitrario, inhumano y cruel contra hombres y mujeres que han sido objeto de todo tipo de ultrajes por solo haber manifestado su disidencia y rechazo al gobierno.

 

 

No entiendo y creo que nadie sensato puede comprender esa manera de hacer justicia tan eficiente que castiga a un sujeto con prisión, como es el caso de, Omar Antonio de Jesús Marrero, por agredir a una mascota de una patada porque el animal amenazó con morderlo delante de su dueña, y por otra parte se deja morir sin prestarle atención medica al general Raúl Isaías Baduel y no se explican las causas que verdaderamente ocasionaron su muerte. Se dicta auto de detención a Ricardo Medina por haber asesinado a un perro delante de sus hijas, y se secuestra desde hace más de un año sin formularle cargos a Roland Carreño. Se ordena la prisión de Edwin Orlando Contreras, quien a bordo de una motocicleta patea un perro, y sin explicación alguna se acusa de traidores a la patria a tres miembros de Funda Redes, incluyendo a su presidente Javier Tarazona, sin que se haya realizado después de muchos meses el acto de imposición de cargos.

 

 

Llama la atención que, a la hora de aplicar justicia, el MP se haga la vista gorda sobre los malos hábitos en la práctica de abusos sobre la condición ciudadana de manera permanente y la crueldad administrada en el trato a miembros de la oposición, y sea muy transparente y eficaz -gesto que se aplaude-, en castigar a quienes maltratan a los animales. Es cierto que resulta imposible aspirar a la justicia donde gobiernan la tiranía, la mediocridad y el caos, pero al menos podemos exigir para nuestros presos políticos y comunes que el gobierno tenga para sus torturadores y vigilantes el mismo trato que el Ministerio Publico ha tenido con los verdugos de los animales, fundamentalmente de los caninos. Así evidenciaremos que tenemos por lo menos, una Justicia de perros y para perros; que le es imposible conciliar, como diría Camus, justicia y libertad, y que por lo tanto ha fracasado en todo.

 

 

Estas contradicciones, que impiden al régimen diferenciar razonablemente entre justicia para animales e injusticia para seres humanos de vocación democrática, son las mismas que se manifiestan frente a la invitación que le formularan al fiscal de la Haya Karim Khan. Planean su jugada, invitan, y la invitación, gracias a la inteligencia y a la prudencia del fiscal, se convierte en un verdadero boomerang, el cual provocó aturdimiento. Sacudido este, una vez pasado el impacto, de la manera más vergonzosa y cobarde ellos vuelven por su fuero, por aquella máxima delincuencial de en cuanto dé la espalda el policía, mátalo.

 

 

Una vez terminada la visita, las autoridades venezolanas, en la voz de nuestro fiscal, responden al infortunio de haber pasado a la fase de investigación —sin importar la firma de compromiso alguno— apenas el inglés da la espalda: No se cumplen los requisitos del Estatuto de Roma para justificar el paso de la fase de examen preliminar a la fase de investigación.

 

 

Este argumento no lo pudieron sostener en las reuniones con Karim, por lo que se hubiesen tenido que negar a firmar el memorando de entendimiento, pero, por el contrario, firman el acuerdo de cooperación y al otro día, cuando se marcha el fiscal de La Haya, lo niegan. Nada de esto nos debería sorprender, ya que se trata de aquellos para quienes la mágica palabra respeto, esencia y pilar de las interrelaciones de uno con todos y de todos con las instituciones de la sociedad, carece de total valor.

 

 

Ya lo han demostrado en las negociaciones en México, donde a cada momento y de manera muy irregular y de total falta de seriedad suspenden en cada oportunidad que les es posible el diálogo, como si este dependiera del estado de ánimo muy especial de quien lo encabeza. De la misma manera ya deduzco la consideración y el respeto que tendrán por los resultados obtenidos en las elecciones del 21 de noviembre, si es que por un azar, la oposición logra revertir las tendencias divisionistas y el desánimo y abulia ciudadana de la mayor parte de la población

 

 

El respeto, esas tres sílabas que hacen que la propiedad sobreviva. Que la ley se cumpla y se mantenga. Que el amor viva en decoro. Que la mujer sea intocable. Que los contrarios se soporten. Que las grandes obras no se toquen. Que el silencio se guarde. Que el llanto fluya. Que las flores solo se contemplen. Que las religiones se toleren. Que el vencido sea felicitado. Que lo íntimo no sea invadido. Que las preferencias sexuales no se discutan. Que el gusto no sea criticado. Ni el oído molestado.

 

 

El cemento, la amalgama, que hace que el todo siga sujeto al todo y a la evolución concitada del universo. Sin el respeto entre las potencias y acuerdos de convivencia para hacer frente a los males que acosan a la humanidad, más temprano que tarde llegara la gran confrontación, nos invadirán, las pandemias, la violencia y la vuelta de nuevo al caos del principio.

 

 

Retomar el camino del respeto a los deberes y derechos, en nuestro caso, nos va a representar un gran esfuerzo individual y colectivo, donde cada clase, cada organización social, cada gremio, cada institución tendrá que asumir su cuota si queremos devolverle la viabilidad al estado de derecho. No será fácil, porque para que la justicia exista de verdad, como bien lo dice Paul Auster, tiene que ser para todos; nadie —ni siquiera los perros— puede quedar excluido; de lo contrario no será justicia.

 

 

Leon Sarcos, noviembre 2021

Fernando Álvarez Paz: temple de gran guerrero

Posted on: noviembre 6th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

A Aura Tarazón de Álvarez

 

 

¡Hey!, ¡hey! esto que está diciendo el Pollo Carvajal es ¡graaaavísimo!; y para la oposición, ¡importantíiisimo! A Fernando Álvarez Paz era fácil reconocerle la entrada en un dialogo, en una clase o en un discurso político. Una de sus peculiares formas de comunicarse —como solo un buen político sabe hacerlo— tenía su gancho para capturar la atención en la utilización de adjetivos en forma superlativa, con lo que el oyente, el salón de clase o el auditorio rápidamente centraba su atención en lo que quería decir. Más aún si esa introducción iba acompañada de la química calurosa, una singular simpatía y la consistencia para enganchar a seguidores y admiradores de ambos géneros que le ganaron muchos aplausos, reconocimientos y amigos incondicionales.

 

 

Fernando tuvo un desempeño multifacético como hombre público. Fue dirigente político a tiempo completo en las filas de AD, donde militó hasta la división encabezada por el Maestro Prieto y Jesús Ángel Paz Galarraga, que dio paso a la fundación del Movimiento Electoral del Pueblo (1967), del cual fue Secretario de Organización y Secretario General en el Zulia; Secretario político de Gente Emergente; profesor emérito de la facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ; articulista por muchos años del Diario Panorama, Presidente de la revista de economía Metas; Diputado a la asamblea Legislativa y al Congreso Nacional por varios periodos; presidente del Banco Industrial y Director del programa de opinión Protagonistas.

