La economía venezolana sufre de dolor y fiebre en este momento y el paciente no parece dispuesto a cumplir el tratamiento que le curará, pues el sacrificio puede ser muy grande.
Así resume el director de la firma Datanálisis, Luis Vicente León, la situación económica actual que ha puesto al Ejecutivo ante una encrucijada para decidir qué camino tomar. Ninguno de ellos parece fácil.
«Hay una enfermedad económica y política en este momento. No hace falta ser demasiado perspicaz, ni importa si eres chavista u opositor. La enfermedad normalmente en el cuerpo suele medirse por el dolor o por la fiebre y tienes ambas en este momento. La fiebre de la economía es la inflación y el dolor el desabastecimiento».
León indica que el alza de los precios puede cerrar el año en 50%, lo que se une a las fallas de abastecimiento.
-Las causas de ese desabastecimiento están bastante identificadas por todos los factores de la sociedad, directa o indirectamente. El Gobierno también reconoce que hay un problema en el mercado cambiario en el momento en que tiene que discutir, negociar y proponer cambios en el modelo.
-¿Las medidas necesarias se adaptan al modelo del Gobierno?
-No es un problema de la aplicación de un modelo sino de la no aplicación de ningún modelo. El problema no es que el modelo de izquierda chavista no funcione, sino que ese modelo está lleno de contradicciones, sin un hilo conductor, demasiado pragmático en el sentido negativo, que no te puede conducir a ningún lado porque no va para ningún lado.
-¿A qué se refiere cuando habla de un pragmatismo reforzado en lo negativo?
-Se traduce en que tienes inconsistencias, en que tienes sectores enormes en que se trabaja como si estuvieras en un país capitalista, otros en los que pareces comunista, en otros socialista y todos se integran en función de lo que le va pareciendo a alguien en un momento determinado.
No importa la forma en que pienses, no hay nadie que te pueda decir que las expropiaciones a las empresas de cemento fueron buenas y que incrementaron la producción. No importa tu filosofía, pero la estatización de Sidor ha generado problemas graves de distribución de cabillas, pero también corrupción con las materias primas. Nadie puede decirte que lo que pasa en Lácteos Los Andes o Aceites Diana es un ejemplo de productividad. No se trata de ser de izquierda o derecha, es obvio que hay un problema y hay que buscar una solución.
-¿Qué debe hacerse en una coyuntura como esta?
-El médico, sin duda, ya ha reconocido la raíz del problema y el tema es que te tiene que dar una recomendación, y ¿qué recomendación dan los ‘médicos’ para la economía, incluso los chavistas? Que hay que crear un mercado abierto cambiario que oxigene y permita que los dólares no se tengan que regalar a Bs 6,30, lo cual te hace, además de rasparte todos los recursos de la Nación, botarlos a la basura. Pero también dicen que hay que negociar precios y buscar sistemas de cooperación público-privados en las empresas que no producen.
Lo que sucede quizás equivale al médico que te dice que debes tomar un antibiótico. Es costoso y pega en el estómago, pero es indispensable y, además, te manda reposo tres días. Resulta que tu, al darte cuenta de los costos brutales que representa esa medicina, decides que lo único que harás es descansar los tres días. Eso es lo que ha hecho el Gobierno porque, en vez de buscar una solución económica, busca una solución política y distracciones.
-El Gobierno dice que hay una «guerra económica» de los empresas contra el país…
-Cuando atacas a la empresa privada y la responsabilizas por el desabastecimiento, tienes una burocracia que impide que desarrolle sus procesos de producción y trancas la fluidez a las divisas; cuando mantienes controles de precios, cuando generas un corral, porque para los empresarios meter dinero en Venezuela es meter el dinero en una cárcel; cuando juntas todo eso ves que es muy poco probable que el problema sea el acaparamiento o la especulación.
Lo que vemos es la reacción de un Gobierno que no puede tomar decisiones de fondo de un problema que sí conoce y ¿por qué? Por los radicales ideológicos internos, quienes rechazan la tesis de modernización y creen que el Estado puede controlar el problema controlándolo todo.
Cuando no se tiene la popularidad ni el carisma de Chávez ni su capacidad de convencer a la gente para que postergue gratificaciones, tomar decisiones difíciles es complicado. Entonces, te vas por la vía fácil de no abordar los problemas y, en su lugar, generas distorsiones. Nada de eso resuelve que el país se va deteriorando a pasos agigantados. El problema es que, mientras más se deteriora, más difícil es salir del problema, y tomar decisiones se convierte en un drama.
-Más allá de ese ala radical ¿ve disposición para tomar las medidas necesarias?
-Estoy completamente seguro de que el Presidente Maduro es más proclive a buscar una flexibilización del mercado que mantenerse en este status quo suicida. Creo que es más cercano a la propuesta de Merentes que de Giordani; sin embargo, los costos son muy importantes y estamos de cara a una elección regional en la que no es muy popular.
Lo que creo es que con la batalla entre pragmáticos y radicales es muy probable que terminemos viendo un pequeño Frankestein cambiario que mezcle elementos modernos con elementos primitivos.
-¿Cómo sería eso?
-Por ejemplo, un mercado cambiario distinto donde se puedan cotizar divisas pero controlando las cantidades o los actores que pueden participar en cuyo caso, más que la apertura del mercado, sería una devaluación. Puede que sea mejor que lo que tenemos hoy, pero no resolverá el problema.
Eso nos lleva a un primer trimestre de 2014 con un programa de ajuste estructural, una contracción monetaria, una devaluación significativa y muchos costos políticos.
-Tomar o no tomar medidas tiene costos graves…
-Está condenado a asumir el reto de lo que se debe hacer, porque si no lo haces cosechas una crisis peor. También existe el riesgo de que, al perder el control simplemente decida no tomar decisiones modernas sino ir por la ruta radical en la que el Estado pretenda sustituir al sector privado en todo, y la magnitud de la crisis que vemos será un juego de niños en relación a lo que verá el país.
Fuente: El Universal