Matar por la calle del medio

Matar por la calle del medio

 

 

Ya es un escándalo mundial la pena de muerte que el gobierno madurista impone cada día a gente inocente, ya sea por la infame política de ahorrar dólares dejando de comprar alimentos y medicinas para, de esta manera, pagar las deudas contraídas con la banca internacional, o también deteriorando al máximo las condiciones de vida para que los más jóvenes huyan en masa al exterior y dejen de ser una carga para el presupuesto nacional.

 

 

 

Como si esto fuera poco, buscan bajar los costos que ocasionan las hacinadas cárceles y el ya de por sí deteriorado funcionamiento de los tribunales de justicia inventando irracionales planes de represión para matar a tiro limpio en las calles o en sus hogares a los presuntos malandros. Y calificamos con toda razón de “presuntos” a una serie de ciudadanos que han sido acribillados por la PNB o el Cicpc por ¡equivocación! Y lo peor es que lo reconocen, incluso, delante de los periodistas.

 

 

 

Los cuerpos policiales no se percatan, o fingen no percatarse, y mucho menos sus jefes (militares en su mayoría) de que esa manera de  actuar pistola en mano, disparando por doquier, es una conducta idéntica a la de las bandas criminales que reinan y dominan en los barrios caraqueños, en las capitales del interior del país y en las zonas fronterizas. ¿Cómo pueden los ciudadanos confiar en sus cuerpos policiales si entre los malandros y los representantes de la ley no existe diferencia alguna a la hora de actuar contra el derecho a la vida?

 

 

 

Da mucho qué pensar que el gran invento para combatir o al menos mantener a raya a la delincuencia se le ha bautizado con las siglas de la OLP, mundialmente  asociadas al terrorismo más perverso que han sufrido los habitantes de este martirizado planeta. Un terrorismo que en su más insólito fanatismo destruye no solo a sus enemigos (eso dicen ellos) sino a su propia gente, en especial a las mujeres que viven bajo sus dominios, encerrándolas como si fueran prisioneras de guerra. Recientemente ha surgido, como un terremoto noticioso, el derecho de conducir automóviles que el rey de Arabia ha concedido a las sauditas.

 

 

 

Pero lo que nadie puede explicar es cómo le quedó el cerebro al jefe policial bolivariano que apellidó como OLP a este operativo que, por lo visto hasta ahora, ha sido como una picada de zancudo para la delincuencia que se pasea por los sectores populares, cobran protección y organizan fiestas a todo dar aliñadas con cocaína y otros “alimentos del alma”.

 

 

 

Por fortuna para los indefensos venezolanos que no tienen carnet de la patria, los agentes de la OLP bolivariana todavía no se atreven a practicar esos “suicidios religiosos” que el islamismo radical ha puesto tan sangrientamente de moda por otros lares. Algunos amigos y socios tendrán en estas tierras porque, bien sabido es, que ningún pájaro caga su propio nido, y mucho menos si en esta república socialista (dicen los chismosos) les permiten un poco de tranquilidad y descanso porque, aunque no se crea, tanta sangre también cansa mucho.

 

 

 

No olvidemos que en los hospitales se muere no a bombazo limpio sino por falta de medicinas y tratamientos adecuados, que enfermeras y enfermeros cobran un salario que ni siquiera llega a sal y que muchos médicos han tenido que exiliarse para no morir.

 

 

Editorial de El Nacional

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