 

 

Fue un buen hijo de los jesuitas y del colegio Gonzaga, de donde salió bachiller. Siento que de los miles de graduados que han pasado por ese colegio, si alguien exhibió con decoro la pertenencia y el ideal contenido en la misión de esa institución educativa de la Compañía de Jesús, inspirada en los valores del Evangelio, fue él: justicia, fraternidad y paz, inspirada en la espiritualidad ignaciana, en busca de la excelencia humana. Siempre del lado de los más necesitados para propiciar una sociedad basada en el servicio a los demás.

 

 

Hizo de la lucha política y del servicio público, desde muy joven, un apostolado, donde nunca había descanso ni tiempo para abandonarse. Luego complementaría su formación académica en La Universidad del Zulia (LUZ) y después haría un post Grado en Teoría Económica y Desarrollo en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, que le permitió ser profesor estrella en Economía Política, donde, como parte de la primera promoción de Estudios Generales, sería mi profesor.

 

 

Su pasión de juventud y hasta el último día: el béisbol de grandes ligas. Fue fanático de los Yankees y admirador de Luis Aparicio Junior; su devoción era tal que en ocasiones afirmaba que jugadores como Aparicio hacían que el béisbol pudiera considerarse un arte. Sintió vocación por ese deporte, en el cual destacaba como primera base. De él me contaba su hermana menor que llegó a ser un extraordinario prospecto, al punto que cuando regresaba de celebrar una de sus hazañas cotidianas le decía a Doña Hilda, levantando la mano enguantada: Mamá, ese guante que veis aquí no solo va a pagar todas tus deudas, sino que te va dar muchas satisfacciones en la vida.

 

 

Pero fue más fuerte la vocación política, donde destacó muy pronto como dirigente juvenil de Acción Democrática, del cual su tío, el Dr. Jesús Ángel Paz Galarraga, sería secretario general durante los años más difíciles en la dura batalla por la instauración de la democracia. Su hermano Oswaldo era dirigente de Copei, pero nunca rivalizaron: siempre se toleraron y respetaron gracias a unos códigos de hierro que pautó la verdadera jefa y matrona de la familia.

 

 

Si algún atributo personal podía exhibir Fernando de forma natural fue la autenticidad. No rebuscaba argumentos, no se adornaba, le gustaba ir al grano y mostrarse tal y como lo sentía, como en realidad era, muy directo. No simulaba y le era muy fácil precisar a quien lo hacía. Era de esos guerreros que no se dan tregua a sí mismos ni se la dan al adversario o al enemigo. Me tocó llevar a cabo con él dos proyectos y en los dos se mostró un compañero integro, de una aguda inteligencia y de una condición humana excepcional. Un compañero único en viajes de aventura, como el que hicimos las dos familias a la Alta Goajira a principios de los 80.

 

 

Hay dos virtudes más que estoy obligado a mencionar: la primera es su condición de hijo amantísimo de su madre, Hilda Paz de Álvarez. Para ella siempre fue su querido blondo y él, como buen canceriano, era fiel a su signo. Doña Hilda tenía, más allá de lo convencional, una gran relevancia en su vida. La otra virtud es la trascendencia que tenía para él la amistad; sabía darse y hacerse querer; era leal como nadie y de una constancia y una consecuencia a toda prueba.

 

 

Fernando me ayudó a confirmar dos cosas en la vida. La primera, ya aprendida de mis tíos por parte materna en la Goajira, después de una disputa con un representante de la autoridad que pretendía pasar por sobre mis derechos ciudadanos: Recuerda que tú puedes ser un hombre muy educado y hasta tener sensibilidad de poeta, pero cuando se trata de defender tus derechos, si tienes que matarte con alguien, debes hacerlo por honor. Debes combinar la sensibilidad con el coraje; si no, todos te pasan por encima. La segunda: Una de las virtudes más grandes de un ser humano es la solidaridad; en Fernando era casi una necesidad tenderle la mano al que estaba en aprietos. Su capacidad de desprendimiento era única y puedo decir que si en un ser humano nunca vi un gesto de mezquindad, menos aún de envidia, fue en Fernando Álvarez Paz.

 

 

Fernando fue un hombre casado con la política y con Aura Tarazón, Chilín; solo para ella y para la política vivió el mayor de los Álvarez Paz. Había contraído matrimonio muy joven y de esa relación con la señora Guadalupe Atencio nació el primogénito, Luis Fernando Álvarez Atencio, su hijo mayor, economista egresado de LUZ. Con la psicóloga Aura Tarazón, el gran amor de su vida, tendría a Sol Álvarez Tarazón, de profesión psicólogo; Natalí Álvarez Tarazón, oftalmólogo y médico cirujano; y Joel, estudiante.

 

 

Sé que su familia, al igual que todos los amigos que lo quisimos, conmocionados por su repentina partida, nos sentimos orgullosos de Fernando y de lo que hizo de su vida. Fueron casi 80 años, desde su nacimiento el 8 de julio de 1941, en la Calle Padilla de la Parroquia Santa Lucía, vividos intensamente, sin pausas, para amar, vivir y luchar. Sé que hasta el final estuvo feliz consigo mismo y con todos los suyos y enamorado de su familia, de sus convicciones y de su certeza de que el mañana será promisorio, de esperanza, progreso y vuelta a la democracia, a la libertad, a la sonrisa. Fernando fue un guerrero a tiempo completo; lucía vikingo por su temple y fortaleza. El Zulia pierde a uno de sus más tenaces y aguerridos combatientes. Maracaibo llora la partida de uno de sus hijos más nobles. La historia del Zulia le abrió una página para que la escribiera. Fernando Álvarez Paz no la dejó en blanco.

 

 

León Sarcos, noviembre 2021

León Sarcos 21 de noviembre de 2021

Posted on: octubre 21st, 2021 by Laura Espinoza No Comments

A Juan Guaido´

 

 

Operación Cardumen I: son aproximadamente las tres de la mañana y desde la noche antes las personas se arremolinan en las entradas de las distintas sedes de las ZODI con el ánimo de agarrar un buen puesto en la cola para ser instruidas en un gigantesco patio —ahora bajo manu militari, como si fuera un lista y parte— en el acto de sufragar por los candidatos del partido. Hay mucha desconfianza: la gente sabe cómo funcionan las promesas de pago en las pretendidas comunas; para los últimos no alcanza. De allí los empujones, amenazas y tiradas de pelo entre unas y otras compañeras por llegar a ser las primeras enlistadas en formarse. Los hombres son más controlados, las mujeres más emotivas; conocen más, y sienten más las necesidades de la casa y husmean gracias a los chismes de quienes gozan del favoritismo que trae la cercanía a algunos de los dirigentes más influyentes; de allí los celos y las tensiones en la cola.

 

 

Los primeros adelantados lucen pilas, gracias a los $20 que recibió cada uno por adelantado para pastorear los rebaños. Entre ellos están los coordinadores del 10 por1, encargados de las personas que recibirán ese día como pago la pequeña bolsa CLAP, con tres paquetes de harina, tres de arroz y un paquete de caraotas negras. La mayoría de los votantes están somnolientos, cansados, aburridos; otros, todavía pasando la pea, arrechos de tanto martirio diario sin agua, bajo el imperio del señor apagón, sin esperanzas, como autómatas en un proceso donde no conocen a quién van a elegir ni les importan un carajo las ofertas que les hagan. El régimen va consiguiendo lo que siempre buscó: desalentar la elección como un deber para conquistar mejores condiciones de vida. En la revolución, estas serán las mismas para siempre: raciones, miseria, miseria y más miseria.

