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El chavismo bajo sospecha

Posted on: octubre 5th, 2013 by Super Confirmado No Comments

El perro incendiado

 

Han sido días muy amargos. Una explosión causada por la manipulación errada de los “especialistas” en suministro de gas incendió mi casa.

 

Donde otrora hubo verdor, color y luz ahora predomina la ceniza, la mancha y la oscuridad. Los estragos, la pestilencia y la calcinación circundan, como si por mi casa se hubiese asomado el chavismo.

 

Mis hijos y yo estamos aturdidos, pero vivos. No sabíamos apagar el fuego. El agua aviva las llamaradas, las ensancha. Fue francamente pavoroso. Un estrépito. Un vértigo de aullidos y llanto.

 

Llanero, nuestro gigantesco mastín español, nos deslumbró, se convirtió en una hoguera movediza. Sudada flamas, ardía. Aterrador, tristísimo. Mientras yo inventaba fórmulas para impedir que el incendió hiciera estallar la cocina, mi hijo Leonardo, poniendo en riesgo su propia integridad física, se abalanzó sobre él y logró sofocar esa fogata viviente, esa lumbre y sus roncos alaridos. El agua funcionó en este caso, pero más funcionó el amor y la valentía. Recuerdo aún con lágrimas ese momento de heroicidad efímera.

 

Por tranquilidad emocional y para conversar en equilibrio mi espíritu, he decidido considerar el hecho como un accidente, una mala práctica o, en el peor de los casos, una agresión culposa causada por la errada manipulación de los “especialistas” del gas.

 

Sin embargo, lo confieso, no puedo lograr liberarme de la duda, tantas amenazas en las últimas semanas, algunas de ellas arteras y sutiles (que son las más peligrosas), me empujan a las ascuas de la incertidumbre.

 

¿La llama del totalitarismo se habrá encendido?

 

 

 

Venezuela bajo sospecha

 

La Procuraduría General de la República (PGR) mexicana no descarta ninguna hipótesis. Según me mencionan, conocen a ciencia cierta -la han sufrido y sangrado- la estrecha vinculación entre los carteles de las drogas en México y el narcoestado venezolano.

 

Me hablan del “Cartel de los Soles” con aterradora minuciosidad. Conocen los nombres de los militares del alto gobierno venezolano que son acusados por narcotráfico y perseguidos por el gobierno de los Estados Unidos. Pienso: mientras en el mundo hay avisos que los muestran como narcotraficantes en Venezuela son gobernadores, ministros, jefes de la Guardia Nacional y del Ejercito.

 

Los policías me hablan además de otra extirpe de bandoleros venezolanos que hacen vida en México. Se trata de una red criminal de “revolucionarios” que se dedica a cometer fraudes electrónicos en el sistema financiero, los sofisticados azotes en la clonación de tarjetas de crédito y en la usurpación de cuentas bancarias mediante internet. Los llaman los “especialistas”.

 

Por último, me explican también que la alianza entre el narcotráfico mexicano y el narcoestado venezolano (así mismo) financia el “socialismo del siglo XXI” en México, que no son otra cosa sino perturbadores de oficio, el lumpen sedicioso y vil que todo corrompe en esta sociedad (la mexicana) que quiere paz y desarrollo. Involucran al Embajador de Venezuela con esto.

 

“Aquí en México, Venezuela está bajo sospecha, todos los venezolanos son sospechosos. Así que cualquier hipótesis en su caso es posible”, me dicen con sorna policiaca.

 

Aunque les insisto en que para mí la explosión fue un acto culposo no alevoso, sólo acierto señalar ante tan denigrante señalamiento: “No todos los venezolanos son sospechosos, hermano, son los chavistas y su podredumbre -que todo quema- los que tienen que tener bajo sospecha…”

 

 

 

El piano como un grito

 

En medio de mi conmoción personal y todavía aturdido por las dudas sobre la explosión en mi casa, me entero del incidente de mi admirada Gabriela Montero en su presentación en Paraná Brasil.

 

Gabriela es la pianista clásica más laureada y portentosa de la historia de Venezuela y probablemente de Latinoamérica. Inmortal por sus mundialmente aplaudidas improvisaciones y célebre por el amplísimo repertorio clásico que puede interpretar con pasión y rigor insospechados (la consentida de Alemania, la llaman algunos críticos), Gabriela compartió con el violonchelista Yo-Yo Ma el escenario musical que le dio la bienvenida al primer Presidente negro de la historia de los Estados Unidos, Barack Obama, cuando fue juramentado ante el Capitolio.

 

Recientemente Gabriela compuso una sublime, pero en momentos turbadora e irrespirable pieza para piano y orquesta llamada Ex Patria. Una interpretación de la Venezuela que somos en estos días, a un tiempo excelsa y aterradora.

 

De una intensidad y vigor deslumbrantes, Ex Patria sintetiza la desgarradura venezolana de principios de siglo XXI. Nadie queda inmune después de escucharla, Gabriela nos eterniza como parte de la convulsión sociopolítica que somos, hace de nuestra asfixia una estética.

 

Antes de iniciar la interpretación de Ex Patria en Paraná, un sospechoso chavista la interrumpió e insultó frente al atónito público. Como buena venezolana que es, con esa inteligencia lúcida y combatiente tan reconocible en las mujeres vitales de nuestra cultura, Gabriela respondió al agresor con argumentos impecables, pero principal y especialmente con música.

 

Su piano fue el grito que encendió el Amazonas y elevó hasta la eternidad un instante de belleza y pasión infinitos. Como testigos de aquella experiencia imperecedera, el público aplaudió de pie durante inmensos y largos minutos; el público y la orquesta. Mientras tanto el chavista quedó apocado ante el bello grito del piano.

 

La Venezuela creadora, sublime y memorable, libre de sospecha chavista, se impuso.

 

Llamé a Gabriela para apoyarla después de lo acontecido en Brasil, a su vez me comentó que se había enterado de la explosión en mi casa en México.

 

Lloramos juntos al teléfono, nos abrazamos fraternalmente y consolamos nuestra angustia con ese cariño inmaculado, lleno de visión y esperanza, que sentimos los venezolanos que nos sentimos abochornados por esa sospecha corrupta y narcotraficante que es el chavismo.

 

Cerramos la conversación prometiéndonos el uno al otro seguir luchando, no flaquear, persistir hasta que la libertad y la paz no sean un grito desesperado, sino una excelsa melodía que perennice, reinventándola, a nuestra Patria. Claro, en ese colosal esfuerzo, Gabriela es la Maestra y yo su humilde aprendiz.

 

Seguimos…

@tovarr

Por Gustavo Tovar Arroyo

Apuntes sobre una Venezuela que se apaga

Posted on: septiembre 7th, 2013 by Super Confirmado No Comments

De la desesperación al pronunciamiento

Estamos ante un tiempo de agonía, con incredulidad advertimos como Venezuela se desintegra, o mejor, se apaga. A veces no sabemos cómo reaccionar. La gravedad -apocalíptica- del entorno es demasiado ficción, demasiado incierta e improbable, provoca en nosotros reacciones confusas: irritación, desesperanza, resignación. El asombro no se agota. Esta aquí en el centro del pecho y se anuda en la garganta. Es tan punzante que marea. Todos los días nos asiste un nuevo estallido de imbecilidad. Todos los días.

 

He pensado dejar de escribir. Aunque no lo crean, hacerlo, en una perenne queja, agobia, desespera. No soy -ni puedo serlo- de esos escritores que se sientan semana a semana a dictar cátedra ni puedo fingir mi arrechera, sí, mi arrechera en el sentido venezolano del vocablo: mi enfurecimiento. Escribo desde una libertad crítica, pero sentida. Me enardezco, no lo oculto ni lo niego, tanto disparate agota. Estamos exhaustos. Pero debemos seguir…, seguir hasta que nos hayamos liberado del oscurantismo socialista. No hay opción. Nuestro destino es la libertad.

 

Agradezco a quienes me leen y comentan (intento leer todas y cada una de las reflexiones que aparecen en las redes sociales sobre mis escritos). Entiendo que mi desesperación es una desesperación colectiva, y no escribir, y no pronunciarme, es una traición a ese sentimiento unánime de arrechera que sentimos la mayoría de los venezolanos.

