Cuando sus pies empezaron a hincharse, Luis Olivares no pensó que los riñones le estaban fallando. En enero de 2009 recibió el diagnóstico de insuficiencia renal. “Ya no había nada qué hacer”, decía. Y aunque se negaba a dializarse, en julio de ese mismo año decidió ponerse el catéter y conectarse por primera vez a una máquina de hemodiálisis.
Así transcurrió cuatro años, en los que visitó tres veces por semana la sala de diálisis. Olivares, de 65 años de edad, estuvo en lista de espera por un implante durante tres años. Fue operado el 17 de mayo pasado en el hospital Pérez Carreño.
De acuerdo con la Organización Nacional de Trasplante de Venezuela, por lo menos 1.436 pacientes esperan por un riñón y otros 1.500 por córneas, mientras que un grupo de 19 venezolanos aguarda por un hígado. En lo que va de año, la ONTV ha concretado 96 intervenciones en todo el país, lo que significa un pequeño incremento con respecto a 2012, porque para la misma fecha del año pasado se habían realizado 80 operaciones.
En septiembre, cuando se conmemora el Mes de la Donación de Órganos y Tejidos, vale la pena recordar que en Venezuela sólo están en funcionamiento 2 programas de trasplante en el área pública: de cornea y de riñón. De los más de 230 hospitales que integran el sistema de salud público nacional, 9 centros están capacitados para realizar las intervenciones quirúrgicas requeridas por los esquemas nacionales de implantes.
En Caracas, el Hospital Miguel Pérez Carreño, el Militar Carlos Arvelo y el J. M. de los Ríos atienden a quienes requieren la sustitución de riñón, mientras que el hospital de Lídice realiza trasplantes de córnea.
En Zulia, sólo el Hospital Universitario de Maracaibo cuenta con los requerimientos básicos para practicar las intervenciones, mientras que en Mérida, Barquisimeto y Valencia, únicamente los hospitales centrales reúnen las condiciones mínimas para operar a los pacientes. La Policlínica Metropolitana, centro privado de la capital, es la única institución que cuenta con equipamiento para implantar un hígado.
El sistema de salud venezolano no atiende la demanda de pulmón, corazón y de otros órganos vitales, como piel, huesos, intestino y páncreas, informó Inés Fernández, quien preside la Asociación de Trasplantes de Venezuela desde hace más de 28 años. Apunta que en el país hay un registro de 12.000 pacientes en hemodiálisis, de las cuales sólo 3% está inscrita en una lista de espera para recibir un riñón.
A pesar de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Trasplantes, Tejidos y Órganos, publicada en Gaceta Oficial N° 39.808 del 25 de noviembre de 2011, la situación sigue siendo desconsoladora para los pacientes que esperan desde hace años.
“Esta nueva norma asume que cualquier persona es donante, a menos que manifieste lo contrario en vida”, explica Fernández. Señala que la primera Ley de Trasplante de Órganos se aprobó en 1972 y 20 años más tarde fue modificada para incorporar los avances médicos.
Carrera contrarreloj
De acuerdo con la ley en vigor, toda persona, sin distinción de edad o sexo, es considerada donante en potencia. El único requisito es un diagnóstico de muerte cerebral. “El donante debe estar sano, sin enfermedades infecciosas y con los órganos en buen estado”. Exclusivamente cuando se agotan los recursos disponibles para salvar al enfermo es cuando un médico puede considerar la donación.
Para que los órganos se puedan injertar, el donante debe morir en un recinto hospitalario o en un ambiente donde cuente con la asistencia de un respirador artificial, con la finalidad de preservar los órganos en buen estado. «Sólo pueden donar quienes tienen cero respuesta cerebral, pero se mantienen a través de un respirador artificial», afirmó Fernández.
Una vez que los médicos declaran sin vida al individuo, un promotor de trasplante o el médico de guardia conversan con los familiares y en caso de que haya una disposición positiva, se extraen los órganos aprovechables en una carrera contrarreloj.
De acuerdo con la información compartida por el médico Carlos Jiménez, un hígado se puede preservar por 8 horas, mientras que el corazón y los riñones tienen un lapso máximo de 4 y 24 horas, respectivamente. “Los enfermos que son recibidos en los centros de salud sin signos vitales no son aptos para donar”, aclaró el médico.
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