 

Un wayúu confundido se queja:

 

—Primo, no entendí nada

 

El teniente dice a la coordinadora:

 

 

—Oído… María, este elemento no entendió nada, explícale de nuevo, que le quede claro lo que dijo papa Dios: el que no vota no come.

 

 

La cola, luego de recibir la clase para votar, se va formando y subiendo uno a uno en los convoyes; camuflados en uniformes de la reserva, en perfecta unión dizque cívico militar, van a cumplir el otrora deber ciudadano para elegir alcaldes y gobernadores para el periodo 2021-2025.

 

 

Desde las 6 am, Márquez y Picón han empezado a recibir llamadas desde las casas de los partidos donde funcionan los aparatos electorales del G4. Todos insisten en que hay muy pocos testigos electorales incorporados; a la mayoría no les aceptan las credenciales, argumentan que son falsificadas. Márquez y Picón intentan en reiteradas ocasiones hablar con Calzadilla o la comisaria D’Amelio y todo resulta en vano. Hasta las 10, ninguno de los dos ha respondido a sus llamados.

 

 

Operación Cardumen II: son las 9 am. Frente a las Plazas Bolívar de los distintos estados donde funcionan las oficinas de gobernaciones y alcaldías y en las parroquias desde donde despachan dirigentes en las casas del partido de gobierno crecen las aglomeraciones de empleados de la administración pública. El motivo: un bono especial de Bs. 50.00 que será acreditado una vez sea verificado el voto por el acompañante y luego el 10 por 1. Muy pocos lucen complacidos; solo los patria o muerte que tienen su negocito para complementarse y los que gozan del privilegio muy limitado de comisiones de negocios de la cosa pública. La mayoría está descontenta, pero todos están sometidos por la vigilancia y el control de los jalabolas, los llamados patriotas cooperantes, que son muy discretos en manifestarse porque saben cómo han acumulado odio, pero aún les quedan residuos de pudor y vergüenza. Los buses de la ciudad han sido todos tomados por el Gobierno para el traslado de sus afectos a las urnas. Desayunos, almuerzos y cenas están garantizados no solo para testigos y miembros de mesa sino también para todo el que tenga hambre por ese solo día.

 

 

Picón y Márquez lucen desconcertados; en las mesas la mayoría de los testigos de la oposición han sido sustituidos por miembros del partido de gobierno. Muchos votantes se han devuelto a sus casas porque no aparecen en lista o fueron cambiados de circuito electoral y no lo sabían o ya habían sufragado por ellos. Otros son hostigados por grupos de simpatizantes del Gobierno, bien armados y protegidos por la gloriosa Fuerza Armada Bolivariana. Crece el desconcierto y ya a boca de urna el Gobierno tiene las primeras encuestas. Son las tres de la tarde y los dos representantes electorales de la oposición no han podido hacer contacto con ninguno de los tres representantes del régimen.

 

 

La ciudad luce agónica; lo que ayer era una fiesta ciudadana de confrontación de posiciones y ofertas de proyectos hoy es un pan y circo improvisado, de pueblo olvidado, donde lo que menos seguro está es el futuro de las instituciones que se disputan individuos anónimos con ánimo de figuración y deseos de meter la mano, con sus excepciones. Estas elecciones parecen más una subasta de puestos que nadie quiere que un combate de los mejores por servir.

 

 

Operación cardumen III: la estocada definitiva vendrá en las horas cruciales de cierre, de acuerdo a lo que digan las encuestas. Aunque guerra segura no mata soldado. El remate es necesario coordinado por un oficial y un civil para lanzar las redes con el crepúsculo, y recoger en taxis a los rezagados. El propósito: la búsqueda casa por casa de los holgazanes que no han cumplido y de aquellos dudosos y malcriados que necesiten más incentivos. Por eso la prolongación de la hora hasta que hallan votantes. Ya Márquez y Picón lucen crispados de la arrechera. Ahora ven en retrospectiva y se muestran arrepentidos; cansados, desisten de la pendejada de estar llamando a los agentes de la revolución y apenados ya no responden ni siquiera a sus compañeros de la oposición.

 

 

En un ambiente enrarecido, el día descorre sus cortinas para terminar de mostrar lo triste de una derrota anunciada, tan anunciada como aquella entrada inmejorable de García Márquez, en su novela corta Crónica de una muerte anunciada: Santiago Nasar sabía que lo iban a matar, y los dirigentes de la oposición sabían que en las condiciones en las que irían a esas elecciones, los iban a sodomizar.

 

 

Más aún, si el gran pretexto era servirse del puente que les tendía el Gobierno para activar el contacto con la gente, de unas elecciones pautadas a su estilo, esencialmente montadas a conveniencia del patrocinante, bien mediocre y floja resulta la calidad de los dirigentes que nos hemos dado. En mi sentir, unos ayer muy buenos, hoy cansados. Otros, sin experiencia, tan arrogantes como poco creativos.

 

 

Hay formas ingeniosas de iniciar contactos, de enamorar al ciudadano por la causa democrática. De estimular los resortes de la participación por un futuro mejor y donde renazca la esperanza. De movilizarlo por sus derechos, de incentivarlo por sus deberes, de devolverle la confianza, la dignidad y el deseo de ganar y abandonar la inercia y la miseria por el activismo y la grandeza ciudadana.

 

 

Son las nueve de la noche en Miraflores. Los resultados ya en la mano del cogollo del Gobierno, suministrados por los dos representes en el Consejo Nacional Electoral, Calzadilla y la comisaria D’Amelio, deciden como va ser la repartición, y cuáles los premios de consolación. El Presidente se retira temprano, tranquilo, a dormir, y ellos viajan escoltados a dar a las 12 de la medianoche en cadena nacional los resultados que ya nadie espera y que desde aquí no alcanzo a ver. Hasta en el bando de los supuestos vencedores, la satisfacción de votar ha muerto. Elegir ha perdido su encanto. Las ciudades duermen; se han ido acostumbrando a que los días, como en el campo, terminen cuando se va la luz del sol. Todo es silencio… un silencio largo y profundo. Esperemos a que amanezca.

 

 

León Sarcos, octubre 2021

 

Ciudad sin ciudadanos

Posted on: octubre 15th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

 

 

Los síntomas del vacío: una democracia sin estado de derecho; unas elecciones reiteradamente fraudulentas; un mercado sin oferentes y sin demandantes; ciudades sin ciudadanos; unos medios secuestrados; un periodismo amordazado y una libertad condicionada; que nos hace a todos vivir —como en una vieja cinta de policías y ladrones— en libertad condicional, bajo un régimen que todos los días introduce nuevas prácticas corrosivas y degradantes a lo que fueron estatutos sagrados ganados por la razón y la ciencia desde el siglo de las luces y que dieron paso a la institucionalidad liberal, la más idónea y eficaz del mundo, para vivir y compartir y especialmente para tener esperanza y crecer humana y espiritualmente.

