El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica o TPP tomó casi seis años de negociaciones y la intervención final del presidente Barack Obama.
Cartel en protesta del tratado en el edificio de la Federación Americana de Trabajadores (AFL-CIO) en Washington, que dice «Muéstrenos los empleos».
Senadores estadounidenses dieron autoridad de negociación de acuerdos comerciales al presidente Barack Obama.
Obama y el Congreso en rumbos diferentes
Legisladores republicanos mantienen una guerra frontal en el Capitolio contra las propuestas de la Casa Blanca, pero también hay demócratas que no secundan parte de la agenda presidencial.
El presidente Barack Obama celebró este lunes el acuerdo final que Estados Unidos y otras 11 naciones de la cuenca del Pacífico alcanzaron en Atlanta, Georgia, el cual establece el tratado de libre comercio más grande de la historia.
«Cuando más del 95 por ciento de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía global», justificó Obama en un comunicado divulgado esta mañana.
«Debemos escribir nosotros esas reglas, abrir mercados a los productos estadounidenses mientras establecemos estándares altos para proteger a nuestros trabajadores y preservar el medio ambiente… Eso es lo que hace el acuerdo al que se ha llegado hoy en Atlanta», agrega.
El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica o TPP por sus siglas en inglés, abarca el 40 por ciento de la economía mundial y entre sus miembros están –además de Estados Unidos— Canadá, México, Chile, Perú, Japón, Australia, Brunéi, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam.
Las negociaciones han tomado casi seis años pero todavía enfrenta meses de debate en el Congreso estadounidense, pese a que los legisladores no podrán enmendarlo ni bloquearlo.
Entre los grupos opuestos al acuerdo están los sindicatos estadounidenses, grupos medioambientales y demócratas liberales.
El acuerdo final, conseguido tras cinco días de negociaciones, significa un triunfo más en el legado del presidente Obama, que durante su presidencia ha buscado acercarse a los países asiáticos, tratando de contrarrestar la creciente influencia de China.
El tratado eliminará miles de aranceles –incluyendo productos agrícolas y automóviles–así como otras barreras al comercio internacional, pero también establecerá reglas claras y parejas sobre la propiedad intelectual, la apertura del internet incluso en el Vietnam comunista y estrictos controles a los abusos medioambientales y el comercio de animales exóticos.
En Atlanta, Georgia, los ministros de Comercio de las 12 naciones participantes del TPP ofrecieron una conferencia de prensa para explicar los alcances del Tratado.
MIchael Froman, el representante comercial de Estados Unidos dijo que el TPP representa la eliminación de 18.000 aranceles, y en el caso del gobierno estadounidense en particular, significa un acuerdo comercial con naciones con las cuales no tenía un acuerdo de libre comercio.
«Incluye todo, desde autos, que en algunos de los países del TPP tienen aranceles de hasta 70%, y ahora no pagarán impuestos, creando una verdadera oportunidad para más exportaciones de vehículos. La maquinaria (bajará) 50%, y los químicos en 30%», señaló Froman.
El representante comercial estadounidense también indicó que en el caso de los productos agrícolas «sea que paguen aranceles o no, en varios casos éstos serán eliminados, mayormente reducidos o las cuotas se incrementarán significativamente y su administración será más eficiente».
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