Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, y Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda, son los representantes de Maduro en la nueva etapa del diálogo con Estados Unidos
En términos formales, que llevan rato de huelga en este país, la campaña electoral comenzó ayer. Jorge Rodríguez, el negociador del gobierno, quien suele expresarse con un lenguaje escatológico, anunciaba en la red X que preparaban 70 marchas para celebrar el 70 aniversario de Hugo Chávez, que se cumpliría en la temida fecha del 28J, en las que mostrarán, además de concurrencias gigantescas, alegría, música y, una palabra que se arruga en la boca del presidente de la Asamblea Nacional, ternura.
A tres semanas y pico del día electoral, el candidato oficialista a la reelección no ha podido hacer un acto respetable de agitación y concentración política. Mientras María Corina Machado recorre el país en una “campaña admirable”, rebosante de gente del pueblo, con escenas de profunda emotividad —expresada en cada rincón del territorio ante el hartazgo de lo que se vive, y la sinrazón de quien gobierna—, y, en paralelo, se avanza en el proceso de organización para la promoción del voto y su conteo, uno por uno.
En ese contexto, Maduro anunció el reinicio del diálogo con Estados Unidos. Dijo que lo había estado considerando durante dos meses y que para nada ese diálogo pondría en duda la soberanía venezolana. Es la paja que rodea el grano. El hecho concreto es que el miércoles se produjo el primer intercambio virtual entre representantes de los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela.
Lo que trascendió son otras “formalidades”, difundidas por Jorge Rodríguez y Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda, en el sentido de que habrían acordado, primero, la voluntad de trabajar juntos para ganar confianza y mejorar las relaciones y, segundo, mantener las comunicaciones de manera respetuosa y constructiva, que es lo mismo que lo primero pero dicho de otra manera. Muy poca cosa en un escenario electoral que se ha transitado de incertidumbre en incertidumbre.
Los negociadores de Maduro insisten en limitar el diálogo a lo “acordado” en Qatar en junio de 2023. Lo que, por una parte, es un misterio; y, por la otra, desde entonces han ocurrido asuntos extraordinarios tanto en el campo opositor como en el oficialista: la exitosa realización de la primaria del 22 de octubre (cuatro meses después del encuentro en la nación árabe) y el descalabro del gobierno en el referendo del Esequibo, del que no hay registro alguno de votantes, por mencionar los dos más visibles. Una oposición creciendo en el ánimo popular a pasos agigantados y en aquel junio imprevisibles, y un gobierno sin sostén en lo que fueron sus bases tradicionales de apoyo.
¿Qué habrán acordado Estados Unidos y el gobierno de Maduro en Qatar? ¿Qué compromiso espera Miraflores que “cumpla” el tan denostado imperio yanqui? En principio, los contactos entre ambos gobiernos son saludables, por lo que representa la atención de Estados Unidos, aunque con altibajos, a la crisis política, económica y social venezolana. ¿Tratará de aprovechar el gobierno de Maduro la debilidad de Joe Biden en su propio escenario electoral o abrirá una rendija para facilitar una mínima convivencia política, de garantías para ambas partes en Venezuela, ante la cercanía del 28J y sus resultados?
María Corina Machado, la líder indiscutible del proceso político en marcha, llamó la atención sobre el “repentino” interés de Maduro por el diálogo con Estados Unidos y recordó que el gobierno había violado sistemáticamente el Acuerdo de Barbados, suscrito con la Plataforma Unitaria el 17 de octubre pasado, que establecía las condiciones para el desarrollo de las elecciones. “Lo importante es lo que salga” de esas conversaciones, precisó Machado, quien destacó que lo más conveniente para el régimen es una “negociación seria” ante la inevitabilidad del cambio político.
Este imprevisto diálogo es un tema que hay que seguir en medio de las tensiones actuales y muy próximas y mayores que rodean el careo electoral. Nadie preveía que días antes de la primaria se firmaría el Acuerdo de Barbados, que tan útil fue a esos fines. La incertidumbre seguirá siendo un signo de lo que vivimos los venezolanos que no puede desviar el objetivo de votar el 28J y consolidar la previsible victoria opositora.
Editorial de El Nacional