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Respuesta a Miguel Rodríguez Torres

Posted on: febrero 15th, 2014 by Super Confirmado No Comments

El militar que representa la policía política y el sistema opresor de inteligencia de la dictadura venezolana, Miguel Rodríguez Torres, en una tendenciosa y pervertida rueda de prensa me acusa -por enésima vez- de ser el iniciador de un gran plan conspirador llamado la “Fiesta Mexicana”.

 

No es un chiste, lo anterior lo pueden confirmar a través de los medios de comunicación de la dictadura y algunos otros replegados al autocrático régimen venezolano.

 

Miguel Rodríguez Torres, el mismo militar traidor que el 4 de febrero de 1992 participó en el golpe de estado liderado por Hugo Chávez Frías y que asesinó en esa fecha y por la espalda a cientos de sus “hermanos del alma” militares; el mismo que participó en un segundo golpe de estado que asesinó civiles y militares el 27 de noviembre de 1992; el mismo que lideró la matanza del 11 de abril de 2002 junto a sus esbirros disparando a mansalva contra la pacífica marcha opositora; el mismo que ha perseguido de manera artera y despiadada a la disidencia política, encarcelándola, torturándola o asesinándola durante estos últimos 15 años; el mismo que ha pervertido el sistema judicial convirtiéndolo en el lodazal de impunidad, corrupción, tortura y vejación humana, y ha convertido nuestras cárceles en los campos de concentración chavista que hoy padecemos; es el mismo que me acusa de planificar la “fiesta mexicana” y de incentivar el inexplicable “golpe suave”.

 

En una país donde a la oposición se le ha acusado de magnicida, corrupta, fascista, imperialista, asesina, golpista, traidora y un largo etcétera, a mí se me acusa de organizar una rebelde fiesta en México. Insisto, no es un chiste, son las palabras textuales del verdugo militar.

 

No por estrambótica y falaz la acusación deja de ser bochornosa: en un país donde nuestros jóvenes cada día ofrecen con coraje y decisión su vida por la justicia y la libertad, yo inmerecidamente me llevo los sublimes créditos de su histórica gesta. No es justo ni es cierto. Colaboro con ellos, los ilustro, los apoyo en la medida de mis posibilidades, soy otro más que late con su misma rabia, pero es una aberración, una ignorancia cabal, una estupidez, considerar posible que a esos jóvenes herederos de la fuerza independentista de Bolívar los pueda controlar nadie. Menos yo cuyo difícil oficio es ser otro inconcluso y romántico poeta latinoamericano.

 

Confieso que no sé disparar y jamás he disparado ni dispararé contra venezolano alguno. Confieso que creo entrañablemente en la vida y soy un enemigo reconocido y público de la guerra.

 

Confieso que mi misión después de que asesinaran con una certera bala en el centro de su frente a mi entrañable amigo, Jesús Capote, el 11 de abril de 2002, ha sido formar jóvenes en el conocimiento de sus derechos humanos y en el activismo noviolento, impulsado por el Mahatma Gandhi. Soy otro humilde heredero de la más inspiradora pero comprometedora tradición civilizadora del hombre: la noviolencia. Cristo es mi guía.

 

Mientras yo admiro a Cristo, Gandhi, Luther King, Havel, Walesa, Mandela y sigo sus enseñanzas, mi acusador Rodríguez Torres forma parte de un núcleo que admira y se asocia con Stalin, Mao, Hussein, Gadhafi, Mugabe, Al Bashir, Castro, dictadores todos que han causado mucha muerte y dolor a la humanidad.

 

Sin duda, Rodríguez Torres acierta en ubicarme como un disidente de cuidado de su dictadura ilegítima y asesina, porque lo soy. Lucho incansable y decididamente contra su dictadura, pero sólo a través de la lucha noviolenta de Gandhi. Mi recurso no son las mismas balas y chantajes que Rodríguez Torres y el régimen han usado para regir en Venezuela, mi recurso es la palabra, las ideas, y sí, la formación de la conciencia crítica y humanista de las nuevas generaciones.

 

La estrambótica y ridícula acusación que levantó sobre mí el militar Miguel Rodríguez Torres sólo muestra el espíritu fascista que ha distinguido a los de su clase durante la accidentada historia de nuestra Latinoamérica desde la Independencia. No miento, ser distinguido por este régimen como apóstata de su perversidad y tiranía no sólo me enorgullece, me enaltece,frente a mis hijos, mi familia, mis hermanos del movimiento estudiantil, mis compatriotas, frente a Latinoamérica y su historia.

 

La fuerza espiritual de nuestras convicciones nos hace imperecederos, podrán encarcelar nuestros cuerpos, asesinarlos, pero nunca podrán apresar nuestras ideas. La fuerza espiritual de nuestros sueños de libertan es imbatible, perdura, no se doblega, inspira, ahora es cuando sobra espíritu de lucha. Y seguiremos luchando.

 

La aterradora muerte de Roberto José Redman y de Bassil Alejandro Dacosta en las marchas pacífica del 12 de febrero, nuevo luto histórico creado por la dictadura chavista, sumada a la de tantos otros jóvenes que han sido asesinados desde el 4 de febrero de 1992 hasta la fecha, nos entristece, pero nos compromete e impulsa.

 

Que no crea el militar Miguel Rodríguez Torres que sus amenazas de muerte y sus patéticas acusaciones nos atemorizan. Seguimos intactos, consternados, tristes, pero intactos, inclusos fortalecidos en nuestra implacable lucha por salvar a Venezuela de ellos y de los hermanos Castro.

 

Nuestro último destino, no lo dudes, fascista militar Rodríguez Torres, es la libertad y la alcanzaremos. Incluso a pesar de tus infamias y perversiones.

Esto apenas comienza…

 

Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

Por Gustavo Tovar Arroyo

Las histéricas doñas académicas

Posted on: febrero 8th, 2014 by lina No Comments

Los hippies en la colina de humo

 

Tiempo sensible vive Venezuela, delicado y sensible. No sólo por la arruinada situación que vive el país y la flagrante instauración de un régimen dictatorial, sino por la turbadora pasividad y conformismo con que ha reaccionado el pensamiento crítico venezolano ante ello.

 

Probablemente esto sea lo más inconcebible y amargo, pero es la realidad.

 

No me atrevería a considerar que se trata de otra compra venta de voluntades de opinadores públicos de oposición venezolanos por parte del chavismo, probablemente haya algunos casos pero no creo que sea reflejo de la mayoría, lo que pienso es que de tanto consumir alucinógenos en su época hippie y de tanto beber agua ardiente en su época académica, post hippie, se han convertido en unos lunáticos ambulantes.

 

En la colina de humo en la que conviven y pacen no saben ni dónde están parados.

 

El tarot académico y sus doñas

Los he llamado las histéricas doñas académicas porque funcionan como un club de amigas encopetadas, vanidosas y chismosas que juegan al tarot académico cuando se reúnen para disfrutar el té canasta.

 

Se sientan en su colina a elucubrar y a morbosear entre sí su supuesto talento. Se alaban, intercambian elogios, se postean artículos, opiniones, mensajes, música de antaño. Se ríen de sus chistes y celebran, como locas, los increíbles “avances” de la oposición en los últimos años: “estamos mejor que nunca”, y, en todo caso, mientras ellas juegan su tarot académico y se divierten entre alucinaciones y cotilleo, sugieren que lo peor que puede pasar es que el país colapse por completo y eso probaría que el chavismo, aunque no fue una “dictadura” (¡uy, qué palabra tan fea!), fue maluco, como maluco fue su “gobierno”.

 

Entiendo que desde su colina sea difícil y horrendo ver hacia el despeñadero, pero si no se atreven a voltear al inframundo social venezolano, por lo menos dejen que otros bajen a él e intenten, a su modo, impedir el arrase autocrático.

 

¡No jodan!

