Miguel Cabrera creció admirando a Andrés Galarraga. Soñando con dar batazos tan largos como los de su ídolo. Swing a swing trataba de imitarlo, pero nunca pensó que sus deseos se harían realidad. Eso fue hasta anoche, cuando el toletero escribió su nombre justo al lado del «Gran Gato».
En la victoria de los Tigres de Detroit 10-4 sobre los Cardenales de San Luis, Cabrera disparó un largo cuadrangular por el jardín central, su noveno de la temporada y el 399 de su carrera, con el que igualó a Galarraga como los máximos jonroneros venezolanos en las Grandes Ligas.
En el séptimo inning y con dos outs en la pizarra, el inicialista llegó al plato para medirse al relevista Mitch Harris. Tres rectas seguidas -una de ellas fuera de la zona de strike- prepararon al toletero para el siguiente pitcheo. Harris volvió a probar con la recta, pero esta vez Cabrera no lo perdonó y dio el batazo de vuelta entera que remolcó par de carreras.
«Significa mucho para mi. Es uno de los mejores. Un gran bateador», dijo a los medios estadounidenses. «Yo no juego esto para ser mejor que otro pelotero o romper récords. Lo hago por pasión y amor al juego».
Esa pasión lo llevó a colocarse al lado de Galarraga -y de Al Kaline en el puesto 53 de todos los tiempos-, pero aunque sus hazañas dicen que es incluso mejor que el retirado pelotero, a «Miggy» no le gusta ser comparado con uno de los héroes de su infancia.
«Tenía mucho poder», opinó. «No se puede hacer lo mismo que hacía él porque conectaba muchos jonrones de 450 y 500 pies. Los míos son buenos, pero son de 400 pies. Obviamente no soy como el Gato, él tenía más poder que yo».
El respeto es mutuo pues Galarraga no pierde la oportunidad de elogiar a su sucesor.
«Cabrera no tiene límites y me contenta mucho que vaya a romper mi récord», dijo hace unos días en una entrevista con El Universal. «Yo sabía que eso iba a pasar. Más bien creo que se tardó mucho en hacerlo. Desde el principio siempre fue una estrella. Se veía que tenía un talento enorme. Lo que pasa es que ahora se convirtió en una superestrella».
Antes del juego Cabrera había comentado que más especial que los 399 serían los 400. Por eso no le importaría no obtener la histórica pelota. Sin embargo, la adrenalina y emoción del momento lo llevaron a cambiar de parecer. Es por eso que en el cierre del séptimo, cuando los Tigres salieron a defender, el jardinero Anthony Gose salió al terreno con una esférica estampada con la firma del triplecoronado. Conversó con el fanático que había atrapado el jonrón y éste amablemente la devolvió.
Un trofeo más para la vitrina del «Tigre» mayor que ahora va por los 400.









