Post mortem del 15-O

Posted on: octubre 19th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

Todas las encuestas evidenciaban que la popularidad del régimen estaba por el suelo, lo que se correlaciona con la situación de escasez de alimentos y medicinas que hay en el país y con el hecho de que padecemos la inflación más alta del mundo. El espectáculo grotesco de ciudadanos buscando comida en la basura complementaba el deprimente cuadro, al cual se sumaba el repunte de enfermedades que se consideraban casi erradicadas. Bajo tales circunstancias, sumado el tema de la gasolina, todo indicaba que los candidatos a gobernadores del gobierno sufrirían una estruendosa derrota.

 

 

 

Sin embargo, algo ocurrió el día de las elecciones. Un sistemático y continuado fraude caracterizó la implementación de la consulta, incluida la inhabilitación de aspirantes y la decisión ilegal de no permitir la sustitución de candidatos. El régimen, valiéndose de todas las artimañas, confundió y desestimuló el voto opositor. En la medida en que la abstención fuese mayor, más oportunidades tendrían los candidatos del gobierno y viceversa.

 

 

 

Hoy, quienes desde la oposición defendían la abstención alegando con razón que a una dictadura no se vence con votos, no dejan de repetir: “Te lo dije”. No obstante, sin quererlo, prestaron un valioso servicio a las tácticas abstencionistas que propiciaba el gobierno. Y fue precisamente la abstención la causa fundamental de la victoria que pregona el régimen.

 

 

 

Se trata de una victoria empañada por mil vicios. Fuimos testigos de aberrantes mudanzas de centros de votación, que afectaron a más de 700.000 electores. La confusión generada contribuyó a estimular la abstención. Muchos centros fueron trasladados a sitios de alta peligrosidad. Centros que estaban ubicados en colegios de monjas y universidades fueron mudados a barrios, alegando razones de “violencia”. Todo indica que hubo desde votantes fantasma hasta fraude vulgar en el conteo de los votos, además de “puntos rojos” desde los cuales se inducía el voto a cambio de bolsas CLAP. No me voy a detener detallando las cosas que ocurrieron porque no es el objetivo de este artículo.

 

 

 

Quiero más bien referirme a la victoria pírrica que alega el gobierno. Ninguno de los problemas reales del país se solucionarán a partir de ese evento. Por el contrario, se profundizarán con un elevado riesgo de que termine por producirse una ruptura del tejido social.

 

 

 

Todos salimos perdiendo. La Mesa de la Unidad sostiene que se produjo un fraude y desconoce los resultados. Es probable que el TSJ en el exilio tome cartas en el asunto y sin duda será escuchado por la comunidad internacional. Ya varios países se han pronunciado.

 

 

Podrían coincidir sus decisiones con acusaciones que cursan ante la Corte Penal Internacional. Otros casos podrían prosperar en la Corte de Palermo. Además, están las denuncias que viene presentando la fiscal general Luisa Ortega Díaz.

 

 

 

La Unión Europea se apresta a aplicar sanciones que reforzarán las aprobadas por Estados Unidos y Canadá. Cerca de 120 países congregados en San Petersburgo en la Asamblea de la Unión Interparlamentaria Mundial, han desconocido la asamblea constituyente.

 

 

 

El aislamiento internacional no tiene precedentes. Se está completando el círculo de la deslegitimación de desempeño y de origen. Desapareció la democracia. Coincide todo esto con un colapso económico y con el cierre de las fuentes de financiamiento externo. Incluso Rusia está dispuesta a revisar el cronograma de pagos, pero nada de dinero fresco. El país está al borde del default y la producción petrolera en picada.

 

 

 

Enfrentados a un déficit fiscal inmanejable, solo les queda la vía del financiamiento inorgánico del BCV que es como arrojarle gasolina al fuego de la inflación. El FMI calcula una inflación de 2.530% para 2018. El aparato productivo está destruido y desarticulado.

 

 

 

El oficialismo está montado en una burbuja de ficción a punto de estallar. Lo que pretende quizá lo podría lograr un gobernante con altos niveles de ingresos, con una institucionalidad fuerte o una elevada popularidad. Todos estos factores brillan por su ausencia. A punta de fuerza bruta, sin recursos, sin credibilidad interna ni externa, sin apoyo popular real, creo que lo ocurrido el domingo abona las condiciones para un colapso político.

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

Todos a votar el 15: “Rebelión en la granja”

Posted on: octubre 12th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Lo que ocurre en Venezuela nos recuerda la obra de George Orwell Rebelión en la granja.

 

 

 

Los cerdos que habían encabezado una rebelión vendieron a los demás animales de la granja la idea de que vendría una etapa de prosperidad y equidad para todos. Hicieron pintar en un muro su constitución que decía “todos los animales son iguales”.

 

 

 

Pronto los cerdos comenzaron a abusar y comérselo todo mientras otros animales padecían penurias y escasez. Y si las bestias protestaban, el Consejo de Cerdos Sabios le daba siempre la razón a Napoleón, el líder de los cerdos.

 

 

Cuando otros animales alegaron que en el muro estaba escrito que todos los animales eran iguales, el consejo decidió un recurso de interpretación constitucional que dictaminaba: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

 

 

 

Ese Consejo de Cerdos Sabios nos trae a la memoria casos y cosas que ocurren en casa. Por ejemplo, nuestra Constitución señala que para ser presidente hay que “ser venezolano por nacimiento” y “no poseer otra nacionalidad”. Ante indicios de que el presidente pudiera no cumplir con ello, el TSJ interpreta la norma diciendo que en caso de tener otra nacionalidad, prevalecería la venezolana. Viola así un postulado “ad litteris et verbis” (letra por letra palabra por palabra) establecido en la carta magna que no se presta a interpretación.