 

La insoportable levedad de los “Mudos”

Preocupa que esas histéricas doñas académicas que tanto daño le hicieron a la democracia venezolana con sus frívolas censuras y que tanto urgieron por un hombre fuerte -un titán- como Chávez para Venezuela, ahora sean las mismas que se horrorizan porque un grupo de jóvenes maleducados, revoltosos y radicales salen a la calle a reivindicar y luchar por su derechos.

 

¡Qué horror! ¡Habrase visto! ¿Quién les dio permiso a esos muchachitos?

Antes de haber logrado la celebridad y de haberse refugiado en su palaciega colina, algunas de estas doñas histéricas haciendo alarde de su levedad espiritual, en el año 1989, firmaron un manifiesto de reconocimiento y bienvenida a Fidel Castro.

 

Sí, a Fidel Castro, aspiraban, según se desprende del manifiesto, que un tirano como él gobernase en Venezuela, exponían: “Fidel Castro continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza…”

(El documento está en internet y es un monumento al lunatismo al que me refiero. Búsquenlo, léanlo, vean quien lo firma, concluyan).

Son esas mismas doñas académicas las que hoy desaconsejan la movilización social, las que influyeron en el victorioso Henrique Capriles para que no saliera a la calle a reivindicar su sudada victoria electoral el pasado abril de 2013, son los mismos que hoy le aconsejaron que pasara la página y que reconociera a Maduro, que le diera la mano y colaborará con él, son los mismos que se ofuscan, se irritan, se horrorizan y chillan porque los maleducados y groseros radicales han decidido tomar la calle y recuperar en ella la dignidad pisoteada por la insoportable levedad de los mudos de la Mesa de la Unidad.

 

¿Qué fuman?

Y es que no puede ser, ya basta, de que nos humillen, que nos persigan, que nos encarcelen, que nos torturen, que nos maten, que entreguen los bienes del país (y el país) a los cubanos, que le hinquen la rodilla al sátrapa Fidel Castro, que le caigan a machetazos diaria y coyunturalmente a la patria y exista todavía algún lunático que diga que estamos avanzando, que estamos mejor, que en Venezuela existe una democracia maluca y no una ruinosa autocracia, que somos minoría porque así lo impone el corrupto CNE y que debemos esperar hasta que las doñas académicas nos den permiso para protestar.

 

Insisto: ¡no jodan! ¿En qué país viven? ¿Qué fuman?

Es difícil reprocharle a un lunático su desvarío, pero a quién no lo es y todavía lee y sigue a estos mastodontes de la estolidez, hay que rogarles, urgirlos, a que descarrilemos juntos el rumbo del tren que nos lleva al colapso total. Aunque es tarde, todavía estamos a tiempo.

 

Los jóvenes, esos revoltosos y despeinados radicales, ya comenzaron. No los dejemos solos.

 

Los encarriladitos

Nicolás Maduro en un reflejo previsible de su podredumbre moral ha vuelto a humillar a un desconcertado y desconcertante Capriles. Después de llamarlo vago porque se fue con sus amigos a distraerse y correr el maratón de Miami, ha dicho que logró ponerlo a trabajar y que lo tiene “encarriladito”.

 

No sé que entiende la Mesa de la Unidad por dignidad ni qué pasó con el inmenso Capriles que ganó la presidencia de Venezuela, pero esperamos que el “carril” y el “trabajo” que le asignó Maduro en su reunión en Miraflores no sea el de atacar el esfuerzo que han iniciado María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma para liberar a Venezuela de la terrible crisis que le acecha, y evitar, antes de que ocurra, el colapso total del país.

 

No sabemos qué ocurrió en Miraflores, qué se pactó o qué se convino, pero nada bueno pudo ser porque no se entiende, se escapa de toda lógica, tanta humillación, tanto recogimiento, tanta sumisión frente al régimen, al mismo tiempo que se ataca y se insulta las iniciativas opositoras y hasta se les acusa de “aventureras” y “golpistas”.

 

Qué redobladas bolas tienen los “encarriladitos” de acusar de ese modo a quienes no están dispuestos a dejarse humillar. Resulta curioso que el tener dignidad, el darse a respetar, significa ser un radical.

 

¿No es el Nicolás Maduro el único aventurero, ilegítimo, golpista, ladrón de las elecciones, violador de la Constitución e implacable perseguidor de la disidencia opositora? ¿Por qué no lo encaran? ¿Por qué no desnudan su corrupción y cinismo?

 

¿Qué carajo pasó? ¿Será que el lunatismo de las histéricas doñas académicas que firmaron la bienvenida al sátrapa cubano es ya una pandemia nacional?

 

No, ni de vaina. Hace exactamente doscientos años ocurrió la rebelión popular de 1814. Según Juan Uslar, la realizaron en la calle los maleducados, insurrectos y radicales jóvenes de aquella época. Los Bolívar, los Rivas, los Sucre de entonces.

 

Tenían poco que perder y mucha libertad que ganar: lucharon y vencieron. Pasaron por encima de la opinión de las histéricas doñas académicas y de los encarriladitos timoratos del momento, se fueron a la calle, enfrentaron a la tiranía, dieron un golpe de estado y fundaron a Venezuela

.

Hoy la historia se repite y tú la estás haciendo…

 

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

 

La hiena de dos patas, Jorge Rodríguez

Posted on: febrero 1st, 2014 by Super Confirmado 1 Comment

El tomatazo como recurso noviolento

A diferencia del Mahatma Gandhi, yo no fui educado por ingleses ni por hinduistas sino por franceses, españoles, mexicanos y venezolanos, es decir, por latinos. No aspiro -como he dicho- a la santidad ni al refinamiento, sino a la humanidad más llana. Como latino, mi estilo de lucha noviolento contra el despotismo admite ciertas licencias como mentadas de madre, insultos, sátiras y caricaturas. Ya que no sabemos disparar ni dispararemos jamás, usamos la palabra como tomatazo en el rostro de la degradación chavista.

 

Me preparo, afino la puntería y lanzo en este suelto mi tomatazo en el rostro del más cínico y siniestro de los chavista: la hiena de dos patas, Jorge Rodríguez.

Acierto en la frente. Me río.

 

No somos ingleses

 

Mis amigos, Srdja Popovic y Slodoban Djinovic, del movimiento estudiantil Otpor, que liberó a Serbia del yugo de Milosevic y que posteriormente han apoyado las revoluciones de liberación no violenta en varios países de Europa del Este y África, me lo han dicho hasta el cansancio: “ustedes los venezolanos quieren ser ingleses en su intento de liberarse de la dictadura chavista, dejan de ser lo que son, desacreditan su esencia latina, rinden culto al opresor y se humillan. Así será imposible erradicarlos.”

 

Cuando vi a Henrique Capriles estrechar amablemente la mano de la hiena que pervirtió el sistema electoral venezolano, del verdugo oficial de la democracia y celestino del burdel del CNE, del sórdido Jorge Rodríguez, que tanto daño nos ha hecho, comprendí a cabalidad la sentencia de mis amigos.

 

Si seguimos besando el anillo al verdugo e inclinándole la rodilla como deferencia estaremos jodidos. Muy jodidos. No saldremos de esto. Se entiende la convivencia nacional pero una convivencia que exija, que se rebele a la humillación, que se dé a respetar. No esto.

 

El radical Churchill

 

Es inexplicable que Henrique Capriles, por un lado, agreda a María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma o a Diego Arria porque enfrentan con severidad al régimen, pero por otro le dé la mano cordialmente a la culebra ponzoñosa Jorge Rodríguez. Inexplicable y vergonzoso.

Todavía estamos desconcertados.

 

No sólo le falta el respeto a los millones de venezolanos que votaron por él, se falta el respeto a sí mismo. Se humilla y nos humilla a todos.

 

En todo caso, de querer emular a los ingleses no actuaría como Chamberlain, sino como Churchill.

 

Neville Chamberlain se rindió ante Hitler, negoció con él supuestamente para resguardar la paz mundial y la “seguridad” de Europa, le dio la mano, colaboró con el plan de la patria nacional socialista alemana, se humillo y humillo la dignidad del pueblo inglés y de Europa, su pésimo cálculo político, su humillación, costó veinte millones de vidas a la humanidad.

