Nicolás Maduro anunció cambios en su gabinete con bombos y platillos, una decisión que vista desde afuera puede parecer muy normal. Los mandatarios suelen tomar esas medidas para ajustar el rumbo de un gobierno o para darle nuevos aires, lo que en cualquier caso sería bueno para el país.
Sin embargo, los venezolanos saben que en el chavismo este tipo de cambios y enroques no han sido efectivos. Ni se corrige el rumbo (que hace tanta falta) ni se dan nuevos aires, porque siempre son los mismos. A estas alturas la gente solo se pregunta cuando escucha estos nombramientos: ¿es que tenemos ministerios?, ¿es que no hay más nadie?, ¿existen acaso despachos que se ocupen de los asuntos del Estado o del país? Es importante aclarar que no es lo mismo, pero ambas instancias figuran entre las obligaciones del equipo de gobierno.
Las respuestas están en las protestas que se registran a diario en todo el país por la ineficiencia en el manejo de los servicios básicos, la alimentación, la economía, las penitenciarías, la industria petrolera, ¿seguimos? Pero volvamos a lo que nos ocupa: los cambios anunciados.
Si hablamos de la Cancillería, es fácil imaginar que una persona que ha tenido contactos con China, que ha manejado lo que ellos llaman “comercio exterior” con los amigos, y que ha acompañado a la vicepresidenta del régimen a ciertos viajes a España esté tan calificado para este despacho.
¿Qué se puede decir del Ministerio de Industria y Producción Nacional? Al excanciller le regalaron unas vacaciones completamente pagadas porque ¿de cuál industria estamos hablando? ¿Cuál producción nacional? Realmente de él no se espera que consiga las pimpinas de gasoil para echar a andar los tractores, eso le sigue tocando al colega de petróleo. Es sencillamente un cascarón vacío. Que disfrute sus días libres.
Y si hablamos de Justicia y Paz, la máxima de Maduro y su equipo ha sido siempre asegurarse de que no haya, y ese trabajo está más que hecho, todo el sistema funciona de manera engranada para no impartir lo justo ni asegurar la convivencia. Lo único que posiblemente le moleste a este nuevo ministro (aunque tiene tiempo en las filas rojas) son las manifestaciones que se levantan en todo el país, pero nada que no pueda controlar o ignorar.
¿Y el de Educación? Cualquiera pensaría que no la tiene fácil, pero eso sería en el caso de que se dispusiera a trabajar. Lo que tiene que hacer es seguir el ejemplo de sus predecesores, insistir en que las clases virtuales han dado resultado, taparse los ojos cuando le presenten los números de deserción escolar y dejar que todo siga como va.
En resumen, nuevos ministros en despachos que no hacen nada.
Editorial de El Nacional