Amado Boudou es acusado de supuesto tráfico de influencias para beneficiar a la única imprenta autorizada de billetes y documentos oficiales de Argentina.
Los líos que enredan al vicepresidente argentino
Al ritmo de la guitarra, el bajo, y la batería pasó sus años universitarios Amado Boudou, el hombre que unos años más tarde pasaría a ser el “político rockero” de Argentina y ocupó el cargo de ministro de economía de este país. No tardó en este puesto en convertirse en uno de los principales aliados de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner. Es por eso que a muchos no les extrañó que se convirtiera la formula vicepresidencial de la mandataria y hoy ocupe este cargo.
Boudou, que para los 80’s solía pasar su tiempo en las “discos” de moda en Mar de Plata, hoy se convierte en talón de Aquiles del gobierno de Kirchner después de que lo citaran declarar como imputado ante la justicia el próximo 15 de julio por supuesto tráfico de influencias.
Se trata de un hecho inédito para un vicepresidente en ejercicio, teniendo en cuenta, además, que fue el mismo Boudou el que acusó no hace mucho a sectores económicos de la oposición de maquinar una campaña para perjudicar al actual gobierno.
Los líos judiciales del vicepresidente se remontan a 2010 cuando Boudou aún era ministro de economía. Ante la agencia de recaudación fiscal, o mejor llamada por otros Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) el vicepresidente habría hecho todas las gestiones posibles para que la firma Ciccone Calcográfica, la única imprenta autorizada de billetes y documentos oficiales, no cayera en quiebra.
Así hoy la justicia lo investiga no solo por haber aprovechado su condición de funcionario público para beneficiar dicha compañías, sino por presuntamente crear una sociedad (The Old Fund) para poder posteriormente adquirir la empresa quebrada y su monopolio.
Particularmente el escándalo que hoy envuelve a Boudou estalló en 2012 cuando una mujer, Laura Muñoz, acusó a su esposo, Alejandro Vandenbroele, de ser el testaferro del entonces ministro de economía. Luego se reveló que Vandenbroele presidía The Old Fund. Un hecho en el que se involucran otros empresarios y que, según el fiscal federal Jorge Di Lello, que maneja el caso, significaría que “hay elementos suficientes para suponer que -el vicepresidente- incurrió en una conducta que puede ser reprochada judicialmente”.
Señala la justicia argentina en el documento de citación que “con el fin último de contratar con el Estado Nacional la impresión de billetes y documentación oficial. Boudou, aprovechando su condición de funcionario público, y Núñez Carmona, habrían acordado con Nicolás y Héctor Ciccone, y Guillermo Reinwick la cesión del 70% de la empresa a cambio de la realización de los actos necesarios para que la firma pudiera volver a operar y contratar con la Administración Pública”.
La oposición, por supuesto, no ha desaprovechado el escándalo para exigir la dimisión de Boudou. Graciela Ocaña, exfuncionaria de Kirchner quien hoy está en la oposición ha indicado que si el vicepresidente “tuviera un poco de vergüenza debería renunciar. La presidenta debería exigirle que se tome licencia o renuncie», advirtió la legisladora.
Mientras tanto, en su defensa Boudou no ha dudado en señalar que se trata de un complot en el que también participan los medios, pero sobre todo, sectores económicos y empresariales que se oponen a su gestión en sus años como ministro.
«Juro y sostengo que no cometí un acto de corrupción y así lo voy a demostrar cuando me presente a declarar a la indagatoria», concluyó el vicepresidente.
Fuente. EE
