Ya son varios los análisis que aseguran que si el gobierno de la República Popular China hubiera hablado del virus mucho antes, si hubiera hecho públicas las llamadas de atención de los primeros médicos que trataron a los enfermos, todo se hubiera evitado. Pero los mismos que hacen estas aseveraciones tienen la explicación: la censura de los regímenes comunistas.
La información hubiera salvado muchas vidas. Y lo mismo se puede decir de los más aplicados seguidores del comunismo en esta parte del planeta. De lo que los venezolanos parecen estar seguros en estos tiempos de incertidumbre es de que no se les dice toda la verdad.
Muchos han tratado de salvarle el pellejo al régimen porque consideran que las medidas de confinamiento fueron aplicadas pronta y acertadamente. Pero es muy difícil creer que con solo la cuarentena Venezuela ha podido hacerle frente a la pandemia. Los números del régimen suben tímidamente, ayer se registró el primer deceso. Es difícil de creer. Es imposible.
Y no porque ese tipo de noticias sean esperadas por la población, pero lo que no puede ser es que estemos en la más completa ignorancia de lo que realmente sucede en el país.
Algunas preguntas que como medio de comunicación estamos obligados a hacer: ¿Dónde están hospitalizados los contagiados? ¿Hay suficientes pruebas de diagnóstico? ¿Cómo se cumple la cuarentena obligatoria de los familiares de los enfermos? ¿Qué tipo de ayuda está enviando realmente China y por dónde entra, quién la distribuye? ¿Con qué gasolina?
El régimen ha demostrado ser muy hábil en cuanto a escribir guiones de ficción. Tiene especialistas en manipulación de mensajes. Mientras todos están en sus casas pensando en cómo sobrevivir, los mandantes encuentran el mejor ambiente para ocultar la verdad.
Pero es necesario hacer la advertencia. No hay buenos pronósticos en el manejo de la pandemia en Venezuela mientras las condiciones de los centros de salud no sean mejoradas, y eso no ha pasado; no podemos esperar buenos resultados del manejo de la emergencia si los médicos ni siquiera pueden llegar a los hospitales porque no hay gasolina. Y lo que es peor, no podemos creer en unos números que nos hablan de cierto control del contagio si los venezolanos llevan años padeciendo hambre y viviendo en condiciones insalubres.
Entonces, la evidencia es que nos mienten, y que una vez más no les importa mientras ellos puedan mantenerse en el poder y, de cierta forma, escapar de la búsqueda que apenas se inicia porque sus cabezas tienen precio.
Editorial de El Nacional