 

 

Hace muchos años escribí en un periódico de Maracaibo, mi primer artículo: El titulo de ciudadano, que hacía alusión a una frase del Libertador, donde se autoconfería esa distinción como el máximo de los reconocimientos públicos, más que el rango de general o el cargo de presidente. Bolívar tenía la lucidez elemental —que hoy no la tiene un general ni un cadete, y menos aún un guardia de esos que lucen un emblema que provoca risa y que irónicamente reza: El honor es su divisa— de entender que la razón de ser del Estado y de todos sus servidores públicos es brindarle atención, consideración y respeto a quien, con su trabajo, el pago de impuestos, la soberanía del consumo y la elección de sus representantes constituye el alma de la República.

 

 

Recuerdo que esa noche fue de celebración anticipada, a la espera junto a mi gran amor en los portones de la empresa, la salida de los repartidores para comprar y ver mi artículo por primera vez impreso en la página de opinión del periódico más prestigioso del Estado: Panorama. Era entonces presidente de la Federación de Centros Universitarios, cuando aún ese cargo podía ostentarse con orgullo y decoro. Reconozco que el ver mi solo nombre impreso me llenó de mucha satisfacción y aún tardíamente descubrí que escribir sería mi vocación definitiva antes de abandonar este mundo.

 

De la mano de mi padre conocí a Rómulo Betancourt, de quien fue con mucha razón seguidor incondicional. Del gran líder e icono de la democracia venezolana y de sus ideas, aun sin procesarlas para su tiempo, fuimos adversarios emocionales mis hermanos y yo, enfermos del sarampión socialista que contaminó todo el mundo universitario en la década de los 60 y los 70. Éramos de los moderados, en esencia demócratas; los radicales no tenían audiencia ni adentro ni afuera de la universidad.

 

 

En mi caso, la enfermedad juvenil terminó a mi paso por LUZ y progresivamente me fui enamorando de la idea de fortalecer una sociedad civil que sirviera de control y contrapeso al abuso de los partidos y a los desmanes del presidencialismo y el centralismo. Y especialmente a darle vigencia a la condición de ciudadano —distinta a la de hombre de uniforme—, que conoce exactamente sus deberes y sus derechos y está hecho y formado para discutirlo todo y cuando lo considere pertinente y conveniente tener la potestad de decir esa expresión que nos hace tan felices: ¡NO!

Años enteros me dediqué a promover el ideario democrático y la descentralización, en cuanto foro, conferencia, simposio o seminario pude montar para recoger lo mejor de las ideas e ir haciendo perfectible la democracia que tanta sangre, esfuerzo y sacrificio costó a los fundadores. De ese pasaje dejé más de 25 títulos que escribí en solitario y otros en equipo, como editor, que pudieran ser de utilidad cuando culmine este momento oscuro de nuestra historia.

 

 

Nunca me detuvo ninguna aspiración para ser elegido a ningún cargo; sentía y consideraba que había suficientes vocaciones calificadas para representarnos y así cuando lo creí oportuno, fui promotor de figuras de renombrado acento y vocación como servidores públicos ejemplares, como fue el caso de Fernando Chumaceiro, para mi gusto el líder más completo, idóneo, e íntegro que tuvo la democracia en el Zulia en sus cuarenta años (entre 1958 y 1998).

 

 

No voy a entrar a explicar las causas de la caída de la democracia, pero siento que hay mucho de la comodidad de la mayoría de ciudadanos que nos mantenemos al margen por uno u otro motivo de las acciones y desenlaces del mundo político, como si la única responsabilidad fuera de una vanguardia que está obligada a resolverlo todo. Especialmente si poco a poco, sentimos que van apoltronándose en el poder cuatro patanes que abjuran de toda valoración democrática, de todo respeto a la ciudadanía y del mínimo respeto a la condición humana.

 

 

La gente tiene que convencerse de que esta es una pelea por la vigencia de los valores más trascendentes del ser humano en cualquier sociedad, de que la tolerancia tiene un límite, de que nuestro futuro y nuestras riquezas no son propiedad de nadie y de que los paradigmas sobre los que se mueven las nuevas generaciones son emblemas de facilismo, dependencia, autoritarismo, caos y corrupción. He preguntado a jóvenes recién graduados por nombres ilustres del periodo democrático: no conocen a Betancourt, ni a Jacinto Convit, ni a Uslar Pietri. Todo es nacionalismo fanático, pueril e historia retorcida de los hechos y los protagonistas.

 

 

Para rescatar lo que hemos perdido, para llenar ese vacío que enumeré al comienzo, tenemos que retomar a pensadores de gran aliento como Chesterton, para quienes las causas de la familia libre y del hombre dueño de sí mismo son las máximas de su pensamiento. Que tenía en su juventud de espíritu el verdadero secreto de la permanencia de sus ideas. Que sabía que los viejos tiranos invocaban el pasado y los nuevos el futuro. Que la familia necesita la pequeña propiedad contra el asedio del capitalismo y del socialismo. Que sin propiedad no hay ciudadanos libres y corrientes. Que la familia sana es lo único que les puede parar los pies a los poderes del Estado. Que es en el propio hogar y no en las utopías donde se cocinan la libertad y la felicidad de las generaciones.

 

 

En palabras de uno de sus tantos biógrafos, Luis Ignacio Seco, Chesterton… apostó siempre por el sentido común de la gente corriente, por la libertad garantizada en la unidad familiar y por la soberana fantasía de las iniciativas sociales espontáneas como base de una solidaridad entre hombres libres que ni el capitalismo ni el socialismo ni el comunismo ni el fascismo podían ofrecer. Y se rió —con sobradas razones— de los superhombres… en los que sus más ilustres contemporáneos cifraban la opción de futuro.

 

 

En la casa de los Chesterton, en oposición al culto primitivo y feo que se rinde a los caudillos militares depredadores de América Latina, solo se rendía culto a la inteligencia, a la libertad y a la tolerancia; había pasión por las Bellas Artes y la literatura y se prescindía de realidades tan concretas como el tiempo.

 

 

¿Cómo llenar al menor costo posible ese vacío que han dejado dos décadas de tropelías, asaltos al erario público, ultraje a los derechos ciudadanos, destrucción del aparato productivo, desmontaje de la educación de calidad y competitiva, rescate de la institucionalidad y el estado de derecho? Sin duda que haciendo un gran ejercicio de introspección ciudadana para que cada uno asuma su compromiso, y convocando toda la existencia y la experiencia de lo mejor de nuestros recursos humanos esparcidos por el mundo, y pidiendo el asesoramiento de los técnicos de todos los organismos multilaterales, junto al concurso desinteresado de una población llena de ganas, de voluntad y de auténtico deseo de superación.