 

En cambio, el radical Churchill, sobrellevando infinitas críticas, desoyendo a las histéricas doñas académicas de la época, dio un paso al frente, dialogó y debatió con el pueblo inglés para buscar la salida de aquello y así salvar a Inglaterra, a Europa y al mundo entero.

No besó anillos, se unió al clamor popular, lo organizó y luchó con fuerza, fe y convicción contra el despotismo de aquella época, hasta vencerlo.

 

Sangre, sudor y lágrimas por la libertad.

 

La metamorfosis

 

La revuelta chavista nos ha permitido observar la metamorfosis física y moral de muchos de sus más despiadados oficiantes. La maldad, la perversión y la intriga de sus almas los convirtió en verdaderos monstruos humanos: Varela, Barreto, Lucena, Carreño, Iglesias y un larguísimo etcétera.

 

¿Cómo olvidar la aterradora y diabólica transformación que sufrió Chávez en sus últimos meses de vida? Inflamado, calvo, con nariz aguileña y orejas puntiagudas, el sátrapa era la imagen viva del lucifer que nos ha mostrado en sus estampas la tradición judeocristiana.

 

No sé si la perversión moral sea capaz de producir una reacción endocrina que logre desfigurar a los seres humanos físicamente, pero los líderes chavistas podrían ser objeto de un estudio científico para determinarlo. Su desfiguración ha sido cinematográfica. Lo triste es que así como se desfiguran ellos en lo personal, también están desfigurando, deformando, a Venezuela.

 

La metamorfosis de Jorge Rodríguez es el vivo ejemplo de ello, su deformación física es apocalíptica. Es una hiena, sorprende que sea capaz, todavía, de andar en dos patas.

El Gregorio Samsa de Franz Kafka se despertó una mañana después de un sueño intranquilo y se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto; el Jorge Rodríguez de Hugo Chávez no estaba en su cama cuando se encontró convertido en hiena, era rector del CNE.

 

La psiquiatría y el poder

 

La Comisión Ciudadana de Derechos Humanos (CCHR, siglas en inglés) es una organización no gubernamental dedicada a la investigación y exposición de violaciones de los derechos humanos realizados en el campo de la psiquiatría.

Una de las denuncias más desconcertantes que ha completado, además con minuciosidad historiográfica, razona sobre los peligros que corre una sociedad cuando un psiquiatra (además, psicópata) ocupa una alto rango de poder político, social o económico.

 

Detrás o al lado de cualquier dictador de derecha o de izquierda o de cualquier terrorista se encuentra un frío y perverso psiquiatra. Hitler lo tuvo; Stalin, Mussolini, Milosevic, Bin Laden, Castro y Chávez también. La fórmula es infalible: dictador y (psicópata) psiquiatra generarán juntos la devastación nacional.

 

Srdja y Slodoban me hablaron largamente de Radovan Karadzic, el psiquiatra detrás de Milosevic y de la dictadura serbia, las guerras que causó y sus motivaciones psicopáticas. Bin Laden y Al Qaeda también tenían a su psiquiatra: Ayman Al Zawahiri, otro psicópata detrás del poder.

 

Hugo Chávez tuvo el suyo, Jorge Rodríguez, que lamentable y peligrosamente sigue en el poder. La insensible risa siniestra de Jorge Rodríguez es el estigma que lo marca. Egocéntrico, insensible, malicioso y manipulador, promiscuo y mentiroso, la hiena es el psicópata perfecto del chavismo.

 

Yo no le doy la mano, yo quiero democracia, yo quiero un mejor país. Prefiero abrazar la virtud de María Corina, la fuerza de Leopoldo, el honor de Antonio y el brío de Diego -quienes dan gloria al bravo pueblo de Venezuela con el ejemplo- antes que saludar a la hiena que pervirtió el sistema electoral y confiscó nuestra democracia.

Pienso en la canción de Paquita la del Barrio, en la necesidad de ser honestos y coherentes con nuestros sentimientos, pero pienso más que nada en la lucha noviolenta que está por venir.

 

No somos ingleses, somos latinos y un tomatazo nunca está de más. Yo soy radical porque me resisto a rendirle pleitesía a los hombres y mujeres que han devastado a este país y porque me uniré a todo aquel que entienda que para lograr la paz y la seguridad debemos de luchar y erradicar a las hienas del poder.

 

¿Tú eres timorato o eres radical?

Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

No todo está perdido

Posted on: enero 25th, 2014 by Super Confirmado No Comments

“Once the flames begin to catch

The wind will blow it higher”

Peter Gabriel (Biko)

 

Un país en escombros

La peste chavista arrasó material y moralmente con nuestra sociedad. Después de la devastación revolucionaria, de su perfidia y podredumbre, a Venezuela no habrá que reinventarla, habrá que inventarla. Somos un país en escombros. No hay institución social o política que no haya sido corroída hasta el colapso por las corruptas termitas del chavismo. Su devoradora hambre ha intentado hasta chuparle el alma a nuestra bella historia. No han podido, no podrán.

 

Pese a las golpizas, frustraciones, desengaños y fracasos, un prodigio se observa: el venezolano, los venezolanos, yo, tú, él, ella, nosotros, permanecemos intactos, vociferando, mentando madres, levantándonos una y otra vez por amor a esta tierra, a su gentilicio y a su cultura. No todo está perdido, no nos han vencido, otra vez nos hemos levantado, seguimos.

 

Los radicales

Los radicales han sido las antorchas humanas que han iluminado la historia de la humanidad. Ser radical enaltece al hombre, lo distingue y eleva. Radicales como Sócrates, Cristo, Lutero, Jefferson, Gandhi, Luther King, Havel y en Venezuela: Miranda, Bolívar, Sucre, Páez y más hacia nuestros tiempos, Betancourt, Gallegos, Andrés Eloy, sembraron con sus arraigados -de raíz, de principio: radicales- esfuerzos lo mejor de la civilización que hoy somos.

 

Sólo espíritus radicales cimbran las entrañas de la historia y estremecen sus tiempos, iluminándolos. Sus antagónicos: los timoratos y los mediocres se hunden en el pantano del olvido. En Venezuela, la histeria académica tiende a confundir la sublime palabra “radical” con la palabra “extremista”. Hay que entenderlos, su mediocridad los relega y pronto olvidará. Es su destino, no el nuestro. Mientras ellos se fuman un cacho de lunatismo místico en su colina otros deben dar un paso radical y al frente por la libertad.

 

Recuperar el alma

Si algo recupero el pronunciamiento conjunto que dieron esta semana María Corina Machado, Leopoldo López y el grupo de los diputados de oposición, fue el ímpetu e inmensidad de la palabra “alma”. La oposición recuperó el “alma” y la fuerza de su lucha, se levantó entre los escombros e iluminó el camino que Capriles había abandonado.

 

Mientras unos le tendían la mano al pichón de dictador, Nicolás Maduro, para reconocerlo y legitimarlo, otros lo retaban, lo increpaban, lo señalaban como lo que es: el responsable directo de la corrupción, de la violencia y la criminalidad de Venezuela: de nuestra devastación nacional.

 

Mientras unos planificaban la permanencia y negociaban su futuro; otros recuperaban el alma urgente de la lucha y anunciaban sin complejos la organización de eventos para alcanzar la salida de este pandemonio.

 

Le concedo la palabra a Leopoldo López: “Sí se puede tener una mejor Venezuela, sí se puede…, pero te necesitamos hermana, te necesitamos hermano, te necesitamos primero que nada con la convicción de tu corazón, con la convicción de tu alma, con la convicción de tus acciones. Digamos: ¡Basta ya!, y discutamos la salida de este desastre, que tiene que ser popular, con la gente, con la fuerza de un pueblo que está dispuesto a luchar por el cambio, de un pueblo que está dispuesto a luchar con fuerza y fe…”

 

Cien años después

Antes de insurgir, de rebelarse ante un poder dictatorial, hay que preguntarse si éste lo es en realidad. Además, hay que evaluar si se cuentan con mecanismos democráticos (electorales) para cambiar al régimen: ¿las elecciones son libres, limpias y justas? En Venezuela ni las elecciones son limpias ni el régimen está dispuesto a dejarse sustituir, estamos ante una dictadura torpe. Si no se cambian las condiciones electorales, la dictadura, por más torpe que sea, jamás saldrá, no habrá salida.

