Matthew McConaughey era hasta hace poco el actor perfecto para comedias románticas ligeras. Sin embargo, el actor ha visto como en este 2013 se han cruzado en su mesa papeles de más calado que ha sabido aprovechar para renovar su imagen y darle un aire mucho más serio. El de Texas acaba de ser galardonado con el Globo de Oro, el premio del Sindicato de Actores y ha entrado en liza este año como uno de los candidatos al Oscar como Mejor Actor.
Este año McConaughey ha logrado evolucionar y
transformarse en un intérprete reconocido y valorado. Al margen de si logra o no el próximo día 2 de marzo arrebatarle el Oscar a Leonardo DiCaprio, que compite por su papel de excéntrico broker millonario en El Lobo de Wall Street, lo que sí es cierto es que habrá un antes y un después en los papeles a que McConaughey pueda aspirar después de este reconocimiento.
«Durante buena parte de mi carrera he sido reconocido como el actor que siempre aparece desnudo. Mi imagen ha ido deteriorándose mucho» confesaba el propio actor en una entrevista en la que reconocía que su carrera estaba cogiendo un rumbo que no deseaba.
«Trato de crecer de alguna manera con cada película que interpreto. Debo reconocer que con los últimos papeles al menos he disfrutado con la experiencia» aseguraba McConaughey.
Con películas como Dallas Buyers Club parece que el actor comienza a salir de ese «estancamiento» profesional en el que se encontraba en los últimos años. Su intervención en El Lobo de Wall Street tampoco es nada desdeñable y también arrasa en la pequeña pantalla con True Detective.
Para su papel de Ron Woodrof hizo una dieta infernal que le llevó a perder 20 kilos. Su compañero de reparto, Jared Letto, dejó de comer, literalmente, para estar en el film.
Matthew McConaughey se hizo conocido en España cuando fue pareja sentimental de la actriz Penélope Cruz. Sin querer dejar del todo de ser ese hombre deseado, glamuroso y con un cuerpo escandalosamente sexy, el actor ha cultivado en el último año un cierto aire de madurez que le hace aún más interesante.
Fuente: La Vanguardia