 

 

He visto con interés y satisfacción un emotivo video sobre Maracaibo que me llevó a felicitar a sus productores. Conmueve, toca la fibra más sensible de nuestro gentilicio, pero lamento decir que no creo que Maracaibo haya muerto; las ciudades no mueren, las ciudades son maltratadas, discriminadas, golpeadas, olvidadas y hasta destruidas, pero tienen una vida muy longeva y la capacidad de renacer del Ave Fénix. Las ciudades, como las grandes catedrales, son fieles testigos de desmanes, vilezas, castigos y proclamaciones, pero también suelen ser muy agitadas y vengativas cuando los ciudadanos recuperan de nuevo sus deberes y derechos.

 

 

Ojalá y estemos cerca de recuperar la ciudadanía perdida, o por lo menos una parte de ella, que sea el inicio de la reconstrucción de nuestra patria chica. Chesterton decía que la tradición es la democracia de los muertos. Nuestros padres, abuelos y antepasados se sentirán desde la otra orilla dignos de habernos formado en la tradición de lo mejor de la práctica de sus experiencias religiosas, costumbristas, folclóricas y clásicas. Entonces la ciudad volverá a ser de ciudadanos y no de policías y de parias.

 

 

León Sarcos, octubre 2021

¿Y el anillo pa cuándo?

Posted on: septiembre 17th, 2021 by Laura Espinoza No Comments

 

 

No hay palabra más volátil que la de un tirano ni discurso más arrogante e insolente que el de sus secuaces. Todos, desde el más simplón hasta el más cogotudo, hablan como si cargaran una pistola montada para darle un tiro al primer pendejo que se ponga en el camino. No miden ni controlan sus ímpetus. Desde los patancitos uniformados en motocicleta hasta el más representativo en la jerarquía, que ahora, con pose de estadista al estilo Douglas Mac Arthur o Charles de Gaulle, pretende moderación, ufano y —después de unas declaraciones de Elliot Abrams que privilegian la negociación— ceja alzada: «Menos mal que abandonaron la estupidez y volvieron a la política».

 

 

Hay los de otra catadura, los filósofos, menos inteligentes que cínicos, que constantemente, en alardes de frialdad escobariana, pretenden encarar todos los desafíos de la política al estilo de Vito Corleone: «En primer lugar, sr Jimmy, cálmese. Lo noto ofuscado…agarre a sus perritos falderos, Duque y Uribe… y tómese un tecito de valeriana». Lo que más sorprende de este personaje es que tiene una mueca en el rostro que da la impresión de que siempre estuviera sonriendo y eso es imposible. Desluce la satisfacción que simula: todo el mundo sabe que es fingida; nadie puede vivir así. Ya lo dice el mismo Eclesiastés 3:

 

 

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se haga bajo el cielo; un tiempo para nacer / y un tiempo para morir / un tiempo para plantar / y un tiempo para cosechar / un tiempo para llorar / y un tiempo para reír/ un tiempo para estar de luto / y otro para saltar de gusto…

 

 

Los hay lengua suelta, de esos que no pueden tener el yoyo enrollado. Son los que se pretenden adivinos, ostentosos de la guapetoneria, desafiantes, invencibles, son los hércules de la revolución: «Ya acabé contigo, Miguel Enrique. Ahora voy por ti, Ravell. La paliza que les vamos a dar el 21es tremenda. Estoy seguro: la oposición va a cantar fraude». Algo inverosímil se está tramando, que este opulento palabrero, útil para nuestra raza wayúu, ya se está adelantando.

 

 

Hasta la arrogancia que da el valor la administran quienes tienen cultura de poder. En democracia siempre hay que andar con mucha humildad, porque todos los ciudadanos no solo tienen los mismos derechos y son iguales ante la ley, sino que también, siempre en esa gran concurrencia de multitudes, hay más guapos, más cínicos, más inteligentes, de más méritos académicos y personales, y siempre hay muchos más seguros y suficientes y no lo andan gritando a voz en cuello.

 

 

Quienes saben que todo en la vida es temporal y en la política más aun, saben que deben cuidar la pulcritud de los manejos, el trato con los ciudadanos, intentando no maltratar ni moral ni intelectual ni físicamente a ninguno, porque en la vida, como decía Marco Aurelio, hay cosas que les están prohibidas a los hombres: «No obres como si fueras a vivir mil años; obra como si el fin estuviera cerca… Si no es justo, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas».

 

 

Todo el poder que se tiene en la vida está estigmatizado por el método con el que se obtiene, al igual que el dinero. Castro logró el poder en una larga y cruenta aventura conquistada a sangre y fuego en la década del cincuenta del siglo pasado, contra un ejército más parecido a una montonera que a una fuerza armada moderna: débil, de policías cotizudos. Los cubanos no conocieron antes la democracia; venían de otra dictadura menos cruel y más liberal, y Castro y su hermano, tan psicópata y sanguinario como él, hoy moribundo, sobrevivieron encadenando a los cubanos y fusilando en el paredón a toda voz disidente, incluyendo a sus compañeros de lucha.

 

 

Francisco Franco, caudillo de España (1939-1975) después de haber derrocado al Gobierno de la Segunda República Española, presidido por Manuel Azaña, se mantuvo por más de 35 años ininterrumpidos en el poder, con mano de hierro, asistido de la terrible Guardia civil. No podía ser de otra manera; España viviría en el oscurantismo político por más de tres décadas, gobernada a capricho por un solo hombre.

 

 

En el caso de los más conspicuos representantes del chavismo, Uds. intentaron el arribo al poder por la vía de la violencia y fueron derrotados por lo mejor de las Fuerza Armada Nacional. Solo humillados y vencidos, la democracia, gracias a sus bondades, les concedió la libertad y los persuadió de que el único camino civilizado para dirimir las diferencias entre los hombres es el camino electoral: el del estado de derecho, la propiedad, el libre intercambio, el mérito, la libertad. Llegaron electoralmente bajo los efectos narcotizantes de un veneno que suelen tomar los pueblos equivocadamente, los más cultos y los más atrasados: el carisma de un solo hombre.

 

 

Los resultados de su populismo militarista de izquierda están a la vista; no se discuten, no pueden discutirse. Aun cambiando los parámetros a conveniencia para hacer mediciones arbitrarias y caprichosas, no hay forma de defender esta alianza cívico militar, más militar que cívica, pues no hay forma de adulterar el veredicto unánime de las técnicas de gobierno, la ciencia y la verdad. El peronismo, de símiles raíces, acabó con uno de los crecimientos económicos y de bienestar social mejor logrados de América. El resultado de la oprobiosa gestión de Uds. está a la vista. En esa mesa lo primero que habría que discutir es qué plazo se le asigna a la entrega del poder, para librar a Venezuela de este inmerecido martirio.

 

 

Uds. no pueden; han demostrado una inepcia total, una falta de ingenio y de creatividad propia de militares y civiles menguados de conocimiento, gerencia y sabiduría, no porque no quieran sino porque su formación no da para bailar al ritmo de ideas y novedades, sino para mandar y someter, y en el caso de los civiles porque eligieron a los de peor formación y los más dóciles para un servicio civil que cada día exige modernidad, más ciencia, más tecnología y más visión de futuro que solo la tienen los mejores.