 

Cien años después de la Generación del 28 los venezolanos estamos otra vez pidiendo “democracia”, sufragio directo, libre, universal y justo. Cien años después. Manuel Caballero decía que Venezuela había entrado hacia el año 1934 en el siglo XX. Usando esa analogía podríamos señalar que nuestro país no ha entrado aún al siglo XXI, ha retrocedido al XIX.

 

Hay que insurgir como lo hicieron los fundadores de nuestra defectuosa democracia (aunque Henrique Capriles lo desconozca y rechace, así nacimos como democracia y como república: con insurrecciones, con golpes de estado, ¿o no?, ¿qué fue el 23 de enero?) El tema fundamental que desconocen muchos líderes, tema que incluso recogen y promueven la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución Nacional, es que frente a las dictaduras el ser humano tiene el supremo derecho de la rebelión.

 

Antorchas humanas

La insurrección es un acto de conciencia que comienza por uno mismo, por una convicción íntima y con una rebeldía ante la opresión. Para que sea popular, masiva, se necesita que muchos yo, muchos tú, muchos ella y él, muchos nosotros, nos sumemos y nos rebelemos.

 

Los insurrectos humanistas, los rebeldes noviolentos, no usamos armas de guerras, creemos en la vida, creemos en la libertad, respetamos al prójimo, usamos la imaginación y la conciencia para derrocar dictaduras. La rebelión debe ser no violenta y la resistencia civil debe ser pacífica.

 

No podemos apoyar al régimen en nada; hacerlo los fortalece, desobedecerlo lo debilita. Burlándonos de su fuerza y de sus criminales leyes, no teniéndoles miedo, desconociendo su poder, organizando nuestra rabia y movilizando nuestra libertad, los arrincona y erradica. Uno no le tiende la mano a los criminales de la patria, uno los empuja y lucha para salir de ellos. Uno los reta, uno se rebela.

 

Esperábamos un liderazgo que despertara la llama de la libertad, bueno, ya lo hicieron. Que la llamarada se encienda en las raíces de nuestra alma para ser las antorchas humanas que iluminan nuestra historia.

 

Repito: sólo espíritus radicales cimbran las entrañas de la historia y estremecen sus tiempos, iluminándolos.

 

No todo está perdido, estamos nosotros, juntos seamos esa luz.

 

Juntos…

 

 

Por Gustavo Tovar Arroyo

Juan Gabriel y Maduro, idilio fatal

Posted on: diciembre 7th, 2013 by Super Confirmado 1 Comment

“Perdona si te hago llorar.

Me enamorao, me enamorao.

Me enamoré.”

Juan Gabriel (Así fue)

 

Sábado Sensacional académico

Conocíamos la debilidad que sentía Hugo Chávez por Nicolás Maduro, debilidad que lo llevó al delirio romántico de nombrarlo su heredero: “desde mi alma, desde mi corazón, tan firme como la luna llena, lo más importante que tengo que decir es que Nicolás será mi sucesor”; lo que desconocíamos era la debilidad de Nicolás por Juan Gabriel.

 

¡Toda una revelación política!

Cuando observé al inefable Maduro llorar mientras Juan Gabriel le cantaba Las Mañanitas: “A los ‘muchachos bonitos’ se las cantamos así”, entendí que la formación académica de Nicolás Maduro había sido Sábado Sensacional y que bajo su régimen Venezuela lo que padecía era una agitada y escandalosa “guerra de los sexos”.

 

Lo he intuido desde el inicio de la debacle chavista y lo he confirmado en cada acto del espectáculo histórico que ha ofrecido este año Nicolás: desde el plátano fálico enarbolando su campaña electoral, hasta la multiplicación de los penes. Ese es Nicolás “Patroclo” Maduro, el guardaespaldas, chofer y amante de Hugo “Aquiles” Chávez, su adorado semidios.

 

Apoteosis de la ridiculez

Mientras Chávez, el varón, conocedor del entrañable sentimiento machista que aqueja a nuestro pueblo nos restregaba públicamente a ese ébano tentador y erótico que es Naomi Campbell, su “Primer Damo”, el comunista Maduro, absurdo descendiente de la extirpe revolucionaria del Ché Guevara, se exhibe lloriqueando y suplicándole atención a Juan Gabriel.

 

Apoteosis de la ridiculez.

Claro, Chávez era un hombre de estado, un sátrapa militar, conocía bien el manejo del imaginario popular; Maduro es tan sólo un “damo” del espectáculo, un irremediable bobalicón, no conoce de un carajo. Su misión única se ha convertido, para suerte nuestra, en desnudar ante el mundo la infranqueable ridiculez de la “revolución chavista”.

 

Los conspiradores -como yo- debemos aplaudir y agradecer a Maduro rubores como ese de lloriquear mientras Juan Gabriel, sí, Juan Gabriel, le dedica una idílica serenata. Así es como gobierna el socialismo del siglo XXI.

 

¡Bravo, Maduro, bravo! ¡Otra, otra, otra!

 

La lógica del espectáculo

Ya lo hemos señalado, la formación académica de Nicolás Maduro la obtuvo viendo “Sábado Sensacional”. Aprendió todo lo que sabe ahí. Todo. Tiene doctorado en espectáculo político, por eso es el actual “líder máximo” de la primera revolución de la cursilería universal.

 

Junto a sus compañeros revolucionarios Cilia, Iris, Carreño, Diosdado, Barreto, entre otros memorables actores de esta farsa, forman la coreografía impecable del hazmerreír. Lo terrible es que ya no sólo son el hazmerreír del continente, sino del mundo. No hay país al que uno vaya en donde no se burlen despiadadamente de Maduro y de sus actos revolucionarios de guerra, como el lloriqueo frente a Juan Gabriel.

 

Maduro es como una Lilia Morillo revolucionaria, un “damo” histérico que añora a su “puma” y se rodea de pumitas revolucionarios como el machote Winston Vallenilla, el dulce Roque Valero o el potro Antonio Álvarez, en detrimento de verdaderos líderes políticos, militares o sociales, para ejercer con furia afeminada el poder.

 

El espectáculo político del socialismo del siglo XXI tiene su sensacional y sabatina lógica: la histeria de la payasada.Juan Gabriel: “lo haré”. Juan Gabriel es un valor musical latinoamericano, uno de los más destacados compositores e interpretes de todos nuestros tiempos. El año pasado me lo presentó en su rancho de Guanajuato el presidente Vicente Fox.

 

Juan Gabriel y yo conversamos largamente sobre su “amor eterno” por Venezuela. Conmovido me comentó su agradecimiento por Sábado Sensacional, plataforma formativa que catapultó su carrera a nivel internacional.

 

Venezuela le traía los más especiales recuerdos, sin embargo, para él era una tristeza -según me comentó con genuino malestar- que haya caído en manos de un grotesco dictador como Hugo Chávez. La palabra “dictador” la uso permanentemente en el transcurso de nuestra conversación.

 

Por razones que aún me resultan enigmáticas, en medio de las mutuas burlas que hicimos sobre Chávez tuve la curiosa idea de recomendarle a Juan Gabriel que volviese a Venezuela: “A lo mejor tu presencia y tu música endulza el amargo corazón de la dictadura”.

 

Juan Gabriel me dijo: “lo haré”.

 

En defensa de Juan Gabriel

He leído con espanto los insultos que ha recibido Juan Gabriel por el idílico canto que le ofreció a Maduro en su visita a Miraflores. Me parece injusto. ¿Por qué no se ofende de igual modo a Gustavo Dudamel o a José Antonio Abreu cuando le inclinan la rodilla al dictadorzuelo y hasta le ríen las insuperables pendejadas que dice (“libros y libras”, por ejemplo)?

