No se trata de que el gobierno chavista, que indudablemente ya comenzó su campaña para 2024, haya tomado la solución de la migración forzosa y masiva como una bandera, porque ya se sabe que a Miraflores poco le importan los venezolanos que han tenido que huir. Donde están tomando importancia y se encuentran en medio de la línea de fuego es en Estados Unidos, entre demócratas y republicanos.
Gobernadores republicanos han tomado medidas radicales para tratar el tema de la inmigración ilegal. Insisten en que el presidente Joe Biden no está haciendo su trabajo y que ha convertido la frontera en un colador, pues ya no se aplica la política instaurada por Donald Trump de que los migrantes deben esperar en México por la resolución de sus casos.
Así que desde Texas, el gobernador Greg Abbot ha mandado autobuses con migrantes hasta Washington D.C. y a Chicago últimamente. Asegura haber transportado a cerca de 10.000 ilegales a ciudades llamadas “santuarios” desde abril. Los últimos fueron trasladados hasta la casa de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris.
El gobernador republicano de Florida, Ron De Santis, fue mucho más atrevido y envió por avión a unos inmigrantes, que en su mayoría eran venezolanos, a la isla Martha’s Vineyard, una zona exclusiva en donde la mayoría de casas son de veraneo de familias muy acaudaladas, y pertenece al estado de Massachusetts.
Ambos han sido acusados de utilizar a los migrantes indefensos como fichas políticas. Incluso el gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, ha pedido a la Fiscalía que investigue si estos líderes estadales han cometido delito con el manejo tan descarnado de los ilegales. Hay que hacer notar que tanto Abbott como De Santis aspiran a la reelección en noviembre.
Y esta pareciera que es la gran pelea, por eso tienen a los migrantes de un lado para otro. Biden asegura que los republicanos tratan a los ilegales de manera cruel sin pensar en sus necesidades y sin respeto por los derechos humanos; defiende su política migratoria de “puertas abiertas” y asegura que el sistema que implementó desde las oficinas que se ocupan de inmigración es eficiente para resolver con dignidad el problema de los que quieren solicitar asilo, refugio o protección.
Pero aunque acusen a los republicanos de crueles, tampoco quedan exonerados los demócratas. Al final, los migrantes que llegan a cruzar el río Bravo, entre ellos muchos venezolanos, son el centro de una disputa que busca captar votos. Los hispanos que están facultados para votar han favorecido mayoritariamente la opción demócrata en elecciones pasadas. Pero la migración ha aumentado considerablemente desde 2021 bajo el gobierno de Biden y, aunque no lo quiera reconocer, los más afectados son los estados que la reciben.
Politizar un tema tan delicado, que tanto tiene que ver con el respeto de los derechos humanos, es un arma de doble filo. Al final, los afectados seguirán siendo los mismos, los más vulnerables, los que llegan sin nada a un país con la esperanza de poder sobrevivir. Biden insiste en ayudarlos, o al menos ese es su discurso. Y por estos lados se agradece, pero también se recuerda que si en Venezuela hubiera una verdadera democracia, el flujo de migrantes se reduciría considerablemente. Ese es el verdadero problema que hay que resolver.
Editorial de El Nacional