Inspirados en el «Euromaidán», la revuelta de 2013 y 2014 en Ucrania que terminó con el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich, jóvenes manifestantes que protestan a diario en las calles de Venezuela se protegen con escudos decorados como los usados en la plaza Maidán, en Kiev.
Los opositores al presidente Nicolás Maduro, que buscan semejanzas, han hecho exhibiciones públicas en librerías, plazas y una universidad del documental de Netflix Winter on fire, del director ruso Evgeny Afineevsky, que narra los tres meses de manifestaciones que dejaron 100 muertos.
«Luego de escuchar a un ucraniano y ver cómo se le salen las lágrimas dices: «¿Estoy en Ucrania o en El Cafetal?», señaló Carlos Delgado, profesor de una universidad privada de Venezuela, al referirse a la zona de clase media de Caracas donde muchos vecinos participan activamente en las protestas.
Los jóvenes venezolanos, que se autodenominan «la resistencia», elaboran sus escudos con antenas parabólicas, tapas de alcantarillas, pedazos de barriles o cualquier trozo de metal o madera que tengan a mano. Una vez armados con sus escudos, se posicionan hombro con hombro, e incluso los golpean contra el piso, para imitar el grito de batalla de los pueblos nórdicos, mientras avanzan para enfrentarse con policías antimotines y guardias nacionales.
«No nos protegen de las balas, pero sí del gas lacrimógeno, de perdigones y de piedras», dijo Brian Suárez, un estudiante de derecho de 20 años, al referirse a su escudo. Se dirigía a la primera fila de choque con una máscara antigás en la otra mano.
Algunos escudos, largos y curvados como los que usaban antiguamente los romanos, están decorados con imágenes de la Constitución, símbolos religiosos, representaciones de los jóvenes que murieron en los tres meses de protestas y consignas como «SOS», «¡No + dictadura!» o «¡Maduro asesino!».
Pero los escudos no son lo suficientemente resistentes como para protegerlos de perdigones o de los chorros de agua, y menos de las balas. En medio de la represión y hechos violentos alrededor de las protestas murieron por lo menos 81 personas, muchas por impactos de armas de fuego.
Manuel Melo, un estudiante de diseño gráfico de 20 años que siempre iba al frente de la línea de fuego con un escudo de plástico azul, fue sorprendido días atrás por un chorro de agua de un camión hidrante que buscaba dispersar una manifestación y, por el impacto, perdió un riñón y la vesícula biliar.
El Nacional
Por Confirmado Massiel Bravo