La ofensa a Caracas y su memoria, a los caraqueños formantes de la actual metrópolis en la que se ha transformado nuestra ciudad histórica, cabeza de la nación y también de la república, por obra de la profanación de su escudo de armas ocurrida, reclama de un acto de desagravio.
Se trata de un crimen de lesa patria. Se la deben sus autores a todos los venezolanos por ser Caracas y su símbolo cunas de nuestra libertad e identidad; tanto como se la deben a los hijos nacidos en esta ciudad primada, por ser los causahabientes legítimos de ese territorio cuyo primer poblamiento en el sitio que se llamase el Hato y la Villa de San Francisco lo lleva a cabo Francisco Fajardo, orientado por su madre la cacica Isabel de Caracas, nieta del cacique Charaima del Valle de Maya, hacia el año ’55 del siglo XVI.
Después de acres desencuentros entre las mismas naciones originarias que pasaban por ese Valle de Maya o de Caracas, estabilizada su fundación por don Diego de Losada hacia 1567 y transformada una década más tarde en capital de la Provincia de Venezuela, recibe su señalado escudo de armas dada una petición de Simón de Bolívar en el año de 1591, hecha por encargo del ayuntamiento caraqueño.
La memoria familiar e histórica de nuestro Libertador, el hijo predilecto de Caracas y descendiente directo del quien nos alcanzase ese símbolo de nuestra historia recorrida, es una parte fundamental de la identidad caraqueña y venezolana. Es lo que se ha mancillado, al prosternarse su símbolo heráldico más importante, tras más de 400 años de existencia y por quienes, como procónsules de un gobierno extranjero al que sirven denodadamente, en nombre de este siguen empeñados en disolver los lazos del ser que somos.
Se busca imponernos otra historia, sin pasado, colocándonos en la orfandad, destruyendo para ello nuestras raíces y el orgullo de nuestro mestizaje, como lo muestra el mismo retiro del nombre Fajardo que identificara a la artería principal que cruza a todo el valle capitalino. Celebramos que la Academia Nacional de la Historia se haya pronunciado y protestado acerca del cambio sin consulta popular de los símbolos de la ciudad – que incluyen a su himno – por la Cámara Municipal de Caracas; encabezada, a la sazón y para mayor denuesto de la ciudad capital y de su Libertador, por una Almirante en Jefe de nuestra Armada, llamada más que ningún otro ciudadano a defender los íconos de nuestra nacionalidad.
Como gobernadores que hemos sido de la capital de Venezuela, en distintos períodos de su experiencia democrática, hacemos un llamado a todos sus habitantes para que enarbolen y hagan presente en sus casas y ambientes vecinales y de trabajo el escudo que simboliza nuestra libertad, el de Santiago de León de Caracas, que se encuentra bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.
Santiago de León de Caracas, 19 de abril de 2022
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