La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) entra en 2023 con la expectativa de que la demanda mundial de petróleo siga aumentando en un contexto de incertidumbre donde ve posible el fin de la guerra en Ucrania.
Entre los «retos» que prevé afrontarán los productores de crudo, en su último análisis del año la organización destaca el impacto negativo en la economía y el consumo energético que se espera de las políticas monetarias de los principales bancos centrales.
Las subidas de los tasas de interés como medida para frenar la inflación «serán motivo de preocupación para los países con elevados niveles de deuda soberana», recuerdan los expertos de la OPEP.
Se trata de un factor que, junto a la «rigidez de los mercados laborales» y los problemas en las cadenas de suministros, presiona a la baja sobre el consumo energético y, por ende, sobre los precios del petróleo.
«Sin embargo, la resolución del conflicto geopolítico en Europa del Este (la invasión rusa de Ucrania) y la relajación de la política china de cero covid podrían ofrecer cierto potencial alcista», subraya la OPEP.
Con este panorama, vaticinan que la demanda mundial de petróleo aumentará hasta los 101,8 millones de barriles diarios (mbd) en 2023, es decir, un 2,26 % más que el nivel de este año.
La OPEP selló en 2016 una acuerdo de cooperación con Rusia y otros nueve países productores de crudo independientes, con el fin de unir fuerzas para apuntalar los precios del barril, que entonces se habían hundido debido al auge del petróleo de esquisto en Estados Unidos.
Tras la invasión rusa de Ucrania, los trece socios de la organización, liderada por Arabia Saudí, reafirmaron y extendieron esa alianza con Moscú que, conocida como «OPEP+», entra en el próximo año manteniendo vigente un fuerte recorte de su oferta petrolera, aprobado en octubre para defender a los «petroprecios».
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