 

 

 

En las elecciones del 6 de diciembre de 2015, cuando el pueblo entregó las 2/3 partes de la Asamblea Nacional a la oposición, la Sala Electoral del TSJ decidió que se había producido un fraude en el estado Amazonas, sin comprobarlo ni convocar nuevas elecciones. Lo mismo cuando robaron el referéndum revocatorio o cuando birlaron atribuciones de la Asamblea Nacional.

 

 

Un nuevo caso ocurre ahora. Ante la convocatoria extemporánea por parte del CNE de elecciones para gobernadores, la oposición se vio en la necesidad de postular candidatos provisionales para cumplir el artículo 44 de la Ley de Procedimientos Electorales que reza: “Las postulaciones consignadas fuera del lapso previsto en el cronograma electoral, serán extemporáneas y se tendrán como no presentadas”.

 

 

 

La MUD, que había decidido escoger sus candidatos en elecciones primarias, optó por inscribir candidatos provisionales, acogiéndose al derecho establecido en el artículo 63 de la  citada Ley que dice: “Las organizaciones postulantes podrán modificar las postulaciones que presenten y, en consecuencia, sustituir candidatos o candidatas hasta diez días antes de ocurrir el acto electoral”.

 

 

 

No obstante, el CNE impidió la sustitución de los candidatos. Finalmente, el mismo día que vencía el lapso, la Sala Electoral sentenció que dicha sustitución sí era procedente. En otras palabras, lo que decidió la sala de marras es que el CNE sí debía hacer lo que se negó a hacer, pero lo dijo una vez que venció el plazo para hacerlo. ¡Qué descaro!

 

 

Algo así como la sentencia del Consejo de Cerdos Sabios de Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

 

 

 

Las intenciones del régimen son evidentes. Convencido de la derrota que sufrirán sus candidatos, el gobierno pretende hacer lo que sea para desestimular a los opositores a que concurran a las elecciones. Siguiendo una cínica estrategia cubana, trata de convencer a los votantes de que no vale la pena votar porque el TSJ buscará los mecanismos para burlar la decisión de los electores.

 

 

La maniobra ha calado en algunos: “No voy a votar porque con ello estaría legitimando al régimen”.

 

 

En realidad, lo único que legitimaría al régimen es que sus candidatos ganen porque la oposición se abstenga de votar.

 

 

¿Que harán trampa? ¡Claro que la harán! Pero esa trampa no haría otra cosa que agravar la severa pérdida de legitimidad de origen y de desempeño en que ya se revuelca el régimen y que terminará por dar al traste con el mismo.

 

 

No entendería la comunidad internacional (que ha conformado un militante consenso para ayudar a Venezuela a recuperar la democracia) que la oposición opte por favorecer con su abstención al despotismo imperante. El adversario común está en la acera del frente.

 

 

El 15 debemos ir a votar, aunque sea con un pañuelo en la nariz para tapar la fetidez del los cerdos de la granja.

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

El día después (II)

Posted on: octubre 5th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Vivimos el final de una etapa. Entre 2013 y 2017 el PIB per cápita cayó 40%, lo que evidencia que la catástrofe económica de Venezuela eclipsa cualquier otra en la historia de Estados Unidos, Europa occidental o América Latina. La economía colapsó, la crisis humanitaria es dramática y la descomposición del régimen es evidente; pero existe un sólido consenso de naciones de todo el mundo dispuestas a colaborar con el restablecimiento de nuestra democracia. Debemos prepararnos para “el día después”. Me permito presentar algunos lineamientos con respecto al cómo:

 

 

 

-Hay que restablecer la credibilidad en las instituciones y el equilibrio de los poderes a fin de reinsertarnos en el concierto de las naciones democráticas.

 

 

 

-La venganza no debe ser un objetivo. La idea es respetar la independencia de los poderes, y corresponderá a la justicia procesar a quienes hayan cometido delitos.

 

 

 

-Se debe gobernar con firmeza para todos. Pero el diálogo es indispensable para devolverle la armonía al país. Nadie podría gobernar con colectivos armados amenazando la seguridad de los ciudadanos y de los bienes.

 

 

 

-La problemática social es prioritaria. Se debe buscar el máximo apoyo de la comunidad internacional y recibir toda la ayuda humanitaria para enfrentar el tema de alimentos y medicinas. Debe haber subsidios para los más débiles.

 

 

 

-La educación, la salud, la seguridad y la justicia serán las prioridades.

 

 

 

-Habrá que recurrir a créditos de organismos internacionales para reimpulsar nuestra economía y recuperarla de la postración en que se encuentra.

 

 

 

-La seguridad jurídica es vital para lograr el restablecimiento de la confianza.

 

 

 

-La mejor política social es la que es capaz de crear trabajo y devolverle el poder adquisitivo al salario. Por ello hay que combatir la inflación atacando el mal por su raíz: el déficit fiscal.

 

 

 

-Hay que devolverle la autonomía al BCV e impedir que siga financiando el déficit que es la causa de que hoy padezcamos la inflación más alta del mundo.

 

 

 

-Eliminar el control de cambios y su secuela de corrupciones. Restaurada la confianza no se requerirá. Hay que recuperar la estabilidad de la moneda coadyuvando así con el objetivo de preservar su poder adquisitivo.

 

 

 

-Eliminar los controles de precios que distorsionan la economía y asfixian a los productores. Hay que devolverle la flexibilidad al mercado laboral.

 

 

 

-Estimular a quienes producen en lugar de castigarlos. Cuando la cantidad de bienes que se ofrecen supera la cantidad de los que se demandan, los precios bajan. Esa es la meta.

