El encuentro previsto para este viernes entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la máxima figura religiosa del budismo tibetano, el Dalai Lama, vuelve a levantar ampollas en China. En un comunicado, la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, ha advertido que dicha reunión «dañará seriamente» las relaciones entre ambos países y ha instado a Washington a «cancelar inmediatamente el encuentro con el Dalai Lama, así como a no facilitar una plataforma a sus actividades separatistas en EE.UU.». Además, el comunicado tilda dicha entrevista de «grave interferencia en los asuntos internos de China y seria violación de las normas de relaciones internacionales».
El autoritario régimen de Pekín presiona así a la Casa Blanca sobre uno de los temas más sensibles en este país: el Tíbet, de donde el Dalai Lama huyó en 1959 a su exilio en la India tras una fallida revuelta contra la ocupación china. Con el tiempo, el Dalai Lama ha suavizado sus reivindicaciones y no reclama ya la independencia del Tíbet, sino mayor autonomía y respeto a su cultura, pero China lo acusa de ser un «lobo con piel de cordero» y un terrorista con fines independentistas, pese a que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1989, varios meses después de la matanza de Tiananmen.
Para calmar los ánimos, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden, aseguró que «no apoyamos la independencia del Tíbet» y justificó el encuentro entre Obama, también Nobel de la Paz, y el Dalai Lama «por su importancia como figura religiosa y cultural internacionalmente respetada». Pero, al mismo tiempo, recalcó el compromiso de EE.UU. con «los derechos humanos y la libertad religiosa en China» y alertó del «deterioro de los derechos humanos en las zonas tibetanas».
Tercera entrevista con el Dalai Lama
Desde 2009, más de 120 tibetanos se han quemado «a lo bonzo» para reivindicar la independencia del Tíbet, que desde la dinastía Yuan (1206-1368) ha estado bajo un mayor o menor control de China dependiendo de la fuerza de sus imperios.
Para no airar aún más a China, Obama recibirá al «Océano de Sabiduría» en el Salón de los Mapas de la Casa Blanca y no en el Despacho Oval, que se reserva a los mandatarios internacionales. Tras sus encuentros de febrero de 2010 y julio de 2011, será su tercera reunión y, como en aquellas ocasiones, añadirá más leña al fuego en las siempre difíciles relaciones entre EE.UU. y China, pero finalmente no llegará la sangre al río por su
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