 

¿Por qué no se insulta a Henry Falcón, Aveledo o Medina, paladines de la MUD, cuando ofrecen sus mejillas y hasta su frente para los lepes que les propina Maduro a diario y además lo llaman “presidente”? ¿Esa es la oposición?

 

No justifico a Juan Gabriel, pero lo disculpo. No hizo nada que la propia oposición no haga a diario. Es un tema de dinero, muchísimo dinero. Una larga lista de personajes han sido seducidos por los petrodólares venezolanos: Mujica, Zapatero, Lula, entre otros.

 

El mexicano es un artista, hizo su show, cobró por ello y se fue; eso fue todo. Lo mismo hace Dudamel, Abreu o tantos otros, la diferencia es que la actuación de los venezolanos es permanente, y hiere. Son los bufones palaciegos de una desfachatez histórica. Su oportunismo ha podido más que su conciencia.

 

Juan Gabriel en cambio no promueve ni legitima nada, simplemente actúa. Sé lo que piensa sobre Hugo Chávez y sé, además, que es inteligente, sutil y perspicaz, sabe bien los efectos que produce su espectáculo.

 

Cantarle al sucesor del dictador Chávez: Maduro, tentarlo y hacerlo chillar ante el atónico público del Sábado Sensacional revolucionario, lo que hizo fue clavarle una daga ridiculizadora y mortal a la burla socialista venezolana. Entre ellos ocurrió un idilio fatal.

 

Juan Gabriel nos hizo un favor: ridiculizó para la eternidad al comunismo sensacional venezolano, lo dejó magistralmente en pelotas, herido y lloriqueando. Espectáculo sublime, verdaderamente sublime, para mostrar el descarado y cursi cinismo de la supuesta revolución chavista. Nunca imaginé que fuera posible. Nunca. Recibí una lección.

 

Aplaudo de pie, Maestro, agradezco de verdad el gesto. Tenías razón.

 

Seguimos…

 

 

 

@tovarr

Por Gustavo Tovar arroyo

Tovar, el panfletista

Posted on: noviembre 23rd, 2013 by lina No Comments

Me acusan de panfletista y quizá lo sea, a estas alturas poco importa, en todo caso soy tan sólo un fragmento de la indignación que a coro gritamos los venezolanos ante la hecatombe madurista.

No soy analista político ni aspiro serlo. En este momento son inútiles los análisis, aburren, es hasta lunático escarbar cifras, disecar atrocidades o escudriñar políticas públicas.

Estamos ante un desquiciado, no hace falta ser muy sesudo para saber hacia dónde conduce al país. Tampoco hace falta ser un erudito para entender qué hay que hacer.

Hay que utilizar el supremo recurso de la rebelión, como señala el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,contra la tiranía y la opresión, protestar en la calle, con el voto, escribiendo, componiendo canciones, gritando, mentando madres, como sea, pero protestar contra quienes quieren acabar contigo, conmigo, con todo.

Si hacerlo nos convierte en panfletarios, lo somos con orgullo. La historia dignificará nuestro grito y nuestra acción.

Somos los rebeldes, estamos en resistencia.

¿Votos o conciencias?

La furia que sentimos es racional, acaso humana, demasiado humana, pero racional. Somos ciudadanos, aspiramos vivir en un país no en un manicomio. Para lograrlo hay que organizar nuestra indignación, enfocarla hacia objetivos liberadores y luchar.

El voto es un método de lucha muy importante, pero no el único. Basta de espejismos y de cálculos políticos, ganemos conciencias no electores solamente. Si no lo hacemos nuestro país jamás cambiará.

Que nada silencie nuestra voz, no seamos comparsas útiles de la infamia. Rebelémonos, no debemos avergonzarnos por hacerlo.

Nos han impuesto una guerra -¿quién lo duda?-, pero la venezolana es una guerra vanidosa, sin lucha, sin movilización, sin desgarraduras políticas ni morales.

Nadie arriesga. Se ha perdido la pasión y el idealismo de los grandes espíritus que han fundado naciones y civilizaciones, mientras tanto el país se devasta.

¿Dónde están los Miranda, Jefferson, Churchill o Betancourt de la época? ¿Dónde están la locura y el frenesí necesarios para vencer la tiranía y fundar una nación digna?

La única derrota real que sufrió Chávez en tiempos de su satrapía se la propinaron los jóvenes del movimiento estudiantil. Votaron pero defendieron el voto, arriesgaron, estuvieron dispuestos a dar la vida por Venezuela.

Nadie los empujó, había locura y frenesí, idealismo y pasión: había conciencia.

Vencieron…

Roedores de libertad

No niego mi desdén por aquellos timoratos opositores que le tienden la mano al usurpador, Nicolás Maduro, y hasta lo llaman “presidente”. Son cínicos.

En su fuero interno lo detestan, saben que se trata de un estafador, que violó la voluntad popular y cometió un innegable fraude electoral, que su presencia es una traición a Venezuela -por su sumisión al régimen comunista de los Castro-, que su habilitado autoritarismo demolerá al país, y sin embargo lo ennoblecen con oportunistas concesiones verbales.

Una dictadura se combate como una dictadura. No caben insinuaciones ni indirectas, mucho menos espejismos. El tiempo apremia.

Nos asaltan, encarcelan, persiguen, expropian, entregan el país y nuestras riquezas al régimen cubano, toman las instituciones públicas, golpean a nuestros diputados, los chantajean y extorsionan, violan la Constitución, desconocen los derechos humanos y acaban con el estado de derecho, ¿qué más se necesita para calificar al régimen como lo que es y para combatirlo como merece?

Sean coherentes, traten a Maduro como el traidor que es, no calculen ni cedan.

Maduro sume al país en un pantano de heces, no apestemos con él, no seamos las ratas hambrientas de una democracia que nos es negada y ofrecida en fermentadas migajas.

Hay que rebelarse, ya no es un tema político, es un tema ético.

No seamos roedores de la libertad.

 

La historia nos llama

Algunos voceros ruegan que “pasemos la página” y que dignifiquemos la usurpación con nuestro lenguaje y sumisión ciudadana. Yo no lo haré y te ruego que tú tampoco lo hagas.

Desconfía de quienes sugieren rendición, no permitas que coloquen tu cuello en la guillotina de la inmoralidad.

Estás vivo, estamos vivos, somos mayoría, el verdugo delira de pánico, nos teme, unamos nuestras fuerzas a aquél o aquellos que están dispuestos a abolir la dictadura en nuestro país.

Es tiempo de próceres no de líderes y en el despelote venezolano el único prócer de tu libertad serás tú.

Que haya locura, frenesí, idealismo y pasión, que haya conciencia en ti.

La historia te llama: protesta…

@tovarr

 

 

 

El idiota perfecto es chavista

Posted on: noviembre 16th, 2013 by Super Confirmado 1 Comment

Un escupitajo verbal

De no haber muerto, el destino del sátrapa embalsamado Hugo Chávez habría sido la cárcel; si no se suicida antes, el destino del idiota Nicolás Maduro será un manicomio.

 

En la cárcel, habríamos escupido en el rostro a Chávez todo el daño que le causó a Venezuela y toda la perversión que impuso al país. En el manicomio, no podremos escupirle en la cara a Maduro toda su perturbación y enajenamiento traidor porque seguramente, en su idiotez, confundiría nuestro escupitajo moral con una cagada de pajarito y pensaría, como la superstición popular, que la saliva en vez de ser recriminadora es un signo de buena suerte.

 

No valdría de nada la recriminación, Maduro lo celebraría y solicitaría una foto mientras el gargajo censor recorriese su bigote para mostrar al mundo una nueva aparición de su amado, en esta ocasión chorreante de suerte.

 

Ni de vaina lo haremos, no debemos perder nuestros escupitajos en vano, menos en tiempos lunáticos de saqueo y escasez. Aunque pensándolo bien un escupitajo verbal a los idiotas saqueadores de la decencia en Venezuela nunca está de más. Uno solo en nombre de millones de venezolanos indignados y asqueados por la podredumbre moral que el chavismo -y su Maduro- nos ha impuesto.

