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Los riesgos de Obama de querer vetar lo que no le gusta

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Los riesgos de Obama de querer vetar lo que no le gusta

 

El presidente Barack Obama cumplió su amenaza y este martes vetó el proyecto para la construcción del polémico oleoducto Keystone XL, que recorrería 1.900 kilómetros desde Canadá a Nebraska para llevar crudo hasta el Golfo de México.

 

 

Con esto, Washington entra en lo que algunos pronostican que será una guerra de vetos que puede caracterizar los últimos dos años del presidente Barack Obama.

 

 

De un lado están los republicanos, que desde enero controlan ambas cámaras del Congreso y por tanto pueden avanzar con más facilidad sus proyectos.

 

 

Del otro, el presidente Obama, quien ha dicho estár dispuesto a vetar los proyectos que a él no le gusten o le parezca inconvenientes.

 

 

El veto es una prerrogativa que ejerce el presidente cuando, tras recibir una ley sancionada por el Congreso, decide no firmarla y devolverla, con lo que queda sin efecto.

 

 

El «pato cojo»
En sus seis años de gobierno, Obama apenas había vetado dos medidas, muchas menos que casi todos sus antecesores: George W Bush (2001-2009) vetó 12, Bill Clinton (1993-2001) 37, George H W Bush (1989-1993) 44 y Ronald Reagan (1981-89) 78.

 

 

Pero en lo que va del año, Obama ya amenazó con hacerlo con al menos ocho proyectos, en temas que van desde sus acciones migratorias hasta la reforma a la salud, pasando por la imposición de sanciones a Irán.

 

 

Boehner dijo que Obama les está dando la espalda a las prioridades de los estadounidenses.

 
Eso sin contar que también se opondrá a la propuesta del Congreso de impedir el traslado de presos de Guantánamo a otros países, algo que su gobierno considera fundamental para el cierre eventual de la prisión.

 

 

Ningún presidente ha expresado tantas amenazas al comienzo de un nuevo Congreso desde que Ronald Reagan comenzó a emitirlas de manera formal en 1985, según cálculos del diario USA Today.

 

 

Esto eleva el perfil combativo de un presidente al que, tras las elecciones de noviembre pasado, muchos habían dado por «pato cojo» o lame duck, lo que en el léxico político anglosajón define al político que está en el cargo pero ya no tiene todo el poder.

 

 

Pero también conlleva riesgos pues Obama puede aparentar obstruccionista.

 

 

El «Doctor No»
«Cuando el presidente está en el partido que no controla el Congreso, su poder de veto es su poder principal cuando se trata de la agenda doméstica», le dice a BBC Mundo Thomas Lorenzen, quien trabajó durante más de una década en el Departamento de Justicia y ahora forma parte de la firma de abogados Dorsey & Whitney.

 

 

«Así que los presidentes tienden a usar más vetos cuando están en la minoría, con la esperanza de que puedan forzar al Congreso a buscar un compromiso».

 

 

Esto explica por qué Obama ha amenazado con vetar tantas medidas desde enero en comparación con sus vetos concretos en los seis años anteriores, cuando su partido, el Demócrata, tenía control total o parcial del Congreso.

 

 

Aunque aún le quedan dos años de gobierno, Obama ha usado ese poder la menor cantidad de veces desde James A Garfield, que fue asesinado en 1881 tras apenas seis meses como presidente, sin vetos a su nombre.

 

 

Y también ha amenazado menos que sus antecesores.

 

 

El proyecto Keystone es uno de los más controversiales en Estados Unidos.

 
Eso no quiere decir que sus números no aumenten. Todavía no está claro cuáles de sus amenazas se convertirán en realidad, cuáles proyectos podrán ser frenados por los demócratas en el Congreso antes de que lleguen a la Casa Blanca e incluso si algunos de sus vetos podrán ser anulados.

 

 

Para que eso último ocurra, deben decidirlo dos tercios de ambas cámaras.

 

 

De cualquier manera, la de Obama es una apuesta delicada pues, según Lorenzen, podría afectar el legado legislativo del presidente, que ha visto cómo muchos de sus proyectos han quedado estancados ante la oposición republicana.

 

 

Otro problema es que puede terminar siendo visto como una especie de «Doctor No», según explica Matt Dallek, profesor de administración política en la Universidad George Washington.

 

 

Dallek le dice a BBC Mundo que amenazar no es muy riesgoso por sí mismo, pero pasar de ahí al veto sí puede llevar a que los republicanos consideren que se trata de un mandatario que no quiere llegar a compromisos.

 

 

Con 2016 en mente
De hecho, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, aseguró a principios de año que Obama está «dándoles la espalda a las prioridades de los estadounidenses» y «tomando pasos hacia una mayor confrontación en vez de cooperación bipartidista».

 

 

La Casa Blanca, por su parte, dice que los republicanos están «reciclando» legislación que saben que rechaza el presidente y, en vez de cooperar, están bloqueando medidas.

 

 

El portavoz Josh Earnest dijo que los republicanos, en vez de cooperar, están bloqueando medidas.

 
Con cruces de argumentos como este, ambos partidos empiezan a dejar sentado el terreno para las elecciones de 2016, en las que se elegirá el sucesor de Obama.

 

 

Tanto el presidente y los demócratas como la oposición republicana quieren dar la impresión de que están actuando y avanzando su agenda.

 

 

La estrategia republicana estará basada probablemente en su mayoría legislativa, la de Obama en sus medidas ejecutivas y su poder de veto.

 

 

Esto hace prever que continurá la polarización entre los dos partidos hasta que se elija a un nuevo inquilino en la Casa Blanca.

 

 

Como concluye Matt Dallek, esta situación «no sugiere que vaya a haber una gran efusión de acciones bipartidistas en los próximos dos años».

 

 

 

Fuente: BBC

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