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“Ni que baje Dios”

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“Ni que baje Dios”

 

 

Una hora de testimonio público del exgerente de Pdvsa Alfredo Chirinos (en el espacio Vladimir a la carta, que conduce Vladimir Villegas y que puede verse aquí) hace nula de nulidad absoluta la sinceridad de la campaña anticorrupción identificada como «caiga quien caiga». Todo se sabía desde hace seis años o más y nadie actuó. Perdón, sí actuaron: a Chirinos y su pareja, Aryenis Torrealba, los metieron presos por denunciar a las mafias.

 

 

Lo acusaron de espía. Lo llevaron a las celdas de la Dirección General de Contrainteligencia Militar. Lo torturaron. Este es su relato:

 

 

«Me quemaron la cara, me reventaron las costillas a patadas y sabes en qué pensaba (le dice a Villlegas)…en todos los amigos con los que discutí diciendo que en este proceso ya la tortura se había acabado (…) duré cuatro horas boca abajo recibiendo patadas y con un químico en la cara, que me peló la cara, y la jueza me vio así el día que me presentaron y cuando le mostré todos los golpes dijo que eso no importaba…». (La jueza, dijo, se llama Carol Padilla, encargada de un tribunal de terrorismo).

 

 

Chirinos y Torrealba ocupaban las gerencias de Operaciones de Especialidades (productos distintos al petróleo) y Operaciones de Crudo, respectivamente. Fueron detenidos el 18 de enero de 2020 y condenados el 4 de febrero de 2021 por el delito de Reserva de Divulgación o Suministro de Datos o Información, según el artículo 55 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, a cinco años de prisión. Sentencia ratificada por la Corte de Apelaciones de Caracas y luego por el mismísimo Tribunal Supremo.

 

 

Hace unos días, el Ministerio Público notificó que habían sido puestos en libertad por extinción de la pena, sin haber pasado los cinco años sino tres. Para el Ministerio Público siguen siendo culpables, aun cuando los hechos que denunciaron en 2017 y 2018 ante instancias internas -y ante la Fiscalía- son los que ahora se «descubren» en la citada ofensiva «caiga quien caiga».

 

 

Chirinos, que entró en 2012 a la industria petrolera, cuenta lo que denunciaron: «Pdvsa siempre ha estado relacionada con temas de corrupción. A partir de 2017 hubo un punto de inflexión enorme que creímos que era por desconocimiento, luego nos dimos cuenta de que eran intereses. Empezaron a crear un esquema de empresas de maletín con las que hacían contratos sin cumplir los requisitos exigidos por la industria. Esas empresas sin sustento económico comenzaban a fallar con los pagos y desde las posiciones que ocupábamos y apegados a los procedimientos no podíamos dejar salir la carga si las empresas no pagaban (…) elevamos a las instancias de Pdvsa el riesgo de estas empresas de maletín y los jefes nos ordenaron cargar los buques y que se fueran (…) que salieran sin haber pagado y que pagaran luego cuando tuvieran los fondos».

 

 

Cuando se dieron cuenta de que no pasaba nada con sus advertencias, hicieron un enlace con altas figuras del Ministerio Público, donde los recibieron en cinco oportunidades (Chirinos no sabe si el fiscal Tarek William Saab fue informado al respecto), pero esas gestiones tampoco aportaron salidas, ni evitaron que ellos fueran los acusados por «haber difundido información sensible por las redes sociales».

 

 

Chirinos –y lo admite en la entrevista– es chavista. Criado en un hogar de izquierda aprendió de pequeño a escribir el nombre de Chávez antes que el suyo propio, pero ante la pregunta de Villegas de si volvería a trabajar en Pdvsa dice: “Yo no me voy a ir a sentar al lado de los que robaron y probablemente van a seguir robando. Todos los esquemas de control han sido destruidos. Ni que baje Dios va a arreglar esto”.

 

 

Editorial de El Nacional

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