 

 

 

-Estimular al máximo las inversiones. La recuperación de Venezuela pasa por promover el mayor crecimiento de su economía mediante un adecuado flujo de nuevas inversiones.

 

 

 

-Debemos recuperar la industria petrolera. Nuestra producción ha caído en términos dramáticos (537.000 b/d en 19 meses), las refinerías se encuentran en un estado deplorable y ya no son capaces de producir ni siquiera la gasolina que consumimos, los yacimientos petroleros han sufrido daños a veces irreparables, las instalaciones están destrozadas y hemos perdido buena parte de nuestros mercados. Las inversiones que se requieren son tan elevadas que escapan a cualquier posibilidad de ser realizadas únicamente por el Estado. Una nueva apertura petrolera, más audaz, será indispensable.

 

 

 

-Propiciar arreglos en todos los arbitrajes internacionales y buscar que esas inversiones regresen a Venezuela.

 

 

 

-Revertir la fuga de cerebros. Hay que establecer mecanismos para darles estímulos a los inversionistas extranjeros que den preferencia a los profesionales venezolanos que hoy están en el exterior. Su costo de formación fue muy alto y los necesitamos aquí.

 

 

 

 

-Capítulo especial merece el restablecimiento de la moral ciudadana. Se deberán establecer campañas con la colaboración de todos los medios de comunicación, la Iglesia católica y todas las iglesias para enfrentar la caótica situación moral en que estamos sumidos.

 

 

 

En resumen, hay que devolverle la confianza al país. Cuando hay confianza hay inversión. Con ello crece el empleo, lo cual estimula el consumo y lleva a que alguien más tenga que invertir para satisfacerlo. Por esta vía la economía se encamina por un círculo virtuoso de crecimiento que a todos favorece. ¡Sí se puede!

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

El día después

Posted on: septiembre 28th, 2017 by Super Confirmado No Comments

The Day After (El día después) fue una famosa película protagonizada por Jason Robards y John Lithgow presentada por la cadena ABC en 1983. Se refería a una guerra nuclear entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero de ese filme solo pretendo tomar prestado el título.

 

 

 

“El día después” que me viene a la mente se refiere a lo que habrá que hacer en Venezuela después de esta etapa de locura. Vale la pena volver atrás las páginas de la historia para entender lo que fuimos y con angustia comprender lo que se ha destruido en este irracional holocausto revolucionario.

 

 

 

Según Asdrúbal Baptista, el producto por habitante en Venezuela para 1920 era de apenas 170 dólares. Estábamos sumidos en la más absoluta miseria. La expectativa de vida de un venezolano al nacer era de 30 años. Más de 80% de la población era analfabeta y 50% vivía de lo que producía en sus conucos, del trueque o lo que cobraba en fichas en los latifundios. Las vías de comunicación eran el mar y los ríos. El valor total de las exportaciones venezolanas era de apenas 167 millones de bolívares.

 

 

 

Sobre aquella economía paupérrima se abalanza de la noche a la mañana un producto que vendría a cambiarlo todo: el petróleo.

 

 

 

Comienza entonces una aventura fascinante: Venezuela. Los venezolanos ya no recordamos que durante 60 años seguidos –entre 1920 y 1980– fuimos la economía del mundo que más creció. En un lapso asombrosamente corto fuimos capaces de lograr lo que otras naciones tardaron muchos siglos en alcanzar. Éramos la envidia del mundo, el país del futuro.

 

 

Para 1947, según cifras de la ONU (National and per Capital Income in Seventy Countries, Nueva York, 1947) Venezuela era el cuarto país del mundo con mayor renta media per cápita, solo superado por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, pero muy por encima de Alemania, Italia, Japón, China, URSS y muchos otros.

 

 

 

El franco suizo y el bolívar venezolano eran las dos monedas más sólidas del planeta. La inflación era, a todos los efectos prácticos, inexistente. En un lapso increíblemente breve fuimos capaces de erradicar el paludismo, el mal de chagas, la anquilostomiasis, la tuberculosis, la difteria e infinidad de enfermedades endémicas y epidémicas. Llegamos a tener tasas de mortalidad similares a las naciones desarrolladas, pero con la tasa de natalidad de los países pobres, con lo cual la solución de los problemas sociales era una meta elusiva. Electrificamos el país y construimos la segunda mayor represa del planeta: Guri. Llenamos la geografía nacional de carreteras, autopistas, caminos vecinales, acueductos, cloacas, hospitales, puertos y aeropuertos y los servicios públicos se extendían. Por todas partes surgían escuelas públicas y privadas, así como también universidades. Para 1980 el analfabetismo en personas mayores de 25 años era del orden del 2%. El nivel de vida mejoró exponencialmente. El sistema financiero crecía a ritmo impresionante y nuevas industrias, apoyadas por créditos blandos del Estado, nos permitían avizorar que Venezuela podría incorporarse al privilegiado grupo de las naciones desarrolladas. Estábamos sembrando el petróleo.

 

 

 

Nuestros jóvenes, con una formación excelente lograda en nuestras universidades, viajaban con becas de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho a realizar estudios de posgrado en el exterior con el objetivo de regresar a volcar sus conocimientos en su propia patria, donde tenían un futuro promisorio.

 

 

 

En algún momento comenzamos a torcer el rumbo y después nos hundimos en el marasmo revolucionario. Cuando los errores que se cometen son percibidos con amargura pero a tiempo, las sociedades pueden retomar el camino del progreso. Muchos países sufrieron tragedias peores a la nuestra y lograron levantarse.

 

 

 

Recuperemos la fe en nuestro futuro. ¡Sí, sí podemos! Invito a los jóvenes a soñar nuevamente con Venezuela. Espero que hayamos aprendido la lección. Fueron años de locura y populismo que nos hicieron retroceder varias décadas. Ojalá que nunca, nunca volvamos a repetir los mismos errores.

