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Moronta: Un verdadero católico no persigue a sus hermanos

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Moronta: Un verdadero católico no persigue a sus hermanos

“Si somos cristianos católicos, ciertamente seremos capaces de construir el amor en la verdad, sin caer en los extremismos de posiciones cerradas que descalifican a los que piensan de otras maneras”.

 

La frase:

 

“…un verdadero católico no persigue a sus hermanos porque piensen de manera diversa inventando narrativas que no se corresponden con la realidad. Muchos de los jóvenes que han sido puestos presos no son terroristas».

 

Durante la homilía de la misa solemne en honor a los 414 años de la imagen del  Santo Cristo de La Grita, el obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario del Valle Moronta invitó a construir en Venezuela el reino de justicia, paz, reconciliación, solidaridad, amor, y libertad, destacando que  “el único dueño de la democracia es el pueblo, no los entes del Gobierno ni de la oposición» e hizo un llamado a los sectores a unirse en busca soluciones, que se imponga el diálogo.

 

Subrayó el obispo que el Cristo del Rostro Sereno tuvo una misión liberadora de la humanidad y destacó que la paz no se logra con acciones como la bomba de Hiroshima o con persecuciones hacia quienes piensan de forma diversa. «No, esa no es la paz auténtica», afirmó Moronta y agregó que la verdadera paz viene de Cristo para derribar todo muro de división existente para lograr la unión fraterna de todos.

Enfatizó que la auténtica paz no es la de las convenciones humanas o la del cese de los enfrentamientos armados entre los pueblos o las persecuciones hacia quienes la piensan de modo diverso a nosotros y manifestó su desacuerdo ante cualquier tipo de persecución.

 

«Solemos denunciar y manifestar nuestro desacuerdo cuando se construyen muros para separar a los pueblos o impedir que ingresen nuestros migrantes, pero nos olvidamos que también podemos edificar muros terribles para separar a quienes piensan de manera diversas o luchan por sus derechos», reflexionó Moronta y agregó que la paz de Cristo destruye la división y siembra la unidad aún en la diversidad.

 

Desde el santuario, la autoridad eclesiástica lamentó “que hay muchas personas perseguidas, sobre todo los jóvenes, por defender sus derechos e implementar la justicia» y recalcó que “un verdadero católico no persigue a sus hermanos porque piensen de manera diversa inventando narrativas que no se corresponden con la realidad. Muchos de los jóvenes que han sido puestos presos no son terroristas».

 

Sostuvo que “el evangelio establece que seremos juzgados por el amor manifestado a través de nuestros actos porque lo que le hagamos a nuestros hermanos se le hace al mismo Cristo”.

 

El obispo de la Diócesis de San Cristóbal invitó a seguir el ejemplo de Jesucristo y ser capaces de perdonar a quien nos ofende. «No es fácil amar a los enemigos. Cualquiera que sea, de cualquier equipo, dijo y añadió que todos podemos experimentar sentimientos de rabia y resentimiento que nos conduce a la venganza y otros tipos.

 

Reencuentro de hermanos

 

Monseñor Moronta dijo que en estos momentos urge el reencuentro de hermanos y no la persecución de ninguna parte de nuestra sociedad. “Hoy, en Táchira, Venezuela y el mundo a los cristianos católicos nos corresponde la misma tarea que recibieron los hermanos de las primeras comunidades eclesiales: hacer brillar la luz sobre las naciones y pueblos, derribar los muros existentes para edificar la auténtica paz, crear comunión y ejercer el ministerio de la reconciliación y el perdón. Todo ello, movidos por el amor”, subrayó.

 

“Soy tan gocho como ustedes”

 

Mario del Valle Moronta manifestó el amor que siente por el Táchira, a pesar de haber nacido en Caracas.