 

¡Ahí va: split!

El idiota perfecto latinoamericano es chavista

En mi anterior entrega reflexioné sobre el “Ser o no ser, chavista…”, esa categoría política que surgió con Chávez y que corrompió el sublime concepto de la “raza cósmica” que sobre nosotros había ofrecido el mexicano José Vasconcelos.

 

Sugerí que el chavismo es la más hipócrita y depurada perversión ideológica que hayamos conocido hasta nuestros días, no sólo por su cobardía y traición intrínsecas, sino por su regordete y desfachatada opulencia nueva rica.

 

Su líder, Hugo Chávez, un cobarde y traidor que mostró por primera vez su chupado rostro después de un discurso asesino de tanques y de balas en 1992, que se engordó de hez por tanto robar y por permitir que sus familiares y revolucionarios “socialistas” también lo hicieran, es el mejor ejemplo del sobrepeso desvergonzado del chavismo. Su fundador.

 

Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa se anticiparon y describieron a los chavistas de modo quirúrgico en el satírico “Manual del perfecto idiota latinoamericano”. Ellos los describieron; Botero los pintó en su espesa, cómica, caricaturesca y vulgar obesidad corrupta.

 

Esencialmente cobardes y traidores como su infinito führer (líder), Hugo Chávez, los chavistas son sin duda los perfectos idiotas del socialismo llorón latinoamericano, pero son algo más y peor: son los gordinflones multimillonarios y corruptos de la revolución Cartier socialista, los burdos y emperifollados burgueses de la joya y la descomposición moral, los despilfarradores y grotescos nuevos ricos de la izquierda latinoamericana. Los chavistas son el gordo signo de su putrefacción.

 

Dime si eres chavista y te diré quien eres

Chávez no ha sido el más despiadado y brutal de los dictadores latinoamericanos, ha sido, eso sí, el más corrupto, tramposo y regordete embaucador del que tengamos memoria.

 

Fue un cínico popular como nunca se había conocido antes. Con el chavismo, en medio de su bochinche y algarabía perennes, se impuso una deformación social y una tergiversación ideológica sin precedentes en Latinoamérica, nació una nueva raza política, un mestizaje de inmoralidad que unió lo peor de nuestro pasado social a los males de la modernidad: la hipocresía socialista, el egoísmo nuevo rico capitalista, la indolencia criminal del narcotráfico, la corrupción administrativa, el cinismo, el chantaje, la promiscuidad, el desorden y la doblez moral; últimamente además la demencia de Maduro le ha agregado idiotez, mucha idiotez, al chavismo.

 

El chavismo ha sido de todo y no ha sido nada, sólo desorden, depravación y caos. Además un caso curioso de perfidia e intriga regional. Si por sus obras los reconoceremos, su obra mayor sería la penetrante inmoralidad y extorsión que sembró en la política latinoamericana.

 

Se dan golpes de pecho mientras le clavan una daga de oro al pueblo por la espalda. Su descomposición es obvia. Tienen tufo, su desvergüenza apesta.

 

No se dan cuenta

Es fácil, muy fácil reconocer a un chavista. Son cobardes y traidores, vulgares y desfachatados, gordinflones en corrupción, pero además dementes, lunáticos, saqueadores y ladrones, más idiotas que los idiotas descritos por Plinio, Montaner o Álvaro Vargas en su libro.

 

Los lugares comunes en el discurso chavista son conocidos: socialismo, imperialismo, guerra económica, yanquis contra revolucionarios, etcétera; los nuevos elementos son únicos: Louis Vuitton, Cartier, Gucci, Audi, pajaritos, millones y millonas, libros y libras, estigmatizaciones y aparecidos.

 

Son un hazmerreír y no se dan cuenta. El mundo les lanza un escupitajo en la jeta y lo celebran, piensan en la cagada del pajarito, en el saqueo a Daka -y otros comercios- y creen que es suerte. No entienden que crean un manicomio, claro, son los idiotas perfectos…

 

@tovarr

Por Gustavo Tovar Arroyo

La fría perversidad de Cilia

Posted on: noviembre 2nd, 2013 by Super Confirmado No Comments

La Tirana bandera

 

Si el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, Cilia Flores es una absoluta corrupta.

 

Su ambición autocrática es a un tiempo escandalosa y siniestra. No tiene límites. Encarna la corrupción absoluta del madurismo. Se adueña de todo y de todos, y lo hace como una déspota, es despiadada. No lo digo yo, es el rumor a voces dentro chavismo. Nadie la soporta por vil.

 

Cuando Ramón del Valle-Inclán escribió su celebrada novela el “Tirano Banderas” no imaginó que se anticipaba a los tiempos venezolanos del siglo XXI. Su Tirano no sería un hombre, sino una mujer; su apellido no sería Banderas, sino Flores.

 

Lo cierto es que la tirana actúa de manera sin vergüenza y descarada: demasiado “bandera”.

 

La Tirana bandera, Cilia Flores, junto a su monigote Nicolás, sus hijos, hermanos y sobrinos, son las hienas devorando la carroña de la administración pública y de la justicia de Venezuela.

 

Tienen hambre, mucha hambre.

 

De mosquita muerta a mosquita hambrienta

 

Desde que ha mostrado el rostro en territorio político y husmeado el poder con su hocico dictatorial, la tirana bandera -en el argot narcoterrorista de las FARC: alias “Primera Combatiente- ha manifestado un apetito de riqueza y poder descarados.

 

Babea ante cada oportunidad o puesto político. Es la efigie rapaz de la voracidad madurista, hasta a los Chávez supera. Que es mucho decir.

 

No perdona nada, quiere todos los puestos para ella, quiere el poder absoluto para facilitar su absoluta corrupción.

 

Con fría perversidad conquistó la confianza del embalsamado infinito, Hugo Chávez. Comenzó como abogada del golpista traidor y finalizó como la Procuradora del sátrapa supremo. Una vida devota que llegó al límite de la fría perversidad cuando le concedió al “Comandante Infinito” la facultad de juguetear con su pareja, Nicolás Maduro. Ella sabía que se ganaría el cielo político con esto. Lo hizo, insisto, es calculadora. Se lo ganó.

 

Muerto Chávez y humillados y execrados los familiares de éste -hazaña que Cilia completó con tal frialdad que hasta Maquiavelo habría aplaudido-, la voracidad de la primera tirana combatiente no ha tenido límites.

 

Lo controla todo, lo maneja todo. Es despiadada. Insospechadamente se ha llevado por delante a cuánto ícono chavista se le ha cruzado en el camino, Mario Silva entre otros.

 

Nadie imaginó jamás que la otrora mosquita muerta del chavismo devendría la mandamás del madurismo: la mosquita más viva y hambrienta. Ni los revolucionarios, ni la familia Chávez, ni la nomenklatura chavista. Nadie.

 

Por cierto, ni el gordinflón Diosdado Cabello quien tarde o temprano será pasado al cadalso. ¿No lo creen?, pues escucho apuestas. La verdugo Cilia decapitará a Cabello como decapitó a tantos otros, entre ellos a María Gabriela Chávez (a quien acusa de ser una “zorrita”, una vergüenza total para el madurismo).

 

La mujer del guachoma

 

En una reciente visita al estado de Sinaloa México, otrora tierra de carteles de la droga, crimen organizado, socialismo y escándalo, me hablaron de un tipo de personaje muy singular en esa fauna del terror que representa el narcotráfico y el socialismo del siglo XXI (son lo mismo).

 

Le llaman el “guachoma”, es decir: el “guardaespaldas”, “chofer” y “mayate” (amante) del jefe del cartel. La palabra se acuña con las primeras letras de cada una de ellas. ¿Pueden creerlo? Ellos ya lo sabían, cuestión de entender las mafias.

 

No invento, es una categoría sociológica de los mafiosos y los políticos mexicanos. El guachoma ama, conduce y guarda la “espalda” de su jefe. Digamos, como Maduro y Chávez. Idéntico.

