Quizás pensó que llegando sorpresivamente se iba a evitar discursos en los que se mencionara la triste situación de Venezuela, pero no se salvó. Nicolás Maduro tuvo que escuchar no solo a los presidentes de Paraguay y Uruguay, sino a los parlamentarios mexicanos que le gritaron “¡dictador!”.
A pesar de ese video en el que menciona que el pueblo de México lo recibió con los brazos abiertos, lo que se ha podido ver en las redes sociales es todo lo contrario. No solamente los parlamentarios mexicanos, que incluso detallaron en sus derechos de palabra el hambre y las necesidades que pasan los venezolanos, sino que en las calles recibió insultos.
Ya el ambiente en México estaba bien agitado por la visita del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. Su homólogo anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, lo recibió justo el Día de la Independencia y para muchos mexicanos esto fue un mal gesto, pues consideran que la isla no es ejemplo para ningún país de Latinoamérica y mucho menos debe ser celebrado su gobierno.
Pero la cosa siguió en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. El grupo de mandatarios miembros se reunió para discutir temas como la pandemia y el cambio climático, pero la presencia de Díaz-Canel y Maduro se convirtió en una piedra en el zapato. Tanto, que los presidentes Luis Lacalle Pou de Uruguay y Mario Abdo Benítez de Paraguay mencionaron en sus discursos que no reconocían al representante de Venezuela y pidieron democracia en este país, en Cuba y en Nicaragua.
Lo menos que puede decirse de la respuesta de Maduro es que fue infantil, como “Te espero en el recreo”. Cree que con un debate sobre democracia se saldan los señalamientos que le hicieron los dos presidentes. Menos mal que por lo menos no se puso a regar insultos, como lo hubiera hecho su antecesor.
Al final, no se sabe para qué fue a México. Quizás como vio que López Obrador ensalzó tanto a su amigo Díaz-Canel, fue a buscar su parte de elogios para subirse el ánimo. Sin embargo, salió con las tablas en la cabeza.
Lo que quisieran tanto él como su amigo el presidente de México y Daniel Ortega de Nicaragua es que la Celac tome el sitio de la Organización de Estados Americanos para evitarse eso de la Carta Democrática y la presencia más que fastidiosa para ellos de Estados Unidos y Canadá. Lo que no entienden es que la protección de la democracia en el continente no tiene nada que ver con organismos internacionales sino con la exigencia de los propios latinoamericanos que siempre preferirán la libertad.
Editorial de El Nacional