 

Yo no traiciono ni traicionaré mi ira. El hartazgo debe pronunciarse, alguien debe agarrar por el cuello al madurismo y escupirle en la jeta la profunda indignación que sentimos por lo que intenta apagar en Venezuela: nuestro espíritu.

 

El socialismo que lo apaga todo

La desolación que cunde en Cuba, su silencio y oscuridad son aterradoras. Lo mismo se evidenció en los países que fueron apagados por el socialismo en la Europa del Este: soledad perpetrada.

 

Me sorprende que la oposición venezolana no despedace con razones y argumentos, con evidencias, la lepra ideológica que intenta apagar nuestra vitalidad histórica. No entiendo tanta condescendencia.

 

Venezuela es una nación que se apaga, su luz, su creatividad y vigor, expiran. Se trata de un martirio más espiritual que material. Lo material es tan sólo una advertencia física, digamos, política, de nuestra penumbra.

 

El socialismo se está perpetrando y nos asola. ¿Quién lo acusa? ¿Quién revela y denuncia su negrura?

Hitler fue socialista, Stalin también. Castro lo es y Chávez lo fue. Maduro intenta serlo. Sin embargo, el apagón en sus respectivas naciones no lo causaron realmente ellos, ellos tan sólo fueron sus artífices. El apagón lo causó la peste socialista. Su ineficiencia, su intolerancia, su prostitución de valores, su corrupción que todo corroe, que todo pudre.

 

No podríamos decir que fue Chávez quien devastó Alemania o Rusia, tampoco China o Polonia. La devastación la causó el socialismo y su perversidad que ensombrece.

 

La derecha y el apagón

No le creo una sola palabra al socialismo del siglo XXI, no pierdo un segundo de mi tiempo escuchando sus farsas o fingimientos. Siempre mienten. Lo único que aspiran es arrasar -con oscuridad- todo a su paso. Sin embargo, Nicolás Maduro en su inquebrantable imbecilidad nos reveló quién estaba detrás del golpe eléctrico: la derecha.

 

Claro, es obvio, Rafael Ramírez -insigne paladín de la más rancia y enviciada derecha venezolana-junto a sus socios de Derwick Associates (empresa eléctrica que ha logrado el milagro de apagar a Venezuela), con su corrupción y cinismo, son los causantes del golpe, son los saboteadores de nuestra luz.

 

Lo dijo Maduro, no yo. Si no que aclare si los niños de Derwick, Trebau y Bentancourt, son revolucionarios de izquierda como el Ché o ambiciosos capitalistas como Rockefeller. Nos encantaría saber qué opina el bobalicón sobre la derecha saboteadora.

 

Lo triste, lo frustrante, es que ese casamiento perverso entre la corrupción socialista y la codicia de la derecha son la peste que tiene sin aliento a Venezuela, la peste que nos apaga como sociedad.

 

El ex Embajador y Subsecretario para asuntos del hemisferio occidental del Departamento de Estado, Otto Reich, ha demandado a los “bolichicos” -así los llama en la demanda- propietarios de esa oscuridad llamada Derwick Associates. La demanda ha puesto al descubierto la perfidia que vincula al socialismo con la derecha más viciosa de la Venezuela chavista.

 

Otto Reich demanda la envilecida codicia de la derecha y me pregunto: ¿quién demanda al socialismo? ¿Quién carajo lo condena? Al meno yo lo hago, por eso escribo y seguiré haciéndolo.

 

Ya que no hay luces, algo de moral

El apagón no es eléctrico es anímico. A tientas andamos buscando algo de luz en este largo eclipse de brío que nos afecta.

 

Estoy convencido de que llegará. La fuerza que mueve a las sociedades en declive es la moral. Sólo ella podrá desvanecer -condenándolo, aborreciéndolo, agarrándolo por el cuello y escupiéndole a la jeta (sin rubor)- al pervertido socialismo y abofetear a la rancia derecha y su codicia.

 

El madurismo no tiene ni tendrá moral, mucho menos luz, está dominado por la traición del oscurantismo cubano y su socialismo que todo apaga.

 

No hace falta encender un interruptor eléctrico ni esperar que Ramírez y Derwick nos obren su oscuridad para imponer la verdadera y liberadora moral bolivariana. No hace falta. La luz, nuestra luz, la impondrá nuestro brío. Que los que intentan apagar a Venezuela sepan, lo sientan y padezcan, que nuestro espíritu no se apaga. Está intacto. La luz, nuestra luz, está encendida.

 

Por Gustavo Tovar Arroyo

Hugo Chávez y su “Revolución Cartier»

Posted on: agosto 24th, 2013 by Laura Espinoza No Comments

Confesión de risa

 

Con mis últimos artículos he herido algunas sensibilidades chavistas. Están consternados. No esperaban una radiografía tan incontrovertible de su inmoralidad.

 

Me río y lo celebro, debo confesarlo. Son tantos los daños y tan seguidos que su engaño socialista le ha causado a nuestro país, que desafiarlos, para ridiculizarlos, me consuela y colma de gusto: me reivindica.

 

No lo oculto, me deleita ponerles la pluma en la llaga, enterrarla hondo, hondísimo, y observar con calculado regocijo como no les queda otro remedio que silenciar su dolor, su humillación y su ira. No pueden responder, el sólo debatir los incrimina.

 

Esta entrega aspira calificar la despelotada y cínica locura que intentan llamar “revolución”; y claro, hundir un poco más mi pluma en su llaga.

 

Elena Frías de Chávez y sus nietos

 

Espejo radiante de la descomposición moral y el descaro nuevo rico del chavismo revolucionario lo representa la familia de Hugo Chávez.

 

Ellos son los burgueses predilectos del socialismo del siglo XXI, los insignes “revolucionarios” en su máximo esplendor.

 

Regordetes, vulgares, ostentosos y cursis, encarnan una burguesía afectada por la ridiculez y por la falta de desodorante. Huelen a azufre, de corrupción.

 

Observar las fotografías de la transformación de Elena Frías de Chávez, su perrito encaramado en la cartera Cartier (¿o Fendi?) o las evidencias del desvergonzado lujo de sus nietos, quienes nos muestran “por qué ser rico es malo” entre borracheras, drogas (¡no me hagan hablar!, lo advierto), relojes impagables, aviones, helicópteros, carros de lujo, mansiones, compras en Estados Unidos y viajes al exterior, por no hablar del corrupto uso de los recursos del estado en todo esto, nos permite llegar a una conclusión: la revolución chavista fue una delirante manera de hacerse rico y famoso, nada más.

 

La corrupción sin disfraz

 

Los chavistas están atrapados en su mentira y deshonor. Hablan de socialismo y honestidad, ante una inocultable demostración de nuevo riquismo y corrupción, sin fingimiento ni pena.

 

Jamás en la historia de Venezuela se robó tanto a la nación ni de manera tan abierta y descarada como lo hizo Chávez, su familia, sus allegados y sus socios. Jamás.

 

Lo trágico es que, como usurpadores, permanecen en el poder y sin ningún escrúpulo siguen mostrando toda la fastuosa podredumbre y corrupción de la “revolución”, ahora a cuenta doble, dado que insólita y delincuencialmente son dos las familias que se disputan el latrocinio nacional: los Chávez y los Maduro.

 

¿Revolución o revuelta?

 

Desde el punto de vista filosófico o político, en Venezuela no protagonizamos una revolución a la manera que sí lo hicieron los franceses, los rusos, incluso, los cubanos.

 

En Venezuela no cambió el sistema, simplemente se reforzaron los males políticos del pasado: la corrupción, el clientelismo, la demagogia, el despotismo y la arbitrariedad; además, se institucionalizó el despelote, la algarabía y la intriga.

 

Octavio Paz hace una certera diferenciación entre los términos revolución y revuelta en su ensayo Corriente alterna. Por la relevancia del análisis, me detengo y cito al escritor mexicano:

 

“La revuelta es intrigante, siembra confusión; la revolución procura un cambio violento de las instituciones. La revuelta no implica ninguna visión cosmogónica o histórica: es el presente caótico o tumultuoso, el alboroto; la revolución está ungida por la luz de la idea, es filosofía en acción, crítica convertida en acto, violencia lúcida.”