 

Me resultó curioso pero muy descriptivo el término. Parece que es una práctica conocida entre bandoleros latinoamericanos que el “Líder Comandante” de una organización criminal o política tenga su guachoma, es decir, su leal juguetito sexual.

 

En Venezuela, ya sabemos, Maduro fue el guachoma de Chávez y Cilia Flores es la mujer del guachoma. Chávez usaba los servicios de su “guardaespaldas, chofer y mayate (amante)”, de su guachoma, para hacer más placentero el poder; Cilia lo usa, al guachoma de Chávez, para hacerse de poder.

 

Perversa y corrupta, Cilia Flores va por el régimen acomodando sus piezas. Lo déspota, lo bandera de su tiranía, sucede en la imposición y el control. Como señalé antes, la lista de esposos, hijos, sobrinos, amantes y amigos es grotescamente larga. Sería imposible enumerarlos en esta entrega.

 

Averigüen, se asombrarán.

 

El esperpento

 

Valle-Inclán creó un género literario que llamó el esperpento, en él se deforma la realidad, recargando lo grotesco que hay en ella. Lo esperpéntico es algo que se destaca por su fealdad, su desaliño y chabacanería.

 

Cilia Flores forma parte de esa realidad grotesca que es la Venezuela del madurismo. Es la versión mejor acabada del esperpento. No sólo por su aspecto físico, que es tétrico, sino por su perfidia moral y su maquiavélica corrupción.

 

Nadie, a parte de Chávez, ha detentado tanto poder como ella y nadie ha sido tan descarado y “bandera” para usarlo como esta tiranuela.

 

Cilia se comporta como la perfecta malvada de las películas de Walt Disney. Es una y es todas: la madrastra de la Cenicienta; la Maléfica de la Bella Durmiente, la reina mala de Blanca Nieves; la Cruella Devil de los dálmatas. Además se les parece. ¿O no?

 

Pero como todo esperpento malévolo, como todo mal, conocerá su fin; el bien la derrotará. Sabemos que luchará y usará todos sus recursos para mantener su fría perversidad en el poder, pero será imposible.

 

No serán las bellas durmientes ni las cenicientas de la muda oposición quienes la detengan, será ella misma, se carcomerá por dentro, se pudrirá como su alma antes de que pudra a toda Venezuela.

 

Lo verán, lo veremos. El chavismo lo celebrará, nosotros simplemente seguiremos.

 

Venezuela no es ella ni sus hienas. Venezuela es un mosaico de espíritus plurales, nobles, visionarios y lúcidos que se organiza para la revancha.

 

Tú eres uno de ellos, yo también. ¿Nos dejaremos aplastar por la tiranuela Cilia o por el guachoma Nicolás? Ni de vaina.

 

Nuestra indignación se ha organizado, esto apenas comienza…

 

Por Gustavo Tovar Arrollo

El patético hijo de Nicolás

Posted on: octubre 26th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Severidad y fiereza

Cuando emprendo mis entregas semanales pienso en Miranda y en Bolívar, especialmente en este último. ¿Cómo habría arrostrado el Libertador un tiempo tan absurdo y delirante como el nuestro? Pienso que lo habría hecho con severidad. Mucha severidad y fiereza.

 

Escribir mis destemplanzas cada semana se ha convertido para mí en un acto severo y fiero, un sacramento de arrechera en el que solemnizo a Bolívar y a Miranda y esparzo la irritación del venezolano en contra de esta manada de locos que hoy atrozmente nos rigen. Sin sutilezas. ¿Para qué?. La crítica es el arma que nos queda a los que no hacemos vida política, a los que abominamos estos escandalosos niveles de desvarío en Venezuela.

 

Todo el país está asqueado. Diga lo que diga Luis Vicente León u Oscar Schemmel y sus sospechosos (por maquillados) disparates, estamos asqueados. Todos.

El manicomio revolucionario venezolano

Es complicadísimo e insensible, hasta cruel, criticar a unos chiflados que con artimañas y fraudes se han hecho del control del manicomio revolucionario venezolano. Alzan banderas de Arco Iris, gritan consignas, se disfrazan de caciques o césares en el teatro Teresa Carreño y la sociedad, incrédula, permanece turulata.

 

Los revolucionarios del manicomio un día deliran y son Iván el Terrible, otro Napoleón; borrachos en la danza, son los Juanos de Arco del Caribe. La peste del bochinche.

 

La gente tiende a exculpar sus necedades y a sentir piedad por ellos. No importan los destrozos ni las zozobras que causan, la tendencia popular es sonreír y compadecerse ante la faena de los perturbaditos rojos.

 

Pero resulta que en lo que nos atañe los dementes no se han apoderado de un manicomio, sino de un país llamado Venezuela y rigen la administración pública en un despelote colosal, dándose el lujo hasta de decretar la “Suprema Felicidad” nacional inventando un ministerio. ¿En qué mundo cabe semejante alucinación? En el manicomio revolucionario venezolano. Sólo aquí.

 

El ingrato amor de Maduro

En ese complicado e insensible, hasta cruel, manicomio que somos en Venezuela rige un hipnotizado usurpador, Nicolás Maduro Moros, que dadas las características de su locura, hasta cree que es venezolano. Su amante, el reyezuelo tropical, Hugo Chávez le legó por amor (más objetivamente por haber guardado su “espalda”) la tarea de regir el manicomio y conducirnos al apocalipsis. Lo hace a paso de vencedores.

 

Maduro una vez en el poder, enloquece, o más bien: envilece y lo corrompe todo. No se mide. Remeda a su amante y lo destruye entre mueca y mueca. Lo transfigura en hazmerreír universal, para suerte nuestra. Muerto y embalsamado el caudillo infinito, heredado el trono del manicomio, Maduro muestra su hambre de monarquía, el duelo le duró un carajo.

 

A los pocos días del embalsamamiento lo vimos bailar, cantar, tocar tambores, chillar de frenesí y entusiasmo, disfrazarse de carnaval, hasta coquetear con otro titán -como llamó Luis Vicente León a Chávez- pero del espectáculo como Winston Vallenilla. Le fascinan los titanes.

 

Olvidó muy pronto, demasiado pronto, a su amado. Pero como instantánea fue la traición y la ingratitud de su amor, instantánea fue la comprensión y reacción del pueblo chavista que no le perdonó el envilecimiento y votó masivamente por Capriles, como castigo. Tuvieron que robar las elecciones para conservar el poder y su manicomio.

 

Madurito: ¿Nieto, hijastro o principesco de Chávez?

En ese bochinche alucinado, para conservar el poder y mantener la eficacia del manicomio revolucionario, Nicolás Maduro Moros ha escogido como Jefe de Inspecciones Especiales nada más y nada menos que a su hijo, Nicolás Maduro Guerra, un singular mequetrefe que no tiene ni puta idea de dónde está parado; peor que su padre.

 

Uno no sabe si es nieto, hijastro o principesco de Chávez. Lo cierto es que el embalsamado supremo jamás lo habría puesto ni a lavar retretes, quedarían sucios.

 

Sonaré insensible y cruel, pero me es muy complicado, me es imposible, no satirizar a este becerrito de funcionario público, pretor inequívoco de nuestra debacle -“porque mi padre me puso ahí”- y de la eficacia revolucionaria que arrasa con Venezuela.

 

Su mente se retrasa, su espíritu se apoca, es el cariñoso y consentido bobaliconcito, el niño impertinente y chillón que arruina la fiesta (en este caso la “revolución”), mientras su padre sonríe orgulloso. Claro, Maduro es un pasmado, no entiende que el ridículo y la usurpación llegaron a su tono máximo.

 

Cuando Nicolás Maduro Guerra (el junior) señaló, ante la perplejidad de los asistentes, que su padre le había asignado la Jefatura Suprema de la Inspección Revolucionaria a él y no a Hugo Chávez Colmenares (hijo del embalsamado supremo) porque éste era un drogadicto que no servía para nada, entendí que el manicomio revolucionario no tiene ningún estupor en destrozarse a sí mismo, con Maduro a la cabeza. La guerra sucesoral está desquiciada.

