Aunque la castración debida a fines artísticos se remonta al 400 d.C, la realidad es que fue durante el s. XVII cuando llegó la época dorada de los castrati, con lapopularización de la ópera italiana en Europa. Éstos eran niños que eran sometidosa la castración para que no produjeran hormonas sexuales masculinas y así poder conservar la voz aguda para cantar.
Esto se debía a que, durante esa época, las mujeres tenían prohibido cantar en lasiglesias y los escenarios. Por lo que se procedió a castrar a los niños que nacían con voces prometedoras para que las conservasen en los grandes escenarios. Estas macabras operaciones se realizaban, normalmente, a niños de entre 8 y 12 años que posteriormente se educaban en la industria musical. Si tenéis curiosidadpor saber cómo sonaba alguna de sus voces, en el siguiente vídeo podéis escuchar la de Alessandro Moreschi, el último castrati.
El resultado de la castración era una voz vibrante y única que gozaba de la potencia masculina y la sutileza femenina. Esta voz causaba furor entre el público de la ópera y era muy aclamada. Uno de los castrati más conocidos fue el cantante Farinelli, del que decían que tenía una voz angelical.
Puntualizaremos que no era una castración de todo el aparato sexual, y aquellos que desarrollaban un pene adulto, cosa que solo conseguían esos que habían sido operados después de los 10 años, eran admirados por la mayoría de mujeres. Los panfletos y las canciones populares insinuaban que la castración les permitía mantener más tiempo las erecciones por la falta de sensibilidad, y por lo tanto los actos sexuales prometían ser prolongados. Además, también se decía que los castrati se centraban en dar placer a la mujer, mientras que los otros hombres sólo se centraban en sus propias necesidades.
Los castrati se convirtieron en los amantes ideales tanto para casadas como para solteras; algunos de ellos utilizaban su fama para conseguir a las damas de alta esfera. Otro apunte curioso es que algunos relatos de viajeros cuentan que muchos castrati italianos ataban sus pechos en los corpiños y se ofrecían para servir por igual como mujer o como hombre.
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