El presente año ha sido el más violento para las mujeres en Ecuador, marcado por el incremento de los feminicidios vinculados a las estructuras criminales, una situación que está invisibilizada en las cifras oficiales y escondida en la disputa entre estos grupos delictivos.
Según datos de la Fiscalía, entre enero y el 16 de noviembre fueron asesinadas 678 mujeres, la cifra más alta desde que se tienen registros. Sin embargo, solo 49 de esos casos fueron catalogados como femicidios.
La cifra dista mucho de la recopilada por la Alianza para el Mapeo de los Feminicidios en Ecuador, que señala que hasta el 15 de noviembre se registraron 349 asesinatos de mujeres por violencia machista, 112 de ellos de encuentros íntimos o sexuales y al menos otros 224 asociados a hechos criminales.
«Para entender estos femicidios hay que analizar cada caso y eso no lo está haciendo el sistema de justicia y la Policía», dice a EFE Geraldina Guerra, presidenta de la Fundación Aldea, que lidera el monitoreo.

Cuerpos usados por el crimen organizado
«En el momento en que levantan un cuerpo les llaman muertes colaterales o por sicariato (asesinato por encargo), pero creo que ahí se empieza a entretejer este discurso de que no importan esas muertes, porque se meten en un solo costal (saco), que es el costal de la violencia en general, pero como organizaciones decimos que esto es distinto», añade la activista.
Guerra afirma que se usan los cuerpos de estas mujeres «para marcar territorios, para dejar un mensaje clarísimo y aleccionador» en esas zonas que están en disputa entre los grupos delincuenciales.
Un estudio de la ONU de 2024 sobre el impacto del crimen organizado en mujeres, niñas y adolescentes en Ecuador, ya alertaba que los casos de muertes violentas de mujeres que se tipifican como femicidios en el país andino se relacionan a aquellos perpetrados por parejas o exparejas de las víctimas.
«De esta forma, se invisibilizan los femicidios no íntimos que suelen ocurrir en el contexto del crimen organizado y ejecutarse por un tercero ya sea que exista vínculo afectivo o no», señala el documento.
Estos feminicidios suelen ejecutarse como sicariato, perpetrados con particular saña y violencia contra los cuerpos, y entre los detonantes se encuentran los vínculos de las víctimas con miembros de organizaciones delictivas, los problemas internos de dichas estructuras o al tráfico de drogas, entre otros.

El estudio también revela el asesinato de algunas mujeres a petición de sus parejas que están en prisión. «Los feminicidas quieren hacer pasar el crimen como robo, como secuestro con muerte, como sicariato y son ellos mismos los que están pagando», denuncia Guerra.
Investigaciones por femicidio
Por lo anterior, para la presidenta de la Fundación Aldea es vital que todos los asesinatos de mujeres se investiguen como femicidios desde el inicio, como lo señala el protocolo de la Fiscalía, y que no se descarte esta motivación durante el proceso penal.
Elizabeth Sandoval, quien hace parte del Equipo de Género de la dirección de Derechos Humanos de la Fiscalía, señala a EFE que las investigaciones sí se realizan con perspectiva de género, pero que a veces no se logra «recabar la información suficiente para poder tener el tipo penal de femicidio».
La funcionaria afirma que en estos contextos existen dificultades con la colaboración de testigos o hay destrucción de información, pero que la Fiscalía busca judicializar los casos y tener una sentencia favorable, aunque no sea bajo la figura de femicidio.
Guerra, por su parte, señala que el Estado está «simplificando» una realidad «que es compleja», lo que deja desprotegidas y sin una reparación adecuada a las familias de las víctimas. EFE