 

Las revoluciones han nacido a través de la historia de la humanidad para abolir reinados y monarquías. Ésa es su razón de ser. En el manicomio venezolano la “revolución” ha surgido paradójicamente para crear una monarquía. No podía ser de otro modo. Destrozadas todas las instituciones democráticas y republicanas, abolida la Constitución y la ley, los monarcas del madurismo sueñan con la eternidad de su delirio.

 

La situación es delicadísima, debemos erradicar tanta demencia. Urge el concurso combinado y consensuado del mundo militar y político. Ya basta de delirios. No somos un manicomio, somos la nación de Miranda y de Bolívar.

 

Es la hora apremiante de la severidad y la fiereza, es la hora de la razón y la ética. Bolívar condecorará desde su tumba nuestra irreverencia. Este artículo es mi comienzo. Vienen otros.

 

El patético hijo de Nicolás y el Ministerio de la Suprema Felicidad me han inspirado.

¿Y a ti militar amigo?

 

Por Gustavo Tovar Arroyo

La sucesión acaramelada, el fuego y la sangre

Posted on: octubre 19th, 2013 by Super Confirmado No Comments

Vestigios de su lumbre

 

Al fuego, fuego. Si la secuela es que quedemos todos calcinados en el infierno venezolano, comencemos. ¿No dicen que el fuego purifica?

 

Sé que mucha gente lee con rubor mis artículos, voltean escandalizados hacia los lados para cuidar que nadie los descubra cómplices de mis ultrajes, resguardan su nariz con un pañuelo, cubren sus ojos con sus manos, pero al final flaquean, una pícara curiosidad los arrastra, abren con duda culpable una rendija entre sus dedos medio e índice y comienzan -impacientes- la lectura de mi arrebato.

 

¿O no?

 

Este suelto no será la diferencia, lo garantizo. Anden, escóndanse, es hora de leer esta quemadura. Es lo más calcinante que habrán leído en la era del ardor madurista.

 

Incendiaron mi casa, mis letras son vestigios de su lumbre.

 

Preparo, apunto, escribo con fuego…

 

Los acaramelados del siglo XXI

 

“Al Comandante Supremo le gustaba jorungar coquetamente el bigote de Nicolás. Lo hacía con dulzura barinesa, Maduro cerraba los ojos inspirado, a veces brincaba de cosquillas. Se veían tan acaramelados y tiernos.”

“Les encantaba caminar tomados de la mano. Al líder máximo le fascinaba pegarle nalgaditas, Nicolás se reía, era todo un Primer Damo.”

 

“Su amor era magnético, hipnótico, un hechizo demoniaco. Compartían gustos, sentimientos, visiones. Eran el uno para el otro, unidos encarnaban el amor socialista del siglo XXI. ¿A quién más podría dejarle las riendas de la revolución sino a su perenne, como la luna, Primer Damo?”

 

Preguntó: ¿qué carajo me incumbe a mí toda esa intimidad? ¿Para qué invaden mis correos electrónicos con tanto acaramelamiento socialista? Basta, no sigan enviándome información que considero grotesca. No me importa, no me interesa. Si Maduro y Chávez se correteaban el uno al otro en ropa interior por los pasillos de La Casona era su problema, para mí es absolutamente irrelevante. No sigamos alimentando el morbo. Tenemos suficiente morbosidad con la desgarradora realidad nacional, con esa histeria de país que somos.

 

Lo trascendental y grave es que Chávez, tan excéntrico como era, rompió la lógica de la línea sucesoral revolucionaria y dejó como sucesor a su absurdo amor: Nicolás, ocasionándonos un severísimo problema político.

 

No midió las consecuencias de su delirio, creó un desequilibro fatal en la sucesión de su liderazgo y nos heredó una guerra.

 

Con toda razón sus familiares (Adán Chávez e hijas), los revolucionarios del 4 de febrero (Arias Cárdenas o Diosdado) y quienes arriesgaron su vida para rescatarlo el 13 de abril de 2002 (García Carneiro, Bernal o Baduel) se preguntan: ¿qué mérito hizo Maduro para convertirse en el nuevo “líder máximo” de la revolución?

 

¿Guardar su espalda?

 

La guerra de sucesión chavista

 

Las intrigas y las dudas se desatan dentro del régimen. Nadie entiende la violación a la lógica sucesoral revolucionaria que Chávez impuso. Observan con pasmo cómo Nicolás Maduro (alias “El amante”) destruye, a paso de vencedores, todo lo arriesgado, todo lo recorrido.

 

Con él se desvanece incontroladamente la revolución, es una pocilga de insensateces donde incluso se da el lujo de colocar a su hijo, el principito Nicolás Maduro Guerra, como el supremo inspector de militares, gobernadores y de los “héroes” del 4 de febrero.

 

¿Podría concebirse peor nivel de demencia y humillación? ¿Hay alguien dentro del chavismo con la dignidad suficiente para mandar para el carajo a ese imberbe carajito? ¿Algún militar digno, uno sólo?

 

Cuando Cilia Flores -puertas adentro- acusa a María Gabriela Chávez de ser una “burguesita”, una “parasita” que se comporta como una “cualquiera”, está librando una batalla feroz para consolidarse en el poder y seguir ubicando a sus familiares (hermanos, hijos, ex maridos y sobrinos) en los puestos de mayor relevancia dentro de la revolución madurista.

 

O cuando “el principito” Nicolás Maduro Guerra -ese redoblado pendejo- señala que su papá lo escogió a él para inspeccionar la eficacia del socialismo del siglo XXI y no a Huguito Chávez Colmenares (hijo de Chávez) porque éste es un drogadicto que no sirve para nada, muestra sus dientes e interés por suceder a su progenitor en el poder.

 

La guerra sucesoral ha comenzado. El chavismo y el madurismo se devoran entre sí como caníbales y en el transcurrir del tiempo esta furiosa batalla empeorará. La historia no se equivoca.

 

Uno de los hechos históricos que más mortandad ha traído a la humanidad ha sido el tema de las sucesiones del poder. Cada vez que se creó un desequilibrio sucesoral o se legó un liderazgo basado en una chifladura amorosa la consecuencia fue inevitablemente sangre derramada.

 

Europa ha protagonizado cruentas guerras sucesorales que han durado hasta cien años por mantener o hacerse de la supremacía del poder.

 

Venezuela no será la diferencia.

 

Nos queda muy poco tiempo

 

No por casualidad las monarquías han desarrollado leyes muy estrictas para reglamentar las sucesiones del poder a través de la historia. Evitaban luchas enfurecidas por el trono, derramamientos de sangre, descontentos populares, estallidos sociales, guerras.

 

En el caso venezolano, la guerra sucesoral sólo podrá ser sorteada con la restitución de la democracia, el rescate del imperio de la ley y el respeto a la agonizante Constitución Bolivariana.

 

Hace falta conciencia crítica dentro del chavismo y mucho valor en el seno de la fuerzas armadas para dar un difícil paso adelante, actuar y evitar la sangre. A fin de cuentas ellos son los gerentes de la guerra -y de la sangre- de una nación.

 

Venezuela vive un colapso total no por conspiraciones desestabilizadoras ni por mis incendiarios artículos (escritos a fuego limpio), sino por el desconocimiento evidente de las instituciones republicanas y políticas. Suena trillado, pero es así. Repito: la historia no se equivoca.

 

Al escenario de la guerra sucesoral hay que agregarle los criminales intereses del narcoestado madurista, la corrupción, el cadivismo chavista, los campos de concentración carcelaria, los carteles de la justicia, la podredumbre desbordada y el nepotismo cínico como respuesta.

 

¿Qué hacer en esta hora urgente? Reivindicar la victoria de Capriles como único “camino” antes de que el fuego deje de ser una simple metáfora literaria, antes de que la calcinación sea la única forma de hacer política.

 

Nos queda muy poco tiempo.

@tovarr

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