La realidad es que para los venezolanos el 2013 fue el año de los anaqueles vacíos; el año cuando tuvimos que buscar como nunca antes y hacer colas para adquirir productos básicos para la dieta diaria como leche (fresca y en polvo), harina de maíz, harina de trigo, azúcar, mantequilla, aceite, café, carne, pollo y otros productos alimenticios. Según el boletín de noviembre del Banco Central de Venezuela (en diciembre el BCV no publicó el indicador de escasez), se registró un desabastecimiento superior al 23%.
Esta situación de carestía en lugar de ser pasajera tiende a hacerse permanente; ya forma parte de nuestro día a día y se prolongará durante el 2014 al no producir el gobierno cambios significativos en las políticas públicas que avizoren una mejoría de la situación que viven las familias: buscar alimentos y comprar lo que se encuentra, y más de lo necesario, ante el riesgo de no saber cuándo volveremos a encontrarlos. Después de negar la escasez el ministro Osorio acusa a la gente del “acaparamiento doméstico” como una causa del desabastecimiento.
Aunado a la escasez y el desabastecimiento, los venezolanos tuvimos durante 2013 una muy alta inflación, 56,4%, la más alta de América Latina y una de las más altas del mundo. En cuanto a los alimentos, pese a estar, en su mayor parte con precios controlados, la inflación alcanzó al 80%, afectando sobre todo a la población de bajos recursos, que utiliza la mayor parte de sus ingresos en la adquisición de alimentos.
El balance agroalimentario 2013 de Venezuela se puede resumir en: la producción nacional estancada o en descenso; incremento del déficit (producción vs demanda), desaparición de las exportaciones agropecuarias y mayor dependencia de los alimentos importados. El resultado de la actividad agrícola durante el 2013 fue un déficit de alrededor 30% en cereales; 33% en frutales, café, plátano y caña de azúcar y en ganadería de carne y leche, un desabastecimiento del 55%, aproximadamente.
¿Cuáles son las causas de esta precariedad agropecuaria no antes vivida por los venezolanos? Hay razones que ocasionan el desabastecimiento y la inflación: una expansión desproporcionada y sin respaldo del gasto público y de la cantidad de dinero que circula en la economía que presiona los aumentos de precios y complica el abastecimiento, el estancamiento o la baja de la producción nacional mientras que la población aumenta, y dificultades para importar por la escasez de divisas. Estamos importando alimentos de todo el mundo por casi US$ 9.000 millones; incluso productos que toda la vida Venezuela exportaba, como es el caso del café.
¿Por qué la producción nacional se encuentra estancada o ha decrecido? Debido, principalmente, a las rígidas políticas de controles de precios (existe un rezago de más de 14 meses en los ajustes de los precios controlados de los principales alimentos) que causan pérdidas y reducen los incentivos para producir; las expropiaciones y el hostigamiento a los productores del campo; el fracaso del Estado productor cuyas plantas no operan o trabajan por debajo de su capacidad y el déficit de divisas que limita la importación de insumos, equipos, máquinas y repuestos.
El gobierno se ufana de aumentos de la producción de algunos rubros en 2013. El problema del sector no es si repuntó o no en un 5% o 10% con respecto al 2012 sino, cómo se ha desenvuelto el sector en los últimos 10 años; donde se observa que la producción por habitante, se ha mantenido constante o ha disminuido, dependiendo del producto; generando un aumento del déficit de productos agrícolas nacionales, que no garantiza la Soberanía Alimentaria. Se pudiere entender que se logra la Soberanía Alimentaria (no la autosuficiencia completa que es imposible) cuando el país alcanza a ser exportador neto de alimentos; estadio que se logra cuando el valor de las exportaciones de aquellos productos que se siembran y elaboran en el país, como café, cacao, maíz, arroz, frutas, carne de bovino, entre otros, supera al valor de las importaciones de aquellos productos que el país no produce, como el trigo, la cebada y algunas oleaginosas.
El sector agrícola venezolano está en crisis. No existe una verdadera política sustentable, concertada a nivel nacional con los productores, que garantice en el tiempo, el logro de la anhelada Soberanía Alimentaria. Es fundamental que el propio Estado a través de los ministerios de Agricultura y Tierras y el de Alimentación empiecen a trabajar de manera concertada; mientras el primero ha definido como prioridad cambiar la relación de la propiedad de la tierra, el segundo busca asegurar la oferta de alimentos, importando los alimentos desde todas partes del mundo sin tomar en cuenta el impacto de ellas sobre la producción nacional.
El gran reto del gobierno es reorientar el modelo aplicado a la actividad agropecuaria para rescatar la Soberanía Agroalimentaria, dejando atrás paradigmas ideológicos fracasados para hacer lo que verdaderamente debe hacerse. Urge en primer lugar, realizar los ajustes de precios de los productos agropecuarios con precios rezagados, y más si se realizaran cambios en la tasa de cambio que se les aplicará al pasar de 6,30 a la tasa del SICAD; una devaluación de más 75%.
Igualmente urge una acción pública donde hay profundas carencias, como son: el financiamiento oportuno, la asesoría técnica, el suministro de semillas, insumos y equipos, la investigación agrícola, el desarrollo y la conservación de la vialidad rural, garantizar la infraestructura de servicios y abastecimiento de agua, ampliar el sistema de salud y educativo de las zonas rurales. Por último se trata de que el gobierno deje al sector privado producir, que es lo que sí sabe hacer en forma eficiente y competitiva.
Nota de prensa