 

Pienso que Venezuela, con Chávez, sufrió una revuelta histórica y no una revolución, aunque reconozco que en lo único que sí ha sido revolucionario el chavismo, donde sí hubo un cambio violento con el pasado, una filosofía de acción, una violencia lúcida fue en su cinismo híper burgués, en su corruptela y, por supuesto, en su ostentosidad.

 

La revuelta es vuelta al pasado, anacronismo: eructo. Además, la revuelta revuelve las cosas, las enreda y confunde: es una algarabía de empujones y chismes. La revolución es fractura definitiva y nacimiento. Aniquila todo a su paso y crea algo nuevo.

 

En Venezuela, con Chávez, no ocurrió ninguna fractura definitiva con el sistema ni un aniquilamiento de las instituciones. Se mantuvo el eructo del pasado, se revolvió, se enredó, y, en medio de una algarabía de empujones y chismes, se pudrió el país hasta su colapso.

 

Lo único nuevo, lo verdaderamente revolucionario, fue la institucionalización total y descarada de la corrupción y la ostentosidad.

 

Lo peor del capitalismo se confundió con lo peor del comunismo y surgió el chavismo, esta vaina despelotada y chiflada que hoy nos caricaturiza y abochorna.

 

¿Revolución Cartier o Gucci?

 

Me pongo muy exquisito cuando intento determinar si en Venezuela padecimos una revuelta o una revolución. Sin duda, en términos políticos y filosóficos, el chavismo fue una revuelta, un despelote totalitario; nunca una revolución.

 

Pero el chavismo no tuvo nada de político ni de filosófico, fue un circo de lujos y corrupción. En ese sentido sí fue una revolución, algo que rompió con todo lo conocido en el pasado, uniendo, en su creación, lo peor del comunismo y del capitalismo.

 

¿Cómo denominar esta contradicción política, esta paradoja histórica?

 

¿La Revolución Gucci? ¿La Revolución Cartier? ¿Armani, Dolce Gabbana, Louis Vuitton? El acertijo podría ser resuelto exhumando el cadáver del embalsamado. ¿Cuál de los doscientos impagables relojes se llevó al infinito de su corrupción?

 

Yo creo que fue el reloj Pasha de Cartier, Hugo Chávez siempre supo enarbolar su revolucionaria desfachatez. ¿Por qué no habría de hacerlo en su lecho final?

 

La contradicción pervivirá, quedó embalsamada.

 

Gustavo Tovar

Pedro Carreño: perfil de la idiotez

Posted on: agosto 17th, 2013 by Super Confirmado No Comments

La comedia trágica venezolana

La literatura es sabia, muy sabia y el teatro de Moliere lo fue substancialmente. No sabemos cómo logró chupar la médula de ciertas psicologías humanas y reflejarlas en su dramaturgia, pero lo hizo con magisterio intemporal y universal.

 

Si Moliere hubiese vivido en la tragedia venezolana del usurpador Nicolás Maduro habría escrito las piezas más sublimes de la comedia latinoamericana. Esa caricatura vulgar y bochornosa que es el socialismo del siglo XXI, en la que el delincuente más despreciable y feroz llega al poder político, se refina, amanera y sacude a la opinión pública con sus torpezas, burradas y cinismo, no habría pasado desapercibida por el francés.

 

Esta semana otro capítulo crucial de nuestra tragedia cómica ha sido ofrecido por la idiotez del madurismo. Su protagonista, un estafador estrafalario y bruto llamado: Pedro Carreño, alias “Carroña” (siguiendo la nomenclatura de las FARC, que a todo le ponen un apodo). A él ofrecemos esta caracterización teatral, que seguro no entenderá.

 

Alias “Carroña”: Ecce Homo

Cuando uno piensa en los revolucionarios modernos saltan a la mente nombres legendarios como Franklin, Robespierre, Miranda, Lenin, incluso, el Ché, quienes -sin incurrir aquí en su valorización- fueron personajes de su tiempo y que con sus faenas sellaron para bien o para mal, como relámpagos, su momento histórico.

 

Cuando historiadores y hombres de letras se detengan a recrear y caracterizar la comedia trágica que ha representado la usurpación madurista para Venezuela, estimo que el hombre indicado, el ecce homo, para sellar el momento -aunque como relámpago apocado- es Pedro Carreño, alias “Carroña”.

 

No puede ser otro. Es él

Carreño, la doña mofletuda e histérica del madurismo, absolutamente impostor en su puritanismo, corrupto y voraz, es el santo y seña de esta farsa llamada “socialismo del siglo XXI”.

 

Como buen madurista, su feligresía por la idiotez es obstinada, pero su hipocresía es proverbial. No sólo por las burradas que ha dicho en la Asamblea Nacional; por las fiestas mil millonarias -nuevas ricas y cursis-pagadas con su sueldo de diputado (¿cómo hará?); o por su aburguesamiento retaco que lo reconoce mundialmente como el diputado Louis Vuitton de la “revolución chavista”; sino por su torpe afán de parecer un “revolucionario” y comportarse como él supone que se debería comportar uno de su clase: “es problema de ellos lo que hagan con su culo” (palabras de Carreño, no mías), es decir como un miserable.

 

Pensar en la histeria mofletuda y procaz, híper vergonzosa e idiota de Pedro Carreño como si se tratase del comportamiento de un “revolucionario” es un dadaísmo político, una burla.

 

Alias “Carroña”, como revolucionario, es en sí mismo un sarcasmo, una grotesca desfiguración, una memorable morisqueta, sólo comparable a la deformación que recibió el mural Ecce Homo en el Santuario de Misericordia de Borja (Zaragoza) por la mano inexperta de otra doña, Cecilia Giménez, pero de la pintura.

 

(Si no saben a qué me refiero, por favor no dejen de buscar la referencia en Internet: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/21/actualidad/1345563468_581914.html)

 

El Tartufo barinés

Pedro Carreño, personaje ruin del chavismo, harto conocido por las idioteces que suelta sin ningún resquemor, a quien no se le conoce atributo intelectual o político alguno para ocupar el cargo que detenta, salvo el de haber sido recogido por su infinito amado: Chávez, se presenta como un mentiroso devoto del socialismo.

 

Su hipocresía no tiene límites. Es nuestro Tartufo barinés. Cruel delator de su propia farsa y patraña socialista no sólo por su facha emperifollada y lujosa, sino por el uso vergonzoso que hace de unas riquezas que nadie entiende cómo las obtuvo, ha resultado ser, además, un simulado moralista.

 

A última hora, el madurismo y su cómica revolución lo han convertido-y aplaudido- como el santo inquisidor de la homosexualidad. Misión atroz que tan sólo uno que lleva la ruindad en el alma, pero el cinismo tatuado en la frente, puede completar.

 

Millonario fanfarrón y fingidor contumaz de una moralidad que no practica, Pedro Carreño con su cinismo y desfachatez ha tocado fibras sociales sensibles. Lo bueno es que ha quedado al descubierto, y con él, el infame e inmoral socialismo del siglo XXI.

 

Imagino que, con toda justificación, la gente honesta del chavismo o conocidos homosexuales del madurismo como Roy Chaderton, Jorge Rodríguez o Juan Barreto, lo execrarán. Su hipocresía no puede quedar impune. El destino del Tartufo original de Moliere: el repudio social e histórico, se repetirá con el barinés, alias “Carroña”.

 

El impresentable

Hugo Chávez señalaba que -en ese universo de mediocres que fue el chavismo- Pedro Carreño era impresentable, quizá por ello siempre lo relegó a puestos menores.

 

Fuese impresentable o no, el Tartufo barinés, alias “Carroña”, es el prototipo ilustre de la corrupción moral y material que destaca al socialismo del siglo XXI, es muestra de su hipocresía relampagueante.

 

Lo protagonizado esta semana por Pedro Carreño no sólo es penoso desde el punto de vista humano, es angustiante desde el punto de vista político: se institucionaliza la idiotez como forma de gobierno. Moliere lo habría descrito infinitamente mejor que yo, sin embargo, estoy seguro de que no lo habría sufrido tanto. Él escribía sus dramas, nosotros los padecemos cada segundo…

 

@tovarr

Por Gustavo Tovar Arroyo

Cilia Flores, alias “Primera Combatiente”

Posted on: agosto 10th, 2013 by Laura Espinoza No Comments

“¡Coño, habrá alguien que le diga a Nicolás

 

que deje de estar mostrando a Cilia!”

