Repleto de amenazas, de insultos, incitando a los cuerpos militares y paramilitares para que reprimieran a los cientos de miles de ciudadanos desarmados que protestaban por todo el país y, lo que es peor, sin dignarse preguntar, y muchos menos responder, por qué en horas Venezuela se había alzado contra su gobierno, el presidente Nicolás Maduro, lució ayer como un jefecillo de montoneras imbuido de la torpeza de que con tiros más, tiros menos, el pueblo regresará asustado a sus hogares.
No señor Maduro, esto va para largo, y lo más seguro es que quien se devuelva a su casa sea usted…si es que la tiene. Un pueblo sin libertad, sin pan, y con su dignidad pisoteada por sargentos como Cabello, y analfabetas funcionales como Rafael Ramírez, difícil que pueda cejar en una lucha donde le va el rescate de la soberanía, e independencia que ustedes entregaron a un país extranjero.
En otras palabras, que no puede decirse que ustedes sean venezolanos, y mucho menos ayer, cuando se celebra el bicentenario de la gloriosa batalla en que José Félix Ribas y sus estudiantes, derrotaron a otro colonialismo, el español, que encarnaba, José Tomás Boves.
Y de la cual deriva una de las grandes lecciones de la historia de Venezuela: la fuerza y la violencia armadas desde el poder son derrotables, los ejércitos, sean del signo que sean, devienen en títeres de paja si el coraje de la dignidad los enfrenta y les demuestra que no es apelando al odio, la venganza y el resentimiento como se puede construir una Patria…¡la Patria!
Diario de Caracas
Por Manuel Malaver