Logró la candidatura del Partido Conservador contra todo pronóstico. Debió superar las zancadillas que le pusieron algunos de los viejos barones de su formación, que preferían quedarse bajo el ala protector de Juan Manuel Santos. También la Corte Nacional Electoral intentó cerrarle el paso. Pero no es fácil quebrantar la voluntad de una curtida luchadora de 59 años, ministra de dos gobiernos, embajadora en Francia y senadora. Su imagen está creciendo en los últimos días, según encuestas internas de uno de sus partidos rivales, aunque será difícil que de la sorpresa el domingo 25.
¿No le faltó un mes de campaña para meterse en la segunda vuelta?
Yo espero que el pueblo colombiano entienda que lo que está en juego es más de lo mismo con Santos, que nos va a terminar llevando a un abismo, o tratar de volver al pasado que no es posible. Pueden elegir avanzar en una agenda de país que es la que necesita Colombia, donde haya una lucha a fondo contra la corrupción y un Estado que se preocupe por la gente.
¿Qué es lo que más le reprocha a Juan Manuel Santos?
El uso y el abuso del poder, la manera en que ha prostituido la democracia colombiana, para mantenerse en el poder, entregando a congresistas porciones enteras del Estado. La antítesis de lo que siempre dijo en sus discursos.
¿Por qué no le acompaña una parte del Partido Conservador?
Porque una parte de la bancada sucumbió ante la compra descarada que hizo el gobierno a punta de mermelada, les dieron contratos, burocracia, cupos indicativos. Los parlamentarios que están acompañándonos son el 40 por ciento, pero tengo las bases del partido, los concejales, alcaldes. Ese es el conservatismo de verdad, el que cree en una doctrina y en las instituciones. A ese es el que quiero conmigo, no quiero el de la mermelada. Nos impediría depurar la política colombiana.
¿Es posible depurarla? Santos terminó aliado con corruptos y usted está en un partido donde hay corruptos.
Creo que ha faltado voluntad política en los gobiernos del pasado. Yo hice propuestas para combatir la corrupción cuando estuve en el Senado. Se necesita alguien en la Presidencia que saque adelante reformas de fondo, lograr que los partidos le respondan a los ciudadanos, no estén capturados por una clase parlamentaria. Yo quiero partidos de ciudadanos.
La gente, no solo en Colombia, está harta de una casta política que vive medrando en partidos, en organismos oficiales.
Entre más pasa el tiempo, más evoco una frase de Álvaro Gómez: «Es el régimen lo que tiene corrompido este país». Y el régimen es un montón de alianzas que no tienen color político, es un grupo de gente que se ha venido beneficiando del Estado, de los recursos públicos sin ningún escrúpulo, y eso es lo que hay que cambiar.
¿Qué podríamos esperar los primeros cien días de su gobierno?
Una reforma política profunda para depurar la clase y los partidos políticos, y otra de la Justicia. Una constitucional para acabar la relección, las instituciones colombianas han demostrado que no tienen la suficiente fortaleza para enfrentarse el abuso de un poder presidencial como el que hemos visto estos cuatro años. Un plan de desarrollo en el Pacífico colombiano. Crearemos un Ministerio de Fronteras para que esos departamentos crezcan. Convertiremos Bienestar Familiar en un ministerio para la mujer y la familia.
¿Entonces no seguirá la tradición de dejar la infancia en manos de la Primera Dama?
Una política de familia es una política mucho más seria que el ratito libre de las Primeras Damas. Aquí se necesita lograr que cada política pública tenga de manera explícita el reconocimiento de la familia y la reivindicación de la mujer. Es inaceptable ver cómo sigue teniendo discriminación desde el punto salarial y educación. Entre el 2009 y el 2012 Colombia, según un estudio de Harvard, tuvo un retroceso en la participación de la mujer en educación, empleo y en ingreso económico.
¿Qué hará con el proceso de La Habana?
Vamos a abrir los textos que están negociados porque el país no los conoce, nos han dado solo comunicados de prensa. Segundo lugar, les vamos a decir a las Farc, antes de volver a sentarse a la mesa tienen que adquirir el compromiso de suspender de inmediato el reclutamiento de niños, dejar de poner minas y suspender cualquier acción terrorista contra la población civil. A mí no me va a pasar lo del Presidente Santos que un ataque terrorista contra un vendedor ambulante no es grave. Para mi es tan grave como un magnicidio. Una vez haya el compromiso, con verificación internacional, nos sentaremos. De lo contrario, no.
¿Que hará su esposo mientras?
Seguir con su trabajo de arquitecto. Somos una familia que depende del ingreso de los dos.
Si hace negocios, ¿no habrá suspicacias?
No, porque tiene una empresa privada que nunca ha tenido contratación con el Estado.
¿Aceptaría un ministerio de Juan Manuel Santos si pierde?
No, de ninguna manera. Uno hace parte de un gobierno en el que crea. Yo a este gobierno le perdí la confianza.
¿Cómo gobernará si solo tiene a la mitad de su partido en el Congreso?
Estoy convencida que la agenda nuestra va a ser tan importante, que ningún partido saldrá a decirle al país que no la apoya. Los que digan que no, van a quedar en evidencia. Pero un estadista no se vende a la clase política y menos se dedica a comprar a los parlamentarios.
Fuente: elmundo.es