 

Mario Silva

 

El vómito

 

Pocas veces, al escribir, había experimentado la desagradable sensación física del vómito. No soy muy sensible a las intoxicaciones ni a las pestilencias, fui criado pisoteando bosta de ganado y salpicado por sudores animales sin que ninguna náusea me afectase.

 

Por eso, cuando inicié mi averiguación para escribir este intrincado texto, me sorprendí mucho por el sentimiento de asco que me causaba escribirlo. Y el asco por lo humano, o mejor, por lo inhumano, es una de las emociones más mordaces que puede sentir nuestro espíritu. Nos marea y merma.

 

Creo que mi repugnancia por lo que está ocurriendo en Venezuela es parte de una repugnancia mayor, de una repugnancia unánime y colectiva.

 

El vómito es, a veces, el mejor alivio.

 

La extraña muerte de José Sabre Palacios Marroquín

 

Muerte; otra muerte que sumada a la de ciento de miles de muertes que ha traído el chavismo y su desprecio absoluto por la vida humana, a lo mejor ya no significa nada para la sociedad.

 

Pero la extraña muerte por asesinato de José Sabre Palacios, gerente general de Administración de la Procuraduría General de la República, la noche del viernes 5 de abril no se trata de cualquier muerte.

 

José Sabre no era un funcionario más de la inmensa burocracia chavista, José era supuestamente el hombre de confianza administrativa de la ex Procuradora General, Cilia Flores (alias “Primera Combatiente”) y de su asistente, Carolina Cestari, a quien Mario Silva -en su celebérrimo audio- acusó de ser una “tipa malvada”.

 

Por más que el ex conductor de La Hojilla sea en la actualidad un facineroso apocado, humillado y cesante; y por más que no demos ningún crédito a sus opiniones siempre criminales, delirantes y falsificadoras; la relación casual (escribí “casual”, no causal, aclaro) de los hechos entre la muerte de José y el olvido de sus empleadoras no deja de escandalizarnos, alertarnos y repugnarnos, hasta la asco.

 

¿Tipa malvada?

 

No conozco a Carolina Cestari y, como dije antes, no doy ningún crédito al defenestrado Silva, pero estimo que en aras de la salud pública y para impedir las dudas que están surgiendo en torno a la muerte de José Sabre, Cestari y su jefa, Cilia Flores, alias “Primera Combatiente”, deberían ofrecer apoyo a las investigaciones que “no” adelanta la Fiscalía.

 

Sabemos que la justicia está en entredicho en Venezuela, que ha sido usada como un mecanismo de persecución política, tortura y hasta muerte, pero la relevancia de este asesinato debe ser atendido con la urgencia y claridad que amerita.

 

Podríamos estar ante el primer golpe que se dan entre sí las mafias del régimen. Podríamos estar ante el inicio de una batalla campal -¿guerra sucesoral?-entre los carteles chavistas y maduristas por adueñarse del poder ilegítimo.

 

Pregunto con ingenuidad y benevolencia, créanme, atrapado por un espíritu inocente que se duele por la muerte de un venezolano: ¿tendrán, alias la “Primera Combatiente” (apelativo usado por Maduro) o su escudera, alias “Tipa Malvada” (apelativo usado por Silva), alguna noción de qué pudo haber ocurrido?

 

¿Habrá discutido severamente, José Sabre, con alguien días antes del crimen, digamos, en la Procuraduría o en cualquier otro sitio? ¿Se tendrá alguna información sobre altercados o amenazas al asesinado?

 

¿Existirá alguna sospecha que permita establecer alguna línea concreta a la investigación?

 

Los combates y los hijos

 

Mucho me temo que alias la “Primera Combatiente”, tan dedicada como debe de estar a sus combates -reales e imaginarios- y tan abnegada a la formación de sus hijos, no tendrá tiempo para apoyar una investigación tan cotidiana como ésta.

 

Sobre todo porque desde que apareció la revolución -con su masacre colectiva de miles de venezolanos la madrugada del 4 de febrero de 1992- y con la aparición del asesino en serie de aquella noche tristísima, Hugo Chávez, se ha enlutado a Venezuela con más de ciento veinte mil venezolanos muertos por acciones de arma de fuego (muchos más que en las guerras de Afganistán e Irak juntas).

 

¿Qué es otra muerte en tiempos de revolución? Nada.

 

Entiendo que las conocidas dificultades que han tenido los revolucionarios Gucci (empezando por el Comandante Galáctico y su prole híper nueva rica) con la educación y buena conducta de sus hijos, tan ganados a los lujos, viajes, drogas, armas, rumbas y extravagancias del capitalismo más nauseabundo, les impide atender con eficacia los asuntos públicos y les niega la posibilidad de usar su tiempo en dilucidar tanto abatimiento humano. Pero algo tienen que hacer si algún despojo de humanidad aún les queda.

 

Por más abnegación y distracción que les causen el cuidado de sus hijos y sus combates imaginarios, esclarezcan, antes del vómito, ¿por qué tanta muerte impune?

 

Venezuela lo pide a gritos.

 

Las barraganas y el hambre

 

Abundante memoria tiene Venezuela en cuanto al hambre de las barraganas por cogerse el poder (en el sentido de “adueñarse”, no se malinterprete mi expresión).

 

Aunque el hambre de Blanca Ibáñez, barragana de Lusinchi, en relación con la voracidad de las barraganas revolucionarias hoy sería comparable al de una bebe de pecho, nadie olvida su apetito.

 

A decir verdad Cilia Flores, alias “Primera Combatiente”, recientemente dejó de ser otra barragana de nuestra memoria histórica: el apocado Nicolás Maduro la desposó, según dijo en otra de sus apocalípticas idioteces, para honrarla, es decir, para hacerla “dama”.

 

Dama o no, combatiente o no, Flores ya no es una barragana, pero se le nota el hambre de poder. Cuando uno la observa emperifollada de joyas, la pregunta estalla ante la evidencia: ¿cómo habrá administrado una ex diputada, ex procuradora, ex barragana sus recursos para hacerse de tanto lujo capitalista?

 

No tengo idea. No soy administrador ni jamás lo he sido.

 

Probablemente podría haber aprendido algo del difunto José Sabre, administrador de la Procuraduría General de la República; pero es tarde, la Venezuela del vómito criminal se lo ha llevado.

 

Gustavo Tovar Arroyo

¿Quién asesinó a Hugo Chávez?

Posted on: agosto 3rd, 2013 by Super Confirmado 3 Comments

Porque tú a mis espaldas me hiciste traición

hoy por eso te voy a quitar lo farsante”

Juan Gabriel

 

Los farsantes

 

No sé si fue el jefe del cartel de la mafia boba, Miguel Rodríguez Torres, y sus demenciales y cinematográficas tragedias conspirativas las que me hicieron volver a escuchar los desgarradores dramas musicales de Juan Gabriel, lo cierto es que fue al divo michoacano y su interpretación de “La farsante” quien me hizo entender la trama bufa que han tejido Nicolás Maduro y su jefe, Fidel Castro, tras la enfermedad y muerte del teniente Hugo Chávez para adueñarse de Venezuela.

 

Quién iba a imaginar que un canto popular latinoamericano, siempre visionario y terapéutico, me haría aguzar los sentidos y abrir los ojos ante tan enigmático deceso.

 

Recomiendo a los lectores que escuchen a Juan Gabriel -la reina blanca de la fiesta mexicana-, y su “La farsante”, para ver si se les prenden los sentidos como a mí y le mentamos la madre a coro al madurismo y a sus jefazos los Castro, por farsantes.

 

Hugo Chávez: tengo cáncer

 

Aunque conocemos de sobra lo embustero que Fidel Castro ha sido y es, no fui jamás uno de los incrédulos que pensó que la enfermedad de Chávez se trataba de otra de sus farsas.

