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Los primeros caballos de América

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Los primeros caballos de América

El 23 de mayo de 1493 comenzó la historia del caballo en América con un escrito de los Reyes Católicos que ordenaba el envío al Nuevo Mundo de veinte caballos y cinco yeguas escogidos en el reino de Granada.

 

 

 

 

Estos caballos llegaron a América gracias a Cristóbal Colón que, en su segundo viaje, los llevo con él.

 

 

 

 

 

Los Reyes Católicos escribieron a su secretario Fernando de Zafra para que escogiese veinte lanzas jinetas junto a cinco «dobladuras» hembras de entre la gente de la Santa Hermandad y esos fueron los caballos que llegaron a América.

 

 

 

 

 

Cuando el equino se aclimató en la isla de Santo Domingo, su cría se extendió a las otras Antillas ya Centroamérica, de donde se proveyeron de caballos a casi todas las expediciones del descubrimiento y la conquista. Pizarro fue autorizado a llevar montados de Jamaica al Perú, y de allí Valdivia se abasteció para ir a Chile, de donde pasarían a la Argentina.

 

 

 

 

 

Durante mucho tiempo el caballo que se trajo a América era español, no solo porque la colonización del Nuevo Mundo fue hecha por los españoles, sino porque los conquistadores y colonizadores de cualquier nacionalidad buscaban al caballo español por ser el mejor de esos tiempos.

 

 

 

 

 

Con excepción del caballo árabe, no ha habido otro como el español de los siglos X al XVII que haya tenido tanta merecida fama y recibido tantos elogios. Baste decir que para ponderar a un caballo se decía «parece español» y que Guillermo el Conquistador y Ricardo Corazón de León lo prefirieron.

 

 

 

 

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