 

 

Ese veneno que consumen los pueblos equivocadamente, desde los más cultos a los más atrasados en diferentes épocas históricas, el carisma, como toda esencia, apenas si ya se percibe su aroma en el ambiente, pasó como un fuego fatuo, como una buena brisa de otoño, para transformarse en relámpagos anunciadores de feas tormentas, en olores contaminantes y putrefactos. Son tan incapaces que no pueden imaginar un fantasma distinto para justificar los apagones que los famosos ataques terroristas, después de las famosas iguanas en un comienzo; o una propaganda tan estúpidamente vil, como todas esas mamarrachadas de corto vuelo mental de que quieren asesinar «a nuestro amado Presidente».

 

 

Este país no es de Uds., ni del alto mando, ni de los generales que dirigen la ZODI y los REDI; ni siquiera es solo de la mayoría, es de todos y no vamos a renunciar para que un puñado de perdedores hagan de nuestro territorio una nación primitiva de narcos, ilícitos y talibanes tropicales. En lo particular, como ciudadano no me siento representado hoy, después de ver los márgenes de ventaja que otorga al régimen la plataforma unitaria en las conversaciones que se llevan en México, y solo espero lo peor para el futuro democrático. Pido a Dios estar equivocado.

 

 

Lamento que el camino elegido por la oposición haya sido participar en unas elecciones cuya naturaleza fraudulenta empezó a verse con las inhabilitaciones, además de lo que falta por venir en ventajismo ya declarado por todos los medios y en hostigamiento a los ilusos el día de la votación. Creo que llegó el momento de decantar la oposición; hay que salir definitivamente de los alacranes y cuerda floja; este momento histórico solo necesita dirigentes y ciudadanos íntegros con temple de acero. Nos caeremos mil veces y mil veces nos levantaremos hasta que, cansada la realidad de nosotros y quebrados hasta sobajar los ánimos de nuestros opresores, renazca para siempre la democracia en Venezuela.

 

 

Venezuela espera por lo mejor de sus hijos. En cada rincón de nuestra amada patria, en cualquier pueblito del mundo donde trabaje uno de nuestros hijos exilados, ahí estará como un huracán la fuerza y el coraje del día a día para luchar y vencer, y devolverle su país y la dignidad a todos los que se han ido.

 

 

Hay una expresión que se hizo muy popular en el mundo, sacada de una canción del género pop que aludía de alguna manera el compromiso esperado por el público de la cantante Jennifer López con el tercera base de los yankees, Alex Rodríguez. Hoy se la cantamos al régimen, que habla de todo menos de elecciones presidenciales y de Asamblea Nacional, en un tiempo perentorio. Todo parece perfecto para el Gobierno: ¿Y el anillo pa cuándo? … ¿Y el anillo pa cuándo?

 

 

Leon Sarcos

septiembre 2021

 

 

 

Las amenazas a la democracia

Posted on: agosto 26th, 2021 by Super Confirmado No Comments

El control y la disciplina que ganan las autarquías por el uso de la fuerza y la supresión de la libertad está obligada a ganarlos y a ampliarlos la democracia, mediante la aplicación más severa de las normas y de las leyes. Pues existe una paradoja que debemos superar, porque está debilitando a la democracia liberal y sus instituciones, que consiste en el hecho de que a más libertad y a mayores conquistas de los derechos humanos, más discrecionalidad, más fragilidad y más claudicación de la ley frente a la anarquía, los extremismos y las aspiraciones igualitarias.

 

 

Sobre todo, porque es fácil observar que la confianza en la democracia ha venido declinando de una manera preocupante, especialmente en las últimas dos décadas, en todo el mundo. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo(BID) y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE), realizado durante la primera década de este siglo, nos dice que solo el 35% de América Latina y el 47% de Europa están satisfechos políticamente con la democracia.

 

 

Ese deterioro de la fe democrática se ha acentuado en la última década de manera preocupante, especialmente porque se ha venido desdibujando la imagen del modelo piloto estadounidense y ha caído la democracia más sólida y estable de América Latina en la segunda mitad del siglo XX: la venezolana, sustituida por un modelo de hibridación política que solo Dios sabe a dónde nos llevará, con el agravante de que por un proceso inédito de osmosis político-social, las desviaciones, inconsistencias y debilidades de nuestras democracias se están reproduciendo, aunque de forma incipiente, en el referente democrático por esencia: el modelo norteamericano.

 

Winston Churchill dijo en una de sus muy conocidas frases: La democracia es la peor forma de gobierno, a excepción de todas las demás. Creo que hay causas generales que explican mundialmente la declinación del interés de la gente por la democracia, incluyendo al sistema por excelencia: el estadounidense, el cual ha empezado a mostrar signos de decadencia en su funcionamiento político, así como el resto de democracias de Europa y las latinoamericanas, que conformamos el mundo libre.

 

 

Siento que después de la caída del muro de Berlín, las satisfacciones de muchas de las aspiraciones ciudadanas cubiertas por las democracias occidentales cambiaron y surgieron otras nuevas, sorprendentes y exigentes, motivadas también por la revolución digital. Aparecieron en el escenario innumerables insatisfacciones acumuladas que crecen de manera mucho más vertiginosa que las respuestas políticas. El protagonismo de la gente gracias a las redes ha hecho que la masa le pierda respeto al liderazgo político y que se suponga de manera artificiosa: los protagonistas somos nosotros. El liderazgo de la gente, más informada ahora que nunca antes en toda la historia, ha empoderado sin direccionalidad al individuo, mientras crece el vacío político y se fortalece la autarquía donde estaba asentada y se alienta el anarquismo con proyectos personales y de secta de nuevo cuño. A lo que se suma el multilateralismo, que por burocratico lo mediatiza todo.

 

 

Al desaparecer el comunismo como modelo político utópico y aceptar sus líderes el libre intercambio, se vació de contenido ideológico lo que antes se identificaba como izquierda, pero también se despojó de sustancia lo que antes constituía la medula de las ideas de la derecha: el libre intercambio. Ha habido cambios sustanciales en la manera de hacer política que la elite mundial no está percibiendo claramente. Ello ha conllevado una dispersión de las plataformas doctrinales y dado paso a hibridaciones que están pariendo monstruos de padres ocultos donde sobrevive mucha de la genética de viejos dogmas y religiones ortodoxas y otras criaturas extrañas cuya paternidad nadie quiere asumir.

 

 

A rio revuelto, ganancia de pescadores: en una transición histórica, como la que vivimos, los grandes ausentes son los nuevos líderes y las nuevas ideas, lo que pasa entre republicanos y conservadores en Estados Unidos, es lo mismo que pasa en América latina entre la izquierda y derecha. Sobreviven especies de protocolos como los de los capitanes de avión para hacer determinados recorridos. No hay ajustes, no hay cambios, no hay modificaciones ni nuevas técnicas, rutas ni aviones. Mientras tanto se consolidan las autarquías en el mundo y en Latinoamérica emergen cada día con más fuerzas los gobiernos de corte autoritario.

