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Los iraquíes indagan en la vida secreta de Sadam

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Los iraquíes indagan en la vida secreta de Sadam

La calle Mutanabi es la de siempre. El mercado de libros más importante de Bagdad ha recuperado el esplendor de tiempos pasados y han desaparecido las huellas del atentado con camión bomba de marzo de 2007 que asesinó a treinta personas. Las casas fueron reconstruidas con el típico ladrillo amarillo pálido iraquí, la calle totalmente peatonalizada y en los accesos se colocaron puestos de control para registrar a cada persona que pasa por aquí.

 

Desde el primer puesto de libros hasta el último, en la larga serpiente de papel que desciende hasta el Tigris, el rostro de Sadam Hussein desafía a los visitantes. Decenas de libros sobre el dictador «cuentan su vida secreta y aspectos de su política que eran desconocidos o se habían convertido en tabú», señala Majid Hamudi. Este vendedor lleva 22 años en Mutanabi y entre todos los títulos nos destaca «La vida secreta de Sadam Husein, de los palacios a la tumba», en el que los lectores «pueden enterarse de lo que se rumoreaba, pero nadie podía confirmar sobre su exagerada desconfianza con todo el mundo: decía a sus guardaespaldas que dormiría en un palacio, pero luego hacía lo contrario, porque nunca se fió de nadie». También hay un capítulo especial sobre sus líos de faldas o las correrías de sus hijos Uday y Qusay, salpicadas de sexo y violencia.

 

Junto a los nuevos títulos se encuentran también libros censurados que, hasta la invasión de Estados Unidos en 2003, solo se encontraban de forma clandestina como «Irak, el estado de la organización secreta» o «La república del miedo». Junto a las varias fotos de Sadam también se encuentran algunas de George Bush, presidente estadounidense que lanzó la invasión, «aunque apenas tienen ya tirón». Lo mismo ocurre con las biografía de Dick Cheney (exvicepresidente) o Paul Bremer (Director de la Reconstrucción y Asistencia Humanitaria a Irak en 2004). Los iraquíes conocemos estas historias en primera persona y no necesitamos sus reflexiones», apunta Abu Saim en un puesto próximo al café Shabandar, centro de reunión de intelectuales y libreros en el que a mediodía es complicado encontrar acomodo.

 

En el actual Irak dividido por sectas tampoco faltan las obras sobre el dictador desde un punto de vista religioso. Historiadores chiíes, secta mayoritaria en el país que se hizo con el poder tras la invasión de 2003, repiten en sus textos que su recordado ayatolá Mohamed Baqr Al Sadr, aseguró a Sadam cuando iba a ser ejecutado en 1980:«Yo moriré, pero tú serás ejecutado». Profecía que se cumplió 33 años después cuando fue ahorcado a manos de la milicia leal a la familia Sadr.

 

Sadam es pasado, pero la seguridad en las calles durante su dictadura es añorada por muchos ciudadanos, incluso entre los más fieros opositores. Los miembros del Club de Escritores de Irak son asiduos de la calle Mutanabi y cada día cierran la jornada en el bar anexo a la oficina de su organización en el barrio de Karrada, abierto en 1959. El auge de los partidos islamistas, suníes y chiíes, ha puesto en peligro la supervivencia de estos templos del laicismo que, fuera de la región autónoma de Kurdistán, solo pueden encontrarse en el centro de la capital.

 

Parte de la historia

 

En torno a unas cervezas y una tapa de garbanzos cocidos, el novelista Shaker Al Mayah denuncia en voz alta que «la dictadura de las nuevas fuerzas religiosas es más cruel que la de Sadam: antes teníamos un solo tirano, ahora hay decenas a los que hacer frente». Aquí no interesan demasiado los libros sobre el expresidente, «pero su nombre y su política son parte de nuestra historia y siguen apareciendo en tertulias», confiesa Al Mayah, que hasta 1991 fue oficial del Ejército y a quien lo que más le sorprendió de la guerra de 2003 «fue que esperaba que el régimen cayera aún más rápido. Todos sabíamos que nuestras fuerzas armadas eran débiles y que los rumores sobre las armas químicas, los misiles o la fuerza acorazada eran mentiras». Con la caída de la estatua de Sadam cayó también el miedo a hablar sobre su persona, convertida hoy sin tabúes en un personaje más de la historia del país.

Fuente: ABC.es

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