Como estaba de moda esto de las redes sociales, decidí crearme una cuenta en Instagram, donde comencé a subir fotos de mi día a día y a su vez agregando gente que ni siquiera conocía. Era para mí entretenido ampliar el círculo.
Un día subí una foto con unos amigos en un asado que tuve en mi casa, a lo cual uno de mis «seguidores» me pidió mi Whatsapp para preguntarme algo por interno. Obviamente me negué si para mi era un completo desconocido.
Como fue tanta la insistencia, y además me nombró a una de mis amigas de la foto (que no tenía cuenta), accedí. Me pidió mi número para preguntar qué había sido de la vida de mi amiga, ya que ella había sido su amor platónico por años, aunque ahora no estaba interesado en ella: solo le dio curiosidad al verla. Le comenté que se iba a casar y que tenía una hija con su novio y fin del tema. No hablamos más.
Hasta que pasado un tiempo decidió romper el hielo y empezamos a ser amigos. Pasábamos horas y horas frente a la pantalla conversando y riéndonos. Me emocionaba pensar que cada noche tendríamos nuestra cita y con él me sentía muy cómoda. ¡No podía ser otra más que yo misma!
Pasados unos seis meses de una hermosa mistad, él se me declaró y yo me enojé, porque no me encontraba capaz de iniciar una relación y sentía que su acto de valentía venía a interrumpir nuestra sincera amistad, así que dejé de hablarle por un par de meses.
Retomamos la conversación el día de su cumpleaños y, tras asumir en ese tiempo lo que yo sentía, decidimos conocernos en persona. Fueron los días con más nervios que he tenido en mi vida, las horas pasaban y esas mariposas cada vez eran más grandes en mi estómago, hasta que llegó el gran día.
Decidimos juntarnos en las afueras de la estación de metro. Ahí estaba yo esperando, cuando en un tumulto de gente lo vi aparecer. Se paró frente a mí, tomó mis manos y yo solo pude besar sus labios. Han sido, lejos, los mejores labios que he besado, y ese abrazo vino a recomponer mi alma.
Ha pasado el tiempo y estamos a 6 meses de casarnos. Ha sido lo más maravilloso que me ha pasado, vivir cada día a su lado ha sido una de mis mayores bendiciones y puedo decir que soy feliz y no me arrepiento para nada.
Esta es la reflexión que Francisca, de Chile, nos compartió en iMujer. ¡Tú también puedes enviarnos la tuya! Porque toda mujer tiene alguna experiencia para contar y compartir con otras mujeres, este es tu lugar para expresarte: comparte tus experiencias con nosotras en iMujer.
iMujer