 

«Soy tan gocho como ustedes», expresó y reafirmó el amor y devoción que siente por el Santo Cristo. «En mi testamento pido que, en mi partida a la eternidad, cuando Dios quiera llevarme mi cuerpo sea sepultado en la Catedral y a los pies del Cristóbal del Limoncito, pero mi corazón repose en el Santuario del Santo Cristo de La Grita», indicó Moronta y recordó que el único sitio donde ha sido agredido es precisamente La Grita, y aunque le costó perdonó y se sintió libre por la fuerza del costado de Cristo.

Monseñor pidió perdón por esa confidencia y explicó que lo trajo a colación para poner el ejemplo de lo que hoy hay que hacer en el Táchira y en Venezuela. «No es el momento de descalificaciones y calumnias con las cuales destrozamos al adversario cualquiera sea, y así creamos indefensión. Acaso no estamos llamados a escuchar el clamor de la gente sencilla, de los pobres, de los excluidos, de los casi 9 millones de venezolanos que se han ido de nuestro país», se preguntó.

 

El obispo planteó otra interrogante: «Acaso no estamos comprometidos a dar cumplimiento a la auténtica voluntad pueblo manifestada en sus inquietudes y anhelos, en sus esperanzas y en sus votos. No estamos llamados a ser constructores de paz y verdad».

 

Insistió que el único protagonista de la democracia es el pueblo, y que nadie es dueño de ella. «Nadie es dueña de la democracia, ni los del Gobierno ni los de la oposición», recalcó en medio de aplausos de los feligreses y continúo preguntándose: por qué no persiguen a los irregulares que invaden nuestro patio y a los mafiosos que esclavizan a tantos adolescentes, hombres y mujeres, o al narcotráfico y la trata de personas».

 

Tareas y compromisos

 

El obispo Mario Moronta estableció algunas tareas a cumplir. La primera: hacer cumplir la propuesta de ser hombres y mujeres buenos revestidos de Cristo, sin miedo de actuar, con los sentimientos del mismo Cristo para transmitir la constancia y el consuelo del Dios de la vida. Evocó las palabras de monseñor Sánchez Espejo cuando decía que «el Táchira hace lo que el Táchira quiere».

 

La segunda: hacer realidad la liberación pascual de Cristo, para ello debe anunciar el evangelio a los pobres, romper toda cadena que pueda esclavizarnos, además de promover la libertad de los hijos de Dios. “Demostramos que aún con nuestras diferencias somos capaces de respetarnos como pueblo. Los dirigentes sociales, políticos y religiosos, hoy más que nunca, deben sentirse miembros de ese pueblo, del cual son servidores y no manipuladores. Que la ofensa se deje de lado para hacer brillar la Verdad que nos hace libres”.

 

La tercera: construcción de la paz.  “Si somos cristianos católicos, ciertamente seremos capaces de construir el amor en la Verdad, sin caer en los extremismos de posiciones cerradas que descalifican a los que piensan de otras maneras”.

 

Sugirió una propuesta como ofrenda para el Cristo del Rostro Sereno en procura de la paz: “¿Por qué no abrir un espacio de encuentro de todos los sectores de la sociedad tachirense donde participemos sin discriminaciones y podamos escucharnos, corregirnos, animarnos y diseñar el Táchira que de verdad requerimos? Las únicas condiciones que podríamos poner son el respeto mutuo, la escucha también mutua y la decisión de cada uno de aportar para el diseño de una sociedad fraterna, justa, solidaria y con capacidad de reconciliación. En este gran encuentro, participaremos todos sin excepción”, señaló el obispo y manifestó que ese diálogo constructivo, para demostrarnos que el pueblo es el único y auténtico protagonista de la democracia, sería un ejemplo para todas las regiones.

 

Monseñor Mario Moronta finalizó la homilía diciendo que sin duda alguna este pueblo del Táchira puede contar con la Iglesia. “Somos defensores de la Verdad en el amor y en la justicia, como bien lo enseña el Señor del rostro sereno”

 

La Nación

 

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