 

 

 

En próximos artículos profundizaré sobre el cómo. Por ahora todo indica que esta tragedia destructiva está colapsando. El mundo entero, de manera casi unánime, nos apoya. Debemos prepararnos para la aventura vibrante de la reconstrucción. Invito a todos, en especial a los dirigentes políticos, a prepararse para “el día después”.

 

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

 

¿Puede China?

Posted on: septiembre 21st, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Al final de su vida Fidel Castro declaró a Julia Sweing, de la revista The Atlantic Monthly: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros… No se puede exportar porque no funciona ni en la isla”.

 

 

 

El gobernante venezolano pretende confiar la supervivencia de su moribundo régimen a Rusia y a China. Antes expliqué por qué Rusia ya no puede repetir lo que la URSS, en el apogeo de su poderío militar y económico, hizo con Cuba entre 1961 y 1991. Hoy me voy a referir al caso de China.

 

 

 

Ante el fracaso del comunismo, Mao lo había ensayado todo: el “gran salto adelante”, que desembocó en una gran hambruna y provocó la muerte de no menos de 30 millones de personas; el “movimiento de las cien flores», la “revolución cultural” y otras políticas… Nada funcionaba, porque, parafraseando a Marx, el comunismo contiene “el germen de su propia destrucción”.

 

 

 

Al morir Mao, su sucesor –Deng Xiaoping– llegó a la misma conclusión que Fidel: el modelo chino no funcionaba ni en China. Sostuvo: “¿Qué importa que un gato sea blanco o negro con tal de que cace ratones?”.

 

 

 

Impone su propio modelo: “Un país dos sistemas”. Del capitalismo tomó las ideas de mercado que aplicó en zonas económicas especiales con la versión más neoliberal del sistema. Grandes inversiones extranjeras fueron responsables del espectacular crecimiento que experimentó China y que la transformaron en la segunda mayor economía del mundo. Sin embargo, inmensos sectores de la población china, fuera de las “zonas económicas especiales”, se mantenían en su pobreza ancestral.

 

 

 

Pekín está replanteándose el modelo. Su mayor interés es promover un crecimiento hacia dentro para aumentar el nivel de vida de centenares de millones de chinos. Con su perseverancia milenaria están poniendo todo su empeño en ello. Eso sí, al cambiar de prioridades, han sacrificado su fenomenal ritmo de crecimiento. Su PIB, que a partir de 1978 y por tres décadas creció a una tasa de dos dígitos, ahora se ha desacelerado.

 

 

 

En sus relaciones con Venezuela su interés es cobrar los 30.000 millones de dólares que aún les deben y que el país se comprometió a pagarles con petróleo. Pero el régimen venezolano no ha cumplido y hoy se estudia un refinanciamiento.

 

 

 

China sabe que el socialismo venezolano se fue a pique y que la seguridad jurídica brilla por su ausencia. Si bien reciben todo lo que en su desesperación el inmaduro gobernante tropical les ofrece en bandeja de plata, a la hora de la verdad no están dispuestos a entregar dinero fresco ni a realizar grandes inversiones en el país.

 

 

 

La visión que China tiene de Venezuela queda reflejada en los informes de Dagong Global Credit, su calificadora de riesgo soberano –que pertenece a The People’s Bank of China– la cual viene rebajándole continuamente el raiting crediticio al régimen venezolano. Veamos lo que dicen sus informes:

 

 

 

“Los desbalances estructurales de la economía y la seguridad social en deterioro resultan en un descontento público cada vez mayor frente al gobierno… Serios desbalances macroeconómicos arrastran a Venezuela en el corto plazo a una recesión y exacerban el riesgo de tensiones sociales. Su elevado déficit fiscal, sus insuficientes reservas internacionales y las presiones hacia significativas devaluaciones de su moneda local, contribuyen a una evidente tendencia de deterioro en los niveles de solvencia del gobierno (…). A corto plazo, el riesgo de una escalada de conflictos políticos internos aumentará significativamente. La emisión excesiva de moneda conduce a Venezuela a la hiperinflación, y por tanto su entorno de crédito se deteriora continuamente”.

 

 

 

Esa es la visión que China tiene del régimen venezolano. Sin duda, se sentiría más segura con cualquier otro gobierno con el que pudiera sostener relaciones más serias y brindar, como siempre hacen, por “la tradicional y perdurable amistad entre los pueblos de Venezuela y China”. Por otra parte, con íntima sorna, se deben estar riendo del régimen.

 

 

 

China no se desviará de sus metas ni emprenderá aventuras para salvar a nadie. Se trata de una nación extremadamente pragmática, ajena a dogmatismos. Mao para ellos es solamente un “porrón chino” enterrado en una esquina de la plaza Tiananmen. A los amigos del régimen les digo: bájense de esa nube.

 

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

¿Puede Rusia?

Posted on: septiembre 14th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

Es frecuente escuchar que las sanciones de Estados Unidos arrojarán al régimen en los brazos de Rusia y China. Veamos:

 

 

 

En 1961 Fidel Castro dijo: “¡Lo que no pueden perdonar los imperialistas es que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos!”. Acto seguido le entregó Cuba a la URSS, que procedió a emplazar cohetes atómicos capaces de alcanzar todo el territorio de Estados Unidos. Aquello ocurrió en el momento más álgido de la Guerra Fría.

 

 

 

En 1962 un avión espía U2 descubrió aquellos cohetes y Kennedy exigió su retiro. El mundo estuvo al borde de un holocausto nuclear. A última hora, Kennedy y Kruschev llegaron a un acuerdo: la URSS retiraría los cohetes y Estados Unidos se comprometería a nunca invadir Cuba.

