Los peligros de las dietas rápidas

Los peligros de las dietas rápidas

Los regímenes que más te gustan suelen ser los que ayudan a perder peso lo antes posible. Pero «la velocidad» no debe aplicarse a la delgadez y menos aún en un régimen.

 

Comenzar un régimen es difícil, tanto psicológicamente como físicamente. Se puede comprender que cuanto antes se comiencen a ver los primeros efectos, mayor es la motivación para continuar con la dieta que parece funcionar bien.

 

En cualquier caso, se debe insistir sobre la importancia de perder peso de manera progresiva y sin carencias.

 

Los regímenes milagro no existen

 

La primavera es el período ideal de los laboratorios y de las marcas de productos adelgazantes. El verano se prepara puesto que pronto llega la hora de ponerse los vestidos frescos y el bañador.

 

Pero este período también es el que suscita mayores problemas. Antes del verano, escuchamos hablar del «régimen que funciona» y este tipo de regímenes milagrosos no están lejos de una multitud de factores de riesgo.

 

No seas ingenua: los regímenes que funcionan son los que están bien controlados. Todo el mundo sabe en realidad que, cuando te prometen adelgazar en 8 días o perder 10 kilos en un mes sin esfuerzo, hay seguramente algo que no está bien en ese método. No existen soluciones milagrosas ni rápidas. Ni regímenes, ni cremas adelgazantes, ni cápsulas, ni bebidas de cualquier tipo. Si los métodos para adelgazar varían, no por ello dejan de tener un punto en común: la duración en el tiempo.

 

Adelgazar es posible, pero lleva su tiempo. Un régimen debe realizarse de manera progresiva y organizada para no perder superficialmente unos kilos y evitar el efecto yoyo tan temido.

 

Los riesgos de un régimen demasiado rápido

 

Recuperar enseguida los kilos perdidos: Los kilos que se recuperan son más difíciles de perder. Es lo que se llama el efecto yoyo, que se traduce por una sucesión de pérdida de peso y de recuperación de los kilos. Físicamente, el organismo se ve completamente perturbado. El efecto yoyo obliga a realizar un régimen más importante cada vez.

Los regímenes rápidos y sucesivos provocan un excedente de peso y favorecen la instalación de la obesidad.

Psicológicamente, el efecto yoyo es difícil soportar, y puede conducir a la aparición de desarreglos depresivos relacionados con los sucesivos fracasos.

Los malos regímenes pueden conducir a una bajada del colesterol «bueno» que protege contra las enfermedades cardiovasculares.

 

La pérdida ideal en un régimen bajo control

 

Una dieta debe hacerse de manera lenta y controlada. La pérdida de peso debe ser progresiva. Por lo general, se parte del principio que, para un buen régimen, la pérdida de peso no debe exceder los 500 gramos a 1 kilo por semana, es decir, unos 4 a 5 kilos al mes.

 

Un buen régimen no debe presentar ningún tipo de carencia. Por debajo de las 1200 calorías al día, las mujeres se exponen a ciertos riesgos de carencia y, por lo tanto, a problemas de salud.

 

Comer menos no siempre es sinónimo de adelgazar, por la simple y buena razón de que un régimen sirve más para adquirir buenos hábitos alimenticios que a tener una alimentación restrictiva. El régimen es la ocasión de aprender a nutrirse de manera equilibrada. Una vez que el régimen se ha terminado, los malos hábitos alimenticios deben ser descartados para conservar solo los buenos.

 

Por eso, los peligros de las dietas rápidas deben ser evitados y, en su lugar, comenzar a pensar en la alimentación no solo como una forma de conseguir el cuerpo deseado, sino también de mantenerse saludable.

 

http://www.imujer.com/

Comparte esta noticia: