Los testigos fueron figura clave de la elección del 28 de julio. Mientras se hacía una “campaña admirable” recorriendo el país de punta a punta en olor de multitudes, se avanzaba en la tarea organizativa de construir una poderosa fuerza ciudadana para la promoción y la defensa del voto. Por los testigos se tienen las actas -las únicas publicadas, ante el mutis del Consejo Nacional Electoral- que acreditan la victoria holgada de Edmundo González Urrutia.
La tarea principal de los testigos era salir de su mesa electoral, después del escrutinio, con el documento que había sido transmitido que recogía el resultado de la elección. Fue una labor épica, porque la orden que también se transmitió, aunque por otros canales, era impedir la entrega del acta respectiva, como manda la ley, a todos los testigos, incluidos los de los partidos de oposición democrática.
La página web que muestra los resultados, que tanto molesta al régimen y que su tribunal, aparentemente supremo, aparentemente de justicia, quiere desaparecer, está llena de esas actas y cada una es una sentencia definitiva. Incluso aquellas donde no se ganó, porque se prueba la autenticidad del escrutinio. Las actas dicen la verdad.
Pero también están los otros testigos. Los del oficialismo, que vieron las actas de su mesa y su centro electoral y saben lo qué pasó. Algunos aún las tienen en su poder.. El portal La Vida de Nos logró contar las historias de tres mujeres que el 28J eran testigos por el partido de gobierno. Es información de altísimo valor probatorio, político y muy humano.
La Vida de Nos es un producto editorial del grupo homónimo: “Está concebido como un espacio referencial de historias cuidadosamente elaboradas y que busca ser puente en el que se encuentren las mejores expresiones del arte de contar, con un objetivo específico: compartir historia que conecten y conmuevan al lector común”. Y lo hacen muy bien.
Los nombres de los testigos son ficticios. Todos en Venezuela sabemos qué implica decir las cosas con nombre y apellido. Las historias –“El eslabón perdido del 28J”– hablan por sí solas.
Una: testigo chavista -pero no madurista- en el litoral que el día de la elección discutió para que el acta de su mesa se le entregara al testigo opositor. Que no le gustó que el centro electoral estuviera abierto después de las 6:00 pm cuando desde las 3:30 pm no hubo más electores. “En mi centro ganó Nicolás Maduro por poco, pero en La Guaira nos arropó la oposición… una coñaza”. La sorprendió el boletín del CNE dándole la victoria a Maduro. Y se preguntó: “¿Por qué, si ganamos, me siento tan triste? ¿Por qué no hubo ni una lucecita o celebración? ¿Por qué, si ganamos, borraron las evidencias del WhatsApp y nos prohibieron, a los testigos, hablar de la jornada electoral?».
Días después consultó su acta en el portal elaborado por la oposición y era igualita a la que tenía en su poder. “Si ellos montaron hasta el acta donde perdió su candidato, que yo sé que es verdadera porque la tengo aquí, ¿por qué voy a dudar y pensar que las otras que montaron son falsas?”.
Otra: testigo del PSUV en una zona de Caracas donde siempre perdía el chavismo. No esperaba algo distinto el 28J en ese centro, aunque confiaba en la victoria final de Maduro. Sintió tensión durante la jornada electoral y más en el escrutinio, porque la máquina presentó fallas para imprimir el acta, lo que se pudo lograr a las 10:30 pm. Fue una ventaja clara para Edmundo González. Más tarde oyó el anuncio de Elvis Amoroso y luego el de la oposición declarándose vencedora. No podía creerlo. Días después chequeó su acta en la página de la oposición y era igual. Puso la cédula de otro testigo chavista en otra mesa y también era idéntica el acta. Y cuando la oposición colocó 83,5% de las actas y vio que el resultado total era favorable a González Urrutia, se llenó de incertidumbre y pensó que el candidato opositor pudo haber ganado pero no por tanta diferencia.
Sus preguntas eran por qué si la oposición ganó, las protestas se han calmado y por qué el CNE, un mes después, no ha publicado los resultados mesa por mesa.
Y una más: testigo en un asentamiento campesino en las afueras de Ciudad Bolívar. Chavista desde los primeros días, líder en su comunidad y preocupada por sus necesidades. En la campaña recibió el encargo de conseguir 90 votantes. Ella lo hizo a su manera, diciéndole a sus vecinos y conocidos que no dejaron que otros votaran por ellos. Pero sin pedirles el voto para Maduro. “La gente se movió por sí sola. No hubo que ir a buscarla a sus casas como en todas las elecciones. Era como si la gente sabía por quien votar”. El 28J fue un día traumático, de rumores y órdenes. El chat se reventó con mensajes de que habían perdido en casi todos los centros de la parroquia, una parroquia en la que nunca habían perdido. Ella lo había intuido, aunque en su centro ganó Maduro por poco (solo se impuso en 74 mesas de 1.129 en todo el estado). “La gente sabía lo que quería…yo sabía lo que quería, por eso, tengo que confesarlo, yo voté por Edmundo González».
Las actas no mienten. Ni para unos, ni para otros. La verdad tendrá que triunfar.
Editorial de El Nacional