 

 

 

Pero la economía cubana estaba destruida. Solo pudo mantenerse porque la URSS se la echó a cuestas. Pudo hacerlo porque la potencia comunista se encontraba en la apogeo de su poderío militar y económico. Una plataforma a pocas millas del territorio norteamericano era un activo estratégico invaluable.

 

 

 

Después el comunismo se vino a pique en el mundo. En el llamado “otoño de las naciones”, en 1989, se desmoronaron la Cortina de Hierro y el Muro de Berlín. Incluso en 1991 el comunismo se desplomó en la propia URSS, la cual se desintegró en 15 naciones diferentes.

 

 

 

 

“Es el fin de la historia” proclamó Fukuyama. Se había acabado la Guerra Fría. Uno de los dos sistemas que pugnaban por controlar el mundo –el capitalismo y el comunismo– había sido derrotado.

 

 

 

Y esto nos trae de regreso a Venezuela. Con varias décadas de retraso, Chávez y Maduro intentaron repetir la hazaña de Fidel: proclamarse socialistas en las propias narices de Estados Unidos. Ya emularon a Castro: destruyeron la economía del país en un lapso asombrosamente corto y lanzaron a 82% de las familias venezolanas por debajo de la línea de la pobreza y a 50% por debajo de la pobreza extrema (UCAB, UCV, USB).

 

 

 

Cabe ahora preguntarse: ¿logrará Maduro repetir la otra hazaña de Fidel, es decir, la de que Rusia se eche a cuestas a Venezuela?

 

 

 

A diferencia de lo que ocurría en 1962, la URSS comunista ya no existe. Rusia atraviesa por una muy comprometida situación económica porque, tal como nosotros, depende extremadamente del petróleo y el gas. No puede, sin embargo, afirmarse que su economía se esté yendo por un sumidero como la venezolana.

 

 

 

Tras sufrir en 2009 la mayor crisis desde el fin del comunismo, Rusia entró en una nueva depresión en 2015 y 2016 debido a la fuga de capitales, la caída del rublo, la baja del petróleo y las sanciones occidentales que siguieron a la crisis de Ucrania. Su economía decreció durante dos años consecutivos (-3,7% en 2015 y -0,8% en 2016) y se prevé un crecimiento marginal en 2017. Su situación podría definirse como “establemente mala”.

 

 

 

 

No está Rusia en condiciones de lanzarse a ninguna aventura. En todo caso, sus prioridades geopolíticas siguen siendo Ucrania (porque en Sebastopol está la flota rusa del Mar Negro) y Siria (porque en Tartus se encuentra su base naval en el Mediterráneo).

 

 

 

Mal podría Rusia echarse a cuestas a Venezuela, cuyo régimen ni siquiera logra pagarle la deuda vencida que alcanza a 2.840 millones de dólares. Rusia tuvo que recortar su presupuesto en 1.000 millones de dólares debido a la falta de pago de Venezuela y, para colmo, los envíos de petróleo por pago de deuda convenidos con Pdvsa no se han cumplido. Adicionalmente, hace poco una naviera rusa –Sovcomflot– embargó en San Martín un cargamento de petróleo de Pdvsa por una deuda de 30 millones de dólares.

 

 

 

El saldo de la gestión revolucionaria es: Pdvsa destruida, la producción petrolera cayendo, escasez rampante, la inflación más alta del mundo, un déficit fiscal inmanejable, el agro devastado, el aparato productivo en ruinas, el bolívar destrozado, crisis humanitaria, aislados del mundo, al borde del default, sancionados por Estados Unidos y sin acceso al financiamiento.

 

 

 

Es poco probable una reedición de la Guerra Fría en defensa del régimen. Dudo que Rusia esté en condiciones de sacarlos del atolladero, aunque sin duda el oso ruso intentará obtener todo el provecho que le ofrecen en bandeja de plata a costilla de nuestra soberanía.

 

 

 

Próxima entrega: ¿Puede China?

 

 

 José Toro Hardy

@josetorohardy

Lilian Tintori

Posted on: septiembre 7th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Venezuela viene atravesando por uno de los momentos más oscuros de su historia. Un régimen feroz, sin escrúpulos de ninguna especie, ha venido destruyendo todas las instituciones que integran el tejido del sistema democrático, dispuesto a cualquier cosa con tal de aferrarse al poder.

 

 

 

Uno de los mecanismos más perversos al cual recurren es el engaño, como medio para destruir el prestigio de sus oponentes y sembrar entre ellos divisiones que los debiliten.

 

 

 

La más reciente trama de esta guerra maligna es el episodio que han construido contra Lilian Tintori.

 

 

 

Lilian, a quien poco conozco a título personal, es un personaje con un magnetismo personal extraordinario. Comienza por admitir que el político es su esposo, pero que ella misma no lo es. Sin embargo, se ha transformado en la encarnación de la lucha de todas las mujeres de Venezuela por devolverles a las familias venezolanas una patria decente donde mujeres, hombres y niños puedan llevar una vida normal y donde exista un futuro mejor al cual todos podamos aspirar.

 

 

 

Lilian, haciendo gala de una voluntad indomable, le ha dado la vuelta al mundo defendiendo la causa de su esposo. Se ha entrevistado con el Papa, con presidentes y primeros ministros, parlamentos, organizaciones internacionales y prácticamente no ha quedado lugar del planeta donde no se haya escuchado su voz. Una voz que clama contra la injusticia y que lucha con tal tenacidad que no hay auditorio que no la haya atendido con simpatía. Es una voz que, como pocas, ha sabido explicar la barbarie que se ha implantado en Venezuela.