 

Cuando Hugo Chávez se pronunció públicamente sobre su enfermedad y anunció que la “pelota de béisbol” que le encontraron en la zona pélvica contenía células cancerígenas, supe desde el primer instante que era en serio.

 

Sin embargo, debo confesarlo, no pensé que fuera a morir, pensé que con los avances científicos y la evolución de los tratamientos médicos, Chávez sanaría su cáncer.

 

Dilma Rousseff, Fernando Lugo y Luis Inácio Lula da Silva habían logrado sanar -o mejorar- sus respectivos cánceres al ser tratados con éxito en el Hospital Sirio Libanés, con medicina verdadera no farsas cubanas ni brujerías.

 

¿Por qué Hugo Chávez no habría de curar su enfermedad?

 

Hugo Chávez: me curé del cáncer

 

Mi pensamiento al respecto cambió cuando insospechadamente Chávez decidió ponerse en las manos médicas de Fidel Castro y sus prisioneros de la medicina cubana.

 

Hugo Chávez no tenía salvación. No sólo porque la medicina cubana tiene años de retraso respecto a la medicina venezolana y mundial, sino porque Castro, cuya megalomanía no admite ninguna competencia, acabaría con su aprendiz de dictador, cometiendo lo que en el derecho se conoce como un “homicidio culposo”.

 

No me alegré, lo digo honestamente. Me hubiese gustado ver a Chávez tras las rejas o derrotado democráticamente, pero en manos de su médico de cabecera, Fidel, su destino estaba escrito: moriría.

 

Castro, un embebido del poder, un fingidor de siete suelas, es conocido por las traiciones con las que se deshizo, entre muchos otros, del Ché Guevara o de Camilo Cienfuegos. Cuando en torno a la enfermedad de Chávez surgió el más estricto y disciplinado secretismo entendí lo obvio: el discípulo había caído en las garras siniestras de su maestro.

 

Lo confirmé aún más cuando Chávez -todavía delirante por la cantidad de drogas que contraindicadamente le estuvieron suministrando para mitigar el dolor y mantenerlo vivo hasta las elecciones- llegó de uno de sus viajes a Cuba anunciando “estoy libre de enfermedad”, que estaba curado.

 

Estaba totalmente perdido en la farsa médica cubana y del maquinador del mal: Fidel Castro.

 

Hugo Chávez: Nicolás Maduro será mi sucesor

 

Lo incomprensible, por indolente, inhumano y maquiavélico, es que hayan obligado a Chávez a rechazar el ofrecimiento de Dilma y de Lula para ser tratado con medicina real y eficaz en Brasil.

 

Fidel nuevamente se salía con la suya, su psicótica megalomanía triunfaba. Además, empujó a Chávez a completar una suicida campaña electoral que lo llevó sin ninguna duda a la muerte.

 

Hoy sabemos que el haber rechazado la oferta de los brasileños y el haber desconfiado de Venezuela y de su medicina lo llevó al cruel respiro final, al estertor, a la muerte.

 

Considero que Castro lo tenía todo previsto, por no decir planificado. Sacrificaría a su discípulo e impondría a un criado como sucesor: Nicolás Maduro, su cómplice, para adueñarse de Venezuela.

 

Maduro, el criado obsecuente, quien años antes había sido adoctrinado en Cuba, era la garantía absoluta para lograr lo que Rómulo Betancourt y nuestras fuerzas militares le habían negado al comunismo cubano en los años sesenta, a fuego limpio.

 

Nicolás Maduro: Chávez ha muerto

 

Fidel Castro, consciente o inconscientemente, su brujería médica y su hipocresía, llevaron a Chávez a la tumba, lo asesinaron.

 

Lo que seguramente era un cáncer tratable, como tantos otros, terminó siendo la excusa perfecta para acabar con la vida del teniente de Sabaneta. ¿Por qué? Porque con Chávez tenían un aliado y benefactor, pero sin él serían dueños totales de Venezuela (como hoy lamentablemente es un hecho ante la mirada complaciente de nuestros militares).

 

Su cómplice incontrovertible es Nicolás Maduro, el único autorizado, aparte de Castro, para conocer el verdadero estado de salud y tratamiento de Chávez. Entre ambos manejaron con fina perversidad a Chávez y lo condujeron en alfombra roja rojita a su desenlace mortal. Aquella irresponsable conversación de cinco horas con el convaleciente y agónico Chávez fue la estocada última.

 

Nicolás Maduro anunció la muerte de Chávez y dio inició a la traición más grave que ha conocido Venezuela en su historia: la entrega de nuestro país y de nuestra riquezas al invasor cubano y a su patrón, el dictador Fidel Castro.

 

No creo que paguen su culposo crimen (o no tan culposo). Sin embargo, Juan Gabriel nos ha dado con su canto la posibilidad de mentarles la madre a ambos -a coro- por farsantes. Eso hacemos: mentarles la madre por un lado, pero, por otro, luchar con más fuerza y convicción para liberar a nuestro país de la farsa castrocomunista.

 

A falta de militares que nos reivindiquen y honren, este escrito es mi artillería, mi fuego limpio…

 

Por Gustavo Tovar Arroyo

La cerda chavista

Posted on: julio 27th, 2013 by lina No Comments

“Tú por lo visto no tienes nada productivo que hacer, sólo engordar como una cerda” María Gabriela Chávez a una chavista

El poeta maldito

Ser un escritor detestado por los chavistas nos hace más honorables e insignes. La crítica que desafía a la autoridad despótica siempre ilustra, inspira y libera a la sociedad, como ocurrió con los libertinos franceses del siglo XVII.

 

En Venezuela, los críticos, mientras más blasfemos seamos de la hipocresía chavista, somos más malditos, pero el resultado de nuestra maldición es ilustración, inspiración y libertad para la sociedad.

 

Hay que blasfemar en contra de la suprema y sagrada farsa chavista, hay que ser los libertinos y los poetas malditos de su bobo y regordete cinismo.

 

Si queremos libertad debemos conquistarla, en mi caso el único recurso es la palabra.

 

Con el pétalo de una rosa no, con su espina

A una mujer ni con el pétalo de una rosa, pero a una chimpancesca carajita arrogante que escupe su soberbia de ricachona de barrio para burlarse y humillar públicamente a una venezolana común y corriente, que lo único que le pidió fue que hiciera algo productivo con su vida y no perjudicara la memoria de su padre, hay que clavarle una espina crítica para que se humanice y aprenda.

 

¡Ya basta que desde el poder monárquico e ilegítimo se pisotee al venezolano!

 

Estamos hartos de las pedanterías e insolencias nuevas ricas de algunas hijas del yerto sátrapa, las hemos observado -desconcertados- comportarse como las burguesitas del show business hollywoodense, con una opulencia y exuberancia nauseabundas.

 

Las nuestras, sin embargo, son unas Kardashians o Hilton pueblerinas, encaramadas ridiculísimamente en árboles (de ahí lo chimpancesco, aclaro) con sus gafas Dolce Gabbana (¿serán Gucci?), usurpando con desfachatez extravagante la jaula de oro residencial de Venezuela: La Casona.

De tal palo tal astilla

 

¿Qué podemos esperar de la descendencia del militar traidor que disparó por la espalda a venezolanos inocentes, asesinándolos a mansalva, para satisfacer su delirio de poder el 4 de febrero de 1992?

 

 

¿Qué podemos esperar de la prole del sátrapa que insultó y discriminó a la mitad de los venezolanos y se adueñó de todas las riquezas del estado para repartirlas corruptamente entre familiares y amigos?

 

¿Qué podemos esperar de las hijas del fingidor que usó a Bolívar para instalar a Marx?

 

Desprecio, sólo podemos esperar desprecio. En todas sus dimensiones y formas, de la manera más sutil o burda, desprecio y abuso totales y flagrantes, en especial frente a los suyos, es decir, a los alienados seguidores de su padre, a los chavistas, a quienes someten con insultante maltrato, porque reconocen en esos inocentes venezolanos a sus obsecuentes súbditos: a sus piltrafas.

