El modus operandi de ayer y las armas usadas recordaron lo sucedido en enero, aunque esta vez el alcance fue mucho mayor.
El 7 de enero de 2015 dos hombres ingresaron a las oficinas de la revista satíríca francesa Charlie Hebdo, cargando armas automáticas y dispararon contra el grupo de periodistas reunidos en la sala de pauta del semanario, gritando Allahu akbar (Dios es el más grande). El saldo fue de 12 muertos y 10 heridos y un clima de paranoia que se tomó la capital francesa por varios días, debido a que los responsables, los hermanos Said y Cherif Kouachi lograron evadir a la policía durante dos jornadas, hasta que el 9 de enero, tras un enfrentamiento, fueron abatidos en el norte de París. Durante ese período, además, otras cinco personas murieron en otros tiroteos relacionados en los alrededores de la capital francesa.
Hasta ayer era el mayor ataque terrorista desde el 11 de septiembre de 2001 en territorio francés y generó un amplio despliegue de seguridad en todo el país, se elevó la alerta terrorista al máximo nivel y desató una masiva reacción popular de rechazo bajo el lema “Yo soy Charlie Hebdo”. Incluso el 11 de enero, sólo cuatro días después del ataque dos millones de personas, incluidos cerca de 40 líderes mundiales, marcharon por las calles de París y otros 3,7 millones de se reunieron en otras localidades de Francia en protesta por lo sucedido.
El ataque fue reivindicado por la filial de la Península Arabiga de Al Qaeda e instaló el temor al yihadismo islámico en el corazón de Francia, obligando a reforzar la seguridad en todo el país con el despliegue de fuerzas militares.
A poco más de diez meses del ataque el recuerdo de lo sucedido contra Charlie Hebdo parecía haberse diluido en medio del trajín de la vida cotidiana en la capital francesa, hasta que los ataques de ayer lo volvieron a instalar en el centro del debate. Aunque la alerta se mantenía. En agosto, el ministro del Interior Bernard Cazaneuve había dicho que se desbarataban “atentados a diario” en el país.
Si bien hasta anoche ningún grupo había reivindicado oficialmente las acciones, las principales sospechas apuntan a un grupo yihadista, por el modus operandi de los atentados y las armas usadas.
Francia es el país que más voluntarios extranjeros ha aportado al autodenominado Estado Islámico, según el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización, dependiente del King’s College de Londres. La cifra supera los 1.500, casi la mitad de los 3.300 europeos que se han integrado al grupo. El número, además, aumentó un 82% en lo que va de 2015 y en el último año han regresado al país entre 200 y 300.
En septiembre pasado, además, el Presidente francés Francois Hollande decidió que su país se incorporara a la ofensiva área contra el Estado Islámico en Siria. El hecho motivó una amenaza directa de ese grupo que se unió a otra realizada en julio cuando el yihadismo advirtió que llenaría “las calles de París de cadáveres”.
Un informe de los servicios de inteligencia franceses conocido a fines del mes pasado aseguraba que el Estado Islámico podía usar yihadistas españoles o británicos para atentar en París en lo que denominaba “ataques oblicuos”.
Fuente: LT