 

 

 

Lilian, en suma, se ha transformado en un adversario formidable a quien el régimen quiere destruir. Y no es fácil destruir a quien personifica toda la fuerza moral de una nación que lucha desesperadamente por su libertad.

 

 

 

Había que detenerla. Estaba por iniciar una gira en la que iba a entrevistarse con Rajoy, presidente del gobierno de España; Macron, de Francia; Ángela Merkel, canciller de Alemania; y Theresa May, primer ministro del Reino Unido. Una gira que contribuiría a definir la posición de la Unión Europea frente a las aberraciones que ocurren en Venezuela.

 

 

 

La trama que nos llega tiene lógica. Todo parece haber girado en torno al amor por una abuela anciana y enferma. La solidaridad engañosa de alguien pudo haber sido la brecha para introducir el veneno. Son muchos los que quisieran contribuir con una causa tan humana, pero son pocos los que se atreven a retratarse haciéndolo, así que era comprensible que las ayudas fuesen anónimas y en efectivo. La trampa insidiosa parece haber sido planificada.

 

 

 

¿Cómo podemos prestarnos a contribuir con los objetivos que se buscaron con esa patraña? Entendamos una cosa. El enemigo está en la acera del frente y es uno solo. No podemos permitir que nos pongan a disparar en contra de los aliados que desde nuestro lado de la acera luchamos por un mismo objetivo.

 

 

 

Entendamos, además, que pocas familias han sacrificado tanto en esta lucha existencial por recuperar la patria digna que nos legaron nuestros padres.

 

 

 

Ahí está el caso de Leopoldo, condenado de manera aberrante, retorciendo pruebas que lo único que probaban era su inocencia. A quien ya, desde hace bastante tiempo, el régimen ha querido destruir. Hace años lo inhabilitaron políticamente desconociendo un mandato expreso de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, con lo cual se violaron tratados internacionales sobre la materia. Así será el temor que este joven político les infunde.

 

 

 

Está también el caso de Antonieta Mendoza, la madre de Leopoldo. La imputaron porque cumpliendo con sus obligaciones en Pdvsa firmó en su nombre un aporte para un programa vinculado a la justicia al cual también contribuían el gobierno de Canadá, en PNUD, la ONU y la OEA, entre otros.

 

 

 

Y, desde luego, está igualmente el caso de Leopoldo López Gil, padre de Leopoldo, quien sufre un injusto destierro, el mismo que le fue impuesto a Miguel Henrique Otero, ambos miembros de la Junta Directiva de El Nacional, por el pecado de defender la libertad de expresión consagrada en nuestra carta magna.

 

 

 

Toda la familia es, pues, víctima de una de las más malévolas persecuciones desatadas por el régimen. Pero se trata de una familia que lleva en sus genes, en su ADN, el mandato imperativo de seguir luchando por su patria. Así lo han hecho desde la época de la independencia, una familia que estuvo indisolublemente ligada a la formación de la venezolanidad y a todo lo que nos resulta más admirable de nuestra historia.

 

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

 

¿Cómo afectan las sanciones a Pdvsa?

Posted on: agosto 31st, 2017 by Laura Espinoza No Comments

La situación financiera de Pdvsa se complica aceleradamente. «Su enmarañada red de deudas se expande por todo el mundo, desde reparaciones en astilleros en Portugal hasta facturas por construcción de buques a medio terminar en Irán y Brasil», afirma Reuters.

 

 

La falta de pago oportuno de sus obligaciones mercantiles ha llevado a que empresas que son vitales para el mantenimiento de nuestros niveles de producción se vean obligadas a asumir fuertes pérdidas. Tal es el caso de Schlumberger y Halliburton, quienes han limitado sus operaciones  en Venezuela. También el número de taladros ha caído marcadamente.

 

 

Lo anterior contribuye a explicar la caída vertiginosa de nuestra producción petrolera. En su último Oil Market Report la OPEP señala que en los últimos 19 meses (según fuentes secundarias) la producción ha caído en 443.000 barriles diarios y que para julio del presente año alcanzaba a apenas 1.932.000 b/d (al tomar posesión el presidente Chávez en 1999 producíamos 3,7 millones de b/d).

 

 

Llama la atención el hecho de que mientras el régimen dice que Rusia y China acudirán en su auxilio, una empresa naviera rusa, Sovcomflot, incauta un cargamento de petróleo de nuestra casa matriz por decisión de un tribunal de San Martín alegando una deuda no pagada por 30 millones de dólares.

 

 

Y mientras tanto, un taquero con 1 millón de barriles de crudo pesado venezolano ha estado varado por más de un mes en las costas de Luisiana, en Estados Unidos, por no haber logrado la carta de crédito requerida para realizar la descarga.

 

 

Todo esto son muestras del precario estado de las finanzas de Pdvsa que ha llevado a muchos bancos a reducir su exposición en Venezuela. De hecho el rating crediticio de Pdvsa también refleja la grave situación de la empresa. Sin excepción, todas las agencias calificadoras de riesgo soberano presentan un panorama desolador con respecto a ella.

 

 

Existe por otra parte el temor del impacto que en medio de una situación tan dramática puedan tener en Pdvsa las recientes sanciones de Estados Unidos. Una “disección” de esas medidas anunciadas facilitará su comprensión:

 

 

Primero: Se prohíbe  transar en Estados Unidos deuda nueva emitida por el gobierno de Venezuela y por Pdvsa.

 

 

Segundo: Se prohíbe transar en Estados Unidos deuda vieja que estuviese en poder de instituciones públicas venezolanas. Esta medida está dirigida a impedir operaciones como la reciente venta de bonos de Pdvsa a Goldman Sachs. Pdvsa, con un fuerte déficit en su flujo de caja, viene recibiendo abultados auxilios financieros del BCV. A cambio la petrolera le entregaba al BCV bonos en dólares que el banco conservaba en su poder. Sin embargo, hace algunos meses el BCV optó por vender a Goldman Sachs parte de esos bonos con un descuento de 70% de su valor.