 

Cuando María Gabriela Chávez -al estilo fashion de Paris Hilton, pero con la bosta de vaca todavía salpicando sus sandalias de plástico- insultó a la chavista y la llamó “cerda” (por gorda) no sólo escupía torpemente al aire (un espejo lo corrobora), insultaba además a sus hermanas, a su abuela, a sus madrastras, a la Primera Combatiente, a diputadas, a ministras y a un largo etcétera de mujeres pertenecientes a la revolución más “cerda” que haya conocido Venezuela (si por las grasas acumuladas y sobresalientes se califica al género femenino venezolano, como lo hizo la regordeta).

 

Con su insulto, María Gabriela agredió además la inteligencia de la mujer venezolana y mostró la frivolidad cínica y capitalista del chavismo.

 

La “cerda” -como inaceptable e irrespetuosamente llamó a la chavista por gorda- lo único que le solicitó fue que no perdiera su tiempo, que trabajara e hiciera algo con su vida. La respuesta, como el desprecio, fue a un tiempo arremetedora y esclarecedora: María Gabriela le pidió a la “cerda” (gorda) chavista que más bien hiciera ella algo “productivo” con su vida: que adelgazara.

 

La duquesa del ALBA

 

Nuestra duquesa del ALBA -la princesita de Sabaneta, debí escribir-, como la duquesa de Alba española, es la que más títulos heredados detenta en la región: hija del Supremo, bisnieta del bandolero de Barinas, ahijada del dictador de Cuba, sobrina predilecta del cacique de Bolivia, protegida del líder de la comuna hippie de Ecuador.

Nuestra duquesa del ALBA, como la española, está reconstruida de pies a cabeza, pero tampoco ha logrado la lozanía ni la esbeltez.

 

¿Por qué?

 

Porque nuestra duquesa del ALBA tiene una especial fijación por el ganado porcino, sus chicharrones peludos y sus grasas, que le niega toda posibilidad de completar el modelo de mujer nueva del chavismo: reconstruida toda todita para alcanzar una belleza negada.

Esa fijación la lleva, por ejemplo, a coleccionar lindas alcancías humanas que, como cerditos, añoran que su vacío moral sea atiborrado de monedas y billetes para saciar su oportunismo hueco.

 

Esas alcancías humanas, como cerditos que son, una vez que se les harta de billetes no sirven para nada y se desechan. En algunos casos, cuando la alcancía humana se intenta salir rebelar, se le rompe y bota en algún basurero con barrotes de hierro.

 

Las chavistas nunca pueden criticar ni mucho menos se pueden salir del redil, pues quien lo haga, para María Gabriela, es un cerdo o cerda.

 

La rebelión

 

Lo cierto, lo impensado, es que la rebelión ya comenzó y la crítica de la chavista es un indicio formidable de ello.

 

No somos una granja ni nadie merece ser llamado cerdo. Somos un país y todos, chavistas o demócratas, merecemos reconocimiento y respeto.

 

Quien se atreva a menospreciar el valor del venezolano tendrá frente a sí un nuevo libertino, otro blasfemo.

Venezuela, la humana, la libre, se rebela…

 Gustavo Tovar Arroyo

La esperanza pisoteada…

Posted on: julio 6th, 2013 by lina No Comments

Me aburren

 

Me aburren, no puedo ocultarlo, me aburren hasta el agotamiento. Cada vez que escucho a algunos voceros de la oposición deliberar sus atroces disparates me derrumbo, caigo abatido, peor que si me insultasen, agrediesen o escupiesen al rostro (que al menos incitarían en mí una ira lógica y bien direccionada).

 

Lo reconozco: no tengo piel para resistir nuestra propia incoherencia, más aún, para silenciar que nos quieran ver una monumental cara de pendejos.

 

¿En verdad se creerán las insensateces que dicen? ¿Pensarán que la gente se adormila y se pierde en sus gansadas oportunistas?

 

Lo dudo.

 

La esperanza pisoteada

 

Iban bien, extraordinariamente bien, se lo reconocimos y admiramos en su momento, levantaron al país de la frustración y rehabilitaron lo más preciado que puede tener una nación: la esperanza, pero de un tiempo acá, desde que Luis Vicente León les ordenó que se olvidaran de las elecciones presidenciales (porque eran “periódico de ayer”) y les fijó la atención en esa subliminal ambición enana que son las municipales, nos hemos visto enredados, tropezando y distraídos, en un disparatado camino lleno de baches, incertidumbres y de olvidos.

 

Uno no da crédito a lo que está ocurriendo, de manera científica han dejado de hablar de la victoria electoral del 14 de abril. Ni una palabra sobre el tema, mucho menos una reivindicación ni hablar de una “protesta”.

 

Nada.

Como si no hubiese sucedido ese hecho a un tiempo maravilloso y corajudo de una sociedad inspirada por su líder y colmada de esperanza hacia un camino de cambios, como si ese alud de valentía representado por más de 7 millones de almas venezolanas levantadas de su dolor y angustia votando por su añorada libertad, venciendo con su devoción al miedo, al cinismo y a todas las formas de podredumbre humana que significa el chavismo y a su bufón de última hora: Nicolás Maduro, jamás hubiese sucedido, los líderes opositores han pasado la página y fijan su atención en el 2019.

 

Para ellos el presidente electo Henrique Capriles es hoy el ex presidente de la verdad en Venezuela; para ellos el que fue elegido por voluntad soberana del pueblo venezolano y el que fue negado por el fraude electoral del cartel criminal compuesto por Jorge Rodríguez y sus meretrices del Consejo Nacional Electoral (CNE), es noticia de ayer.

 

Se han resignado y pretenden que toda la nación se resigne.

 

Nos han pisoteado la esperanza.

 

El sumo pontífice opositor

 

En estos días el sumo pontífice de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) nos hundió aún más en la decepción cuando sermoneó la siguiente bobada: “No hay otra mejor manera de protestar los abusos que votando”.

 

Ya no fue aburrimiento lo que conquistó nuestro espíritu, fue la frustración y la zozobra.

 

No estoy en contra del voto ni lo estaré, desde el punto de vista de la lucha noviolenta un evento electoral es una ocasión perfecta para generar la tensión social y política que rete a la dictadura, en las calles, y la derrumbe en caso de materializarse el fraude (que obviamente se materializará).

 

Cuando ese es el objetivo electoral: reivindicar la victoria a toda costa, el voto estimula una forma de protesta idónea para demoler la autocracia, pero si por el contrario, el evento electoral es otra forma de mantener las cosas como están y legitimar el sistema, estamos ante una irresponsable atrocidad histórica, ante una vagabundería.

 

Si para el sumo pontífice de la oposición la “mejor protesta que tenemos ante los abusos es votar” sin reivindicación, sin defensa total de la suprema voluntad del pueblo, sin sudor o lágrimas, estamos desconsoladamente jodidos. Sí, jodidos.

 

Ni Washington ni Bolívar

 

Lo expresado por el sumo pontífice de la MUD es una redoblada tontería. Si fuese cierta semejante simpleza de juicio ninguna sociedad del mundo habría erradicado jamás ninguna tiranía ni reivindicado sus derechos o libertades frente a dictaduras. Olvídense de Independencia norteamericana, Revolución Francesa o Emancipación latinoamericana. Ni Washington ni Bolívar habrían existido.

 

El voto no es la mejor forma de protesta ni mucho menos, si fuese así entonces la democracia sería una permanente protesta y no una forma de gobierno. Interpretar el voto por sí mismo como “la mejor forma de protesta” es de un raquitismo moral sin precedentes. Una necedad, por no decir un negocio.

 

Ni siquiera en este incandescente despelote que es la Venezuela chavista el voto es una forma genuina de protesta.

 

¿No fue el sumo pontífice opositor quien con su equipo puso en tela de juicio al burdel institucional que es el CNE y a todo el sistema electoral hace pocas semanas? ¿Puede ese ente prostituido velar por la “protesta” soberana del pueblo? Y si nos volviesen a cometer fraude, ¿qué haremos? ¿Le hincaremos nuevamente la rodilla al Tribunal Supremo de Justicia para implorarle que nos escuche?

 

Coherencia y valentía

 

Insisto, no soy enemigo del voto ni de la extraordinaria posibilidad que representa el hecho electoral para poner las cosas en su sitio, soy enemigo de la incoherencia y más que de ella, de que nos intenten ver la cara de pendejos de manera tan bochornosamente descarada.

