Justo cuando nos llega la cruda realidad después de una noche de copas, la acompañamos con la frase «no lo vuelvo a hacer», para después preguntarnos «¿por qué lo hice?»
Podemos dar mil excusas como: «era una ocasión especial», «tenía que olvidar un amor», «beber no hace daño»; sin embargo, no todas estas frases son válidas, pues algunas de ellas son ¡totalmente falsas!
Aquí te desmentimos algunas de ellas…
Beber sirve para olvidar. ¡No! Todo lo contrario. El alcohol activa ciertas áreas en el cerebro que se encargan de remover los recuerdos que hay en él, así que seguramente más de una vez esta estrategia te ha salido tan mal que terminas abrazada de una botella contándole tus penas.
El alcohol mata neuronas. Falso, sólo las afecta momentáneamente mientras dura el efecto de esta sustancia en el cerebro. Al día siguiente tu materia gris estará como si nada.
Mezclar las bebidas embriaga más rápido. Cierto, pues los niveles de alcohol y síntomas que producen son totalmente diferentes, así que si las consumes al mismo tiempo chocan, creando un shock en tu cerebro, así que te recomendamos mantenerte con la misma bebida e intercalar cada copa con un vaso con agua.
«Haré ejercicio para sudar el alcohol». Este es una de las partes más dolorosas, pues algunos creen que pueden sacar toda esta sustancia corriendo durante una mañana de cruda, lo cual es totalmente falso, pues sólo el 10% del alcohol se libera, lo demás queda resguardado en el hígado.
Comer antes reduce el nivel de embriaguez. Cierto, cuando tenemos comida en el estómago ésta es capaz de absorber el alcohol que se está ingiriendo; en cambio si no hemos comido nada durante un largo periodo de tiempo, es probable que los efectos hagan su aparición mucho más rápido.
Fuente: Veintitantos
