El congresista Tom Emmer, el «número 3» de los republicanos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, renunció este martes a presidir la institución pocas horas después de haber sido nominado y tras recibir la oposición del expresidente estadounidense Donald Trump.
El representante de Minnesota, Tom Emmer, comunicó en una reunión a puerta cerrada a sus compañeros de bancada que finalmente no optará a liderar la Cámara Baja porque no tiene posibilidades de superar la votación prevista en el pleno, informaron medios locales.
Emmer, de 62 años, había sido nominado cuatro horas antes en una elección interna del grupo parlamentario republicano en la que se impuso a otros ocho aspirantes.
Sin embargo, rápidamente afloraron las críticas de los más radicales del partido que consideran que no es lo suficientemente conservador.
La estocada decisiva la dio Trump, quien ostenta una gran influencia sobre los republicanos y que advirtió en redes sociales de que elegir a Emmer sería “un terrible error”.
“Tengo muchos amigos maravillosos que quieren presidir la Cámara y algunos de ellos son grandes guerreros. Pero el falso republicano Tom Emmer, a quien no conozco bien, no es uno de ellos”, dijo el expresidente (2017-2021).
Emmer reconoció en 2020 la victoria electoral del presidente Joe Biden frente a Trump, respaldó en septiembre un proyecto para evitar un cierre de Gobierno, está a favor del matrimonio homosexual y apoya el envío de armas a Ucrania, lo que lo distingue de los más radicales de su formación política.
El cargo de “speaker”, como se conoce en inglés al presidente de la Cámara, está vacante desde que el también republicano Kevin McCarthy fue destituido el 3 de octubre tras una moción del ala más dura del partido.
Desde entonces, Emmer es el tercer nominado de los republicanos a presidir la institución que fracasa por fractura interna del Partido Republicano.
El congresista Steve Scalise fue nominado pero nunca llegó a someterse a una votación en el pleno por falta de apoyos, mientras que Jim Jordan, quien lo sucedió como candidato, se retiró el viernes de la contienda tras perder en el pleno tres votaciones en las que varios legisladores de sus propias filas le dieron la espalda.
Los republicanos tienen en la Cámara una estrecha mayoría de 221 escaños frente a los 212 de los demócratas, por lo que el aspirante a “speaker” no puede permitirse perder más de cuatro votos de sus propias filas.
Hasta que no se elija a un nuevo presidente de la Cámara no se pueden aprobar nuevas resoluciones o proyectos de ley en un momento en que está en el aire la aprobación de nueva ayuda militar para Ucrania e Israel.
Los demócratas critican que los conservadores han convertido el Legislativo en un circo.