 

 

Cuántos cambios han ocurrido del 90 para acá, cuántos árboles, cuántos bosques, cuántos frutales, cuántos jardines han florecido. Acontece igual en la política; los dos últimos presidentes americanos, desde el punto de vista de su formación y de su cultura, ambos, Donald Trump y Joe Biden, lucen pequeños, enanos, frente a la magnitud y la complejidad de la situación político-social, económica y ambiental, que ha provocado el súbito adelanto de la ciencia y la tecnología digital, la aparición de las pandemias y los cambios climáticos, pero especialmente ante los desafíos que hoy se plantean los jóvenes, la academia americana y los buenos espectadores, élites y aliados del desarrollo de la sociedad a la que tanto debe la humanidad.

 

 

Con el desarrollo abrupto de la ciencia y la revolución digital, al desbordarse la información y estimularse las opiniones, se ha exacerbado el igualitarismo, que siempre debe ser gradual, porque en la democracia depende del mérito; no es un decreto de algún psicópata al que se le ocurrió, porque él sufrió mucho, que tiene que joder a todos los que no han sufrido. Los medios, el maremagnum de información y el yo exacerbado de la masa en las sociedades democráticas están haciendo de los gobernantes unos imbéciles.

 

 

Si hay un signo alarmante en estos tiempos difíciles, es que el representante parece haber cobrado pánico frente al representado. Esto visto desde la relación padre-hijo, maestro-alumno y especialmente gobernante-gobernado. El chantaje del de abajo ha tomado primacía. Por supuesto, la mesa parece servida para los gobiernos autárquicos y para los aventureros, advenedizos y vengadores de su propia tragedia personal. Los sin escrúpulos al estilo Putin, los desalmados prototipos de los hermanos Castro, los aventureros usurpadores de sello Chávez-Maduro, los fundamentalistas al estilo iraní y los integristas de corte Talibán.

 

 

El alma de una democracia, su engranaje, su combustible, su lubricante, sin lugar a dudas, es la ley, y a través de la ley, eso que los amantes de la libertad hoy extrañamos y evocamos con dolorosa nostalgia en Venezuela: el estado de derecho. La democracia debe crear sus propios muros defensivos impenetrables eligiendo asertivamente a calificados gobernantes. Una sociedad seria debe pasar por varios filtros, físicos y mentales, a sus aspirantes a presidente y a todos los representantes que pretendan ocupar cargos públicos. No es la mayoría de edad, por solo poner un ejemplo, y saber únicamente leer y escribir. ¡Por Dios!, tengo hacia la imagen de Donald Trump y Jair Bolsonaro las mismas observaciones de incompetencia y limitaciones personales, por solo decir lo menos, que pudieron haber sido argumento para evitar el acceso al poder del Sr. Hugo Chávez y el Sr. Pedro Castillo.

 

 

La democracia se fortalece blindándola de farsantes, de simuladores, de perdedores. Construir una democracia puede costar siglos y la sangre de generaciones enteras; no es posible que pueda ofrecer oportunidades a sus enemigos para que la destruyan. Esa parece ser parte de una jugada que se intentó en Chile y fracasó, se trató en Venezuela en los 60 y fue derrotada, hasta que se disfrazó de demócrata el victimario y engañó a la mayoría, con el atenuante, para nuestro crédito, de que Venezuela ya estaba sembrada de ideas y valores democráticos, y una generación de relevo ha prolongado su vigencia muy a pesar de sus enemigos, para que vengan otros nuevos guerreros a rescatarla.

 

 

En adelante, el juego debe ser cerrado: con la democracia todo, contra la democracia nada. Los acontecimientos recientes en el mundo nos hablan del fortalecimiento de feroces enemigos de la libertad, del estado de derecho y del modelo de vida occidental; a esos desafíos habrá que hacerles frente; la democracia tiene sus reglas para preservarse, que debe fortalecer con rigor de hierro. Tolerante con los adversarios, pero implacablemente feroz con los enemigos. Los adversarios a su modo combaten por hacerla perfectible; los enemigos luchan para destruirla y exterminar a los demócratas y su estilo de vida libre.

 

 

En el pasado la irracionalidad más recalcitrante como la de los talibanes, en Afganistán, ha tenido su contrapeso en confrontaciones de distinta naturaleza a lo largo de la historia. Los extremismos ideológicos y religiosos, siempre se han alimentado del ejercicio de la violencia sin límites y solo es posible detenerlos siendo mucho más letal en los métodos de lucha. La mejor medicina y el inicio de la derrota en Colombia de las FARC y ELN, fueron los famosos Paracos, con técnicas de aniquilación más sanguinarias y crueles que las utilizadas por los guerrilleros de extrema izquierda.

 

 

Ya veremos en Afganistán el nacimiento de nuevas heroínas, al igual que las amazonas y las mujeres de Telesila en la antigüedad, de la Reyna Cordelia en la mitología británica, y de Juana de Arco en Francia, en la guerra de los cien años, iconos de mujeres guerreras con la capacidad, la temeridad y el coraje que deben tener las nativas para organizarse y enfrentar las humillaciones y las prohibiciones de los talibanes, sin esperar las insurgentes en el frente de sus casas a que vengan por ellas a darles un tiro de gracia. Todo terror termina produciendo su antídoto; estoy seguro de que muchas mujeres afganas, inteligentes, hermosas y valerosas, más temprano que tarde superaran también en el plano de la violencia y la crueldad de la guerra a los hombres, y en el caso que toca, a los primitivos misóginos talibanes.

 

 

León Sarcos

Los Estados Unidos

Posted on: agosto 12th, 2021 by Super Confirmado No Comments

El Presidente Abraham Lincoln (1809-1865), uno de los más queridos y respetados de los presidentes estadounidenses —me cuento entre los que así lo piensan—, dijo en alguna ocasión con su humildad característica: No puedes escaparte de la responsabilidad de mañana al evadirla hoy. Esa frase tiene el valor dual de poder cabalgar en dos direcciones simultáneamente: en el alma de la Venezuela pensante, como compromiso de la lucha en defensa de la libertad en nombre de las nuevas generaciones; y para los ciudadanos norteamericanos de hoy y de mañana, obligados a cerrar filas en contra de los regímenes autárquicos, que aun aceptando el capitalismo como sistema económico, persisten en la idea de asfixiar la libertad en las naciones del mundo libre.

 

 

Mucho se especula con opiniones ligeras y sin fundamento, pero también con juicios calificados acerca de la proximidad del fin de la hegemonía política, económica y militar de los Estados Unidos. La realidad mundial habla de movimientos y cambios en las estrategias geopolíticas de las grandes potencias y sus aliados, pero en ningún momento puede llegar a afirmarse, con argumentos realmente de peso científico, que la supremacía política, económica, tecnológica y militar de los Estados Unidos, afortunadamente para los amantes de la libertad, del buen cine, del baseball, del jazz y el rock, esté en peligro.

 

 

Hay autores que sostienen —Robert Kagan, 2008— que la gran falacia de nuestra era, refutando a Fukuyama, ha sido creer que el orden liberal internacional está basado en el triunfo de las ideas y en el desarrollo natural del progreso humano. En esta nueva era de recomposición de fuerzas a nivel mundial se ha fortalecido en lo político el anarquismo, se han incrementado los gobiernos de naturaleza autocrática y se han envalentonado los fundamentalistas enemigos del occidente cristiano, estimulados por potencias enemigas de la democracia liberal.