 

Algo deberá cambiar si los iluminados y los pontífices desean que las elecciones municipales no deriven más bien en un suicidio. Al menos en esta ocasión son muchos más los candidatos que tendrían que ceder al chantaje criminal de Maduro y sus secuaces, y resignarse a una derrota corrupta.

 

¿Qué pasaría si ocurriese un cisma la misma noche del 8 de diciembre y los candidatos se negasen a aceptar los resultados y motivasen una reivindicación no violenta en las calles?

 

Creo que seríamos verdaderamente una federación con líderes por doquier exigiendo su autonomía ganada como los grandes de nuestra historia, serían los próceres del siglo XXI.

 

No es una elección lo que nos están robando los chavistas y sus jefes cubanos, no, lo que nos están robando es el destino del país: el futuro. No sólo la coherencia será necesaria en esa hora difícil, mucho más lo será la valentía.

 

La esperanza está viva…, y no depende de pontífices o iluminados, depende del pueblo y los 300 candidatos (espartanos) que ese día definirán nuestro destino.

 

Gustavo Tovar Arrroyo

 

Sin libertad: ¿quién respira?

Posted on: junio 1st, 2013 by lina No Comments

Han sido días interminables desde el 14 de abril. La dictadura no sólo nos arrebató unas elecciones, nos arrebató el aire. No obstante, hemos de seguir. No sé cómo, pero debemos superar la asfixia.

 

En mi caso, escribir, como sea, donde sea, a veces bien, a veces mal, a veces escribir a secas, pero escribir para que la voz perviva, para que la lucha por la verdad sea evidente, para que nuestros gritos de angustia y desesperación aturdan a los depravados que nos rigen.

 

Escribir, porque mientras nuestro aliento sea capaz de empañar un vidrio tenemos fuerzas suficientes para alcanzar la libertad, y eso haremos entre todos: alcanzarla.

 

Vuelo, escribo desde el cielo, estoy en un avión, viajo a París. ¿Voy para la ciudad luz a recuperar el aire? No lo creo. El estrangulamiento lo llevamos clavado en el alma, no hay qué lo cure. El aire volverá cuando veamos la patria liberada. Sin libertad ¿quién respira?

 

Escribiré sin pausa para delatar mi abatimiento en este incomodísimo asiento y en medio de este par de mastodontes que me tocaron a los lados. Las noticias que llegan de Caracas son desalentadoras: algunos personajes de la oposición se han olvidado de nuestra victoria electoral y organizan desde ya su carrera hacia unas patéticas elecciones municipales.

 

Un asesor estadístico les ha dicho que las elecciones presidenciales son “periódico de ayer”, que pasaron de moda (¡qué cinismo, por Dios, qué flaqueza espiritual, qué traición!). Los opositores van a las municipales encorvados y sin rumbo.

 

Esparcen las cenizas de su credibilidad sobre un tumultuoso océano de dudas e incertidumbres. Esta semana fue especialmente larga porque no pasó nada en cuanto a la reivindicación de nuestra victoria electoral. ¿Habremos ganado? ¿Alguien lo recuerda? Pareciera que hemos decidido observar el derrumbe del edificio nacional y atender -eso sí, con asombro- el estallido y la polvareda mientras nos hacemos trizas.

 

Habrá algún asesor estadístico, incluso, quien con morbo tomará algunas fotografías que relate su propia debacle, nuestra propia debacle, para su Facebook. Es probable que aspire a que muchos venezolanos vean la foto y coloquen un irreflexivo “me gusta” sobre la demolición de Venezuela.

 

La gente en el avión intenta descansar mientras la pantalla de mi computadora los encandila y el sonido del teclado los aturde. Mientras ellos intentan dormir; los venezolanos añoramos despertar. Que se quejen, no me importa, alguien debe escribir la desgarradura venezolana como memoria y testimonio. Yo tengo memoria y soy testigo: el 14 de abril ganamos y nos hicieron fraude. Sigo escribiendo. El gordo con cara de mastín sentado a mi lado llama a la aeromoza.

 

Pienso, mientras tanto, en la pobreza cultural y moral de los nuevos dueños de Globovisión que intentan justificar de manera extravagante y fétida su alianza con los iraníes. ¿Qué carajo tiene en común Venezuela con Irán? Nada, sólo que ambas naciones padecen dictaduras postmodernas.

 

Escuchar al director de Globovisión decir que promoverán la cultura iraní en su pantalla no sólo avergüenza, apesta. Avergüenza por el desprecio y amenaza que esta imbecilidad significa para nuestros compatriotas judíos; apesta porque algo extraño se escapa entre las piernas de esta negociación descompuesta. Se escurre un diluido tufo chavista, sí, chavista. Un tufo que todo corrompe y pervierte.

 

La aeromoza se acerca para solicitarme que me detenga, que dejé de escribir, supuestamente se han quejado varios pasajeros. Volteo a mi alrededor y noto que uno que otro me voltea a ver con enfado. Pienso en el diluido tufo chavista, en su vergüenza y en la pestilencia y hago caso omiso a las miradas y a la aeromoza. No estoy de humor para pendejadas.

 

No creo que me lancen por una ventana. Sigo escribiendo. El gordo no puede creer que desatiendo el llamado de la azafata y comienzo una guerra de empujones con él para ganar el soporte del brazo que nos separa. Lo venzo. Estoy iracundo, él lo nota y prefiere dialogar pregunta: “¿sobre qué escribes?”, en un imperfecto inglés.

 

Recuerdo de repente que Maduro existe, que usurpó el poder, que nos robó las elecciones y que es record Guinness en imbecilidad. Me inquieto. Maduro, que no tiene idea de donde está parado, ha decidido seguir comprando armas a rusos e iraníes. Esta semana fue crucial en ese sentido.

 

Tomando en cuenta que desde 1830 las armas venezolanas sólo se han usado para subyugar venezolanos o asesinarlos, sólo una vez se disparó contra ejercito extranjero (los cubanos de Fidel Castro en Machurucuto), nos alarmamos aún más. En manos de un bobalicón como Nicolás Maduro todo ese armamento representa un peligro genocida. ¿Cuánta sangre venezolana es capaz de derramar este traidor? La que la corrupción de Cabello y el comunismo cubano necesiten para conservar el poder. Es decir, mucha.

 

Mientras especulo sobre esta fatalidad sangrienta que los invasores cubanos -y su Maduro- puedan producir en Venezuela, el gordo que está sentado a mi lado derecho me pide comprensión y solicita, rendido, que le deje dormir. ¿Comprensión? No sé si el gordo haya sido capaz de leer mis pensamientos, pero en le momento que yo sentía que no comprendía nada sobre Venezuela él me pedía “comprensión”.

 

Pregunto: ¿alguien comprende por qué nos olvidamos de nuestra histórica victoria y nos extraviamos en discusiones paupérrimas como las municipales?

 

Los rusos y los chinos también tuvieron algo que ver con nosotros estos días. Nos ofrecían préstamos, armamento, migajas de esto y de aquello a cambio de la explotación de nuestra faja petrolífera del Orinoco. A la mafia cubana e iraní se une la china y la rusa, que junto a la venezolana nos dejarán desnudos. Como era de esperar el régimen le ofreció eso y más. Nadie se daba cuenta de lo que pasaba por el incidente diplomático con Colombia.

 

Un rompecabezas de naciones que, como zamuros, ven en Venezuela una carroña que solo les sirve como alimento. Chávez hizo de Venezuela un depósito de ratas, una pocilga para sanguijuelas y lombrices mafiosas que vienen a devorarse hasta nuestro aire (y eso que no lo necesitan).

 

Grave, gravísimo, pero ni este saqueo mafioso ni las elecciones importan para algunos cómplices asesores -reconocidos por sus errores y felonías- de la oposición venezolanas. Para ellos las elecciones municipales son fundamentales: “no podemos perder los espacios”, dicen.

