1- Mantenerse en línea y activo. Caminar, correr o andar en bicicleta ayuda a mantener controlada la presión arterial, con lo cual disminuye el riesgo de progresión de la enfermedad renal crónica.
2- Mantener bajo control los niveles de glucosa en la sangre. Alrededor de la mitad de las personas con diabetes desarrollan algún grado de daño renal a causa de ella, por lo que es importante que, además de mantener a raya los niveles de glucosa en la sangre, se realicen regularmente los análisis de creatinina y proteinuria, que son los marcadores clínicos de la función renal. Esto puede ayudar al control de ambas condiciones crónicas.
3- Controlar regularmente la presión arterial. Muchos controlan su presión por temor a un ACV o a un infarto de miocardio, pero tal vez ignoran que la hipertensión arterial es el principal factor de riesgo para la enfermedad renal crónica. Los valores normales de presión sistólica y diastólica se hallan en 120 y 80 milímetros de mercurio respectivamente. Si los valores se remontan a 140/90, se incrementa el riesgo de daño renal, especialmente cuando a esos valores de presión se agregan altos niveles de glucosa o de colesterol, o una enfermedad cardiovascular.
4- Comer saludablemente y mantenerse en peso. Esto ayuda a controlar tanto la hipertensión, como la diabetes y otras condiciones ligadas a la salud renal. Bajar el consumo de sal: no más de una cucharadita pequeña de café (equivalente a 2 a 3 gramos de sal) por día , tratando a la vez de consumir menos comidas preprocesadas, incluyendo quesos,, embutidos y panificados, en las que el consumo de sal no se puede regular.
5- Hidratarse con agua. No existe un único acuerdo en cuanto a la cantidad exacta de agua que es necesario consumir diariamente, y además esta depende de la edad, el género, el volumen corporal, el clima y otros factores; pero en líneas generales se calcula que entre un litro y medio y dos litros por día es una cantidad apropiada. Esto colabora con la función depuradora de los riñones, que eliminan los excesos de sales, urea y toxinas. A las personas con antecedentes de litiasis (cálculos renales) se les recomienda incluso beber entre 2 y 3 litros diarios.
6- No fumar. Fumar disminuye el flujo de sangre hacia los riñones, lo cual de por sí dificulta la función de estos; y además, incrementa un 50% el riesgo de cáncer renal.
7- No tomar medicamentos sin consulta previa. Atención con la sobremedicación: se sabe que muchos antiinflamatorios no esteroides (como el conocido ibuprofeno, diclofenac y aspirina) pueden afectar a los riñones cuando son consumidos muy asiduamente. Si sólo se toman estas drogas esporádicamente, por períodos acotados o en casos de necesidad, todo está en orden; pero las personas que sufren de dolor crónico por problemas óseos o articulares, por ejemplo, conviene que consulten a su médico para evaluar otras alternativas.
8- Controlar periódicamente la función renal ante factores de riesgo. Las personas con hipertensión arterial, diabetes, obesidad, con enfermedad cardiovascular, con antecedentes en su famila de enfermedad renal crónica, o que hayan superado los 65 años deben controlar periódicamente sus valores de creatinina y proteinuria.
Fuente: InfobaeSalud