 

 

 

Todo ello ha venido tomando cuerpo alimentado por la política exterior estadounidense, unilateral y aislacionista, y la práctica de intervenir sin consultar con sus socios naturales, para hacer justicia por mano propia o ayudar a implantar la democracia por la fuerza en países sin condiciones y cultura para asumirla, caso Irán, Irak y Afganistán.

 

 

En ese contexto, en el plano político, a los Estados Unidos, en este siglo que transcurre, le tocará un rol similar al desempeñado en la segunda mitad del siglo veinte: el ser el líder indiscutible —Kagan— de un concierto de democracias que complemente a la ONU, (Europa, Estados Unidos, Japón, Israel, Brasil etc.), que significa ahora no la lucha contra el viejo y fracasado comunismo, sino contra gobiernos de naturaleza autocrática: China, Rusia Turquía, Irán, Venezuela, Bielorrusia, enemigos furibundos del estado de derecho.

 

 

En lo económico, Estados Unidos no es la Inglaterra del periodo previo a la Primera Guerra Mundial. Gran Bretaña sucumbió como gran potencia porque no tenía la base económica para competir con las potencias emergentes de aquel momento, Estados Unidos, Alemania y Japón. Las dos primeras la superaban en producción industrial y en el desarrollo tecnológico de los sectores económicos estratégicos. La grandeza política de Sir Winston Churchill consistió en prolongar el papel protagónico de Inglaterra en política internacional hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

 

 

Estados Unidos, a diferencia de Inglaterra, cuenta con una base económica para mantenerse como una gran potencia. Su economía sigue siendo competitiva internacionalmente y mantiene su liderazgo en tecnologías claves para el futuro, como la nanotecnología y la biotecnología. De acuerdo al Academic Rankings of World Universities, conocido como clasificación Shanghái, de las diez mejores universidades del mundo, ocho son estadounidenses, lo que permite catalogar su educación universitaria como la mejor del mundo. No solo forma excelentes recursos humanos nacionales, sino que representa el lugar de destino para estudiantes y científicos de todas partes del planeta. El verdadero reto para Estados Unidos, para no correr la suerte de la Inglaterra post victoriana, es sin lugar a dudas de carácter político.

 

 

La tesis fundamental de otro autor —Fareed Zakaria, 2008— consiste en demostrar por otro lado que sería un gran error considerar que el cierre de la brecha económica que separaba a EE. UU. de otras potencias constituye una desventaja; al contrario, de alguna manera el triunfo de Estados Unidos en materia de globalización es lo que hoy le permite que su principal objetivo en política económica a nivel internacional deba ser aprovechar, junto con las otras potencias, las ventajas de la globalización para acelerar ese proceso internamente e incorporar al mismo a aquellas regiones que se han quedado rezagadas.

 

 

El cierre de la brecha y el fortalecimiento de otras potencias es inevitable, dice Zakaria, pero para que dicha tendencia se convierta en una fuerza positiva para los norteamericanos, se debe cambiar su enfoque y objetivos básicos, pues la unipolaridad que practicó Estados Unidos desde la caída de la URSS le dio algunas ventajas temporales, pero lo volvió arrogante, flojo y descuidado. Como resultado, el antinorteamericanismo, según encuestas, alcanzó durante la presidencia de Bush hijo niveles superiores a los que se dieron durante la guerra de Vietnam.

 

 

En materia militar, sin lugar a dudas, con todas las presunciones y preocupaciones del Congreso de los Estados Unidos por los adelantos vertiginosos ganados por China en los últimos años en innovación militar, el gasto en defensa ejecutado para 2018 por Estados Unidos, estimado en 600.000 millones de dólares, habla por sí solo, pues triplica los 200.000 millones ejecutados el mismo año por la primera potencia asiática.

 

 

La reflexión final de Zakaria pondera lo que hoy intentan los demócratas —y que tanto nos aterra a los venezolanos por la dilación que implica—: una mejor combinación entre el poder duro que ha prevalecido en la postguerra fría y el poder suave de Estados Unidos.

 

 

Este nuevo papel es muy diferente del papel tradicional de superpotencia. Requiere consultas, cooperación e incluso compromisos. El poder se deriva de la determinación de la agenda, la definición de los temas y de la movilización de coaliciones. No es una jerarquía de arriba abajo en la que Estados Unidos toma sus decisiones y después le informa a un mundo agradecido (o en silencio). Pero es un papel crucial porque, en un mundo con muchos jugadores, determinar la agenda y organizar coaliciones se vuelven formas primarias de poder. El jefe de un consejo que puede guiar gentilmente a un grupo de directores independientes es, en efecto, una persona muy poderosa.

 

 

En lenguaje político, esta es el agua del protocolo diplomático que no calma la sed ni el hambre de harapientos a los que luego devuelven en aviones de Chile disfrazados con trajes biológicos; de decenas de miles que retornan a pie porque también se saturan los empleos en Colombia; de los que mueren a las puertas en los hospitales por falta de insumos médicos o en sus casas porque sienten pánico de visitar un hospital; de familias enteras que se disputan la basura a las puertas de los restaurantes y los vertederos, en fin, de todos aquellos que nos hemos quedado para seguir luchando a pesar de la deplorable calidad de vida y de los caóticos servicios.

 

 

Siento un profundo respeto y reconocimiento por el gobierno de los Estados Unidos, y por su cultura, su valor, su sentido práctico, su inteligencia para vivir y vencer, su amor por la libertad y el respeto inmenso por la condición humana, no tengo en absoluto nada que reprochar a su política exterior, por el contrario, agradecer tanta constancia en favor de la democracia, tantos humanos gestos para con el pueblo venezolano, pero me temo, que aunque el peso de llevar a cuesta este inmenso desastre es absolutamente nuestro, debo reconocer que ha habido diletancia en el trato del caso venezolano por parte de nuestros socios y aliados.

 

 

 

El rotundo fracaso del deshielo de las relaciones entre Cuba y EE. UU, entre diciembre de 2014 y mediados de 2017, ya ha debido ser asimilado por los demócratas, para calibrar el valor de la palabra y los acuerdos con estos rufianes cuya representación en Cuba, el pueblo pide en las calles al grito de Patria o Vida, que se vayan. Ellos son talibanes tropicales; en este caso capos de ilícitos, en cuanto las fuerzas internacionales miren en otra dirección o atiendan otros asuntos, como en Afganistán, ellos volverán a sus andanzas con más fuerza, a reprimir, a expropiar, a encarcelar, a silenciar y a asesinar.

 

 

 

Estamos lidiando con gente que, como decía la vieja canción de despecho que bailaban nuestros padres, nacieron sin corazón en el pecho. Son tan perversos que en su afán depredador están pervirtiendo, y esa es su idea, el símbolo más hermoso y respetable de la civilidad: el voto, el derecho a elegir, mientras se trazan agendas y se definen temas para negociar acuerdos, en mi caso personal con más incertidumbre y angustia, que esperanza y sosiego, que Dios quiera al final se respeten y nos conduzcan a la salida de estas tinieblas.

 

 

León Sarcos,