 

 

Tercero: Se prohíbe el pago de dividendos. Esta medida está llamada a impedir que Citgo pueda seguir endeudándose en el mercado de Estados Unidos para trasladar posteriormente esos recursos al gobierno venezolano vía dividendos a su casa matriz, Pdvsa.

 

 

Cuarto: Se prohíben operaciones de capital.

 

 

Esta medida que parece dirigirse a impedir que se puedan ofrecer las acciones de Citgo y de Pdvsa Holdings como garantía para obtener financiamientos frescos. Recordemos que recientemente Pdvsa realizó algunas operaciones que ahora quedarían prohibidas. Entre ellas, la entrega en garantía a Rosneft de 49,9% de las acciones de Citgo para garantizar el pago de un préstamo de 1.500 millones de dólares.

 

 

Operaciones como las anteriores han sido objetadas por otros acreedores que acusan al Estado venezolano de estar insolventándose fraudulentamente a través de negociaciones como las descritas.

 

 

Por otra parte, no prohíben las sanciones establecidas en el decreto del presidente Trump la compra de petróleo a Venezuela, que actualmente exporta 750.000 barriles diarios a ese país. Tampoco limita la venta de petróleo y productos a Venezuela. Recordemos que Pdvsa viene comprando en Estados Unidos importantes cantidades de crudo liviano WTI y naftas para usarlos como diluyentes en el procesamiento de crudos extrapesados de la faja del Orinoco y así lograr una mezcla media que en buena medida se usa para pagar con petróleo las deudas con China, cuyo saldo actualmente es de 30.000 millones de dólares.

 

José Toro Hardy 

@josetorohardy

¿Quién dijo desaliento?

Posted on: agosto 24th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

Un amigo, abatido por el desaliento, me comentaba que el camino que nos aguarda es el de Cuba, donde los Castro tiranizaron a esa isla por casi seis décadas.

 

 

Estoy en total desacuerdo. Veamos:

 

 

Cuba fue la última colonia española. Su guerra de independencia se inició en 1895 con el Grito del Baire y concluyó con el Tratado de París en el que España renuncia a su soberanía sobre la isla. Finalizada la guerra se temió que Estados Unidos –que le había declarado la guerra a España en 1898 por el hundimiento de su acorazado Maine en La Habana– se apoderase de la isla. Ello sembró una animadversión hacia ese país. El 20 de mayo de 1902 nace la República de Cuba bajo tutelaje estadounidense. A lo largo de su historia prácticamente no ha conocido la democracia.

 

 

 

La Revolución cubana fue la alternativa a una III Guerra Mundial. Para 1962 la URSS había emplazado misiles atómicos en la isla capaces de alcanzar todo el territorio de Estados Unidos. El mundo estuvo más cerca que nunca del estallido de una guerra nuclear. Finalmente, Kennedy y Krushev llegan a un acuerdo. Krushev retiraría los cohetes y Kennedy se comprometería a que Estados Unidos nunca invadiría Cuba.

 

 

 

De allí en adelante, el régimen cubano solo pudo subsistir gracias al apoyo masivo de la URSS. Cuando cae el Muro de Berlín en 1989, colapsa el comunismo y en 1991 se desploma y desintegra la URSS, Cuba entra en el “período especial” sufriendo graves carencias. Solo pudo superarlo cuando Chávez llega al poder y sustituye el apoyo soviético.

 

 

 

La Revolución cubana alardeaba de dos virtudes: épica y ética. Nace de una cruenta lucha armada en la Sierra Maestra, derrocando finalmente a Fulgencio Batista en 1959. Fidel Castro convence a un mundo crédulo de que aquella fue una epopeya cargada de ética.

 

 

Coincide con el momento más álgido de la Guerra Fría. Cuba era mimada por las izquierdas del mundo. Intelectuales de alto calibre, como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Benedetti y muchos otros, le dieron un lustre particular.

 

 

Todo lo anterior contrasta radicalmente con la revolución del siglo XXI. Venezuela fue de los primeros países en emprender la lucha por su emancipación. Fuimos durante décadas una de las democracias más sólidas y antiguas de Latinoamérica. Lejos de tener una animadversión hacia Estados Unidos, fuimos uno de sus más cercanos amigos. Incluso durante la II Guerra Mundial –aun manteniéndonos neutrales– fuimos un factor determinante del triunfo por haber aportado más de 60% del petróleo utilizado por los aliados durante el conflicto.

 

 

La revolución venezolana no se ha caracterizado por virtudes enaltecedoras como la épica ni la ética. La épica se limita a una intentona militar fracasada en 1992, y la ética brilla por su ausencia, destacándose más bien por ser el régimen más corrupto en toda la historia del continente. Ningún intelectual de valía la apoya.

 

 

La revolución del siglo XXI es el resultado de un accidente histórico: una etapa en la que los precios del petróleo alcanzaron máximos nunca antes imaginados alimentando un carnaval de populismo y devastación. En lugar de promover una economía sustentable, el régimen desmanteló las instituciones y arrasó con todo.

 

 

Al caer el petróleo y morir Chávez, la revolución no tiene la menor posibilidad de subsistir. La economía colapsó, la moneda destruida junto con el aparato productivo, la industria petrolera severamente dañada, la inflación más alta del mundo, al borde del default, escasez insoportable, 82% de la población por debajo de la línea de pobreza y 50% de pobreza extrema.

