La excarcelación de Freddy Guevara dos días después de la firma del Memorándum de Entendimiento entre el régimen y la oposición es elocuente. Dice mucho del pulso que pretende demostrar la cúpula rojita en las negociaciones, pero además es la aceptación de que ellos han usado y usarán a los presos políticos como moneda de cambio.
El propio Guevara desconoce las condiciones con las que sale de las mazmorras del Sebin. No sabe si puede hablar, si quedará detenido en su casa, si viajará a México para asistir a las negociaciones. Menos mal que está claro en que lo que quiere es ayudar a conseguir una solución a la crisis.
Sin embargo, sería el colmo que la medida se deba solamente porque el régimen no quiere sentarse con Carlos Vecchio, porque eso es sencillamente poner trabas estúpidas a un proceso en el que se juega la vida de los venezolanos, y no es por exagerar. La principal crítica a este asunto de las negociaciones es que siempre se mueven a un ritmo demasiado lento y los problemas que enfrentan los ciudadanos son demasiado apremiantes.
Lo deseable es que se vaya a una negociación sin presos políticos, pues ninguno ha cometido delito alguno. Así como Guevara no puede ser acusado de terrorismo, ninguno de los que aparecen en las listas de las ONG que velan por ellos tienen motivos para estar detenidos.
Lo de Guevara tampoco puede saludarse entonces como un gesto de buena voluntad, porque desde hace tiempo que se le pidió al régimen que liberara a los secuestrados de conciencia, desde el intento de “diálogo” pasado, y nunca terminó de hacerlo. Quizás se trate de una medida efectista, de esas que tanto le gustan al régimen para hacerse pasar por corderito.
Ojalá que Guevara pueda entonces contribuir, como ha expresado, a la solución o al destrabamiento de unas negociaciones que son de vida o muerte. Hay que esperar hasta septiembre para ver la próxima movida de los opositores y del régimen. Sin embargo, se debe insistir en que mientras el tiempo pasa los venezolanos siguen sufriendo.
Ojalá que a Guevara se le hayan abierto las puertas para que detrás de él vengan todos los demás. Es el deseo de todos de que este sea el principio del fin de las injusticias con los más de 200 presos políticos que todavía esperan en los calabozos. Pero que no se quede en esto un tercer intento de negociaciones, porque lo que realmente necesita Venezuela es un cambio político urgente.
Editorial de El Nacional