 

Falto de aire, un poco ahogado, le cedo al gordo su sueño. He culminado esta entrega. No puedo hacer nada contra los asesores. Ya escribí y espero que alguien se inquiete como yo. Si somos mayoría, los asesores seguirán equivocándose. Sus clientes comenzarán a sentir el fétido olor chavista en ellos. Pronto estaré en París, andaré las calles que anduvo Baudelaire, Cortazar, Paz y Cioran. Ellos, mientras tanto, serán el aire…

 

Gustavo Tovar- Arroyo

 

@tovarr

Kardashian, Hilton y las Chávez

Posted on: marzo 2nd, 2013 by lina No Comments

Pocos venezolanos escriben desde el abatimiento; yo lo hago. Es tan desconsoladora la humillación que estamos sobrellevando en Venezuela, tan irritante y despiadada, que, ante la el bochorno y la incapacidad de respuesta, nos estremecemos de angustia, sufrimos.

 

Lo humano, lo demasiado humano, es desgarrar nuestro dolor por nuestra nación, y sí: sufrir; y sí: enfurecernos; y sí: mentar madres de la impotencia.

 

Me sorprende como algunos sobrellevan este desmadre con moderación y hasta equilibrio. ¿Cómo carajo hacen ante esta agonía? ¿Estarán percatándose del mismo absurdo que yo?

 

Pese a la confusión y al agobio, siempre, no sé cómo, nos reponemos y postulamos nuevo retos, no nos rendimos, seguimos bregando en esta lucha sin cuartel que es la despelotada autocracia chavista.

 

Un Venezuela cívica, imperfecta, pero digna y decente, sigue luchando. No descansa, lucha, siempre lucha, no ha dejado de hacerlo ni un instante, mantiene viva su fe, no se doblega: resiste. Ha resistido de manera humanista y no violenta durante casi 15 años. Cada vez que observo tanta convicción y optimismo entiendo que es imposible que la podredumbre del chavismo la derrote.

 

La Venezuela de la dignidad prevalecerá. Su juventud es su principal fortaleza. Juventud que ha cumplido un rol fundamental de centinela rebelde y ha obligado a toda la sociedad a permanecer despierta, alerta, viva. Son la reserva moral y espiritual de una nación que ha sido violada salvajemente por la manada de hienas chavistas.

 

Uno se pregunta: ¿por qué nos es tan desconsolador y humillante este drama? ¿Por qué nos abate? Obviamente, tenemos amigos asesinados, presos, perseguidos, enfermos, exiliados, nosotros mismos hemos sido víctimas de los disparos, las confiscaciones, los insultos, los golpes, las amenazas de muerte, en fin, toda esa barbarie chavista instalada en nuestro país desde el 4 de febrero de 1992 cuando Chávez inició su criminal delirio asesinando por la espalda a sus “compañeros” (lo escribo cada vez que puedo, no quiero que nadie olvide cómo comenzó esta farsa).

 

Pero no sólo nos estremecen y afligen las formas dictatoriales que se han usado para conservar el poder y sus abusos, hay algo que probablemente nos altera tanto o más que la autocracia, algo que nos desarma de la impotencia y, hay que reconocerlo, nos arruina moralmente: la vergonzosa, inaudita y mentirosa comedia que llaman “revolución”.

 

En Venezuela, en el sentido histórico de la palabra, no ha ocurrido ninguna revolución, si acaso, una revuelta: vuelta al pasado, despelote, anarquía. Nadie en su sano juicio podría observar un cambio social relevante en nuestro país, ni para bien ni para mal. Lo que hay es un frenético caos.

 

Lo que hemos presenciado -y padecido- es un enredo colosal, donde un Mesías tropical ha saqueado al país para complacer su delirio criminal y su rebuzne comunista.

 

Suele ocurrir que la vulgaridad y el mal gusto florecen cuando se tiene un poder sin límites. Ghadafi, Kim Jong-un, Mugabe, Idi Amin, Chávez y sus familias son dignos ejemplos de ello. De la pobreza casi lastimera, una vez que llegan al poder, saltan a la más perversa y cursi opulencia. Embebidos en el poder y el lujo, son incapaces de percatarse de la ridiculez con que exponen su riqueza.

 

No se me mal entienda, no soy enemigo del placer ni de la prosperidad hedonista. La disfruto y celebro cuando es producto del esfuerzo personal y del trabajo. ¿Podríamos asumir que la superabundancia nueva rica de Chávez fue producto de su esfuerzo empresarial o del trabajo?

 

En Venezuela -quién lo duda-, el sátrapa Hugo Chávez Frías es el hombre más ricachón y corrupto que hemos conocido desde nuestra Independencia. Ni Falcón, ni Guzmán Blanco, ni Gómez, mucho menos Carlos Andrés Pérez, se le comparan. Nadie lo supera. Su nuevo riquismo estridente, el despilfarro obsceno de nuestros recursos, el peculado, la malversación y el robo descarado han signado esta farsa que cómicamente quieren llamar “revolución”.

 

El cinismo ha alcanzado niveles estratosféricos cuando de lujo y riqueza mal habida se trata. Lo inaudito es que no tienen ningún reparo en ocultarlo. El descaro es absoluto y nos muestra un desprecio al pueblo venezolano no sólo vergonzoso, sino traidor.

 

Dicen que el dinero no se puede ocultar, mucho menos el mal habido. En el caso del chavismo no es que no se puede ocultar, salpica su pestilencia y podredumbre. Los chavistas llegaron muy humildes al poder, escualiditos, desaliñados y sudorosos, hoy son una competencia de regordetes -y regordetas- multimillonarios, travestidos y emperifollados.

 

El Ché Guevara vomitaría del asco y, con la vehemencia asesina que lo caracterizaba, los habría fusilado a todos por hipócritas.

 

Esta semana circularon unas escandalosas fotos de las hijas de Chávez por Internet. Es obvio que fue Maduro o Cabello -cualquiera que tenga ascendencia en el Sebin, incuestionablemente los facilitadores de esta infamia-, quien puso en circulación estas estampas con el maquiavélico fin de destruir la imagen de la familia Chávez frente a la opinión pública y desterrarlos del poder. Ante la caída final del “líder máximo” su familia es un estorbo, así ha funcionado siempre.

 

Pero al margen de esta previsible traición (son una hambrienta manada de hienas, no lo olviden), uno quedó estupefacto con las imágenes. Lo que era un secreto a voces: el cinismo pseudo revolucionario y comunista del chavismo, las hipócritas consignas en contra de los ricos y la burguesía, y el descaro torpe de su escandalosa corrupción, fueron presentados de manera desgarradora e inobjetable.

 

Hay un afán casi patológico en los círculos más frívolos de la burguesía, una extravagante tara por liberarse de la pesada vulgaridad que corrompe sus almas: mostrar su regordeta o flácida desnudez.

 

Las hermanas Kardashian y las Hilton son el símbolo universal de esto, aunque no tan regordetas ni flácidas cabe acotar. Admiradas mundialmente por desafiar los límites de la superficialidad consumista y el desenfreno, dueñas del mundo, signatarias de una brutalidad intelectual mas no comercial, las reinas pop de la vagancia y el escándalo encontraron en Venezuela su versión tropical y comunista: las Chávez.

 

¿Hay alguna diferencia entre los escándalos mediáticos causados por las Kardashian y las Hilton con lo que ahora nos presentó el Sebin sobre las Chávez?

 

Claro que la hay. Las Kardashian y las Hilton son capitalistas multimillonarias que causan sus escándalos con sus propios recursos (o los de su familia) y las Chávez causan el suyo con el capital (dinero) de todos los venezolanos, producto de la corrupción y el peculado de apropiación o de uso.

 

¿Cómo carajo no derrumbarnos, afligirnos, abatirnos ante semejante vergüenza? Es imposible. Sin embargo, debemos reponernos y seguir, nuestra Venezuela lo amerita.

 

Cierro con una postdata aclaratoria. Chávez y sus hienas han amenazado con asesinarme. No tengo balas para defenderme, ni sabría hacerlo (no soy pistolero como él o sus secuaces). Uso la palabra y la crítica como mis únicos trabucos, sin embargo en este caso no es necesario.

 

Si Chávez despertase de su enigmático letargo, no habría sido yo quien desnudase la vulgaridad de su alma ni su farsa revolucionaria: habría sido la opulencia cínica y capitalista de su propia familia.

 

En todo caso, disparen, la dignidad ni sangra ni muere, la Venezuela de la resistencia espiritual lo ha probado de sobra.

 

Aquí estamos, seguimos…

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

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