 

 

Ni Rusia ni China pueden echarse a cuestas a Venezuela como pudo hacerlo la URSS con Cuba en plena Guerra Fría. Rusia, también en crisis, tiene problemas más acuciantes en Ucrania y Siria. A China lo que le interesa es recuperar el dinero prestado. Por su parte, Cuba se aferra a Venezuela porque su alternativa es morirse de hambre.

 

 

Lo repito, la constituyente le está saliendo al régimen por la culata. Ha logrado una coincidencia mundial sin precedentes. Desde los 29 países de la Unión Europea hasta la inmensa mayoría de las naciones del hemisferio occidental y el Mercosur han declarado la muerte de la democracia en Venezuela. Tal consenso no se había visto en toda la historia de Latinoamérica. A ello se le suma un severo aislamiento financiero y la incertidumbre de posibles sanciones. Un régimen amenazante, pero exangüe sufre sus últimos estertores.

 

 

La rueda de la historia, inexorable, está girando. ¿Quién dijo desaliento?

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy

El dilema: los pros y los contras

Posted on: agosto 17th, 2017 by Laura Espinoza No Comments

 

Los venezolanos estamos enfrentados a una decisión trascendental: ¿participamos o no en las regionales?

 

 

Al escuchar los argumentos de quienes se oponen a participar pienso que tienen toda la razón. Pero cuando analizo las razones de quienes dicen que sí debemos hacerlo, creo que también la tienen.

 

 

 

Enfrentamos un dilema. Ocurre cuando frente a una situación hay dos opciones de acción alternativas pero ninguna de ellas resulta completamente aceptable o completamente inadmisible.

 

 

 

En pro de participar está la experiencia aprendida en las parlamentarias de 2005 cuando la oposición decidió no concurrir por falta de confianza en el CNE. El resultado fue que a pesar de una abstención electoral de 75%, el oficialismo, con muy poca votación, se apoderó de la totalidad de los escaños del Parlamento.

 

 

 

A partir de ese momento el régimen modificó como le vino en gana las leyes, estableciendo una fuerte deriva autoritaria que condujo a una destrucción masiva del aparato productivo y nos condenó a padecer la inflación más alta del mundo.

 

 

 

El 30J un régimen tambaleante convocó una constituyente fraudulenta que no puede ser supraconstitucional porque no fue convocada por el pueblo sino por Maduro, porque hicieron trampa incluyendo más de 1 millón de votantes fantasmas (como lo reconoció Smartmatic) y porque el conteo fue fraudulento. Le asestaron una “puñalada trapera” a la democracia.

 

 

 

Para colmo de males esa constituyente aberrante destituye a Luis Emilio Rondón, el único rector del CNE que podía defender la ecuanimidad del proceso. El régimen reta, quiere dividir a la oposición. Su intención es clara: no quiere que esta concurra a las elecciones. Aspira a repetir la jugada de 2005. Sospecho, sin embargo, que si inscribimos candidatos buscará alguna excusa para no realizarlas porque sabe que perdería.

 

 

 

Una cosa es segura, si no participamos se van a quedar con todas las gobernaciones. Dirán –como ocurre en Cuba– que ganaron con más de 99% de los votos, entre otras cosas porque no habrá observadores internacionales, ni siquiera Smartmatic, ni testigos de la oposición. Todo se habrá consumado. Ni siquiera podríamos denunciar un fraude.

 

 

 

Pero, por otra parte, están los argumentos sólidos en contra de concurrir a esa parodia electoral. La oposición acaba de realizar un plebiscito al cual concurrieron más de 7,6 millones de venezolanos que marcaron una clara hoja de ruta a través de un impecable ejercicio democrático.

 

 

 

“Participar en ese proceso electoral sería traicionar el mandato popular que se expresó el pasado 16 de julio. No vamos a caer en la trampa de las elecciones regionales. Nos deslindamos de un factor de la MUD que parece unirse a la validación de una dictadura mafiosa y sus elecciones amañadas”, afirmó María Corina Machado. Más aún, por fin la comunidad internacional finalmente ha comprendido el drama de Venezuela y, de alguna manera, concurrir a las regionales podría ser interpretado como una legitimación y reconocimiento a un CNE absolutamente írrito.

 

 

 

Debo confesar que mi corazón se inclina por esa última posición. Sin embargo, la razón me indica que no es el momento de dividirnos. “El corazón tiene sus razones que la razón no comprende”, decía Pascal, filósofo francés del Siglo de las Luces.

 

 

 

La razón me dice que debemos continuar a toda costa unidos en esta lucha existencial por salvar nuestra democracia, nuestra patria y nuestros valores. La división entre los líderes está enfriando la calle y eso no debemos permitirlo.

 

 

 

Me pregunto: ¿con qué mecanismos contamos para imponernos al régimen? Hasta que surja alguno más contundente, estoy convencido de que nuestra mayor fuerza es la unión.

 

 

 

Quienes están en contra de participar sostienen que las dictaduras no salen con votos. Sin embargo, todas las dictadura latinoamericanas de los setenta y los ochenta (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, etc.) salieron con votos. Cuando el agua les llegó al cuello, se vieron obligadas a convocar elecciones y a respetarlas. Lo mismo ocurrió en el “Otoño de las Naciones” cuando en 1989 el comunismo se vino a pique en toda la órbita soviética e, incluso, en 1991 en la propia URSS. Por supuesto, ello requirió previamente del colapso de esos regímenes.

 

 

 

Diría que la constituyente les está saliendo por la culta. La avalancha internacional de posicionamientos contra el régimen es de proporciones desconocidas en la historia latinoamericana. El viejo continente se ha unido al nuevo para denunciar la ruptura del hilo democrático en Venezuela.

 

 

 

¿Será que la economía y la reacción internacional jugarán un papel decisivo en el colapso del régimen?

 

 

José Toro Hardy

@josetorohardy