Nunca perdió relevancia. Nunca, ni en este siglo en el que recogió los frutos de décadas de carrera.
Dice mucho de la vida de un hombre la manera como es despedido cuando muere. La partida del compositor mexicano Armando Manzanero, ayer lunes en horas de la mañana, no solo obligó a cientos de miles de latinoamericanos de varias generaciones a declarar su amor por canciones como Esta tarde vi llover, Somos novios, Adoro, Contigo aprendí, Voy a apagar la luz, Nada personal, No sé tú, Parece que fue ayer –y a agradecerle al maestro por haber sido un miembro más de la familia y una parte fundamental de la educación sentimental–, pero asimismo puso a cientos de cantantes de la región a reconocer su influencia y a retratar su generosidad de artista consagrado.
Quizás esa sea la medida de un artista: la certeza, el día de su muerte, de que millones de personas descienden de él y de su obra. Vale la pena recordar que intérpretes del alcance de Elvis Presley, Tony Bennett, Miguel Bosé, Andrea Bocelli, Chavela Vargas, Roberto Carlos, Ricardo Montaner, Vicky Carr, Luis Miguel y Vicente Fernández, entre muchos otros, grabaron versiones exitosas de sus más reconocidas composiciones. Ayer mismo, algunas de las principales estrellas de la música popular en español de las últimas décadas –Raphael, Hombres G, Ricky Martin, Carlos Vives, Maluma– se despidieron de él como de un maestro que les había enseñado a articular sus propios sentimientos.
El yucateco Manzanero, conocido en el mundo del espectáculo como el ‘rey del romanticismo’, murió a los 85 años “por complicaciones derivadas del covid-19”. Siempre fue músico. Siempre tocó piano y siempre vivió en los estudios de grabación. Durante los años sesenta se convirtió en el mejor intérprete de sus propias canciones. Nunca perdió relevancia. Nunca, ni en este siglo XXI en el que recogió los frutos de seis décadas de carrera, perdió su lugar en una cultura llena de verdades amorosas que en buena parte se inventó. Jamás lo perderá.
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