El Barcelona desaprovechó ayer la ocasión de atrapar el liderato de la Liga española al caer por 1-0 ante el Real Sociedad. Con su derrota horas antes por 2-1 ante el Valencia, el Real Madrid, que aventajaba al Barcelona en un punto, le había servido en bandeja el provisional asalto a la primera posición de la tabla en la décimo séptima fecha del campeonato español.
Pero el Barcelona, con un partido más que los blancos, desperdició el traspié del líder y lo mantuvo en su posición tras sumar otra derrota ante el equipo vasco.
Los azulgranas no saben lo que es vencer en Anoeta desde mayo de 2007, cuando el holandés Frank Rijkaard dirigía al Barça.
Luis Enrique, el actual jefe del banquillo, no cambió sus planes pese al resultado del Real Madrid en Mestalla y dispuso un once inicial sin Lionel Messi, Neymar ni Dani Alves, los últimos jugadores en incorporarse a los entrenamientos tras la pausa navideña, ni Gerard Piqué, uno de los habituales en su defensa.
Aunque los tres primeros entraron en la segunda parte, en el inicio el técnico español recurrió al otrora casi descartado Martín Montoya y al joven Munir, que acompañó a Pedro y al uruguayo Luis Suárez en la delantera azulgrana.
Sucedió que sin apenas tiempo a dar o quitar razones a la sorprendente alineación de Luis Enrique, el Barcelona se complicó la vida solo en el segundo minuto de partido con un autogol de Jordi Alba.
El cabezazo del zaguero azulgrana tras un saque de córner del Real Sociedad fue impecable, pero en la portería del chileno Claudio Bravo, la equivocada.
Sin Messi ni Neymar en cancha, al Barcelona le tocó remar contra corriente ante un Real Sociedad que le cedió el balón y puso el cerrojo en su área.
Le faltó chispa, clarividencia y juego al equipo de Luis Enrique, que no encontraba a Suárez, su hombre más adelantado.
Apenas en una ocasión asustó el Barcelona durante el primer acto a Gerónimo Rulli, el arquero argentino del Real Sociedad, mientras que el mexicano Carlos Vela amenazó con el segundo que Bravo evitó.
Ante la inoperancia azulgrana, Luis Enrique mandó a Messi a calentar antes del descanso y, tras la pausa, la estrella argentina sustituyó al inexperto Munir.
La presencia de Messi animó ligeramente el ataque azulgrana, pero no ordenó el desbarajuste defensivo del Barcelona, que obligó a su técnico a mover de nuevo el banquillo para dar entrada a Alves en lugar del desbordado Jeremy Mathieu.
Minutos antes, el brasileño Neymar ya había sustituido a Pedro en busca de un gol que parecía imposible y que no llegó por la inoperancia catalana, así como por la buena disposición táctica de los dirigidos por David Moyes que ganó el duelo a Luis Enrique, quien hoy es centro de mucha crítica.
Fuente: La Prensa Gráfica